Alessandro y su equipo se acercaban sigilosamente. El sonido apagado de sus pasos se mezclaba con el susurro del viento, creando una sinfonía de peligro. A medida que se acercaban al almacén, Alessandro podía sentir la tensión en el aire, la presión de la venganza y la desesperación.
Carlo, percibiendo algo, gritó órdenes a sus hombres. Los disparos comenzaron a resonar por todo el almacén y Valentina se agachó y trató de esconderse pero Carlo no lo permitió.
Alessandro y Enzo avanzaron, cubriéndose entre ellos.
— ¡Por aquí!— gritó Enzo, al ver una puerta parcialmente abierta.
Entraron con cuidado, las sombras juga
Una vez fuera, se encontraron con un Nápoles aún más sombrío, como si la ciudad sintiera lo que ellos sentían en ese momento. Las calles parecían estrecharse mientras corrían hacia el vehículo que habían estacionado cerca.— ¡Rápido! ¡Al auto!— gritó Enzo mientras se abría camino a tiros.Finalmente, se metieron en el coche y aceleraron. Las luces de Nápoles se desvanecieron en la distancia mientras dejaban atrás el puerto y el almacén.En el coche, Alessandro, todavía sosteniendo a Valentina en sus brazos, la miró. — ¿Estás bien?— preguntó con voz temblorosa.—Sí, gracias a ti—, respondió ella, agarrándose a él.Enzo, conduciendo, miró por el ret
Alessandro no se limitó a las medidas externas; también buscó fortalecer el vínculo con Valentina desde dentro. En sus encuentros, le hablaba sobre sus planes y estrategias, compartiendo cada detalle que pudiera afectar su seguridad. Quería que ella estuviera al tanto y se sintiera involucrada en la protección de ambos.Valentina, aunque inicialmente reticente a la idea de vivir bajo la sombra de la seguridad, comenzó a comprender la seriedad de la amenaza. Se abrió a la idea de tener escoltas discretos, especialmente después de algunos incidentes menores que demostraron la persistencia de Carlo.Las noches se convirtieron en sesiones de planificación y estrategia. Alessandro y Valentina, a veces acompañados por Enzo, discutían las posibles amenazas y las contramedidas. Cada detalle se examinaba minuciosamente, y Alessandro se aseguraba de que Valentina se si
Días después Valentina estaba más tranquila, porque su hermano había sido dado de alta. Alessandro no solo había puesto varios hombre para protegerla a ella, sino que también puso a varios hombres para la seguridad de Antonio. Y al llegar a casa de Alessandro para tener aquella conversación pendiente, se sorprendió cuando él se le adelantó y le dijo que después de lo que había pasado no podía perder un minuto dejando que Carlo siguiera tramando más cosas.—Haré lo que debo hacer para ponerte a salvo y mantener la paz.—Pero es peligroso—dijo ella asustada.—Es más peligro dejarlo creer que tiene el poder, amor. Hay que enfrentarlo y terminar con él.—Por favor, no más asesinatos.—Valentina, haré lo que tenga que hacer—di
Las calles de Nápoles eran un hervidero de actividad mientras las familias se preparaban para lo que parecía ser un enfrentamiento inevitable. Los negocios ilícitos que Carlo había tejido a través de la ciudad se habían entrelazado con la vida de tantos, y el poder que ejercía era palpable.Alessandro y Enzo, con un grupo de hombres leales, avanzaron hacia la casa de Carlo Romano. Las sombras bailaban en las paredes, reflejando la tensión que se acumulaba en el aire. El corazón de Alessandro latía con una mezcla de determinación y ansiedad; estaba decidido a poner fin a esto de una vez por todas.En el interior, en un despacho adornado con la pompa de un hombre que se consideraba a sí mismo intocable, Carlo Romano trazaba sus maquinaciones con una sonrisa maliciosa. No le temía a Alessandro; de hecho, anticipaba su llegada. Se sentía invulnerable, respaldado
Finalmente, la anciana matriarca habló de nuevo. —Que sea como dices, Alessandro. Pero que esta paz sea mantenida con honor—, dijo. Las familias acordaron dejar atrás la violencia y trabajar juntas para el bienestar de Nápoles. Alessandro y Enzo, como los catalizadores de este cambio, fueron tratados con un nuevo respeto. Enzo se acercó a su amigo y colocó una mano en su hombro. —Lo logramos, hermano—, dijo con una sonrisa. Alessandro sonrió a su amigo, mientras mentalmente se decía —Por ahora— él conocía bien como eran las familias en Nápoles, y siempre las comparaban con un fósforo, que en cualquier momento podía encenderse. Solo regaba que esa paz, durara bastante antes de que algún otro loco quisiera ser el próximo Carlos Romano. —Ahora solo queda una cosa por hacer—respondió Alessandro, pensando en Valentina y en lo preocupada que debía estar. Con su corazón lleno de esperanza, fue a ver a Valentina. La encontró en un balcón, mirando a lo lejos. Ella estaba nerviosa, lo espera
EpílogoAños más tarde; Valentina y Alessandro, por fin lograron tener su familia propia y en paz. Eligieron un camino que los alejó de las sombras, construyendo un futuro fundado en el amor y la redención. Su casa en las afueras de la ciudad se convirtió en su refugio, lejos de las miradas y juicios de un pasado que intentaban dejar atrás. En esta hermosa villa rodeada de grandes viñedos, estaban lo suficientemente alejados de la ciudad para ser un lugar tranquilo y privado, y al mismo tiempo lo suficientemente cerca para que ella pudiera ir a su estudio de fotografía en el que le iba muy bien. La nonn
El invierno se había instalado firmemente en Nápoles, transformando la ciudad en un escenario cautivador lleno de calles angostas que se entrelazaban como un laberinto. Las farolas antiguas, con sus luces titilantes, arrojaban destellos dorados sobre los adoquines desgastados, creando una atmósfera de misterio y encanto.El aire frío se filtraba por las calles estrechas, envolviendo a los transeúntes en un abrazo helado. El vaho escapaba de sus bocas en pequeñas nubes de vapor, mientras caminaban envueltos en abrigos pesados, bufandas y guantes. La ciudad parecía susurrar historias olvidadas entre el crujir de las hojas caídas y el susurro del viento invernal. A medida que avanzaba la noche, las plazas de Nápoles cobraban vida con la suave luz de las farolas. Los rayos dorados brillaban sobre los adoquines húmedos y creaban sombras danzantes en las fachadas de los edificios antiguos. En medio de ese resplandor, la atmósfera se volvía aún más misteriosa y cautivadora.El invierno en Ná
El hombre de la calle era Alessandro Lombardi, cuya reputación y carisma eran conocidos en toda Nápoles. De alguna manera, Valentina se sintió impulsada a salir y acercarse a él. Instintivamente, apretó su cámara y se adentró aún más en la penumbra. Él era alto y de mirada penetrante. Fue emergiendo de las sombras y el corazón de Valentina se aceleró, y una sensación contradictoria de miedo y curiosidad la invadió.Alessandro, con su traje oscuro y su aura de peligro, la observó detenidamente. El mundo pareció detenerse en ese momento, dejándolos a solas en una danza silenciosa. Sus ojos se encontraron, y algo se encendió en el interior de Valentina. Era como si estuviera conectada a él de alguna manera inexplicable.Sin embargo, la advertencia resonaba en su mente, sus instintos le recordaban que no debía acercarse demasiado. Pero la atracción era irresistible, y Valentina dio un paso cauteloso hacia adelante.Una vez en la calle, Valentina se acercó tímidamente. Alessandro la miró c