47.
Cristel

La llamada de Alba, aunque alegre, me había dejado con una sensación de nerviosismo. No me gustaba nada la idea de que me tuvieran que entregar algo. ¿Qué cosa era tan importante que no podía esperar a que nos fuéramos? Mi ansiedad crecía cada vez más y de pronto temí que las cosas no fueran a salir bien, que Gian se diera cuenta de todo y que se dañara nuestro plan.

«No, no puede pasar. Alba es cuidadosa», pensé para calmarme.

—Señorita Lefebvre. —La voz de una chica me hizo voltear.

Mi corazón se aceleró un poco al reconocer a la hermosa rubia a la que confundí con un chico el otro día. Ella también pareció sorprendida, pero pronto se recompuso y carraspeó.

—Hola, ¿eres vecina de Alba, cierto? —le pregunté.

—Sí, lo soy. Mi nombre es Scarlett —sonrió avergonzada—. También trabajo como repartidora, y bueno, Alba me pidió que te trajera algo. No sé qué sea, solo me dijo que te lo entregara.

De su mochila negra sacó un sobre blanco, que no me dio buena espina. ¿Para qué carajo
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