A Salomé de nada le sirvieron sus súplicas, lamentos y juramentos de que jamás le había sido infiel, no hubo poder humano que hiciera desistir a Joaquín de su decisión, por eso se vio en la calle, con esa torrencial lluvia, mientras su pequeña no dejaba de llorar.
—Mami, teno fío —dijo la pequeña.
—Tranquila mi amor, ya encontraremos un lugar donde ir.
—¿Y mi papi? —preguntó la pequeña con su labio temblando y Salomé sintió su corazón partirse.
—Papi, pronto estará bien —le dijo sin poder dejar de llorar.
Le dolía su hija, su llanto, su sufrimiento, y ella se sentía a la deriva, confundida, no sabía a donde ir, jamás imaginó que su esposo se convirtiera en ese ser tan cruel que las sacó de la casa sin ninguna compasión.
Los truenos y relámpagos iluminaban la oscura noche, ella sentía el frío colarse por sus huesos, abrazaba a su pequeña con fuerza contra su pecho, sabía que debía calmarse, para poder pensar, porque entre el dolor, la tristeza, no podía hacerlo.
Comenzó a caminar saliendo de la verja de la que había sido su casa, Joaquín no la dejó sacar nada, solo al final le tiró su identificación, sin tarjetas, dinero, nada, estaba desesperada, porque no sabía qué iba a hacer ¿Cómo voy a cuidar a mi hija? ¿Cómo la alimentaré? ¿Cómo viviré? Con cada pensamiento su tormento era mayor.
Mientras caminaba sentía su cuerpo estremecerse del frío, y su pequeña hija se acurrucó en su pecho sin dejar de llorar, y eso le partió el alma, cerró los ojos tratando de buscar la fuerza en su interior y se le vino a la mente su mejor amiga, era la única persona que podía ayudarla, y aunque no vivía cerca, era su única salida, como no tenía forma de llamarla, decidió ir a su casa a pie, bajo la lluvia y en pijama, porque ni siquiera la dejó cambiar.
No supo cuánto tiempo caminó, un par de horas, quizás, pero cuando los vigilantes del edificio la vieron, como la conocían, le abrieron la puerta del vestíbulo.
La mirada de lástima no se hizo esperar, porque era evidente que no estaba vestida para andar bajo la lluvia, por lo que con solo verla se podía deducir lo que pasaba.
—¿Está bien, señora Salomé? —preguntó uno de ellos y ella asintió con la cabeza sin pronunciar palabras.
Los hombres no insistieron, para su buena suerte, entendieron el mensaje, le abrieron el ascensor y la enviaron al piso de su amiga.
El sonido del timbre resonó en el interior de la casa y, unos segundos después, la puerta se abrió dejando ver a su amiga Julia, una exclamación de sorpresa salió de sus labios al verlas en el estado en que estaban.
—Salomé ¿Qué hacen aquí y vestidas de esa manera?
—Joaquín me echó —pronunció en voz baja, mientras no dejaba de titiritar.
—¡¡¿Cómo así? ¿Por qué?!! —preguntó con incredulidad Julia.
Al mismo tiempo tomó a Fabiana en brazos y la envolvió en una toalla mientras le daba otra a Salomé y esperaba su respuesta, le costaba creer lo que su amiga decía por qué Joaquín era el hombre más dulce, paciente y amoroso que había visto, de hecho ver la bonita pareja que hacían, fue lo que le le hizo reconsiderar la idea de no casarse y por eso terminó casada con Armando.
—Dice que Fabiana no es su hija, le hizo una prueba de ADN y salió que no era su padre biológico.
—¿Te acostaste con otro y ni siquiera me contaste a mí? —interrogó su amiga y Salomé negó con la cabeza.
—¡Por supuesto que no! Te juro que jamás le he sido infiel y no sé por qué esos resultados salieron así —expresó mientras dejaba que las lágrimas rodaran de nuevo por sus mejillas
Julia se quedó en silencio por un momento, tratando de procesar la noticia. Era difícil de creer que Joaquín hubiera actuado de esa manera y, mucho menos, que Salomé hubiera sido infiel. Pero ella sabía que su amiga no mentiría en una situación así.
—Vamos a solucionarlo juntas —dijo Julia, decidida—, pero ahora debes descansar, te voy a mostrar la habitación, debo buscarles una ropa para dormir a ti y a Fabiana, y no te preocupes que las cosas van a estar bien, sabes que cuentas conmigo y puedes quedarte el tiempo que sea… y en cuánto a Joaquín, en un caso hipotético que haya sido verdad que le fuiste infiel y que Fabiana no es su hija, la forma que las trató es imperdonable, ningún ser humano con un poco de empatía, habría actuado de esa forma, por mi parte perdí toda simpatía por él.Las palabras de su amiga fueron como un bálsamo para el alma de Salomé. Agradecida, entraron juntas a la acogedora sala de estar. Salomé dejó escapar un suspiro de alivio al sentir el calor del hogar y la presencia reconfortante de su amiga.Julia la llevó a la habitación donde dormiría Salomé con su hija y le dio ropa para que se cambiaran, minutos después, luego de un baño, Salomé se acostó en la cama con su hija en su pecho, no podía conciliar el sueño, su bebé seguía inquieta y sollozaba dormida.Suspiró con impotencia, mientras limpiaba sus lágrimas, jamás le iba a perdonar a Joaquín lo que había hecho, no sabía el porqué de esos resultados, si fueron manipulados, si fue un error, de lo único que estaba segura es que él había sido el único hombre en su vida, jamás se había acostado con nadie, pero ella quería llegar al fondo del asunto.Las dos semanas siguientes Salomé y Fabiana, encontraron un refugio seguro en la casa de Julia, su amiga le brindó apoyo emocional, ayudándola a superar el dolor y la incertidumbre que habían experimentado, incluso le consiguió trabajo de recepcionista en una constructora, donde trabajaba seis horas al día y aunque no ganaba mucho, esperaba pronto reunir dinero para alquilar una habitación.Estaba llegando a la casa, cuando recibió una notificación de un tribunal, entró con el sobre en las manos, mientras su amiga se quedaba viéndola con interés.—¿Y eso? —Es del tribunal.—¡Ábrelo! ¿Será la demanda de divorcio? —interrogó.Esos días no habían tenido noticias de Joaquín, aunque ella tampoco había intentado ningún acercamiento, realmente estaba demasiado dolida, no quería verlo, y quería el divorcio.Rasgó el sobre y sacó el contenido del sobre, la leyó y se dejó caer en el mueble.—¿qué pasó? ¿Es la demanda? —ella negó con la cabeza.—Es el acta de divorcio —susurró en voz baja.—Pero ¿Cómo hicieron eso en dos semanas? ¿Sin siquiera darte derecho a defenderte? —preguntó su amiga con incredulidad.—El dinero Julia, ese es el que abre todas las puertas en este desgraciado mundo —dijo con dolor—, jamás imaginé que Joaquín fuera capaz de todo esto. Nos casamos sin separación de bienes, sin embargo, no me dejó nada, declaró que no tenía nada. Quedé como la adúltera, la infiel, la mala mujer y mi niña… —sollozó—, sin el cariño de un padre, alguien debió manipular esos resultados.—Seguro fue la vieja bruja de tu suegra, esa mujer es malvada, nunca me dio buena espina, seguro le pagó a alguien para falsificarlo. Salomé, no puedes dejar que haga eso contigo, debes reclamar tus derechos y los de tu hija, él no puede hacer eso —Salomé negó con la cabeza.—No, no voy a pelear por dinero… y no quiero someter más a Fabiana a los desprecios de su padre… déjalo Julia, espero que en algún momento se dé cuenta de su error, solo que no habrá perdón para él, por lo menos no de mi parte, esto que nos hizo jamás voy a perdonárselo… yo seré suficiente para mi bebé, ella no necesitará de nadie más porque tiene a su madre y yo daré y haré todo por ella.Salomé estaba en la habitación que compartía con su hija, observándola con tristeza, por fin se había quedado dormida, había pasado horas llorando, se le partía el corazón de verla así, todos los días era la misma rutina, porque se había acostumbrado a dormir en el pecho de su padre, y ahora, a su p
Salomé regresó a la casa de su amiga furiosa con el hombre, no podía creer que fuera un arrogante y grosero, envió a la niñera y se quedó con las niñas, para su alivio estaban dormidas, y se acostó a un lado en silencio, mientras no dejaba de despotricar en su interior contra el hombre.Cuando ya se
—Discúlpeme, yo no he dicho eso, puede haber otras explicaciones. Una prueba de ADN confirmaría cualquier hipótesis, pero lo importante ahora es la salud de la niña —respondió el médico tratando de calmar la situación. Conrado miró fijamente al médico, asimilando lentamente la información que acaba
Salomé se quedó atónita, con los billetes esparcidos por el suelo. La furia y el desprecio en los ojos del hombre eran evidentes. No podía creer lo que estaba pasando. Había ido a ese lugar, a ver si solucionaba su situación económica porque necesitaba un lugar a donde ir, nunca se imaginó que se en
—¿Va a donar la sangre? —preguntó el médico y ella asintió. —Si doctor, dígame que debo hacer. El médico la llevó a una habitación contigua, donde le preguntó por su historial médico, pidió sus datos y le hizo algunas pruebas para asegurarse de que era apta para donar. Salomé se sentía débil, pero
Salomé había salido del Centro médico, luego de haber donado sangre, pero no se sentía muy bien, estaba mareada, y todo le daba vueltas, quizás era porque no había comido nada, pero no tenía tiempo para recuperarse, debía irse directo a su trabajo, porque ya iba con retraso.Caminó con premura hasta
Joaquín sonreía triunfante, sintiendo el placer de haberla lastimado aún más. Pero lo que no se esperó, fue la reacción de Salomé. La mujer se limpió el rostro con determinación y lo miró con ojos llenos de coraje. Sintió cómo su cuerpo tembló y sus las lágrimas se detuvieron, algo en ella se encen
Las palabras de su jefa, fueron como un golpe en el estómago, Salomé sintió que todo a su alrededor se desvanecía. No podía creer lo que estaba escuchando, después de todo lo que había pasado, perder su trabajo era la última cosa que esperaba. La mujer tuvo la impresión de que el mundo le caía enci