Cael miró la pantalla de su computadora una vez más, intentando enfocarse en los números y proyecciones que aparecían frente a él, pero su mente simplemente no lograba centrarse. Había demasiadas preguntas sin respuesta, demasiadas sombras alrededor de Laura, Axara y Derek. Se levantó bruscamente de su silla, ajustándose el reloj en la muñeca, y sacó su teléfono del bolsillo. Habían pasado días desde que le pidió a Kang que se encargara de Laura, pero no había hecho ningún seguimiento. El desconocimiento comenzaba a carcomerlo.Marcó el número de Kang, esperando con impaciencia mientras los tonos de llamada resonaban. Finalmente, la voz del hombre respondió al otro lado de la línea.—Señor Van Der Wijk, ¿necesita otro servicio? —preguntó Kang con su tono habitual, neutral pero con un dejo de alerta.Cael no perdió tiempo en formalidades.—Necesito que me digas qué hiciste con Laura —dijo de inmediato, su voz baja pero cargada de tensión—. Y, sobre todo, si dijo algo importante antes d
El sonido de unos tacones apresurados resonó entre los escombros, rompiendo el inquietante silencio del pasillo. Cael, aún aturdido por la explosión, giró la cabeza hacia el origen del ruido. Entre la neblina de humo, una figura femenina emergió con prisa. Era una joven rubia, de rostro pálido y ojos decididos.—Señor Cael, soy Amanda. Le ayudaré a salir —dijo ella, extendiendo una mano firme hacia él.Cael la miró con incredulidad. No esperaba encontrar a nadie ahí, mucho menos a Amanda, la amiga de Axara. Sin embargo, la urgencia en su mirada lo hizo reaccionar. Apretó su mano, sintiendo la fuerza de su agarre mientras ella lo guiaba, colocando uno de sus brazos sobre su hombro para estabilizarlo.—Amanda... ¿qué ha pasado? ¿Dónde están todos? —preguntó con voz ronca, tosiendo ligeramente por el polvo que aún flotaba en el aire.—Los guardias evacuaron a todos a tiempo. Pero ellos no sabían que usted estaba aquí —respondió ella rápidamente, su tono reflejando tanto alivio como preoc
Axara salió del taxi apresuradamente, ignorando el ruido del tráfico y el caos que rodeaba la entrada a la empresa. Su corazón latía con fuerza mientras observaba el panorama desolador: vidrios rotos, paredes ennegrecidas por el humo y una multitud de policías, paramédicos y curiosos que no dejaban de murmurar sobre lo ocurrido. Sentía un nudo en el estómago mientras sus ojos recorrían con desesperación cada ambulancia estacionada cerca.El aire era denso, mezclado con el olor a quemado y la tensión palpable que se respiraba en el ambiente. Axara, envuelta en una mezcla de ansiedad y miedo, no dejaba de preguntarse si Cael estaría bien.Finalmente, después de pasar junto a varias camillas y personal médico ocupado atendiendo a los heridos, lo vio. Estaba sentado en el borde de una ambulancia, con un paramédico revisándole las costillas. Su camisa estaba manchada y ligeramente rasgada, y aunque parecía físicamente bien, su expresión seria delataba que algo más profundo lo atormentaba.
Cael revisaba frenéticamente los documentos en su escritorio, asegurándose de que no olvidara nada importante. Contratos, pasaportes, identificaciones… cada papel parecía representar un fragmento de la vida que estaban dejando atrás. Su mente trabajaba a toda velocidad, calculando cada detalle del plan que debía ejecutar sin errores. Había ordenado que su jet privado estuviera listo en menos de una hora y, aunque todo estaba saliendo según lo planeado, el peso de la decisión lo aplastaba.Mientras tanto, en el cuarto de Gael, Axara doblaba cuidadosamente su ropa y la guardaba en una maleta azul. Se movía con rapidez, pero su mente estaba distraída. La urgencia en los movimientos de Cael y la tensión en su mirada desde que salió del hospital no dejaban de inquietarla. Había algo más grande sucediendo, algo que él no estaba dispuesto a contarle del todo.—Amor, ya hice las maletas —dijo Axara mientras entraba al cuarto principal, donde Cael terminaba de organizar sus pertenencias.Él es
El avión volaba en la inmensidad del cielo nocturno, con un suave zumbido que parecía calmar todo lo que había sucedido en las últimas horas. Axara sostenía la mano de Cael con fuerza, como si ese simple contacto pudiera anclarla a la realidad. En el asiento junto a ellos, Gael dormía profundamente, ajeno a la turbulencia emocional de sus padres. Su pequeña cabeza reposaba contra la ventanilla, con una manta cubriéndolo hasta el cuello.Axara desvió la mirada hacia Cael, su rostro iluminado tenuemente por las luces tenues de la cabina. Su semblante estaba serio, casi distante, mientras observaba a su hijo.—¿Crees que él pueda adaptarse a un nuevo país? —preguntó Axara, rompiendo el silencio. Su voz era suave, cargada de preocupación—. Otra cultura, otro idioma... es mucho para él.Cael giró el rostro hacia ella, sus ojos reflejando una mezcla de cansancio y determinación.—Es la única manera que tengo de protegerlos —respondió, mirando brevemente a Gael antes de volver la vista al fr
Axara Milano respiró hondo mientras observaba a las demás chicas en la sala de espera. Había llegado temprano esa mañana, y aunque intentaba proyectar una imagen tranquila, la tensión en el ambiente era palpable. Frente a ella, un grupo de jóvenes esperaban su turno para ser entrevistadas. Algunas jugaban nerviosamente con los papeles de sus carpetas, otras tamborileaban los dedos sobre las rodillas, y una que otra lanzaba miradas de superioridad como si estuviera segura de que ya había ganado el puesto. Axara bajó la mirada hacia la carpeta que descansaba sobre sus muslos. En su interior, los documentos que había falsificado con tanta precisión parecían pesar más que de costumbre. Si descubren la mentira, será mi ruina, pensó, aunque no se permitió que el miedo la paralizara. Necesitaba ese trabajo. Era su única oportunidad de salir adelante. El sonido de la puerta abriéndose llamó su atención. Una joven de cabello castaño salió de la oficina. Su rostro estaba pálido, y sus ojos br
Axara tragó saliva. Había ensayado su respuesta cientos de veces frente al espejo, pero en ese momento, su mente parecía haberse quedado en blanco. Finalmente, encontró las palabras. -Sí, señor. Me gradué con honores en diseño gráfico en la Universidad de Florencia y he trabajado con varias empresas de renombre en proyectos de branding y diseño de interiores. Mi objetivo siempre ha sido combinar la funcionalidad con la estética para crear soluciones innovadoras. Cael arqueó una ceja, pero no dijo nada. Simplemente continuó mirándola como si pudiera leer cada uno de sus pensamientos. -¿Por qué está interesada en trabajar aquí? -preguntó el otro hombre, quien parecía menos intimidante, pero no por ello menos profesional. Axara sostuvo la mirada de Cael antes de responder. -Porque considero que esta empresa representa el estándar más alto en la industria. Quiero ser parte de un equipo que valore la innovación y la excelencia, y estoy dispuesta a aportar mi experiencia para seguir el
Se dejó caer en la silla junto a la mesa, mirando el teléfono como si este pudiera darle una explicación lógica. -¿Cómo se supone que voy a sobrevivir a esto? -preguntó al aire, frustrada. Asistente personal del jefe más temido de Europa. Excelente, Axara. Esto va a salir muy bien, pensó con sarcasmo. Respiró profundamente y trató de calmarse. Quizás no era tan malo. Sí, tendría que lidiar directamente con Cael Van Der Wijk, pero eso también significaba que podría aprender mucho, ¿no? Además, el sueldo seguramente sería más alto que el de cualquier otro puesto. "Solo tengo que mantener la mentira hasta reunir suficiente dinero", se dijo, intentando convencerse a sí misma. Se puso de pie y retomó la tarea de guardar lo que quedaba de las compras. Mientras colocaba la última caja de leche en el estante del refrigerador, su mente comenzó a divagar. Recordó la intensidad de la mirada de Cael durante la entrevista, cómo parecía escanear cada rincón de su alma con esos ojos grises y frí