Salomé abrió lentamente los ojos, y se encontró en una habitación desconocida, no muy grande, con tonos azules, y una luz tenue iluminando el lugar. Intentó moverse, pero sintió un pinchazo en su brazo izquierdo, lo que la hizo volver a cerrar los ojos, le dolía el cuerpo, tenía la sensación de que
Se removió en la cama, tratando de recuperar su fuerza para poder levantarse y averiguar qué estaba sucediendo. Sus pensamientos corrían violentamente mientras se frotaba los ojos y se incorporaba lentamente. Se sentía débil, como si algo la hubiera drenado por completo. Observó la habitación, deco
Cuando Salomé llegó a la habitación se quedó sorprendida, el tamaño, la decoración, el lujo, todo era impresionante, la casa de Joaquín había estado llena de lujos, pero este era otro nivel, vio la cantidad de bolsas que había en la habitación con ropas, juguetes, cremas, perfumes, recién comprados.
Ella lo miró fijamente a los ojos, sorprendida por su respuesta.—Gracias… no eres tan ogro como pareces.Ella estaba sorprendida porque no podía creer que el padre de la niña a quien le dio sangre fuera el mismo hombre de la fiesta, a quien besó, la persiguió, la salvó y ahora la estaba ayudando.A
Las palabras del médico dejaron a Conrado perplejo, sus manos comenzaron a temblar mientras sostenía el teléfono. No podía creer lo que acababa de escuchar. La noticia era abrumadora y desconcertante. —Doctor, ¿qué está diciendo? ¿Está seguro de los resultados de la prueba de ADN? —preguntó Conrado
Cuando Conrado escuchó esas palabras propinó una maldición, mientras dejaba caer un golpe en un árbol que estaba cerca. —Voy a encontrarlos, y le aviso. Él cortó la llamada, y Grecia se quedó viéndolo preocupado, esperando que le contara algo, pero solo se dejó caer en el banco, cerrando los ojos,
—¿Qué quieres decir? —interrogó ella sin entender. —Para ser una mujer que ha estado casada eres muy inocente o muy lenta, quizás las dos cosas —ella lo miró con una expresión ceñuda, cruzándose de brazo—, y no te enojas —le dijo levantando la mano y masajeando suavemente su entrecejo para que lo r
Las palabras de Ninibeth golpearon a Salomé como si le hubieran dado con un mazo en el estómago, sacándole todo el aire. Se detuvo en seco, sintiendo cómo las lágrimas amenazaban con brotar de sus ojos. Las acusaciones y la crueldad de la mujer eran difíciles de soportar, pero Salomé no iba a permit