21

Al día siguiente, decidí que la tormenta que aún se demoraba sobre el Valle seguía sirviendo de excusa para quedarme allí con ella. No quería obligarla a estar todo el tiempo con los ojos vendados, y se me ocurrió que sería un buen momento para que comenzara a habituarse a mi presencia como lobo. Confiaba en que tener pelambre negra y ojos dorados como mi padre la ayudaría a perderme el miedo.

De modo que descubrí sus ojos y salí a comer, porque me rugía el estómago. Al regresar, me eché junto al jergón frente al fuego, a esperar que despertara. Y a contemplarla, esta criatura inesperada que Dios pusiera en mi camino como un desafío. Para obligarme a hacer a un lado expectativas preconcebidas y prejuicios. Para que aprendiera a encontrar belleza y fortaleza más allá de las apariencias. Para que buscara la forma de allanar las incontables diferencias entre nosotros y hacerme amar por quien no tenía vínculos que la ataran a mí. Para que descubriera cómo convertirla en mi igual,

Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP