Conrado cargó a Salomé en brazos mientras sostenía a su hija en la otra mano. —¡Maldición! —exclamó, y su expresión hizo saltar a la niña, quien volvió a llorar y se aferró a él con fuerza, aún asustada por lo sucedido. Conrado la abrazó y le susurró palabras tranquilizadoras. —Tranquila pequeña
—No, no tenemos ningún parentesco, solo son coincidencias —respondió sin ninguna expresión, sin embargo, sus palabras provocaron una inquietud en él.El médico aceptó la respuesta sin más preguntas y volvió a centrar su atención en Salomé, repitiéndole a Conrado los cuidados y la medicación necesari
—¡Conrado, por favor, cálmate! Yo no he ordenado ninguna prueba de ADN a tu hija. No sé de qué estás hablando —Ninibeth intentó mantener la compostura, sin dar su brazo a torcer, mientras Conrado se acercaba cada vez más, con los ojos llenos de ira.—¡No me vengas con mentiras! El médico me lo confi
—Si señor —respondió Cleo.Como Conrado vio la expresión de escepticismo en el rostro del ama de llaves aclaró.—No tengo por qué darle explicaciones, pero se la voy a dar para que sepa la importancia que representa el bienestar de Salomé, va a donar periódicamente sangre a Grecia y necesito que est
Salomé abrió lentamente los ojos, y se encontró en una habitación desconocida, no muy grande, con tonos azules, y una luz tenue iluminando el lugar. Intentó moverse, pero sintió un pinchazo en su brazo izquierdo, lo que la hizo volver a cerrar los ojos, le dolía el cuerpo, tenía la sensación de que
Se removió en la cama, tratando de recuperar su fuerza para poder levantarse y averiguar qué estaba sucediendo. Sus pensamientos corrían violentamente mientras se frotaba los ojos y se incorporaba lentamente. Se sentía débil, como si algo la hubiera drenado por completo. Observó la habitación, deco
Cuando Salomé llegó a la habitación se quedó sorprendida, el tamaño, la decoración, el lujo, todo era impresionante, la casa de Joaquín había estado llena de lujos, pero este era otro nivel, vio la cantidad de bolsas que había en la habitación con ropas, juguetes, cremas, perfumes, recién comprados.
Ella lo miró fijamente a los ojos, sorprendida por su respuesta.—Gracias… no eres tan ogro como pareces.Ella estaba sorprendida porque no podía creer que el padre de la niña a quien le dio sangre fuera el mismo hombre de la fiesta, a quien besó, la persiguió, la salvó y ahora la estaba ayudando.A