El eco de sus pensamientos resonaba en la mente de Axara mientras miraba la enorme puerta frente a ella, esperando que alguien saliera de la oficina del señor Cael Van Der Wijk de una vez por todas. Su respiración era lenta, aunque su interior estaba en un torbellino de emociones. Observó los detalles a su alrededor: el mármol pulido del suelo, los escritorios perfectamente ordenados de las secretarias, los cuadros minimalistas en las paredes que parecían diseñados exclusivamente para irradiar autoridad y frialdad. No podía evitar pensar en lo difícil que sería trabajar en ese lugar. No había margen de error; todo parecía diseñado para imponer disciplina y perfección. Por un instante, deseó poder regresar al pasado, a la entrevista, y rechazar el puesto sin dudarlo. Pero ya estaba ahí, atrapada en esa jaula de cristal y lujo. Intentando romper la tensión incómoda, Axara se giró hacia la secretaria principal, una mujer que parecía tan imperturbable como una estatua. -¿Hace mucho que
El silencio se apoderó de la oficina por un instante, solo interrumpido por el suave zumbido del aire acondicionado. Cael se apoyó ligeramente en el borde de su escritorio, cruzando los brazos sobre su pecho mientras su mirada se fijaba en un punto indeterminado más allá de los ventanales. Parecía debatirse internamente antes de hablar, como si sus palabras cargaran un peso mayor de lo que Axara podía comprender en ese momento. -Esta noche tengo una cena familiar -dijo al fin, con un tono neutro, aunque la leve rigidez en su mandíbula traicionaba su intento de indiferencia. Hizo una pausa, como si dudara en continuar-. Es el cumpleaños de... Pero se quedó en silencio, cortando la frase abruptamente. Axara parpadeó, sorprendida, esperando que él completara el pensamiento. Sin embargo, en lugar de hacerlo, Cael alzó ligeramente el mentón, su expresión endureciéndose nuevamente. Con un simple movimiento de la cabeza, indicó que se acercara. Aunque no dijo una palabra, su mirada era su
Axara salió de la oficina con una mezcla de frustración y confusión acumulándose en su pecho. Mientras caminaba hacia el área común, se dio cuenta de que algunos empleados ya se encargaban de colocar un escritorio y una computadora para ella. Sin embargo, en su mente rondaba una pregunta importante: ¿Cómo se supone que trabaje si no tengo la información básica para hacerlo? Cael no le había proporcionado ninguna orientación clara, y ni hablar de Carmen, cuya actitud era más fría que útil. Mientras avanzaba, notó la mirada escrutadora de la secretaria principal. Carmen la observaba con una mezcla de curiosidad y juicio, como si ya hubiera decidido que Axara no duraría mucho en el puesto. Finalmente, al acercarse, Axara reunió el valor suficiente para hablar. -¿Qué necesitas? -preguntó Carmen, alzando apenas la vista de su monitor. Axara tragó un poco de orgullo antes de responder. -Una agenda con los teléfonos importantes para el señor Van Der Wijk -pidió, esforzándose por mantene
Axara se sentó con la agenda de Carmen abierta sobre sus piernas, recorriendo con los ojos las páginas repletas de información minuciosa recopilada a lo largo de los años. Entre esas notas, descubrió nombres de restaurantes y hospedajes de lujo, todos cuidadosamente destacados con marcador amarillo, probablemente los favoritos del señor Van Der Wijk. Tras tomar aire, eligió uno que le parecía apropiado para la ocasión y marcó el número con decisión. El tono del teléfono resonó en su oído por unos segundos antes de que una voz masculina, cálida y profesional, la interrumpiera. -Recepción del Hotel Faraón, ¿en qué puedo ayudarle? Axara frunció el ceño, apartando ligeramente el teléfono para comprobar el número. Pensó que tal vez se había equivocado. -Lo siento, estaba llamando a un restaurante, pero creo que marqué mal -respondió con una leve disculpa en su tono. -No, señorita, está en el lugar correcto. Este es el Hotel Faraón, pero contamos con un restaurante. Dígame, ¿qué necesi
Axara tragó saliva, recomponiéndose rápidamente.-Estaba planificando la fiesta de cumpleaños de su hijo -respondió mientras avanzaba hacia su escritorio y se dejaba caer en la silla giratoria con cuidado, aunque su nerviosismo no pasó desapercibido.La reacción de Cael fue inmediata. Giró en su asiento y la miró con una mezcla de incredulidad y molestia.-¿Quién te dijo que es mi hijo? -espetó, su tono frío, casi mordaz.La dureza de sus palabras la tomó desprevenida. Parpadeó varias veces antes de responder, sintiendo cómo su confianza tambaleaba.-Su esposa me lo dijo -admitió en voz baja, sintiendo que tal vez había cometido un error al creerle.La furia cruzó el rostro de Cael en un instante, y golpeó la mesa con el puño, haciendo que Axara diera un pequeño brinco en su asiento.-Está claro que esa maldita arpía no sabe mantener la boca cerrada -gruñó entre dientes, su mandíbula tensa mientras se ponía de pie de manera abrupta.Axara, aunque intimidada, intentó mantener la compos
Axara frunció el ceño, aún más intrigada por la respuesta vaga pero significativa. Damon volvió a centrar toda su atención en el camino, dejando en claro que no añadiría nada más. El ambiente en el coche quedó impregnado de tensión y misterio. Mientras las calles se sucedían a través de la ventana, Axara no podía evitar preguntarse qué encontraría al llegar. ¿Qué clase de niño era Gael? ¿Y qué tan complicada sería la vida de Cael para mantener a su hijo en un lugar tan especial y reservado? Las piezas del rompecabezas se acumulaban, pero ninguna encajaba todavía. Sin embargo, algo le decía que este trabajo sería mucho más que simples reservas de restaurantes o agendas llenas de contactos importantes. Axara limpió el sudor de sus manos sobre la falda, un gesto que delataba su creciente ansiedad. Las palmas le temblaban de forma incontrolable y un dolor punzante en el estómago comenzaba a reclamar su atención. No podía negar la presión que sentía al encontrarse en esa situación; ¿en
Finalmente, tras unos minutos de tensa espera, la puerta del restaurante se abrió, y la figura de Axara apareció acompañada de Gael. El niño, tomado de la mano de Axara, saltaba de un lado a otro con una sonrisa que iluminaba toda la sala. Su entusiasmo era contagioso, y en cuanto los niños invitados lo vieron, corrieron hacia él con gritos de alegría. Axara, con una expresión de alivio y cansancio mezclados, soltó suavemente la mano del pequeño, dejándolo libre para recibir los abrazos y felicitaciones de sus amigos. Mientras los niños rodeaban a Gael, Axara levantó la mirada y buscó al señor Van Der Wijk. Lo encontró de pie junto a Laura, quien mantenía una expresión de fastidio. Decidida, caminó hacia ellos, manteniendo la cabeza en alto a pesar de las punzadas de nerviosismo que sentía en el pecho. -Espero que esto haya sido lo que pidió -dijo Axara al llegar, con un tono firme pero respetuoso, sin querer mostrar inseguridad frente a él. Cael la miró con su habitual falta de ca
Axara llegó a su departamento arrastrando los pies, como si el peso del día aún estuviera sobre sus hombros. Apenas cruzó el umbral, se quitó los zapatos con un movimiento torpe y dejó que quedaran tirados cerca de la entrada. Cerró la puerta con el pie derecho, soltando un suspiro que resonó en el pequeño espacio. Caminó hacia el sofá y se dejó caer como si su cuerpo ya no pudiera sostenerla.-Dios, esto ha sido un martirio... -murmuró para sí misma, cubriéndose el rostro con las manos mientras emitía un suspiro largo y profundo.El cansancio la consumía. Sus pies latían de dolor, sus piernas parecían de plomo, y su cabeza daba vueltas. Nunca había vivido un día tan largo ni emocionalmente tan complicado. Pensó en las personas que rodeaban al señor Van Der Wijk. Todos parecían fríos, calculadores y vacíos. Personas que ocultaban sus emociones tras fachadas impecables, excepto Gael, ese pequeño angelito que irradiaba luz en medio de tanta oscuridad.-Ese niño no tiene la culpa de la f