Axara Milano jamás imaginó que la vida le exigiría tanta valentía. A los 25 años, ha tenido que sobrevivir a la traición de su propia sangre, la ambición desmedida de una tía que la dejó sin nada tras la muerte de sus padres. Aunque intenta salir adelante con su talento para la pintura, las puertas parecen cerrarse una tras otra. Pero cuando el destino le ofrece una oportunidad, Axara no duda en arriesgarlo todo. Decidida a cambiar su suerte, falsifica un impresionante currículo y consigue un puesto en la empresa más prestigiosa de Europa. Lo que no esperaba era que su jefe sería Cael Van Der Wijk, el magnate más despiadado y temido del mundo empresarial. Con una mirada capaz de desarmar hasta al más valiente, Cael no tolera los errores y está dispuesto a aplastar a cualquiera que no cumpla sus estándares. Axara debe enfrentarse a sus propios miedos mientras oculta su engaño, atrapada en un mundo donde cada paso en falso podría destruirla. Sin embargo, tras esa fachada cruel y autoritaria, Cael guarda secretos tan oscuros como los de Axara. En un juego de poder, mentiras y corazones vulnerables, ¿podrá Axara mantenerse a flote o su mentira será su sentencia? ¿Y qué pasará cuando descubra que la verdadera amenaza no es su jefe, sino lo que comienza a sentir por él?
Leer másEl sonido de unos tacones apresurados resonó entre los escombros, rompiendo el inquietante silencio del pasillo. Cael, aún aturdido por la explosión, giró la cabeza hacia el origen del ruido. Entre la neblina de humo, una figura femenina emergió con prisa. Era una joven rubia, de rostro pálido y ojos decididos.—Señor Cael, soy Amanda. Le ayudaré a salir —dijo ella, extendiendo una mano firme hacia él.Cael la miró con incredulidad. No esperaba encontrar a nadie ahí, mucho menos a Amanda, la amiga de Axara. Sin embargo, la urgencia en su mirada lo hizo reaccionar. Apretó su mano, sintiendo la fuerza de su agarre mientras ella lo guiaba, colocando uno de sus brazos sobre su hombro para estabilizarlo.—Amanda... ¿qué ha pasado? ¿Dónde están todos? —preguntó con voz ronca, tosiendo ligeramente por el polvo que aún flotaba en el aire.—Los guardias evacuaron a todos a tiempo. Pero ellos no sabían que usted estaba aquí —respondió ella rápidamente, su tono reflejando tanto alivio como preoc
Cael miró la pantalla de su computadora una vez más, intentando enfocarse en los números y proyecciones que aparecían frente a él, pero su mente simplemente no lograba centrarse. Había demasiadas preguntas sin respuesta, demasiadas sombras alrededor de Laura, Axara y Derek. Se levantó bruscamente de su silla, ajustándose el reloj en la muñeca, y sacó su teléfono del bolsillo. Habían pasado días desde que le pidió a Kang que se encargara de Laura, pero no había hecho ningún seguimiento. El desconocimiento comenzaba a carcomerlo.Marcó el número de Kang, esperando con impaciencia mientras los tonos de llamada resonaban. Finalmente, la voz del hombre respondió al otro lado de la línea.—Señor Van Der Wijk, ¿necesita otro servicio? —preguntó Kang con su tono habitual, neutral pero con un dejo de alerta.Cael no perdió tiempo en formalidades.—Necesito que me digas qué hiciste con Laura —dijo de inmediato, su voz baja pero cargada de tensión—. Y, sobre todo, si dijo algo importante antes d
La puerta de la oficina de Cael se abrió con un ligero golpe mientras Carmen entraba con un fajo de informes impresos en las manos. Su andar era ágil, pero no apresurado, y su rostro mantenía la seriedad profesional que la caracterizaba. Había decidido imprimir los informes para facilitarle la lectura a su jefe, sabiendo que él prefería revisar los documentos en físico cuando los temas eran importantes.—Señor Van Der Wijk —dijo Carmen con voz firme, colocándolos cuidadosamente sobre el escritorio frente a él.Cael levantó la vista de la pantalla de su computadora y extendió la mano, tomando los documentos con un movimiento rápido y preciso. Revisó las primeras páginas en silencio, su ceño ligeramente fruncido mientras absorbía la información. Entonces, de forma inesperada, alzó la mirada hacia Carmen, sus ojos azules brillando con un destello inquisitivo.—¿Cuánto tiempo lleva Kevin trabajando para nosotros? —preguntó de pronto, dejando el informe de lado.La pregunta la tomó por sor
Las últimas dos semanas habían transcurrido con una calma que se sentía casi irreal después del torbellino de emociones y tensiones previas. Axara había aceptado tomarse un tiempo de descanso tras insistencia de Cael, reconociendo que su cuerpo necesitaba ese espacio para enfocarse en su embarazo y también para recuperar la paz emocional. Estar en casa cuidando de Gael le había permitido conectar más con él, y juntos habían logrado crear una rutina que llenaba los días de risas y pequeños momentos de felicidad.Mientras tanto, Cael se encontraba inmerso en el trabajo, tratando de equilibrar su rol de padre, pareja y líder empresarial. Esa mañana, el ambiente en la oficina estaba cargado de expectativas. Una importante reunión para cerrar la venta de los diseños otoñales estaba programada, y Cael estaba decidido a que todo saliera perfecto.—Carmen —llamó con firmeza mientras cruzaba el pasillo hacia su oficina, los pasos resonando en el suelo pulido—, esta mañana tengo una reunión cru
Axara estaba sentada al borde de la pequeña cama de Gael, con la mirada fija en su rostro mientras sus dedos recorrían suavemente su mejilla. El niño había logrado quedarse dormido después de la tormenta emocional que había vivido, y ahora su respiración era pausada, un leve susurro que rompía el silencio de la habitación. A la luz tenue de la lámpara nocturna, su expresión era serena, completamente opuesta al caos que había mostrado horas antes. Axara sentía un nudo en el pecho al pensar en lo vulnerable que había sido.El crujido de la puerta al abrirse hizo que levantara la cabeza. Allí estaba Cael, con los hombros tensos y una expresión que mostraba una mezcla de cansancio y culpa. Caminó con pasos ligeros, tratando de no hacer ruido.—Él parece más calmado ahora —dijo en un susurro, sus ojos descansando sobre su hijo mientras avanzaba hacia ellos.Axara apartó la mano del rostro de Gael con cuidado, como si temiera romper la paz que lo envolvía. Se levantó despacio, su cuerpo aún
Amanda llegó a su casa exhausta, sus pies dolían después de todo el día corriendo de un lado a otro. Cerró la puerta detrás de ella y dejó caer su bolso en el suelo, suspirando profundamente. En su mano llevaba un termo con comida, un remanente de la tensa cena que había tenido con Derek Ferrer.—Papá, te traje algo de comer —dijo mientras entraba en la cocina, dejando el recipiente sobre la meseta.—Gracias, hija, pero ya cené —respondió su padre desde la mesa, donde hojeaba un periódico amarillento.Amanda lo miró, extrañada.—¿Cómo que ya cenaste? No había nada en la nevera esta mañana.Su padre sonrió débilmente y señaló hacia el plato vacío frente a él.—Una mujer muy amable vino a traerme algo de comer. Dijo que tu jefe, el señor Ferrer, la había enviado.El color se desvaneció del rostro de Amanda.—¿Qué? —preguntó con incredulidad, sintiendo cómo un escalofrío le recorría la columna—. ¿Dijiste que fue enviada por Derek?Su padre asintió, ajeno a la tormenta que se desataba en
La sala de espera estaba envuelta en un silencio opresivo, roto solo por el zumbido de los fluorescentes y el ocasional murmullo de las enfermeras al fondo. Cael miraba fijamente la pantalla de su móvil, sus manos tensas alrededor del aparato mientras leía el mensaje de Kang: "Laura ya fue encontrada. Todo se llevó a cabo según tus instrucciones. Está bajo control."El mensaje, aunque le daba cierta satisfacción, no disipaba el nudo que sentía en el estómago. No podía apartar de su mente la imagen de Axara herida, ni el terror de pensar que podría haber perdido al bebé... o a ella.—Señor Van Der Wijk, puede pasar a verla ahora —dijo una enfermera al abrir la puerta de la sala.Cael levantó la cabeza bruscamente y se puso de pie sin decir una palabra. Guardó su móvil en el bolsillo, ajustó su chaqueta con un gesto automático y siguió a la mujer. Cada paso que daba hacia la habitación donde estaba Axara le parecía interminable, y con cada segundo que pasaba, el miedo de lo que podría e
Amanda cerró su bolso con manos temblorosas, cada pequeño movimiento pesaba como si cargara un yunque sobre los hombros. Había regresado a la oficina únicamente para recoger sus cosas e irse a casa, pero la culpa la estaba consumiendo. Mentirle a Cael Van Der Wijk no había sido fácil, pero sabía que la salud de su padre dependía de que obedeciera las órdenes de Derek. "No tengo otra opción," se repetía, aunque las palabras no lograban calmar el nudo en su estómago.El sonido de pasos la sacó de sus pensamientos, y cuando levantó la vista, ahí estaba Derek Ferrer, con su habitual aire de superioridad y esa sonrisa cargada de malicia que le helaba la sangre.—¿A dónde crees que vas? —preguntó, su tono autoritario y burlón mientras se cruzaba de brazos.Amanda dio un respingo. No esperaba encontrárselo ahí. Intentó recomponerse rápidamente, manteniendo la voz firme.—Estoy cansada y quiero irme a casa —respondió, sin mirarlo directamente, mientras apresuraba los movimientos para guardar
Amanda se quedó en silencio, incapaz de encontrar palabras. Sabía que Derek tenía los medios para cumplir su amenaza, y el miedo por su padre la paralizaba.—Entonces harás lo que yo te pida —dijo Derek, apretando aún más su brazo, como si quisiera asegurarse de que su mensaje quedara claro.Amanda bajó la mirada, las lágrimas rodando por sus mejillas. Su cuerpo temblaba, pero no dijo nada. La falta de respuesta fue suficiente para Derek, quien la soltó con un gesto brusco.—Buena chica —murmuró antes de darse la vuelta y marcharse, dejándola allí, luchando entre su lealtad hacia Axara y el amor por su padre.Amanda se quedó inmóvil, sintiendo cómo el peso de la situación la aplastaba. "¿Qué debo hacer?" pensó, con el corazón roto y la moral destrozada. La imagen de Axara en el suelo, herida y vulnerable, no dejaba de atormentarla, pero la vida de su padre también dependía de ella. Era un dilema que la consumiría por completo.La ambulancia frenó frente a la entrada del hospital, don