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Capítulo 4 Premonición

El gigante la observa con incredulidad, molesto por la actitud desafiante de mi amiga. Jamás en la vida me atrevería a hablarle de esa manera a un hombre tan intimidante e imponente como él.

―¡Maldición, Vicky! Estás desafiando a tu suerte, más te vale que razones antes de que compliques más esta situación.

Sin embargo, y, a pesar de la amenaza, Vicky permanece inmóvil, decidida y dispuesta a conseguir lo que se propone. Ambos quedan sumergidos en lo que parece una batalla de miradas al estilo del lejano oeste. Ninguno quiere ceder. No sé por qué, pero tengo la impresión de que detrás de esta disputa hay escondido algo grande, que va más allá del asunto de la emergencia.

Unos minutos después es el hombre quien da su brazo a torcer.

―Suban al auto, iremos directo al club y la ocultaremos en uno de los camerinos ―espeta el hombre, con enfado―, la llevaré a su casa en cuanto tenga la oportunidad de hacerlo, pero Lud no puede verla Vi o nos meteremos en un gran lío.

Vicky asiente con orgullo por su victoria, en cambio, yo, me quedo sin respiración. No puedo ir a ese lugar. Si mis padres se enteran, será el fin de nuestra amistad y la excusa perfecta para terminar encerrada en un convento.

―Gracias, bebé ―se acerca a él y envuelve sus brazos alrededor de su cuello―, nunca dudé de ti ―inclina su cabeza hacia atrás para mirarlo a los ojos―. Tienes una asombrosa habilidad para encontrarle una solución rápida a los problemas.

Me quedo pasmada cuando se levanta sobre la punta de sus pies para dejar un beso corto en los labios de su amigo, que provoca que todo su cuerpo se tense por completo.

―Vi, no lo hagas ―la recrimina molesto por lo que acaba de hacer―. Te he dicho que mantengas tus distancias.

Ella le sonríe de forma coqueta sin prestarle la más mínima atención a su amenaza ni al hecho de que esté enfadado.

―Solo es un pequeño e inofensivo beso de agradecimiento, Rob ―le dice con cara de circunstancia al apartarse de él. Me toma de la mano y me conduce hacia la puerta trasera del vehículo―. Además, tú no eres mi tipo ―lo mira de pies a cabeza―, te ves demasiado mayor para mi gusto.

Suelto un jadeo al escuchar la manera en la que ha vuelto a hablarle, no obstante, esta vez sus palabras están llenas de resentimiento. ¿Qué es lo que está sucediendo entre ellos?

Trago grueso al notar que Rob aprieta sus puños con tanta fuerza que en cuestión de segundos se tornan completamente blancos por la falta de circulación de sangre. Abre su boca para responder a las palabras de mi amiga, sin embargo, opta por quedarse callado.

―Entra, Rachel, se nos hace demasiado tarde.

Vicky me empuja a interior de la limusina. Estoy a punto de decirle que no puedo ir con ella, pero la situación es tan tensa que mantengo a boca cerrada. Una vez que las dos entramos, Rob, cierra con un portazo tan brusco que me hace pegar un respingo.

―¿Te has vuelto loca, Vicky?

Le pregunto nerviosa.

―Es que es un insoportable.

Magulla sus palabras al responder. Es la primera vez que la veo perder los nervios frente a una persona. Es siempre tan segura y confiada de sí misma que me asombra que él haya logrado descolocarla.

―¿Te gusta?

Dejo escapar la pregunta que está rondando dentro de mi mente, antes de siquiera considerar.

―¿Te…? ¿Te has vuelto loca? ―balbucea nerviosa―. No te das cuenta de su apariencia…

Ambas giramos nuestras caras para verlo, rodear el auto con enfado, abrir la puerta del piloto con algo de brusquedad, azotarla y ocupar su puesto frente al volante.

―Es un hombre muy atractivo y apuesto.

Susurro en voz baja para que él no pueda escucharme. Puedo sentir el calor del rubor trepando por mi torso, luego escalando por mi cuello y, finalmente, asentándose en mis mejillas. Es la primera vez que me atrevo a decir algo semejante sobre cualquier hombre.

―¡Rachel! ―Vicky gira su cara casi de inmediato para mirarme a los ojos y, en ese mismo momento, me arrepiento de haberlo dicho―. ¿Acabas de decirme que Robert es apuesto y atractivo?

Sonríe divertida.

―Yo no… ―niego vehementemente con la cabeza―.  Él no es… ―vuelvo a negar. Nerviosa de que él también me haya escuchado, giro la cara hacia el frente, pero me arrepiento tan pronto como lo hago. Me topo con su mirada celeste a través de reflejo de retrovisor. Suelto un jadeo y dirijo a mirada hacia mi regazo.

Vicky toma mi mano derecha y entrelaza sus dedos con los míos.

―No te preocupes, no puede escucharnos ―me da una palmadita sobre el dorso de la mano―. Pero me alegra que haya avances contigo.

Sonrío a escondidas, sin embargo, esta desaparece de mi boca tan pronto como recuerdo que nos estamos dirigiendo hacia el club en el que ella trabaja.

―Vicky ―inhalo profundo, antes de hacer la pregunta―. ¿Entiendes bien que si voy a ese lugar nos meteremos en serios problemas con mis padres? ―los latidos de mi corazón se detienen. Vicky es y ha sido por siempre mi única amiga, hemos estado juntas desde que éramos niñas y me dolería en el alma perder su amistada por algo como esto. Mis padres no dudarían en alejarme de ella―. Eres más que una amiga ―inclino mi cabeza y la apoyo sobre su hombro―. Eres mi hermana.

Inhalo profundo. Esto me tiene muy preocupada. Ella aprieta mi mano y me besa en el tope de la cabeza.

―Nunca va a pasar Rachel ―me indica con su voz determinada y segura―. No voy a permitir que nadie lo haga.

Espero que no, porque entonces moriría de pena. Fijo la mirada sobre la ventana a mi derecha y me mantengo callada, oyendo la forma en la que ni corazón palpita de manera frenética debido al temor que me produce saber que, dentro de poco, entraré a un mundo que es completamente opuesto a todo lo que conozco. ¿Por qué tenía que suceder esta emergencia justo en esta noche? Cierro los ojos y rezo para que nada suceda. Sin embargo, en o más profundo de mi alma tengo la sensación de que algo muy grande está a punto de ocurrir. Un algo que cambiará para siempre el curso de mi vida.

Janeth Aguilar (janetha2004)

No olviden revisar mi perfil y leer mis otras historias. Nos vemos mañana con nuevo capítulo.

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