Capitulo 5 Sonrió Sastifecha

Todos, incluso Ana García y su madre Alicia, se quedaron incrédulos al escuchar a la pareja tratarse confiadamente.

“¿Qué sucede?” ¿Acaso esta   harapienta sucia pordiosera conoce a al famoso Daniel Peralta?

Daniela miró a los ojos, y cuando estaba a punto de responderle, un hombre gordo con panza cervecera caminó hacia él. Este era Santiago García, padre de Belén.

“Encantado de conocerlos, señor Peralta, es un honor tener en nuestra casa a una persona tan importante como usted, ¿por qué no nos avisó que vendría?”

Todos los invitados se quedaron boquiabiertos cuando Santiago García lo saludó.

Alicia cerró los ojos de inmediato, sintiendo una gran vergüenza, que no se atrevía a imaginar lo que sucedería a continuación.

“¿Qué demonios sucede aquí?”

Santiago, al fin se percató de que algo andaba mal, comenzó a mirar a su alrededor, fijando su mirada en una mujer sucia y harapienta, frunció el ceño en un instante, se volvió hacia Alicia y dijo:  

“¿Por qué invitaste a una sucia pordiosera, a la fiesta de cumpleaños, de mi princesa? ¡Saquen inmediatamente a esa mujer de aquí!”

Alicia se quedó inmóvil. Por un instante no quería imaginar cómo se sentiría Santiago, si Daniel Peralta lo humillara en ese instante, pero a pesar de eso, el profundo de su profundo de su corazón estaba complacido con su reacción.

“Inmediatamente, Ana interrumpió, ¿padre, no la conoces?”

Ignorando a Ana, Belén se acercó lentamente a Santiago. “¡Padre”, “¿no me recuerdas?” Soy “Bely.”

Ese era el apodo que Santiago y su madre le habían dado a Belén cuando ella estaba pequeña.

“Bely…” Santiago alzó las cejas y abrió los ojos, impactado de ver aquella joven sucia y arrepienta, que era su hija.

“Belén, ¿eres tú?”

Sí, padre. Soy Belén. Y se paró frente a su padre.

Ella no recordaba lo que había sucedido hacía unas décadas, pero recordaba ese rostro tan familiar.

Al escuchar aquello, Santiago se quedó estupefacto y el miedo se le reflejó en su rostro, ya que temía que su secreto quedara expuesto.

Belén sabía lo que pasaba por su mente y continuó con voz tranquila: “¡no nos hemos visto en años, te extrañé mucho!, ¿y tú me extrañaste?”

Santiago se quedó sin palabra, asintió, y no tuvo otra alternativa más que tomar la de los hombros.  

Bienvenida de nuevo, “Cariño”. Pero… ¿Qué te sucedió a ti y al señor Peralta? ¿Por qué se ven tan desarreglados?”

Todos los invitados comenzaron a prestar más atención, a la ropa de Daniel. “Estaban tan atraídos por la belleza de este hombre, que no se percataron de que la ropa la traían toda mojada”, Ana García los miró perplejos.

Ana sintió una punzada en su corazón, preguntándose, qué había pasado con esas dos personas. Al deslizar su mirada hacia Belén y verla lo harapienta que andaba, descartó la idea.

“¿Daniel, enamorado de esta campesina?” De ninguna manera, a menos que no le funcione la vista.

Al ver la incomodidad de todos, y que el ambiente se había puesto tenso, Alicia intervino y dijo: “creo que el señor Peralta, fue la persona que trajo a casa a Belén”.

Santiago, incrédulo, comentó: “¿en serio?” Santiago parecía estar un poco menos disgustado con Belén luego de escucharlo.

“Dado que ella aún era joven y no recuerda nada de su infancia, supongo que no sabe lo que sucedió con exactitud”. Me imagino los beneficios que obtendría si pudiera utilizarla para acercarse a los Peralta.

Santiago esbozó una sonrisa, y se dirigió hacia Daniel.

“¿Así que es amigo, de mi princesa Belén, estoy agradecido con usted por traerla a casa?

Si no le importa, “¿le gustaría quedarse, tomar una ducha y luego cenar con nosotros?”.

“Alicia, interrumpiendo a Santiago, dijo: Oh, sí, ¡tenemos ropa adicional para nuestros invitados!”

Al principio, Daniel quería rechazar la oferta, pero ya no podía soportar llevar un minuto más su ropa empapada. Y aceptó inmediatamente.

Santiago extendió la mano, y le enseñó la dirección al cuarto de huésped; luego, le susurró a Alicia al oído. “Lleva a tu hermana Belén a darse una ducha, y que la preparen”.

Alicia no era tonta, ella entendía lo que él quería hacer. “Era obvio que quería utilizar a Belén para caer bien con los Peralta”.

En su mente, Alicia maldijo a Belén: “m*****a sea”. ¿Por qué la suerte está de lado de esta m*****a harapienta, y no de mi hija?

“Cristina, la madre de Belén, había oprimido a Alicia cuando aún vivía, ahora ella, no permitiría que pisotearan a su hija.

Ana entendió, asintió y le siguió la corriente, tomando de la mano a Belén, y dijo: Belén vamos al baño, Ana con una sonrisa diabólica subió las escaleras.

Ella sabía el rencor que le guardaban madre e hija, y que no podían aceptarla en la familia, ocultó su incomodidad y borró de su cara a la desconfianza y respondió con una sonrisa. “De acuerdo”.

En la sala del banquete, los demás invitados intentaban descifrar, cómo un hombre reconocido como Daniel asistiera a un banquete de bajo nivel.

Según los invitados, por la aparición del joven Peralta, ahora tenían que mostrarle respeto a los García.

En la habitación de Ana, Belén se encontraba en el baño. Ana dijo: Quédate aquí por un momento, mientras pido a los sirvientes que ordenen tu habitación. También puedes utilizar los artículos que están en el tocador.

“¡Te traeré un vestido! ¡De acuerdo!” Gracias, dijo Belén.

Cuando Ana iba saliendo de la habitación, se detuvo y volteó la mirada hacia Belén. “Oh, antes de que me olvide, ¿sabes utilizar la ducha?” Le recordó con amabilidad, pero no ocultó el Destello en su mirada.

Belén, con una expresión de amabilidad, sonrió: “gracias”

En su mente, Belén dijo: “Piensa que no sé utilizar la ducha, siempre recordándome que vengo del campo”.

Ana, al salir de la habitación, dejó de sonreír, sacó un pañuelo y con una expresión de asco se limpió sus manos.

Para ella, toda Belén apestaba. No estaba segura de si Daniel la había recogido por accidente, ya que era imposible que a Daniel le gustara esa mujer asquerosa.

Mientras tanto, Belén se tomaba su tiempo para disfrutar un agradable baño caliente: e incluso ella se sentía asqueada por cómo se veía Y olía, luego de pasar una semana encerrada en la cabaña.

Mientras el agua caliente caía de la cabeza y los pies, poco a poco se reveló su tez clara, su delicado rostro, con fino rasgo, hacía que se viera como un hada delicada.

Diez minutos más tarde, tocaron a la puerta.

Al abrir la puerta, Belén se encontró con Ana, que traía un vestido y un par de tacones.

Tomando los objetos, y mirándole el rostro a Ana, no la vio indiferente. El vestido que le dio era un vestido de alta costura, era más costoso que el que usaba en ese momento.

A pesar de que le costó un poco tener ese vestido, no podía usarlo. 

La talla estaba hecha para una persona delgada, de pechos grandes y curvilíneas; cualquier mujer corriente con ese vestido se vería gorda.

Dado que Ana tenía hombros anchos y un poco pasada de línea, el vestido se le vería desfavorable.

Pensando que a Belén le quedaría espantoso el vestido y que los invitados se reirían de ella, sonrió satisfecha.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo