Belén Suárez era apenas una niña de cinco años, cuando su madre desapareció. Su tía la mandó al campo para deshacerse de ella. La tía quería tomar el puesto de su madre. Diez años después intentó regresar a su casa, pero le tendieron una trampa y volvió a desaparecer. A sus quince años había pasado por mucho para proteger su propia vida. Cuando ella ya tenía veinte años, regresó a su familia encontrándose con muchos obstáculos en el camino, pero al fin llegó a su hogar. Comenzó una nueva vida con intrigas, engaños y mentiras, pero ahora ella ya no era una niña. Ahora ella les haría pagar por el sufrimiento que le causaron durante más de Quince años
Leer más—¡Lo sabía! — gritó Alicia mientras comenzaba a llorar—. ¡Sabía que no me ibas a dejarme así! ¡Sabía que me mentían! ¡Casi me matas del susto, Anita!Al oír eso, una expresión de sorpresa apareció en los ojos de Belén, pero recuperó la compostura de inmediato al darse cuenta de lo que ocurría.«¡Lo sabía! ¡Era imposible que fuera inmune a los efectos de la droga! Resulta que Álvaro no era la persona que más le importaba a Alicia, sino Ana»«Supongo que la naturaleza materna es algo que todas las mujeres tienen en común, incluso una mujer tan vil y despiadada como ella… Si ese es el caso, entonces estoy segura de que mi madre sentía lo mismo por mí. ¿Qué hay de Santiago entonces? ¿Quién es la persona que más le importa? ¿O esta persona no existe en absoluto?».Por una fracción de segundo, Belén sintió una combinación contraria de lástima y odio hacia Alicia.—¡Despierta, Alicia! ¡Ana se ha ido! ¡Está muerta y no regresará! — gritó Santiago
—¡Daniel! Tu brazo… — Santiago se precipitó hacia él de manera frenética.—Estaré bien. Solo tengo que vendarme la herida. ¿Tenemos un botiquín de primeros auxilios en casa?—¡Sí, tenemos! — asintió Santiago—. ¡Está en mi estudio! ¡Ven conmigo!—De acuerdo. Belén estaba a punto de ir con él, pero este le hizo un gesto para indicar que permaneciera allí. Fue entonces cuando Belén se dio cuenta de que Daniel podía haberla apartado del proyectil, pero eligió que lo hiriera a él para poder alejar a Santiago de la escena.«¡Él sabe de mi plan! ¡Maldita sea, Daniel, idiota! ¿Por qué dejaste que te lastimaran por mi culpa? ¡Eres un tonto!».Al pensar en eso, Belén se mordió el labio y sentó que sus ojos se humedecían.Santiago llevó a Daniela a hacer estudio para colocarle un vendaje. Belén dudó por un momento, pero al final optó por no acompañarlo, pues no quería que la herida de Daniel fuera en vano.— Doctor Rodríg
—¿Qué ocurrió con la tía Alicia, padre? — Belén se hizo la desentendida y fingió preguntar sin comprender.— No pude aceptar el hecho de que Ana haya muerto y ha causado un alboroto, Así que hice que alguien la encerrara en su habitación. No quise que asustara a los invitados que vinieron a ofrecer sus condolencias — respondió Santiago con suspiro.— La tía Alicia en verdad amaba a Ana y la trataba como su propia hija a pesar de que era adoptada — asintió Belén—. Es normal que no se tome bien su repentina muerte.Al oír eso, Santiago se aclaró la garganta con incomodidad.—Ejem… No hay necesidad de preocuparse por eso. Ella lo aceptará con el tiempo.— Pero… No podemos dejar que la tía Alicia esté así de deprimida. La angustia prolongada puede ser muy mala para su cuerpo. ¿Qué tal si hacemos que el doctor Rodríguez la evalúe?— Es una buena idea — dijo Santiago con una ceja levantada—. ¿Estará dispuesto a venir hasta aquí?
—¿Te refieres a los psicólogos famosos? — preguntó Daniel tras pensarlo un momento. —Ellos — asintió Belén—. Fueron los que me salvaron la vida, también son mis padres adoptivos. Los ojos de él se abrieron de par en par en señal de asombro, y tras varios segundos, pudo hablar. — No me extraña que supieras cómo tratar el trastorno por estrés postraumático, pero si no recuerdo mal, empleaste la medicina tradicional china, ¿no es así? ¿Los medinas también te enseñaron esos? —Sí— asintió de nuevo Belén—. No son solo psicólogos; al ser consciente del poder de la rama inexplorable de la medicina, están investigando a fondo la medicina tradicional china. Para ser más exacto, querían aprender la antigua medicina china. Esa fue la razón por la que vinieron al pueblo, para aprender el de un experto que vivía recluido allí. El destino quiso que me encontraran ahí abandonada y me llevaran
— Gracias. — Belén se quedó muda de la emoción. —¿Por qué lloras? — Daniel se levantó con incertidumbre mientras se inclinaba y le secaban los ojos. — No estoy llorando — dijo ella sacudiendo la cabeza—. Solo que estoy feliz, gracias. Él suspiró. — Si hubiera sabido que ibas a llorar, no habría hecho esto. «Solo quería ver su sonrisa, no sus lágrimas». Los dedos de ella se tensaron por sus palabras y después se aflojaron. Sintió que la resistencia de su corazón cedía mientras se colmaba de una sensación suave y cálida. — Daniel, aunque tienes muchos asuntos... — Belén tuvo hipo—. Eres un buen hombre después de todo. —¿Me estás elogiando o insultando? — Él frunció el ceño. — Es un halago, Acéptalo. —Esta se secó las lágrimas y lo miró con seriedad—. Quien se case contigo en el futuro será muy afortunado. —¿Te refieres a ti misma? — Él
Cuando Daniel subió al maybach, el chofer se percató de su seño fruncido y bajó con discreción las persianas que separaban al conductor de los pasajeros. Belén sintió que el aire del auto se comprimía porque Daniel era de contextura grande y el oxígeno se agotaba. Junto con el repentino cambio de presión atmosférico dentro del vehículo y el hecho de que el chofer había bajado las persianas, ella se sintió muy incómoda. Él, en cambio, parecía tan despreocupado como siempre. Belén se lamentó por haberse asustado tan fácilmente. «Solo es un matrimonio por conveniencia, ¿por qué tengo que estar nerviosa como una novia de verdad?». Se frustró en su interior cuando Daniel le entregó de repente un documento que parecía un acuerdo. —¿Qué es esto? Preguntó sorprendida. —Las reglas básicas que has establecido — contestó él con despreocupación—. Me he tomado la libertad de redacta
Hugo apretó los dientes y no pudo responderle de forma diplomática. Se habían pasado las noches soñando con casarse con Paola y deseaba anunciarlo al mundo entero. Tras un repetido y cruel el rechazo de ella en aceptar su mano, él finalmente llegó a la conclusión de que aquella anoche fue un malentendido, a Paola nunca le había gustado él. El sorprendente giro de los acontecimientos, el matrimonio que iba a celebrar, lo entusiasmaba y frustraba al mismo tiempo. La fuerza de los sentimientos en su interior lo puso nervioso durante los últimos días, Así que respiró profundo y bramó: —¿¡Eso no es asunto tuyo! —¡Es verdad! — dijo Belén de forma abrupta cuando un pensamiento se le atravesó—. El señor Ponce mencionó que ustedes también están aquí para obtener su acta de matrimonio. ¡Perdónenme por mi mala memoria, felicitaciones a ambos! Paola se enfureció aún más por el Sarcasmo. —¡Zorra! ¿Esto es u
Santiago suspiró frustrado. «No debía haber traído de vuelta a esta zorra loca, sus tonterías me han avergonzado por completo». El patio trasero una vez más se volvió tranquilo después de que habían acompañado a Alicia de nuevo a la casa. — Disculpen, todos. —comentó Santiago—. Alicia está consternada para pensar con Claridad esta noche, ha hecho el ridículo delante de todos ustedes. La multitud intercambió miradas antes de denegar su disculpa al agitar las manos. — No se preocupe, es totalmente comprensible. — Asegúrese de que la señora García se cuide. Siempre puede intentar tener otro hijo, no serviría de nada que se enfermara. — Usted también debe cuidarse y ser fuerte durante todo este Calvario. Con las palabras de Consuelo que los invitados expresaron, Santiago se sintió m
—«Santiago, debes estar bromeando. Tal vez está enojado y se quiere vengar de mí». Horacio ya había tenido suficiente de sus excentricidades. Era su familiar, y no quería ver a Santiago humillado en público. — Alicia, Ana está muerta. Sé que es difícil aceptar, pero es la verdad. Mis condolencias —replicó. De hecho, Horacio se sentía agotado. Después de meterse en problema, su hija había hecho un gran alboroto y se había rehusado a ir al ayuntamiento para casarse. Antes de dejar la casa ese día, le había dicho a la sirvienta que la atara antes de llevarla hasta ahí a la fuerza. «Me pregunto cómo estará ahora». Mientras tanto, Alicia todavía se rehusaba a aceptar la verdad. Después de todo, parte del motivo por el que habías conspirado y trabajado tanto era para beneficio de su hija. Simplemente, no había forma de que aceptara con facilidad la muerte de Ana. —No. – Dio unos pasos hacia atrás y sacudió la cabeza—. Imposible. Santiago perdió toda la paciencia. —¿¡Puedes verlo p