La verdad duele

Miguel se quedó ahí desesperado, sin saber qué hacer. Necesitaba ver ese video, pero no era muy diestro con esos menesteres; generalmente era su hija quien le ayudaba o Luis, pero ahora no estaban. Pensó en Jorge y entró corriendo a buscar su celular, llamando a su compadre.

—Compadre, por favor, necesito que me ayudes. Luzma se fue y me dejó. Necesito—

No pudo continuar porque Jesús gritó, felicitándolo.

—¡Qué felicidad, compadre! Ya sé que necesitamos festejar, pero yo creo que lo mejor será mañana. Aún no me repongo. Pero tú tranquilo, compadre. Usted merece algo mejor; seguro lo quiere dejar porque se va con su amante. No te lo quería decir, compadre, pero es muy rara su relación con tu consuegro.

Miguel, en ese momento, se dio cuenta de que no podía confiar en él. Empezó a caer en cuenta d

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