Tormentas y Confesiones

Una vez cruzaron la entrada del bungalow, Luis tomó a Luz, la besó y la cargó hasta llevarla a la habitación, donde la depositó en medio de la cama. Sin dejar de besarla, sacó un preservativo de la bolsa de su bermuda, lo abrió y, bajando solo un poco la bermuda y el bóxer, se lo colocó. Hizo a un lado la tanga del traje de baño de su novia y, de una sola embestida, la penetró, consiguiendo que ambos gimieran de placer.

—Amor, lo siento, pero necesitaba esto, ya no me pude contener más —le dijo Luis mientras empezaba a embestirla suave y profundamente.

—No te preocupes, yo también lo deseaba, por favor no te detengas.

Así continuaron por unos minutos, donde solo se escuchaban los gemidos de ambos y el sonido del choque de sus cuerpos. Luis incrementó el ritmo de las embestidas, consiguiendo que ambos llegaran al clímax al mismo tiempo, dejándolos satisfechos y un poco cansados.

Una vez recuperados, Luis se retiró el condón y se levantó para ir a tirarlo al baño, mientras Luz recuperab
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