58.

Alba

Me costó al menos una semana de ruegos por teléfono y una recomendación de la doctora para convencer a Gian de que ya era momento de retomar el contacto con mi familia. Él seguía tan enfurecido conmigo que no creía que tuviera derecho a ver a esas personas que me ayudaron en mi «infame venganza». No obstante, tuvo que acceder por el bien del bebé, para que yo no me sintiera tan sola, rodeada de personas que no conocía y que vigilaban todos mis pasos cuando se me ocurría hacer algo tan simple como salir a tomar un respiro fuera del departamento. Incluso esas cosas me ocasionaban problemas, ya que Gian no deseaba que nadie me viera.

—Dios, qué nervios —murmuré mientras trataba de ponerme los pendientes.

Primero vería a mi padre y a Gabi, y al día siguiente a mi madre y a mis hermanas. Tenía muchas ganas de recibirlos a todos a la vez, pero tampoco podía estirar demasiado la cuerda.

Hice una mueca ante mi reflejo. Me decepcionaba saber que en mis ojos no brillaba la dulce espera, q
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