Cael miró la pantalla de su computadora una vez más, intentando enfocarse en los números y proyecciones que aparecían frente a él, pero su mente simplemente no lograba centrarse. Había demasiadas preguntas sin respuesta, demasiadas sombras alrededor de Laura, Axara y Derek. Se levantó bruscamente de su silla, ajustándose el reloj en la muñeca, y sacó su teléfono del bolsillo. Habían pasado días desde que le pidió a Kang que se encargara de Laura, pero no había hecho ningún seguimiento. El desconocimiento comenzaba a carcomerlo.Marcó el número de Kang, esperando con impaciencia mientras los tonos de llamada resonaban. Finalmente, la voz del hombre respondió al otro lado de la línea.—Señor Van Der Wijk, ¿necesita otro servicio? —preguntó Kang con su tono habitual, neutral pero con un dejo de alerta.Cael no perdió tiempo en formalidades.—Necesito que me digas qué hiciste con Laura —dijo de inmediato, su voz baja pero cargada de tensión—. Y, sobre todo, si dijo algo importante antes d
El sonido de unos tacones apresurados resonó entre los escombros, rompiendo el inquietante silencio del pasillo. Cael, aún aturdido por la explosión, giró la cabeza hacia el origen del ruido. Entre la neblina de humo, una figura femenina emergió con prisa. Era una joven rubia, de rostro pálido y ojos decididos.—Señor Cael, soy Amanda. Le ayudaré a salir —dijo ella, extendiendo una mano firme hacia él.Cael la miró con incredulidad. No esperaba encontrar a nadie ahí, mucho menos a Amanda, la amiga de Axara. Sin embargo, la urgencia en su mirada lo hizo reaccionar. Apretó su mano, sintiendo la fuerza de su agarre mientras ella lo guiaba, colocando uno de sus brazos sobre su hombro para estabilizarlo.—Amanda... ¿qué ha pasado? ¿Dónde están todos? —preguntó con voz ronca, tosiendo ligeramente por el polvo que aún flotaba en el aire.—Los guardias evacuaron a todos a tiempo. Pero ellos no sabían que usted estaba aquí —respondió ella rápidamente, su tono reflejando tanto alivio como preoc
Axara Milano respiró hondo mientras observaba a las demás chicas en la sala de espera. Había llegado temprano esa mañana, y aunque intentaba proyectar una imagen tranquila, la tensión en el ambiente era palpable. Frente a ella, un grupo de jóvenes esperaban su turno para ser entrevistadas. Algunas jugaban nerviosamente con los papeles de sus carpetas, otras tamborileaban los dedos sobre las rodillas, y una que otra lanzaba miradas de superioridad como si estuviera segura de que ya había ganado el puesto. Axara bajó la mirada hacia la carpeta que descansaba sobre sus muslos. En su interior, los documentos que había falsificado con tanta precisión parecían pesar más que de costumbre. Si descubren la mentira, será mi ruina, pensó, aunque no se permitió que el miedo la paralizara. Necesitaba ese trabajo. Era su única oportunidad de salir adelante. El sonido de la puerta abriéndose llamó su atención. Una joven de cabello castaño salió de la oficina. Su rostro estaba pálido, y sus ojos br
Axara tragó saliva. Había ensayado su respuesta cientos de veces frente al espejo, pero en ese momento, su mente parecía haberse quedado en blanco. Finalmente, encontró las palabras. -Sí, señor. Me gradué con honores en diseño gráfico en la Universidad de Florencia y he trabajado con varias empresas de renombre en proyectos de branding y diseño de interiores. Mi objetivo siempre ha sido combinar la funcionalidad con la estética para crear soluciones innovadoras. Cael arqueó una ceja, pero no dijo nada. Simplemente continuó mirándola como si pudiera leer cada uno de sus pensamientos. -¿Por qué está interesada en trabajar aquí? -preguntó el otro hombre, quien parecía menos intimidante, pero no por ello menos profesional. Axara sostuvo la mirada de Cael antes de responder. -Porque considero que esta empresa representa el estándar más alto en la industria. Quiero ser parte de un equipo que valore la innovación y la excelencia, y estoy dispuesta a aportar mi experiencia para seguir el
Se dejó caer en la silla junto a la mesa, mirando el teléfono como si este pudiera darle una explicación lógica. -¿Cómo se supone que voy a sobrevivir a esto? -preguntó al aire, frustrada. Asistente personal del jefe más temido de Europa. Excelente, Axara. Esto va a salir muy bien, pensó con sarcasmo. Respiró profundamente y trató de calmarse. Quizás no era tan malo. Sí, tendría que lidiar directamente con Cael Van Der Wijk, pero eso también significaba que podría aprender mucho, ¿no? Además, el sueldo seguramente sería más alto que el de cualquier otro puesto. "Solo tengo que mantener la mentira hasta reunir suficiente dinero", se dijo, intentando convencerse a sí misma. Se puso de pie y retomó la tarea de guardar lo que quedaba de las compras. Mientras colocaba la última caja de leche en el estante del refrigerador, su mente comenzó a divagar. Recordó la intensidad de la mirada de Cael durante la entrevista, cómo parecía escanear cada rincón de su alma con esos ojos grises y frí
Es solo un trabajo, se repetía una y otra vez. Un trabajo que necesito más que nada en este momento. Mientras esperaba el autobús, sacó su celular y revisó el mensaje nuevamente, como si necesitara confirmación de que todo era real: "Usted ha sido elegida como asistente personal del señor Cael Van Der Wijk." -Bueno, Axara, prepárate para el día más largo de tu vida -murmuró para sí misma mientras el autobús llegaba y subía a bordo. El autobús avanzaba con lentitud a través del tráfico matutino, y Axara se mantenía inmóvil en su asiento, mirando por la ventana. Su mente divagaba mientras repetía para sí misma frases improvisadas, tratando de anticipar cualquier pregunta que Cael pudiera hacerle en su primer día como su asistente personal. "Buenos días, señor Van Der Wijk. Estoy aquí para ayudarlo con lo que necesite", murmuraba en su mente, tratando de sonar profesional. Pero no importaba cuántas veces lo intentara; las palabras siempre parecían torpes. Respiró hondo, intentando c
Axara se quedó unos segundos mirando la fachada del edificio desde la acera. Era más impresionante en persona que en las fotos que había visto. El cristal relucía bajo la luz del sol, y el logotipo de Style Van Company parecía dominar el paisaje. Respiró profundamente, ajustó su blazer y murmuró para sí misma: -Esto es solo el comienzo. Puedes hacerlo. Con pasos decididos, aunque con el corazón latiendo a toda velocidad, cruzó las puertas de cristal y entró al edificio, lista para enfrentar lo que fuera que el destino le tuviera preparado ese día. Axara cruzó el imponente umbral de la entrada y se encontró de inmediato con un escenario que la dejó sin aliento. Aquello no parecía una empresa; era un espectáculo de opulencia y lujo. Las paredes revestidas de mármol pulido reflejaban los rayos de luz que atravesaban los ventanales, mientras que delicados adornos de cristal colgaban del techo, brillando como diamantes. El mobiliario, con líneas elegantes y materiales de primera calidad
La oficina del señor Cael Van Der Wijk era impresionante, incluso intimidante. Axara sintió cómo su mirada se perdía en cada rincón. Las paredes estaban revestidas con madera oscura, impecablemente pulida, y las líneas modernas del mobiliario contrastaban con la calidez de los detalles en cuero y acero. El escritorio, de un diseño minimalista pero majestuoso, estaba colocado frente a unos ventanales de cristal que ofrecían una vista panorámica de la ciudad. Detrás de él, estantes repletos de carpetas y documentos formaban una especie de pared de conocimiento, mientras que en la esquina derecha un mini bar relucía con botellas de cristal perfectamente organizadas. Su departamento, pensó Axara, bien podría caber entero en una esquina de esa oficina. O quizás solo ocuparía el espacio que parecía estar destinado al bar. Respiró hondo, tratando de calmar los nervios que parecían intensificarse con cada segundo que pasaba dentro de esa habitación. -Buenos días, señor Van Der Wijk -dijo co