Joaquín sonreía triunfante, sintiendo el placer de haberla lastimado aún más. Pero lo que no se esperó, fue la reacción de Salomé. La mujer se limpió el rostro con determinación y lo miró con ojos llenos de coraje. Sintió cómo su cuerpo tembló y sus las lágrimas se detuvieron, algo en ella se encen
Las palabras de su jefa, fueron como un golpe en el estómago, Salomé sintió que todo a su alrededor se desvanecía. No podía creer lo que estaba escuchando, después de todo lo que había pasado, perder su trabajo era la última cosa que esperaba. La mujer tuvo la impresión de que el mundo le caía enci
No tenía llaves para abrir la puerta del apartamento de su amiga, porque se las habían llevado en el bolso, pero sí pudo escuchar el escándalo de la discusión que tenía la pareja, la cual llegaba hasta el pasillo. —No se puede seguir quedando en esta casa, ¡Debe irse! Tienes que echarla Julia —se e
Cuando Salomé salió de la casa de su amiga, no tenía idea donde ir, comenzó a caminar por la calle sin siquiera pensar en algún lugar, mirando a todos lados, pidiendo al cielo un milagro para su vida.No entendía por qué su camino siempre había estado marcado por tanta tragedia, unos padres que la a
Las palabras de Conrado hicieron dudar al agente, quien asintió. —Si es como usted dice, en la delegación verificaremos su información. Mientras era trasladado en la patrulla como un vulgar delincuente, no podía dejar de maldecir a Salomé. ****** En la delegación, Salomé y su hija fueron llevad
Salomé respiró profundamente, tratando de mantener la calma mientras pensaba en una manera de evitar que Conrado hablara, porque cualquier cosa que saliera de su boca sería para ir en contra de ella, por eso con una habilidad asombrosa, una idea brilló en su mente y antes de que él pudiera hablar lo
—Me despido de usted señor, debo conversar seriamente con la señora Hill. —Tenga mucho cuidado, porque le puede emparejar la otra mejilla —dijo en forma de chiste y Conrado gruñó.Salió de allí dispuesto a alcanzar a la mujer, cuando salió sus dos hombres estaban en la puerta.—¿Dónde está?—¿Quién
Conrado cargó a Salomé en brazos mientras sostenía a su hija en la otra mano. —¡Maldición! —exclamó, y su expresión hizo saltar a la niña, quien volvió a llorar y se aferró a él con fuerza, aún asustada por lo sucedido. Conrado la abrazó y le susurró palabras tranquilizadoras. —Tranquila pequeña