Axara tragó saliva. Había ensayado su respuesta cientos de veces frente al espejo, pero en ese momento, su mente parecía haberse quedado en blanco. Finalmente, encontró las palabras.
-Sí, señor. Me gradué con honores en diseño gráfico en la Universidad de Florencia y he trabajado con varias empresas de renombre en proyectos de branding y diseño de interiores. Mi objetivo siempre ha sido combinar la funcionalidad con la estética para crear soluciones innovadoras. Cael arqueó una ceja, pero no dijo nada. Simplemente continuó mirándola como si pudiera leer cada uno de sus pensamientos. -¿Por qué está interesada en trabajar aquí? -preguntó el otro hombre, quien parecía menos intimidante, pero no por ello menos profesional. Axara sostuvo la mirada de Cael antes de responder. -Porque considero que esta empresa representa el estándar más alto en la industria. Quiero ser parte de un equipo que valore la innovación y la excelencia, y estoy dispuesta a aportar mi experiencia para seguir elevando esa reputación. Las palabras sonaron convincentes incluso para sus propios oídos, pero el silencio que siguió fue abrumador. Finalmente, Cael habló. -¿Está dispuesta a someterse a la presión que conlleva trabajar aquí? -preguntó con frialdad, recargándose ligeramente en su silla. Sus ojos parecían retarla, esperando encontrar algún indicio de debilidad. Axara no vaciló. -Sí, señor. Estoy acostumbrada a los desafíos y creo que la presión solo impulsa a dar lo mejor de uno mismo. Cael inclinó la cabeza, como si estuviera considerando sus palabras. Finalmente, hizo un gesto hacia la mujer que había acompañado a Axara. -Déjela con los formularios. Veremos si es tan competente como dice. La voz de Cael no dejó espacio para dudas. Axara supo que había superado el primer obstáculo, pero estaba lejos de estar a salvo. Mientras seguía a la mujer fuera de la oficina, sintió cómo su corazón latía con fuerza. Había logrado mantener la compostura, pero la verdadera batalla apenas comenzaba. Cuando la puerta se cerró tras ella, las demás chicas la miraron con curiosidad. Axara alzó la barbilla, intentando proyectar confianza. Sin embargo, en su interior, sabía que no podía permitirse ningún error. Esta es mi única oportunidad, y no la voy a desperdiciar, pensó mientras se preparaba para lo que vendría. Axara llegó a su pequeño apartamento con las manos ocupadas por un par de bolsas del supermercado. Había optado por caminar a casa, necesitaba tiempo para procesar todo lo que había pasado esa mañana en la entrevista. A pesar de los nervios que la habían consumido, lo había logrado: consiguió el puesto. O al menos eso era lo que suponía. Todavía no entendía del todo cómo había convencido a esas personas, y mucho menos al implacable Cael Van Der Wijk. Cerró la puerta con el pie, dejó las bolsas sobre la pequeña mesa que tenía en la cocina y se quitó la chaqueta. Su apartamento era modesto, apenas un espacio suficiente para ella sola. Pero, a pesar de ser pequeño, era su refugio, un lugar que había conseguido con esfuerzo y donde, por fin, sentía que tenía control sobre su vida, aunque fuera por momentos. "Bueno, al menos esto me ayudará a salir adelante por un tiempo", murmuró mientras sacaba los productos de las bolsas y los colocaba en el refrigerador. Había comprado lo básico: leche, pan, algo de queso y una pequeña porción de pollo. No podía darse grandes lujos, pero ese trabajo significaba la posibilidad de no tener que volver a preocuparse por si llegaba a fin de mes. Mientras organizaba las compras, escuchó el sonido característico de una notificación en su celular. Secándose las manos con un paño, sacó el teléfono del bolsillo de su chaqueta. Al desbloquearlo, vio un mensaje que no esperaba recibir tan rápido. Señorita Milano, bienvenida a Style Van Company. Usted ha sido elegida como asistente personal del señor Cael Van Der Wijk. Debe presentarse mañana a primera hora en la empresa. Axara soltó un extenso bufido al terminar de leer el mensaje. Dejó el celular sobre la mesa y se pasó una mano por el rostro. -¿Asistente personal? -dijo en voz alta, dejando que el eco de sus palabras resonara en el pequeño apartamento. No podía creerlo. Cuando se presentó a la entrevista, había entendido que el puesto sería en el área de diseño, algo que se suponía que encajaba con su "experiencia". Pero, ¿asistente personal? Eso no estaba en sus planes.Se dejó caer en la silla junto a la mesa, mirando el teléfono como si este pudiera darle una explicación lógica. -¿Cómo se supone que voy a sobrevivir a esto? -preguntó al aire, frustrada. Asistente personal del jefe más temido de Europa. Excelente, Axara. Esto va a salir muy bien, pensó con sarcasmo. Respiró profundamente y trató de calmarse. Quizás no era tan malo. Sí, tendría que lidiar directamente con Cael Van Der Wijk, pero eso también significaba que podría aprender mucho, ¿no? Además, el sueldo seguramente sería más alto que el de cualquier otro puesto. "Solo tengo que mantener la mentira hasta reunir suficiente dinero", se dijo, intentando convencerse a sí misma. Se puso de pie y retomó la tarea de guardar lo que quedaba de las compras. Mientras colocaba la última caja de leche en el estante del refrigerador, su mente comenzó a divagar. Recordó la intensidad de la mirada de Cael durante la entrevista, cómo parecía escanear cada rincón de su alma con esos ojos grises y frí
Es solo un trabajo, se repetía una y otra vez. Un trabajo que necesito más que nada en este momento. Mientras esperaba el autobús, sacó su celular y revisó el mensaje nuevamente, como si necesitara confirmación de que todo era real: "Usted ha sido elegida como asistente personal del señor Cael Van Der Wijk." -Bueno, Axara, prepárate para el día más largo de tu vida -murmuró para sí misma mientras el autobús llegaba y subía a bordo. El autobús avanzaba con lentitud a través del tráfico matutino, y Axara se mantenía inmóvil en su asiento, mirando por la ventana. Su mente divagaba mientras repetía para sí misma frases improvisadas, tratando de anticipar cualquier pregunta que Cael pudiera hacerle en su primer día como su asistente personal. "Buenos días, señor Van Der Wijk. Estoy aquí para ayudarlo con lo que necesite", murmuraba en su mente, tratando de sonar profesional. Pero no importaba cuántas veces lo intentara; las palabras siempre parecían torpes. Respiró hondo, intentando c
Axara se quedó unos segundos mirando la fachada del edificio desde la acera. Era más impresionante en persona que en las fotos que había visto. El cristal relucía bajo la luz del sol, y el logotipo de Style Van Company parecía dominar el paisaje. Respiró profundamente, ajustó su blazer y murmuró para sí misma: -Esto es solo el comienzo. Puedes hacerlo. Con pasos decididos, aunque con el corazón latiendo a toda velocidad, cruzó las puertas de cristal y entró al edificio, lista para enfrentar lo que fuera que el destino le tuviera preparado ese día. Axara cruzó el imponente umbral de la entrada y se encontró de inmediato con un escenario que la dejó sin aliento. Aquello no parecía una empresa; era un espectáculo de opulencia y lujo. Las paredes revestidas de mármol pulido reflejaban los rayos de luz que atravesaban los ventanales, mientras que delicados adornos de cristal colgaban del techo, brillando como diamantes. El mobiliario, con líneas elegantes y materiales de primera calidad
La oficina del señor Cael Van Der Wijk era impresionante, incluso intimidante. Axara sintió cómo su mirada se perdía en cada rincón. Las paredes estaban revestidas con madera oscura, impecablemente pulida, y las líneas modernas del mobiliario contrastaban con la calidez de los detalles en cuero y acero. El escritorio, de un diseño minimalista pero majestuoso, estaba colocado frente a unos ventanales de cristal que ofrecían una vista panorámica de la ciudad. Detrás de él, estantes repletos de carpetas y documentos formaban una especie de pared de conocimiento, mientras que en la esquina derecha un mini bar relucía con botellas de cristal perfectamente organizadas. Su departamento, pensó Axara, bien podría caber entero en una esquina de esa oficina. O quizás solo ocuparía el espacio que parecía estar destinado al bar. Respiró hondo, tratando de calmar los nervios que parecían intensificarse con cada segundo que pasaba dentro de esa habitación. -Buenos días, señor Van Der Wijk -dijo co
El eco de sus pensamientos resonaba en la mente de Axara mientras miraba la enorme puerta frente a ella, esperando que alguien saliera de la oficina del señor Cael Van Der Wijk de una vez por todas. Su respiración era lenta, aunque su interior estaba en un torbellino de emociones. Observó los detalles a su alrededor: el mármol pulido del suelo, los escritorios perfectamente ordenados de las secretarias, los cuadros minimalistas en las paredes que parecían diseñados exclusivamente para irradiar autoridad y frialdad. No podía evitar pensar en lo difícil que sería trabajar en ese lugar. No había margen de error; todo parecía diseñado para imponer disciplina y perfección. Por un instante, deseó poder regresar al pasado, a la entrevista, y rechazar el puesto sin dudarlo. Pero ya estaba ahí, atrapada en esa jaula de cristal y lujo. Intentando romper la tensión incómoda, Axara se giró hacia la secretaria principal, una mujer que parecía tan imperturbable como una estatua. -¿Hace mucho que
El silencio se apoderó de la oficina por un instante, solo interrumpido por el suave zumbido del aire acondicionado. Cael se apoyó ligeramente en el borde de su escritorio, cruzando los brazos sobre su pecho mientras su mirada se fijaba en un punto indeterminado más allá de los ventanales. Parecía debatirse internamente antes de hablar, como si sus palabras cargaran un peso mayor de lo que Axara podía comprender en ese momento. -Esta noche tengo una cena familiar -dijo al fin, con un tono neutro, aunque la leve rigidez en su mandíbula traicionaba su intento de indiferencia. Hizo una pausa, como si dudara en continuar-. Es el cumpleaños de... Pero se quedó en silencio, cortando la frase abruptamente. Axara parpadeó, sorprendida, esperando que él completara el pensamiento. Sin embargo, en lugar de hacerlo, Cael alzó ligeramente el mentón, su expresión endureciéndose nuevamente. Con un simple movimiento de la cabeza, indicó que se acercara. Aunque no dijo una palabra, su mirada era su
Axara salió de la oficina con una mezcla de frustración y confusión acumulándose en su pecho. Mientras caminaba hacia el área común, se dio cuenta de que algunos empleados ya se encargaban de colocar un escritorio y una computadora para ella. Sin embargo, en su mente rondaba una pregunta importante: ¿Cómo se supone que trabaje si no tengo la información básica para hacerlo? Cael no le había proporcionado ninguna orientación clara, y ni hablar de Carmen, cuya actitud era más fría que útil. Mientras avanzaba, notó la mirada escrutadora de la secretaria principal. Carmen la observaba con una mezcla de curiosidad y juicio, como si ya hubiera decidido que Axara no duraría mucho en el puesto. Finalmente, al acercarse, Axara reunió el valor suficiente para hablar. -¿Qué necesitas? -preguntó Carmen, alzando apenas la vista de su monitor. Axara tragó un poco de orgullo antes de responder. -Una agenda con los teléfonos importantes para el señor Van Der Wijk -pidió, esforzándose por mantene
Axara se sentó con la agenda de Carmen abierta sobre sus piernas, recorriendo con los ojos las páginas repletas de información minuciosa recopilada a lo largo de los años. Entre esas notas, descubrió nombres de restaurantes y hospedajes de lujo, todos cuidadosamente destacados con marcador amarillo, probablemente los favoritos del señor Van Der Wijk. Tras tomar aire, eligió uno que le parecía apropiado para la ocasión y marcó el número con decisión. El tono del teléfono resonó en su oído por unos segundos antes de que una voz masculina, cálida y profesional, la interrumpiera. -Recepción del Hotel Faraón, ¿en qué puedo ayudarle? Axara frunció el ceño, apartando ligeramente el teléfono para comprobar el número. Pensó que tal vez se había equivocado. -Lo siento, estaba llamando a un restaurante, pero creo que marqué mal -respondió con una leve disculpa en su tono. -No, señorita, está en el lugar correcto. Este es el Hotel Faraón, pero contamos con un restaurante. Dígame, ¿qué necesi