Se dejó caer en la silla junto a la mesa, mirando el teléfono como si este pudiera darle una explicación lógica.
-¿Cómo se supone que voy a sobrevivir a esto? -preguntó al aire, frustrada. Asistente personal del jefe más temido de Europa. Excelente, Axara. Esto va a salir muy bien, pensó con sarcasmo. Respiró profundamente y trató de calmarse. Quizás no era tan malo. Sí, tendría que lidiar directamente con Cael Van Der Wijk, pero eso también significaba que podría aprender mucho, ¿no? Además, el sueldo seguramente sería más alto que el de cualquier otro puesto. "Solo tengo que mantener la mentira hasta reunir suficiente dinero", se dijo, intentando convencerse a sí misma. Se puso de pie y retomó la tarea de guardar lo que quedaba de las compras. Mientras colocaba la última caja de leche en el estante del refrigerador, su mente comenzó a divagar. Recordó la intensidad de la mirada de Cael durante la entrevista, cómo parecía escanear cada rincón de su alma con esos ojos grises y fríos. Había algo inquietante en él, una mezcla de poder y peligro que la ponía nerviosa. Pero también había una pizca de admiración. Era innegable que el hombre tenía una presencia arrolladora. Sacudió la cabeza, tratando de apartar esos pensamientos. No podía permitirse pensar en él de esa manera. Ese trabajo era una cuestión de supervivencia, nada más. Terminó de organizar todo y decidió que lo mejor sería prepararse para el día siguiente. Sacó la carpeta con los documentos falsificados que había usado en la entrevista y los dejó sobre la mesa. Necesitaba repasarlos, memorizar cada detalle. Si iba a trabajar tan de cerca con Cael, no podía permitirse ningún error. Después de un rato, cerró la carpeta y se reclinó en la silla, mirando el techo. Había tantas cosas que podían salir mal. Si descubría que no tenía el título que decía, o que jamás había trabajado en las empresas que había puesto en su currículo, todo se derrumbaría. -Pero no tengo opción -se dijo en voz alta, con un tono firme. Había llegado tan lejos. Ahora no podía retroceder. Antes de ir a dormir, revisó su pequeño guardarropa, buscando algo que pudiera parecer lo suficientemente profesional para su primer día. Sacó un blazer negro y una blusa blanca, prendas sencillas pero elegantes. -Esto tendrá que bastar -murmuró mientras las colgaba en el respaldo de una silla. Ya en la cama, con la luz apagada, Axara se permitió unos minutos para pensar en lo que le esperaba. Por más que intentara convencerse de que todo saldría bien, no podía ignorar el nudo en su estómago. Su nueva vida comenzaría al día siguiente, y estaba lejos de ser como ella la había imaginado. Con un suspiro pesado, cerró los ojos y se dejó llevar por el cansancio, sabiendo que el próximo día sería uno de los más importantes de su vida. A la mañana siguiente, Axara no necesitó esperar a que la alarma de su teléfono sonara. Había pasado gran parte de la noche dando vueltas en la cama, atrapada en un torbellino de pensamientos sobre lo que le deparaba el primer día en Style Van Company. Para cuando el reloj marcaba las seis, ya estaba de pie, demasiado nerviosa para quedarse más tiempo bajo las mantas. Con movimientos mecánicos, preparó un desayuno sencillo: una taza de café negro y unas tostadas con un poco de mermelada. Se sentó en un taburete frente a la meseta de su pequeña cocina, mirando la televisión encendida, aunque no le estaba prestando atención. Las imágenes y sonidos del noticiero matutino pasaban desapercibidos mientras su mente divagaba. Hoy es el día. Mi primer día como asistente personal del hombre más temido de Europa. La idea la hacía temblar de los nervios, pero al mismo tiempo le daba un extraño impulso de determinación. Tenía que hacerlo bien. Cada bocado de las tostadas parecía pesado, como si su estómago no estuviera listo para recibir comida, pero sabía que no podía ir al trabajo con el estómago vacío. "Ser impecable, Axara, eso es lo único que importa hoy", se dijo mientras tomaba un sorbo de café. Una vez que terminó, llevó el plato y la taza al fregadero y las dejó allí. Eso lo limpio después. Ahora tengo que concentrarme en prepararme. Fue directo al baño, encendió la luz y se quedó unos segundos frente al espejo. Su reflejo le devolvió la mirada: ojos ligeramente hinchados por la falta de sueño y una expresión mezcla de miedo y emoción. -Puedes hacerlo, Axara -susurró, intentando animarse mientras recogía su cabello en una coleta improvisada. Abrió la ducha y esperó a que el agua alcanzara la temperatura adecuada antes de desvestirse y entrar. El calor del agua sobre su piel fue un alivio inmediato, relajando sus músculos tensos y ayudándola a despejar su mente. Cerró los ojos y dejó que el agua cayera sobre su cabeza, llevándose con ella parte de la ansiedad que la había estado atormentando. Mientras enjabonaba su cabello, no pudo evitar que su mente volviera a Cael Van Der Wijk. Había algo en él que era difícil de olvidar. Su presencia era imponente, casi sofocante. La manera en que la había mirado durante la entrevista, como si pudiera ver a través de cada mentira que había dicho, todavía le causaba escalofríos. ¿Y si se da cuenta? ¿Y si me delata frente a todos? La pregunta flotó en su mente mientras enjuagaba la espuma de su cabello. No podía permitirse fallar. Necesitaba este trabajo. Era su única oportunidad de salir adelante. Terminó de ducharse, secándose con cuidado antes de envolverse en una toalla. Regresó al dormitorio, donde había dejado lista la ropa que había escogido la noche anterior: una blusa blanca perfectamente planchada, un blazer negro y una falda lápiz que había comprado en una tienda de segunda mano pero que aún lucía elegante. Con paciencia, comenzó a vestirse, ajustando cada prenda con cuidado. Luego se sentó frente al pequeño espejo que tenía en la pared para maquillarse. No era experta, pero sabía que un toque de base, delineador y un poco de labial podían hacer maravillas. "Profesional, pero no demasiado", pensó mientras pasaba el cepillo por su cabello, dejándolo caer en ondas suaves sobre sus hombros. Cuando terminó, se puso de pie y se miró en el espejo de cuerpo entero que había en la esquina de la habitación. La imagen que veía era bastante diferente a cómo se sentía por dentro. Parecía segura, lista para enfrentar cualquier desafío, pero por dentro, sus nervios seguían a flor de piel. Tomó su bolso, revisó que todos los documentos estuvieran dentro, y respiró profundamente antes de salir de su apartamento. La ciudad estaba despierta, con el tráfico matutino y las personas apuradas por llegar a sus destinos. Axara caminó hacia la parada de autobús con el corazón latiéndole con fuerza en el pecho.Es solo un trabajo, se repetía una y otra vez. Un trabajo que necesito más que nada en este momento. Mientras esperaba el autobús, sacó su celular y revisó el mensaje nuevamente, como si necesitara confirmación de que todo era real: "Usted ha sido elegida como asistente personal del señor Cael Van Der Wijk." -Bueno, Axara, prepárate para el día más largo de tu vida -murmuró para sí misma mientras el autobús llegaba y subía a bordo. El autobús avanzaba con lentitud a través del tráfico matutino, y Axara se mantenía inmóvil en su asiento, mirando por la ventana. Su mente divagaba mientras repetía para sí misma frases improvisadas, tratando de anticipar cualquier pregunta que Cael pudiera hacerle en su primer día como su asistente personal. "Buenos días, señor Van Der Wijk. Estoy aquí para ayudarlo con lo que necesite", murmuraba en su mente, tratando de sonar profesional. Pero no importaba cuántas veces lo intentara; las palabras siempre parecían torpes. Respiró hondo, intentando c
Axara se quedó unos segundos mirando la fachada del edificio desde la acera. Era más impresionante en persona que en las fotos que había visto. El cristal relucía bajo la luz del sol, y el logotipo de Style Van Company parecía dominar el paisaje. Respiró profundamente, ajustó su blazer y murmuró para sí misma: -Esto es solo el comienzo. Puedes hacerlo. Con pasos decididos, aunque con el corazón latiendo a toda velocidad, cruzó las puertas de cristal y entró al edificio, lista para enfrentar lo que fuera que el destino le tuviera preparado ese día. Axara cruzó el imponente umbral de la entrada y se encontró de inmediato con un escenario que la dejó sin aliento. Aquello no parecía una empresa; era un espectáculo de opulencia y lujo. Las paredes revestidas de mármol pulido reflejaban los rayos de luz que atravesaban los ventanales, mientras que delicados adornos de cristal colgaban del techo, brillando como diamantes. El mobiliario, con líneas elegantes y materiales de primera calidad
La oficina del señor Cael Van Der Wijk era impresionante, incluso intimidante. Axara sintió cómo su mirada se perdía en cada rincón. Las paredes estaban revestidas con madera oscura, impecablemente pulida, y las líneas modernas del mobiliario contrastaban con la calidez de los detalles en cuero y acero. El escritorio, de un diseño minimalista pero majestuoso, estaba colocado frente a unos ventanales de cristal que ofrecían una vista panorámica de la ciudad. Detrás de él, estantes repletos de carpetas y documentos formaban una especie de pared de conocimiento, mientras que en la esquina derecha un mini bar relucía con botellas de cristal perfectamente organizadas. Su departamento, pensó Axara, bien podría caber entero en una esquina de esa oficina. O quizás solo ocuparía el espacio que parecía estar destinado al bar. Respiró hondo, tratando de calmar los nervios que parecían intensificarse con cada segundo que pasaba dentro de esa habitación. -Buenos días, señor Van Der Wijk -dijo co
El eco de sus pensamientos resonaba en la mente de Axara mientras miraba la enorme puerta frente a ella, esperando que alguien saliera de la oficina del señor Cael Van Der Wijk de una vez por todas. Su respiración era lenta, aunque su interior estaba en un torbellino de emociones. Observó los detalles a su alrededor: el mármol pulido del suelo, los escritorios perfectamente ordenados de las secretarias, los cuadros minimalistas en las paredes que parecían diseñados exclusivamente para irradiar autoridad y frialdad. No podía evitar pensar en lo difícil que sería trabajar en ese lugar. No había margen de error; todo parecía diseñado para imponer disciplina y perfección. Por un instante, deseó poder regresar al pasado, a la entrevista, y rechazar el puesto sin dudarlo. Pero ya estaba ahí, atrapada en esa jaula de cristal y lujo. Intentando romper la tensión incómoda, Axara se giró hacia la secretaria principal, una mujer que parecía tan imperturbable como una estatua. -¿Hace mucho que
El silencio se apoderó de la oficina por un instante, solo interrumpido por el suave zumbido del aire acondicionado. Cael se apoyó ligeramente en el borde de su escritorio, cruzando los brazos sobre su pecho mientras su mirada se fijaba en un punto indeterminado más allá de los ventanales. Parecía debatirse internamente antes de hablar, como si sus palabras cargaran un peso mayor de lo que Axara podía comprender en ese momento. -Esta noche tengo una cena familiar -dijo al fin, con un tono neutro, aunque la leve rigidez en su mandíbula traicionaba su intento de indiferencia. Hizo una pausa, como si dudara en continuar-. Es el cumpleaños de... Pero se quedó en silencio, cortando la frase abruptamente. Axara parpadeó, sorprendida, esperando que él completara el pensamiento. Sin embargo, en lugar de hacerlo, Cael alzó ligeramente el mentón, su expresión endureciéndose nuevamente. Con un simple movimiento de la cabeza, indicó que se acercara. Aunque no dijo una palabra, su mirada era su
Axara salió de la oficina con una mezcla de frustración y confusión acumulándose en su pecho. Mientras caminaba hacia el área común, se dio cuenta de que algunos empleados ya se encargaban de colocar un escritorio y una computadora para ella. Sin embargo, en su mente rondaba una pregunta importante: ¿Cómo se supone que trabaje si no tengo la información básica para hacerlo? Cael no le había proporcionado ninguna orientación clara, y ni hablar de Carmen, cuya actitud era más fría que útil. Mientras avanzaba, notó la mirada escrutadora de la secretaria principal. Carmen la observaba con una mezcla de curiosidad y juicio, como si ya hubiera decidido que Axara no duraría mucho en el puesto. Finalmente, al acercarse, Axara reunió el valor suficiente para hablar. -¿Qué necesitas? -preguntó Carmen, alzando apenas la vista de su monitor. Axara tragó un poco de orgullo antes de responder. -Una agenda con los teléfonos importantes para el señor Van Der Wijk -pidió, esforzándose por mantene
Axara se sentó con la agenda de Carmen abierta sobre sus piernas, recorriendo con los ojos las páginas repletas de información minuciosa recopilada a lo largo de los años. Entre esas notas, descubrió nombres de restaurantes y hospedajes de lujo, todos cuidadosamente destacados con marcador amarillo, probablemente los favoritos del señor Van Der Wijk. Tras tomar aire, eligió uno que le parecía apropiado para la ocasión y marcó el número con decisión. El tono del teléfono resonó en su oído por unos segundos antes de que una voz masculina, cálida y profesional, la interrumpiera. -Recepción del Hotel Faraón, ¿en qué puedo ayudarle? Axara frunció el ceño, apartando ligeramente el teléfono para comprobar el número. Pensó que tal vez se había equivocado. -Lo siento, estaba llamando a un restaurante, pero creo que marqué mal -respondió con una leve disculpa en su tono. -No, señorita, está en el lugar correcto. Este es el Hotel Faraón, pero contamos con un restaurante. Dígame, ¿qué necesi
Axara tragó saliva, recomponiéndose rápidamente.-Estaba planificando la fiesta de cumpleaños de su hijo -respondió mientras avanzaba hacia su escritorio y se dejaba caer en la silla giratoria con cuidado, aunque su nerviosismo no pasó desapercibido.La reacción de Cael fue inmediata. Giró en su asiento y la miró con una mezcla de incredulidad y molestia.-¿Quién te dijo que es mi hijo? -espetó, su tono frío, casi mordaz.La dureza de sus palabras la tomó desprevenida. Parpadeó varias veces antes de responder, sintiendo cómo su confianza tambaleaba.-Su esposa me lo dijo -admitió en voz baja, sintiendo que tal vez había cometido un error al creerle.La furia cruzó el rostro de Cael en un instante, y golpeó la mesa con el puño, haciendo que Axara diera un pequeño brinco en su asiento.-Está claro que esa maldita arpía no sabe mantener la boca cerrada -gruñó entre dientes, su mandíbula tensa mientras se ponía de pie de manera abrupta.Axara, aunque intimidada, intentó mantener la compos