Después de tres felices años de matrimonio, Salomé Hill es despreciada por su esposo que sin compasión la echa de la casa junto a su hija de dos años, tras descubrir por medio de una prueba de ADN que no es el padre de la niña. Aunque Salomé intenta explicarle que nunca le ha sido infiel, él no le cree porque las pruebas están en su contra. La joven mujer se ve obligada a marcharse en plena noche, bajo un torrencial aguacero, sin dinero y sin un lugar a donde ir, hasta que su mejor amiga termina ayudándola. Sin embargo, su ayuda solo puede ser temporal, por lo que Salomé decide vender su sangre a cambio de dinero rápido para solucionar sus problemas. En el hospital conocerá a Conrado Abad, el hombre más influyente de la ciudad, viudo, con una pequeña de dos años que sufre una grave enfermedad. Él está dispuesto a salvar a su hija cueste lo que le cueste y solo Salomé puede ayudarla. La atracción que surge entre ellos es intensa y apasionada, sin embargo, el destino tiene muchos caminos misteriosos y un error del pasado los llevará a descubrir que sus vidas están unidas para siempre. ¿Podrá Salomé darle una oportunidad a un nuevo amor o estará dispuesta a volver con su esposo cuando se descubra la verdad de lo que pasó? Todos los derechos reservados. Inscrita en Safecreative bajo el número 2305134312998, de fecha 13/05/2023.
Leer másSalomé se rio al ver la reacción de sus hijas. —¡Líbreme Dios! Pobres novios y esposos con unas mujeres tan celosas como las hijas mías. Definitivamente, lo que se hereda no se hurta —pronunció con un suspiro. —Mamá, nuestro abuelo Graymond jamás tendrá a alguien más, porque si eso pasa —dijo Fabi
—¡Eso no puede ser! Nadie… me dijo nada —manifestó con una mezcla de sorpresa y de conmoción. —La respuesta que le dieron a mi asistente es que ni usted ni su hermana querían conocerlos. Michael negó con la cabeza. —Eso no es cierto, a mí nadie me preguntó. Voy a preguntarle a Cassy para ver si a
—Jefe, lo siento, pudimos contactarlos, pero ellos se niegan a venir —declaró Kistong un poco nervioso, porque sabía que Graymond Ballmer, no aceptaba un no por respuesta. —Dame la dirección, porque me parece mal hecho de su parte, que no quieran conocer a la única hija de su hermana, la que lo dio
Dicho eso cortó la llamada. —¿Y este señor que se cree que va a venir a mandar en nosotros? Además, tenemos tres, pero yo solo le he hecho dar a luz a uno —dijo molesto por lo entrometido de Graymond, pero a decir verdad, él ya había pensado en esa posibilidad, no quería a su esposa sufriendo. De
Conrado siguió acariciándola, mientras dos de sus dedos entraban y salían de su cuerpo, produciéndole una inmensa cantidad de placer. Ella tembló de deseo y las sensaciones se hicieron cada vez más intensas en ella. —¿Vas a parar? —preguntó Salomé entre jadeos, no sabía si podía aguantar mucho más
Conrado y Salomé llegaron a su habitación luego de acostar a las niñas, habían disfrutado de la fiesta de boda de sus amigos, ella se sentó en el espejo a desmaquillarse, cuando sintió las manos de su esposo masajear su cuello y hombros. Ella suspiró de placer y se recostó un poco hacia su esposo,
Mientras bailaban no dejaban de sonreír, la felicidad era palpable, hasta que de pronto sintió que alguien lo tocaba por detrás y al ver se trataba de Adriana. —¿Quieres bailar con tu hija? —preguntó y tanto Julia y Dino se sorprendieron de las palabras de la niña, y como él no reaccionaba, la pequ
De allí se fueron al salón donde se llevaría a cabo la fiesta, cuando entraron la celebración estaba en pleno apogeo, cuando entraron los novios, los invitados se acercó para felicitarlos y brindar por su amor. Dino, aunque era un poco tímido, decidió decir unas palabras a su esposa, y a Adriana,
Las dos niñas de un poco más de cuatro años, Fabiana y Grecia, le abrieron paso al cortejo nupcial, una de ellas regando flores a lo largo del pasillo de la iglesia que daba al altar, la otra llevaba una pequeña cajita en sus manos que contenía una vela que se debía encender para sellar el compromis