Un inesperado reencuentro

Luz era una niña de 6 años que vivía solo con sus padres. Aunque tenía familiares, no tenían muy buena comunicación con ellos y, además, era la más pequeña de ambas familias. Sus padres eran personas humildes y trabajadoras, que se esforzaban diariamente por brindarle lo mejor a su única hija. Por esta razón, eran muy sobreprotectores y no la dejaban convivir con otros niños de su misma calle. Luz podía convivir con niños de su edad solo en la escuela, donde algunas de sus compañeritas la trataban mal. A pesar de todo, Luz era muy extrovertida y le gustaba mucho jugar con sus compañeritos, quienes la trataban como a un niño más, lo cual no era bien visto por sus maestros y compañeras.

Miguel, padre de Luz, trabajaba como chofer personal del dueño de una empresa de telas. Tras ver su facilidad con los números y capacidad de negociar, el dueño le dio la oportunidad de aprender un oficio dentro de la empresa, donde conoció a Jesús, un joven contador que se volvió casi un hermano para Miguel. Con el paso del tiempo, Miguel y Jesús se hicieron muy amigos y buscaron que sus familias se conocieran. Fue así como Luz conoció a Jorge y Javier, los hijos más pequeños de Jesús. Desde el primer momento que Luz vio a Jorge, quedó maravillada con el niño de 9 años, que la trataba muy diferente a sus compañeritos. Javier, que era de la misma edad que Luz, trataba de llamar su atención imitando a su hermano mayor en su trato a Luz.

La convivencia entre ambas familias se hizo tan estrecha que planeaban vacaciones juntos y no había fiesta familiar en la que no estuvieran presentes; incluso llegaron a compartir navidades juntos. Así pasaron los años y el enamoramiento de Luz fue creciendo cada vez más al ver a Jorge crecer como todo un caballero e inteligente. Sin embargo, por azares del destino, un cambio de residencia de la familia de Jorge los separó durante 4 años.

Durante este tiempo, la familia de Luz recibió a Elisa, la hermana pequeña de Luz, a quien consideraba un regalo que Diosito le mandó para no estar más sola. Al no tener a sus amigos Jorge y Javier, Luz no tenía más con quién jugar. Su paso por la escuela fue complicado, ya que se aburría y, de repente, se escapaba a jugar con compañeritos de grados superiores, lo cual le causó problemas y en varias ocasiones la suspendieron. Luz tuvo la oportunidad de cambiar a una escuela donde podía desenvolverse mejor y, gracias al esfuerzo de sus padres y de ella misma, logró conseguir una beca. Sin embargo, la escuela era muy estricta, por lo que Luz cambió; se volvió más callada, ya no buscaba jugar con niños, sino que se sentaba a platicar con sus compañeritas. Esta situación la aburría, pero sabía que no debía comportarse de manera diferente, ya que su esfuerzo y el de sus padres por tenerla en esa escuela se irían a la basura.

Con el paso de los años, Luz se volvió más introvertida, muy diferente a la niña de 6 años que se divertía trepando árboles, haciendo carreras y jugando canicas. Cuando Luz ingresó a la secundaria, sus padres la cambiaron a una escuela de religiosas donde solo acudían mujeres, cuyas familias tenían una posición económica acomodada. Esta situación propició que Luz se enfocara más en sus estudios y en su hermanita Elisa.

Siendo las vísperas de sus XV años, Luz había decidido no hacer ninguna fiesta; prefería solo festejar con su familia y la familia de su padrino Daniel. Sin embargo, por petición de este último, cambió de decisión, ya que él estaba muy enfermo y tenía mucha ilusión de que su ahijada, a quien veía como a la hija que nunca tuvo, tuviera una fiesta muy hermosa. Se iniciaron los preparativos, pero había un problema: debido a que Luz se volvió un tanto antisocial, no tenía amiguitos que fueran sus chambelanes, y sus primos, al ser mayores que ella, no quisieron participar, lo cual entristeció a Luz.

Al final, solo el hermano y el novio de su mejor amiga se ofrecieron como chambelanes y así estaba dispuesto todo para iniciar con los ensayos para la fiesta. Luz María, madre de Luz, al ver la tristeza de su hija, localizó a Sara, madre de Jorge y Javier, quienes habían regresado hacía unos meses a la ciudad. Luz María le preguntó a Sara si a Jorge y Javier no les interesaría ser parte del grupo de chambelanes de su hija. Sara, de inmediato, aceptó, ya que sabía que sus hijos eran muy amigos de Luz y la habían extrañado mucho.

Llegó el día del primer ensayo y Luz no estaba muy animada. Si bien se llevaba muy bien con Luis, el hermano de su mejor amiga Claudia, y con Paco, el novio de Claudia no era lo que ella esperaba. Claudia llegó junto con Luis y Paco a la casa de Luz, llevando botana y algunos juegos de mesa para distraerse mientras llegaba el coreógrafo para iniciar el ensayo. Pasados algunos minutos, tocaron a la puerta y Luz María le pidió a Luz que fuera a abrir, lo cual hizo de mala gana. Sin embargo, no se imaginaba la sorpresa que se llevaría.

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