Es solo un trabajo, se repetía una y otra vez. Un trabajo que necesito más que nada en este momento.
Mientras esperaba el autobús, sacó su celular y revisó el mensaje nuevamente, como si necesitara confirmación de que todo era real: "Usted ha sido elegida como asistente personal del señor Cael Van Der Wijk." -Bueno, Axara, prepárate para el día más largo de tu vida -murmuró para sí misma mientras el autobús llegaba y subía a bordo. El autobús avanzaba con lentitud a través del tráfico matutino, y Axara se mantenía inmóvil en su asiento, mirando por la ventana. Su mente divagaba mientras repetía para sí misma frases improvisadas, tratando de anticipar cualquier pregunta que Cael pudiera hacerle en su primer día como su asistente personal. "Buenos días, señor Van Der Wijk. Estoy aquí para ayudarlo con lo que necesite", murmuraba en su mente, tratando de sonar profesional. Pero no importaba cuántas veces lo intentara; las palabras siempre parecían torpes. Respiró hondo, intentando calmarse. "Solo sé natural, Axara. Nadie sospecha nada", se recordó mientras cruzaba las manos sobre su regazo, un gesto nervioso que no podía evitar. -Buenos días -una voz alegre interrumpió sus pensamientos. Axara giró la cabeza y vio a una figura familiar. Era la chica rubia de la entrevista del día anterior. Estaba de pie junto a su asiento, con una gran sonrisa. -Hola -respondió Axara, algo sorprendida. -¡Veo que te dieron el empleo! -comentó la joven, sentándose a su lado sin esperar una invitación. Axara soltó una breve risa. -Pues... no exactamente en el área que esperaba. Me dieron el puesto de asistente. -¿En serio? -exclamó la rubia, abriendo los ojos con asombro. Su entusiasmo era casi contagioso. -¡Qué envidia! ¿Sabes lo que significa trabajar para ese hombre tan guapo? Axara rodó los ojos, tratando de no reírse. -Tampoco es para tanto. No lo veo como algo tan fascinante. La chica soltó una carcajada. -¿Hablas en serio? ¿Estamos hablando del mismo Cael Van Der Wijk? Ese hombre podría ser modelo, pero en lugar de eso dirige una de las empresas más grandes de Europa. -Bueno, eso no quita que sea un jefe exigente -replicó Axara, encogiéndose de hombros. Luego, con curiosidad, añadió: -¿Y tú? ¿Te dieron algún puesto? -Asistente en el área de diseño -dijo la joven con un encogimiento de hombros. -No es tan impresionante como ser la asistente personal del gran magnate, pero estoy emocionada. Por cierto, me llamo Amanda, pero todos me dicen Mandy. Extendió la mano hacia Axara con una sonrisa amistosa. -Axara -respondió, estrechándole la mano. Mandy se inclinó ligeramente hacia ella, bajando un poco la voz, como si estuviera a punto de compartir un secreto. -Ahora que serás la asistente personal, tienes que prometerme algo. -¿Qué cosa? -preguntó Axara, arqueando una ceja. -Si llegas a enterarte de algún chisme jugoso sobre el señor Van Der Wijk, tienes que contármelo. ¿Trato? Axara soltó una risa nerviosa. -No sé si eso sea una buena idea. -Oh, vamos, no puede ser tan aburrido trabajar para alguien como él. Seguro tiene secretos escondidos -insistió Mandy, guiñándole un ojo. Axara negó con la cabeza, aunque en el fondo no podía evitar preguntarse si Mandy tenía razón. ¿Qué clase de persona es realmente Cael Van Der Wijk? ¿Es tan frío y cruel como parece, o hay algo más debajo de esa fachada? El autobús llegó a la siguiente parada, y más pasajeros subieron. El ambiente se volvió un poco más ruidoso, pero Mandy parecía completamente inmune al bullicio. -Oye, Axara, ¿tienes experiencia siendo asistente? -preguntó Mandy, con una mirada curiosa. Axara sintió que su estómago se apretaba. -Bueno... algo de experiencia aquí y allá -respondió evasivamente, intentando sonar casual. Mandy frunció el ceño ligeramente, pero luego se encogió de hombros. -De cualquier manera, seguro te irá bien. Solo asegúrate de no cruzarte con él en un mal día. Dicen que puede ser... intenso. Axara asintió lentamente, agradecida de que Mandy no siguiera indagando en su historial. En ese momento, el autobús redujo la velocidad y se detuvo frente a un edificio imponente. -Bueno, parece que hemos llegado -dijo Mandy, poniéndose de pie. Axara se ajustó el bolso en el hombro y se levantó, sintiendo cómo sus nervios volvían a intensificarse. -Nos vemos adentro. ¡Buena suerte en tu primer día! -dijo Mandy con una sonrisa antes de salir apresuradamente del autobús.Axara se quedó unos segundos mirando la fachada del edificio desde la acera. Era más impresionante en persona que en las fotos que había visto. El cristal relucía bajo la luz del sol, y el logotipo de Style Van Company parecía dominar el paisaje. Respiró profundamente, ajustó su blazer y murmuró para sí misma: -Esto es solo el comienzo. Puedes hacerlo. Con pasos decididos, aunque con el corazón latiendo a toda velocidad, cruzó las puertas de cristal y entró al edificio, lista para enfrentar lo que fuera que el destino le tuviera preparado ese día. Axara cruzó el imponente umbral de la entrada y se encontró de inmediato con un escenario que la dejó sin aliento. Aquello no parecía una empresa; era un espectáculo de opulencia y lujo. Las paredes revestidas de mármol pulido reflejaban los rayos de luz que atravesaban los ventanales, mientras que delicados adornos de cristal colgaban del techo, brillando como diamantes. El mobiliario, con líneas elegantes y materiales de primera calidad
La oficina del señor Cael Van Der Wijk era impresionante, incluso intimidante. Axara sintió cómo su mirada se perdía en cada rincón. Las paredes estaban revestidas con madera oscura, impecablemente pulida, y las líneas modernas del mobiliario contrastaban con la calidez de los detalles en cuero y acero. El escritorio, de un diseño minimalista pero majestuoso, estaba colocado frente a unos ventanales de cristal que ofrecían una vista panorámica de la ciudad. Detrás de él, estantes repletos de carpetas y documentos formaban una especie de pared de conocimiento, mientras que en la esquina derecha un mini bar relucía con botellas de cristal perfectamente organizadas. Su departamento, pensó Axara, bien podría caber entero en una esquina de esa oficina. O quizás solo ocuparía el espacio que parecía estar destinado al bar. Respiró hondo, tratando de calmar los nervios que parecían intensificarse con cada segundo que pasaba dentro de esa habitación. -Buenos días, señor Van Der Wijk -dijo co
El eco de sus pensamientos resonaba en la mente de Axara mientras miraba la enorme puerta frente a ella, esperando que alguien saliera de la oficina del señor Cael Van Der Wijk de una vez por todas. Su respiración era lenta, aunque su interior estaba en un torbellino de emociones. Observó los detalles a su alrededor: el mármol pulido del suelo, los escritorios perfectamente ordenados de las secretarias, los cuadros minimalistas en las paredes que parecían diseñados exclusivamente para irradiar autoridad y frialdad. No podía evitar pensar en lo difícil que sería trabajar en ese lugar. No había margen de error; todo parecía diseñado para imponer disciplina y perfección. Por un instante, deseó poder regresar al pasado, a la entrevista, y rechazar el puesto sin dudarlo. Pero ya estaba ahí, atrapada en esa jaula de cristal y lujo. Intentando romper la tensión incómoda, Axara se giró hacia la secretaria principal, una mujer que parecía tan imperturbable como una estatua. -¿Hace mucho que
El silencio se apoderó de la oficina por un instante, solo interrumpido por el suave zumbido del aire acondicionado. Cael se apoyó ligeramente en el borde de su escritorio, cruzando los brazos sobre su pecho mientras su mirada se fijaba en un punto indeterminado más allá de los ventanales. Parecía debatirse internamente antes de hablar, como si sus palabras cargaran un peso mayor de lo que Axara podía comprender en ese momento. -Esta noche tengo una cena familiar -dijo al fin, con un tono neutro, aunque la leve rigidez en su mandíbula traicionaba su intento de indiferencia. Hizo una pausa, como si dudara en continuar-. Es el cumpleaños de... Pero se quedó en silencio, cortando la frase abruptamente. Axara parpadeó, sorprendida, esperando que él completara el pensamiento. Sin embargo, en lugar de hacerlo, Cael alzó ligeramente el mentón, su expresión endureciéndose nuevamente. Con un simple movimiento de la cabeza, indicó que se acercara. Aunque no dijo una palabra, su mirada era su
Axara salió de la oficina con una mezcla de frustración y confusión acumulándose en su pecho. Mientras caminaba hacia el área común, se dio cuenta de que algunos empleados ya se encargaban de colocar un escritorio y una computadora para ella. Sin embargo, en su mente rondaba una pregunta importante: ¿Cómo se supone que trabaje si no tengo la información básica para hacerlo? Cael no le había proporcionado ninguna orientación clara, y ni hablar de Carmen, cuya actitud era más fría que útil. Mientras avanzaba, notó la mirada escrutadora de la secretaria principal. Carmen la observaba con una mezcla de curiosidad y juicio, como si ya hubiera decidido que Axara no duraría mucho en el puesto. Finalmente, al acercarse, Axara reunió el valor suficiente para hablar. -¿Qué necesitas? -preguntó Carmen, alzando apenas la vista de su monitor. Axara tragó un poco de orgullo antes de responder. -Una agenda con los teléfonos importantes para el señor Van Der Wijk -pidió, esforzándose por mantene
Axara se sentó con la agenda de Carmen abierta sobre sus piernas, recorriendo con los ojos las páginas repletas de información minuciosa recopilada a lo largo de los años. Entre esas notas, descubrió nombres de restaurantes y hospedajes de lujo, todos cuidadosamente destacados con marcador amarillo, probablemente los favoritos del señor Van Der Wijk. Tras tomar aire, eligió uno que le parecía apropiado para la ocasión y marcó el número con decisión. El tono del teléfono resonó en su oído por unos segundos antes de que una voz masculina, cálida y profesional, la interrumpiera. -Recepción del Hotel Faraón, ¿en qué puedo ayudarle? Axara frunció el ceño, apartando ligeramente el teléfono para comprobar el número. Pensó que tal vez se había equivocado. -Lo siento, estaba llamando a un restaurante, pero creo que marqué mal -respondió con una leve disculpa en su tono. -No, señorita, está en el lugar correcto. Este es el Hotel Faraón, pero contamos con un restaurante. Dígame, ¿qué necesi
Axara tragó saliva, recomponiéndose rápidamente.-Estaba planificando la fiesta de cumpleaños de su hijo -respondió mientras avanzaba hacia su escritorio y se dejaba caer en la silla giratoria con cuidado, aunque su nerviosismo no pasó desapercibido.La reacción de Cael fue inmediata. Giró en su asiento y la miró con una mezcla de incredulidad y molestia.-¿Quién te dijo que es mi hijo? -espetó, su tono frío, casi mordaz.La dureza de sus palabras la tomó desprevenida. Parpadeó varias veces antes de responder, sintiendo cómo su confianza tambaleaba.-Su esposa me lo dijo -admitió en voz baja, sintiendo que tal vez había cometido un error al creerle.La furia cruzó el rostro de Cael en un instante, y golpeó la mesa con el puño, haciendo que Axara diera un pequeño brinco en su asiento.-Está claro que esa maldita arpía no sabe mantener la boca cerrada -gruñó entre dientes, su mandíbula tensa mientras se ponía de pie de manera abrupta.Axara, aunque intimidada, intentó mantener la compos
Axara frunció el ceño, aún más intrigada por la respuesta vaga pero significativa. Damon volvió a centrar toda su atención en el camino, dejando en claro que no añadiría nada más. El ambiente en el coche quedó impregnado de tensión y misterio. Mientras las calles se sucedían a través de la ventana, Axara no podía evitar preguntarse qué encontraría al llegar. ¿Qué clase de niño era Gael? ¿Y qué tan complicada sería la vida de Cael para mantener a su hijo en un lugar tan especial y reservado? Las piezas del rompecabezas se acumulaban, pero ninguna encajaba todavía. Sin embargo, algo le decía que este trabajo sería mucho más que simples reservas de restaurantes o agendas llenas de contactos importantes. Axara limpió el sudor de sus manos sobre la falda, un gesto que delataba su creciente ansiedad. Las palmas le temblaban de forma incontrolable y un dolor punzante en el estómago comenzaba a reclamar su atención. No podía negar la presión que sentía al encontrarse en esa situación; ¿en