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El secreto de la legítima heredera
El secreto de la legítima heredera
Por: Kalessy G
Capitulo 1 Comfrontaciones Verbales

En una Cabaña desierta, gotas de lluvia gruesa caían sobre un techo de lámina, y el sonido de fuertes truenos que rompían en la oscuridad de la noche, rayos brillantes por encima de la montaña.

 Desorientada y aturdida. Belén García se encontraba tirado en el piso, despertando por Los Fuertes truenos, con una mirada recorrió la habitación. 

 Al despertar de su aturdimiento, Belén recordó que unos tipos la habían noqueado.

 Sintiéndose impotente, Belén García tenía las manos atadas a una soga; imposible soltarse, tenía las manos demasiado apretadas. Con la luz de un rayo, visualizó un objeto brillante.

 Intentando alcanzar aquel objeto brillante, Belén García utilizó muchas maneras para poder hacerse de aquel pequeño fragmento de vidrio. 

 Con tanta insistencia logró alcanzarlo cortando con dificultad la soga que tenía atadas en sus manos, recordando cómo se le estaban poniendo difícil reunirse con su familia. Había perdido el contacto por mucho tiempo con su familia.

 Justo a punto de descubrir la verdad sobre la muerte de su madre, un grupo de personas ofreció ayudarlas para llevarla de regreso.

 Sin embargo, justo cuando ella estaba confiada. Intentaron asesinarla, les dio mucha batalla, y al final los derrotó con éxito. Antes de celebrar su victoria, alguien desconocido le golpeó la cabeza y se desmayó.

 Por fortuna Ella tenía destreza y su deseo de venganza era más fuerte que el deseo de morir, en cuanto comenzó a cortar la soga, la lluvia comenzó a caer más fuerte.

 Al haber logrado desatarse, Belén García intentó estirarse cuando en ese momento una persona abrió de una patada la puerta.

 Asustada, pensando que eran los hombres que la secuestraron, Belén tomó el pequeño fragmento de vidrio e intentó esconderse; a los pocos segundos un hombre cayó enfrente de su puerta.

 En ese momento, sorprendida al ver que era un hombre apuesto y bien vestido, se acercó poco a poco, al notarlo de cerca. Que se dio cuenta de que su rostro estaba pálido, y tenía varias heridas en su cuerpo. En su cintura tenía una herida profunda, como si fuera de un puñal.

 Belén colocó su dedo bajo la nariz del hombre, para comprobar sus signos vitales, al notar que estaba débil, comenzó a arrastrarlo hacia el interior de la cabaña y recostarlo en el pedazo de manta tendida en el piso.

 Después de comprobar sus signos vitales, corrió hacia la salida bajo la lluvia, varios minutos después regresó con algunas hierbas.

 La cabaña desierta, tenía ciertos utensilios, y empezó a triturar las hierbas.

 Estás empapado, dijo Belén, mientras extendió su mano para quitarle su ropa.

 Con un solo vistazo, Belén se dio cuenta de la profundidad de la herida de la cintura del hombre. 

 Luego revisó, para saber si no había tocado algunos órganos vitales. Al comenzar a revisarlo en el momento en que se acercó a tomar el pulso, una mano tomó la suya con fuerza.

 “¿Quién, quién eres tú?”, la voz apagada del hombre se escuchó apenas audible, mientras sujetaba con fuerza su muñeca.

 “¿Qué, que quién soy?” —dijo Belén mientras le dirigía al hombre una mirada sombría.

 “¡Soy una deidad, que te acompañará al más allá!”. El hombre inmediatamente le tomó la mano.

 Y ya inmediatamente dijo: “¡No!” “¡No!” “¡No!” ¡Soy tu salvadora! Si no me sueltas, tendrás que curarte tú mismo, y luego te haré una lápida, en memoria del Sin nombre, “¿te parece la oferta?”

 El hombre gruñó, “¡Bien!"   “¡Bien!" "¡Bien!", frunciendo el ceño, Belén dijo "¡Qué hombre más amargado!"

 El hombre le dirigió una mirada fría, luego frunció el ceño, sus ojos se posaron en la hierba triturada que ella tenía en un tazón.

 "¿Qué sucede?" ¿Puedes quitarte la ropa? ¡Hoo  me dejas que yo haga los honores!"

 Belén, al notar que él no contestaba, se acercó a él, a punto de actuar. Él dijo: "¡lo haré yo!"

 Con una mirada fría, el hombre le apartó sus manos y se quitó su camisa.

 Sus oscuros ojos la observaban como águila. Cuando el hombre se despojó de su camisa, Belén vio sus abdominales marcados y una V que se marcaba en su cuerpo hasta el interior de sus pantalones.

 Belén tragó saliva: el cuerpo de este hombre… es demasiado perfecto, sin poder evitarlo, se sonrojó.

 Inquieta comenzó a colocar con cuidado las hierbas trituradas sobre las heridas del hombre.

 El hombre, observándola como águila, preguntó: "¿qué es esto que me estás aplicando?

 Su voz era baja, pero con un toque de frialdad.

 Medicina antiséptica, para evitar que te siga sangrando…

 "¿Dónde estoy?"

 Belén, al escuchar sus preguntas, levantó la cabeza y le lanzó una mirada fría: "¿Puedes callarte un poco?" No me dejas concentrarme.

 Belén se sentía tímida al estar cerca de él, también ya se estaba cansando De tanta preguntadera.

 "¡Es guapo, elegante, pero es muy preguntón!" Si supiera dónde estoy, te lo diría, pero he estado atrapada en este lugar por varios días.

 "¿Si tienes más preguntas? ¡Aguántate!" Deberías de guardar tu fuerza, acuéstate a descansar en lugar de estar haciendo tantas preguntas".

 "¿Así te enseñaron a tratar a un paciente?", preguntó el hombre con su rostro fruncido.

 "¿DISCULPA?" Así es como das las gracias a tu salvadora, respondió Belén.

 El hombre, todavía con ganas de pelear, dijo: "¡Mujer grosera inhumana!"

 "¿Amigo?" "¡Estás estirando la pata, y sigues de maleducado!"

 Ambos se miraron fríamente, se dispararon con la mirada y se creó un ambiente tenso.

 Ni el uno ni el otro se daban por vencido, al final Belén dejó de hablar, pues no tenía chiste ajustar cuenta con hombre moribundo.

 La lluvia en ese momento estaba cayendo recio; existía la posibilidad de que la noche se pondría más fría.

 En la cabaña había  trozos de madera, decidió encender un juego para mantenerse un poco caliente, luego le dijo al hombre, "¿No te muevas, quédate aquí?"

 El hombre murmuró unas palabras, pero Belén no las escuchó. Volvió a hablar otra vez mientras Belén caminaba hacia los trozos de madera.

 Belén, al escuchar que murmuraba, le lanzó una fría mirada.

 "¡Nos moriremos de frío esta noche, si no encendemos el fuego!"

 El hombre ya no insistió, y quiso mantener su boca cerrada.

 Después de una guerra de miradas, Belén decidió encender el fuego. Lo malo de la cabaña es que no había forma de encender el fuego. Pasó una hora, perforando la madera, y logró por fin encender una pequeña  llamita.

 Pero como el lugar estaba demasiado frío, acabó con apagarse.

 "El hombre dijo: "¿Necesitas ayuda?"

 En el momento en que escuchó que el hombre habló, escuchó caer un sonido por sus pies; al voltear, vio un encendedor dorado.

 "¡Garrr!" "¡Garrr!"

 Eres un hombre despreciable — grito Belén, maldiciéndolo en voz alta. Luego giró y susurró. 

  "¡Desgraciado!" 

 Él no lo escuchó, porque lo dijo demasiado suave, y sonrió

 Luego el hombre cerró los ojos poco a poco, se dio la vuelta, pero en sus labios se dibujó una pequeña sonrisa, y pensó: "¡Ese  pequeño zorrino es lindo cuando se enoja!"

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