Axara se quedó unos segundos mirando la fachada del edificio desde la acera. Era más impresionante en persona que en las fotos que había visto. El cristal relucía bajo la luz del sol, y el logotipo de Style Van Company parecía dominar el paisaje.
Respiró profundamente, ajustó su blazer y murmuró para sí misma: -Esto es solo el comienzo. Puedes hacerlo. Con pasos decididos, aunque con el corazón latiendo a toda velocidad, cruzó las puertas de cristal y entró al edificio, lista para enfrentar lo que fuera que el destino le tuviera preparado ese día. Axara cruzó el imponente umbral de la entrada y se encontró de inmediato con un escenario que la dejó sin aliento. Aquello no parecía una empresa; era un espectáculo de opulencia y lujo. Las paredes revestidas de mármol pulido reflejaban los rayos de luz que atravesaban los ventanales, mientras que delicados adornos de cristal colgaban del techo, brillando como diamantes. El mobiliario, con líneas elegantes y materiales de primera calidad, daba la sensación de estar en el vestíbulo de un hotel cinco estrellas. Pero lo que más llamaba la atención eran los ascensores: estructuras imponentes de cristal y oro que parecían flotar en el aire, esperando a los usuarios para transportarlos a las alturas. Se detuvo un momento, casi abrumada por la magnificencia del lugar. ¿Cómo demonios voy a encajar aquí?, pensó mientras su mirada se posaba en cada rincón del salón. En su pequeño departamento, el lujo era una palabra ajena, pero aquí, parecía que cada detalle estaba diseñado para recordarle que este mundo no era el suyo. Una de las recepcionistas, una joven impecablemente vestida con una blusa blanca y un chaleco negro perfectamente ajustado, notó su presencia y le dedicó una sonrisa tan profesional que casi parecía ensayada. -Buenos días, señorita. ¿En qué podemos ayudarle? -preguntó la mujer, con una voz suave y amable, pero con un tono que transmitía eficiencia. Axara se apresuró a devolver la sonrisa, aunque el nerviosismo en su interior parecía traicionarla. Desvió la mirada de los lujos a su alrededor y trató de enfocarse en la conversación. -Me llamo Axara Milano. Hoy es mi primer día -respondió, tratando de sonar entusiasmada, aunque su tono tenía un ligero temblor. La recepcionista asintió, pero antes de responder, intercambió una rápida mirada con su compañera, quien parecía haber oído el nombre también. Axara no pudo evitar notar el gesto y cómo ambas parecían compartir algún tipo de mensaje silencioso. -Le entregaré un pase -dijo finalmente, con la misma sonrisa profesional. -La oficina del señor Cael Van Der Wijk está en el piso veinte. Axara abrió los ojos sorprendida. -¿Hay veinte pisos? La recepcionista soltó una leve risa y asintió. -Sí, señorita. La empresa ocupa todo el edificio. Use los ascensores de cristal. Buena suerte. Buena suerte, pensó Axara, como si eso fuera suficiente para calmar los nervios que le recorrían el cuerpo. Con un asentimiento, tomó el pase que le entregaron, un pequeño rectángulo de plástico con su nombre impreso en letras negras. Se lo colgó en el cuello y, apretando el bolso contra su pecho, se dirigió hacia los ascensores. El suelo bajo sus pies era de mármol tan pulido que podía ver su reflejo mientras caminaba. Cada paso resonaba en el amplio salón, y aunque intentaba mostrarse segura, sentía que todo el lugar la observaba. Cuando llegó frente a los ascensores, se detuvo un momento, analizando las pantallas que mostraban en qué piso se encontraba cada cabina. Marcó el botón y esperó. Podía ver a través del cristal cómo el ascensor descendía lentamente desde los pisos superiores. Menuda idea, un ascensor de cristal, pensó con un nudo en el estómago. Era como estar completamente expuesta. Cuando las puertas se abrieron con un suave "ding", Axara tragó saliva. La cabina era aún más impresionante de cerca, con paredes de vidrio que ofrecían una vista panorámica del interior del edificio y detalles dorados en las esquinas. -Vamos, Axara. No tiembles ahora -se dijo en voz baja mientras daba un paso al frente y entraba. El espacio dentro del ascensor era amplio, pero su transparencia hacía que se sintiera vulnerable. Estaba sola, lo cual agradeció, porque no podía imaginar tener que compartir ese momento de nerviosismo con un desconocido. Se giró hacia el panel de botones y presionó el número veinte. El ascensor comenzó a moverse con suavidad, pero la sensación de ascender la hizo sujetarse levemente a la barra dorada que recorría el perímetro interior. Podía ver cómo los pisos pasaban uno tras otro, y con cada número que cambiaba en la pantalla, sentía que su estómago daba una voltereta. -Respira hondo. Todo va a estar bien -murmuró, intentando calmarse. Pero la realidad era que no tenía idea de lo que le esperaba. ¿Cómo sería Cael Van Der Wijk? Hasta ahora, su imagen estaba basada en los comentarios de las demás y en las fotos que había visto en revistas. Un hombre atractivo, sí, pero con una mirada que parecía perforar el alma. El ascensor se detuvo finalmente en el piso veinte, y las puertas se deslizaron con suavidad para revelar un nuevo espacio, aún más impresionante que el vestíbulo de la planta baja. El aire parecía más fresco, casi como si hubieran filtrado cualquier rastro de impureza. Frente a ella, un largo pasillo con paredes de cristal conducía a una recepción secundaria. Axara respiró hondo una vez más, ajustó la correa de su bolso y salió del ascensor con pasos que trató de mantener firmes. Pero no importaba cuánto lo intentara; la sensación de estar fuera de lugar seguía pesando sobre ella. Se dirigió hacia el escritorio donde una mujer, impecablemente vestida y con una expresión más seria que la de las recepcionistas del primer piso, la observaba mientras tecleaba algo en su computadora. -Buenos días -saludó Axara, esforzándose por sonar tranquila. La mujer levantó la mirada y la examinó por un segundo que pareció eterno antes de esbozar una sonrisa ligera. -¿Señorita Milano? -preguntó, y Axara asintió rápidamente. -Perfecto, el señor Van Der Wijk la está esperando. Siga por el pasillo hasta la última puerta a la derecha. Axara sintió un nuevo nudo en el estómago al escuchar esas palabras. El momento había llegado. No hay vuelta atrás ahora, pensó mientras agradecía con un leve asentimiento y comenzaba a caminar hacia la puerta indicada. Cada paso que daba resonaba en el silencioso corredor, y podía sentir cómo su corazón latía con fuerza. Se detuvo frente a la puerta de madera oscura, tomó una última respiración profunda y levantó la mano para tocar. Sin embargo, antes de que pudiera hacerlo, escuchó una voz profunda y autoritaria desde el otro lado. -Adelante. Axara tragó saliva, giró el pomo y empujó la puerta, entrando a lo que sería el inicio de una experiencia que cambiaría su vida para siempre.La oficina del señor Cael Van Der Wijk era impresionante, incluso intimidante. Axara sintió cómo su mirada se perdía en cada rincón. Las paredes estaban revestidas con madera oscura, impecablemente pulida, y las líneas modernas del mobiliario contrastaban con la calidez de los detalles en cuero y acero. El escritorio, de un diseño minimalista pero majestuoso, estaba colocado frente a unos ventanales de cristal que ofrecían una vista panorámica de la ciudad. Detrás de él, estantes repletos de carpetas y documentos formaban una especie de pared de conocimiento, mientras que en la esquina derecha un mini bar relucía con botellas de cristal perfectamente organizadas. Su departamento, pensó Axara, bien podría caber entero en una esquina de esa oficina. O quizás solo ocuparía el espacio que parecía estar destinado al bar. Respiró hondo, tratando de calmar los nervios que parecían intensificarse con cada segundo que pasaba dentro de esa habitación. -Buenos días, señor Van Der Wijk -dijo co
El eco de sus pensamientos resonaba en la mente de Axara mientras miraba la enorme puerta frente a ella, esperando que alguien saliera de la oficina del señor Cael Van Der Wijk de una vez por todas. Su respiración era lenta, aunque su interior estaba en un torbellino de emociones. Observó los detalles a su alrededor: el mármol pulido del suelo, los escritorios perfectamente ordenados de las secretarias, los cuadros minimalistas en las paredes que parecían diseñados exclusivamente para irradiar autoridad y frialdad. No podía evitar pensar en lo difícil que sería trabajar en ese lugar. No había margen de error; todo parecía diseñado para imponer disciplina y perfección. Por un instante, deseó poder regresar al pasado, a la entrevista, y rechazar el puesto sin dudarlo. Pero ya estaba ahí, atrapada en esa jaula de cristal y lujo. Intentando romper la tensión incómoda, Axara se giró hacia la secretaria principal, una mujer que parecía tan imperturbable como una estatua. -¿Hace mucho que
El silencio se apoderó de la oficina por un instante, solo interrumpido por el suave zumbido del aire acondicionado. Cael se apoyó ligeramente en el borde de su escritorio, cruzando los brazos sobre su pecho mientras su mirada se fijaba en un punto indeterminado más allá de los ventanales. Parecía debatirse internamente antes de hablar, como si sus palabras cargaran un peso mayor de lo que Axara podía comprender en ese momento. -Esta noche tengo una cena familiar -dijo al fin, con un tono neutro, aunque la leve rigidez en su mandíbula traicionaba su intento de indiferencia. Hizo una pausa, como si dudara en continuar-. Es el cumpleaños de... Pero se quedó en silencio, cortando la frase abruptamente. Axara parpadeó, sorprendida, esperando que él completara el pensamiento. Sin embargo, en lugar de hacerlo, Cael alzó ligeramente el mentón, su expresión endureciéndose nuevamente. Con un simple movimiento de la cabeza, indicó que se acercara. Aunque no dijo una palabra, su mirada era su
Axara salió de la oficina con una mezcla de frustración y confusión acumulándose en su pecho. Mientras caminaba hacia el área común, se dio cuenta de que algunos empleados ya se encargaban de colocar un escritorio y una computadora para ella. Sin embargo, en su mente rondaba una pregunta importante: ¿Cómo se supone que trabaje si no tengo la información básica para hacerlo? Cael no le había proporcionado ninguna orientación clara, y ni hablar de Carmen, cuya actitud era más fría que útil. Mientras avanzaba, notó la mirada escrutadora de la secretaria principal. Carmen la observaba con una mezcla de curiosidad y juicio, como si ya hubiera decidido que Axara no duraría mucho en el puesto. Finalmente, al acercarse, Axara reunió el valor suficiente para hablar. -¿Qué necesitas? -preguntó Carmen, alzando apenas la vista de su monitor. Axara tragó un poco de orgullo antes de responder. -Una agenda con los teléfonos importantes para el señor Van Der Wijk -pidió, esforzándose por mantene
Axara se sentó con la agenda de Carmen abierta sobre sus piernas, recorriendo con los ojos las páginas repletas de información minuciosa recopilada a lo largo de los años. Entre esas notas, descubrió nombres de restaurantes y hospedajes de lujo, todos cuidadosamente destacados con marcador amarillo, probablemente los favoritos del señor Van Der Wijk. Tras tomar aire, eligió uno que le parecía apropiado para la ocasión y marcó el número con decisión. El tono del teléfono resonó en su oído por unos segundos antes de que una voz masculina, cálida y profesional, la interrumpiera. -Recepción del Hotel Faraón, ¿en qué puedo ayudarle? Axara frunció el ceño, apartando ligeramente el teléfono para comprobar el número. Pensó que tal vez se había equivocado. -Lo siento, estaba llamando a un restaurante, pero creo que marqué mal -respondió con una leve disculpa en su tono. -No, señorita, está en el lugar correcto. Este es el Hotel Faraón, pero contamos con un restaurante. Dígame, ¿qué necesi
Axara tragó saliva, recomponiéndose rápidamente.-Estaba planificando la fiesta de cumpleaños de su hijo -respondió mientras avanzaba hacia su escritorio y se dejaba caer en la silla giratoria con cuidado, aunque su nerviosismo no pasó desapercibido.La reacción de Cael fue inmediata. Giró en su asiento y la miró con una mezcla de incredulidad y molestia.-¿Quién te dijo que es mi hijo? -espetó, su tono frío, casi mordaz.La dureza de sus palabras la tomó desprevenida. Parpadeó varias veces antes de responder, sintiendo cómo su confianza tambaleaba.-Su esposa me lo dijo -admitió en voz baja, sintiendo que tal vez había cometido un error al creerle.La furia cruzó el rostro de Cael en un instante, y golpeó la mesa con el puño, haciendo que Axara diera un pequeño brinco en su asiento.-Está claro que esa maldita arpía no sabe mantener la boca cerrada -gruñó entre dientes, su mandíbula tensa mientras se ponía de pie de manera abrupta.Axara, aunque intimidada, intentó mantener la compos
Axara frunció el ceño, aún más intrigada por la respuesta vaga pero significativa. Damon volvió a centrar toda su atención en el camino, dejando en claro que no añadiría nada más. El ambiente en el coche quedó impregnado de tensión y misterio. Mientras las calles se sucedían a través de la ventana, Axara no podía evitar preguntarse qué encontraría al llegar. ¿Qué clase de niño era Gael? ¿Y qué tan complicada sería la vida de Cael para mantener a su hijo en un lugar tan especial y reservado? Las piezas del rompecabezas se acumulaban, pero ninguna encajaba todavía. Sin embargo, algo le decía que este trabajo sería mucho más que simples reservas de restaurantes o agendas llenas de contactos importantes. Axara limpió el sudor de sus manos sobre la falda, un gesto que delataba su creciente ansiedad. Las palmas le temblaban de forma incontrolable y un dolor punzante en el estómago comenzaba a reclamar su atención. No podía negar la presión que sentía al encontrarse en esa situación; ¿en
Finalmente, tras unos minutos de tensa espera, la puerta del restaurante se abrió, y la figura de Axara apareció acompañada de Gael. El niño, tomado de la mano de Axara, saltaba de un lado a otro con una sonrisa que iluminaba toda la sala. Su entusiasmo era contagioso, y en cuanto los niños invitados lo vieron, corrieron hacia él con gritos de alegría. Axara, con una expresión de alivio y cansancio mezclados, soltó suavemente la mano del pequeño, dejándolo libre para recibir los abrazos y felicitaciones de sus amigos. Mientras los niños rodeaban a Gael, Axara levantó la mirada y buscó al señor Van Der Wijk. Lo encontró de pie junto a Laura, quien mantenía una expresión de fastidio. Decidida, caminó hacia ellos, manteniendo la cabeza en alto a pesar de las punzadas de nerviosismo que sentía en el pecho. -Espero que esto haya sido lo que pidió -dijo Axara al llegar, con un tono firme pero respetuoso, sin querer mostrar inseguridad frente a él. Cael la miró con su habitual falta de ca