Amanecer de Oportunidades

Los cuatro jóvenes continuaron su desayuno en un ambiente lleno de risas, el cual se vio interrumpido por el sonido del celular de Luz. Al ver quién la llamaba, Luz se puso pálida y no sabía si contestar.

Claudia tomó el celular de su amiga y contestó en altavoz:

—Hola, señora Luz María. Luz se levantó al baño y dejó el celular en la mesa.

—No te preocupes, gracias, Claudia. ¿Me puedes comentar si mi hija está mejor? Estuve platicando con su padre y, pues, si realmente está muy enferma, lo mejor es que mandemos por ella.

—No creo que sea necesario, señora Luz María. Mi amiga ya está mucho mejor; de hecho, bajamos a desayunar y hoy la veo con un mejor semblante. Creo que fue algo que comimos en el trayecto, porque yo también me sentí indispuesta.

—¿No me estás mintiendo, Claudia? Estaba tan preocupada que incluso le pedí a tu mamá que me pasara los datos de tu hermano, ya que, según recuerdo, dijo que él estaría haciendo sus prácticas en Campeche y, pues, en un caso de emergencia, quería pedirle que le diera una vuelta. Pero no lo quiero distraer de sus actividades —Luis, al escuchar lo mencionado por Luz María, le hizo señas a su hermana para que alentara a la madre de Luz a contactarlo. Parecía que el destino les daba la oportunidad de estar juntos y sin temor a ser vistos.

—Oh, señora Luz, creo que usted y yo estamos conectadas. Justo ayer que le comenté a mi hermano, él se angustió mucho y me pidió tenerlo al tanto y me mencionó que, de ser necesario, él se trasladaba para acá.

—¿No crees que le afecte en sus actividades?

—No, doña Luz María. Además, mi madre también le pidió que estuviera al pendiente de nosotras ya que, según entiendo, está a 30 minutos en avión.

—De acuerdo, lo busco en un rato y platico con él. ¿Ya regresó Luz del baño?

Luz, un poco más tranquila, tomó el teléfono y le contestó:

—Hola, mamá, ¿cómo están? ¿Mi muñequita Elisa me extraña? —le dijo Luz tratando de desviar un poco la conversación.

—Todos acá estamos bien, preocupados ya que tu prefecta nos comentó que se quedaron en el hotel porque no te sentías bien. Tu papá estuvo a punto de tomar un vuelo para ir por ti.

—¡¿Qué?! Si mi papá le tiene miedo a los aviones. Además, no es necesario; ya me siento mucho mejor. Creo que solo fue algo que comí y que se me complicó con los nervios de subirme al avión.

—¿Segura? No me siento muy tranquila. Le voy a pedir a Luis que, si está en sus posibilidades, vaya a darles una vuelta. Así me sentiré más tranquila.

Luz, disimulando un poco su alegría, le contestó:

—No, mamá, él está haciendo sus prácticas y no puede desaparecerse así porque sí. Te digo que ya me siento mejor y ya mañana están de vuelta mis compañeras de generación.

—Pues es eso o yo misma voy por ti. Tu padre tenía razón, no debimos permitir que te fueras a ese viaje.

—Está bien, mamá, pero por favor, si él no puede, no lo forcen a venir. No quiero causarle problemas.

—Más tarde te llamo; ahorita lo busco y veo si puede ir. Cuídate mucho y te quiero.

—Yo también, madre, te mando un abrazo y un beso muy grande —terminó así la llamada, con mucha emoción, ya que su propia madre iba a propiciar que su novio pudiera estar cerca de ella sin necesidad de ocultarse.

Minutos después, Luz María contactó a Luis, quien al ver la llamada, no dudó en contestar:

—Señora Luz María, qué bueno que me marque. Justo estaba por llamarlos. Estoy muy preocupado por Luz; le marqué hace un rato y sonaba ocupado. ¿Sabe si ella está mejor?

—Sí, hijo, justo no te contestó porque estaba hablando conmigo —Luz María tomó aire y le dijo—: Hijo, sé que estás en temas de tu escuela, pero quería pedirte de favor, claro, si está en tus posibilidades, que vayas a darle una vuelta a Luz y a tu hermana. Aunque ella me dice que está mejor, sin embargo, nos preocupa que estén ellas solas en un hotel tan lejos de su casa. Si es necesario que paguemos tu boleto de avión, mi marido me dijo que no hay problema. Solo queremos tener la seguridad de que no están solas.

—No es necesario, señora, yo ya lo había pensado. De hecho, hablé con mi profesor y me comentó que hay otro grupo haciendo sus prácticas en la misma localidad donde están Luz y mi hermana. Le pedí que me ayudara para trasladarme sin dejar de lado mis prácticas. Solo tenía que convencer a algunos compañeros para hacer el intercambio, y por el transporte no se preocupe, mi amigo Paco y yo estaríamos cubriendo nuestros gastos con los ahorros que teníamos previstos para este viaje.

—De verdad, hijo, no tengas pena si necesitas algo.

—A mí también me preocupa que estén solas, y pues me asusté más cuando no me contestó. Por eso movilicé todo para salir cuanto antes. En cuanto estemos en la ciudad y me reporte a donde tengo que terminar mis prácticas, les aviso.

—Muchas gracias, hijo. Yo le mando un aviso a la prefecta de Luz y Claudia para avisarle que estarás por allá, para que no le extrañe tu presencia ahí.

—De acuerdo, señora. Bueno, la dejo porque estoy preparando todo para salir.

Al colgar la llamada, los chicos gritaron de emoción ya que ahora no sería necesario que se escondan para evitar que se lo mencionen a los padres de Luz. Parecía que todo se iba acomodando para poder continuar disfrutando de su viaje.

Terminaron de desayunar y se dirigieron al muelle para tomar el paseo en el yate que había conseguido Paco. Para él no era difícil, ya que, aunque trabajaba medio tiempo para sus gastos, su familia tenía una pequeña red de hoteles que les permitía tener una vida tranquila y sin preocuparse por temas financieros.

Marilu Jica

Una disculpa, tengo algunos problemas personales, pero procuraré compensar esta semana los capítulos pendientes. Muchas gracias y feliz ombligo de semana.

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