Axara Milano respiró hondo mientras observaba a las demás chicas en la sala de espera. Había llegado temprano esa mañana, y aunque intentaba proyectar una imagen tranquila, la tensión en el ambiente era palpable. Frente a ella, un grupo de jóvenes esperaban su turno para ser entrevistadas. Algunas jugaban nerviosamente con los papeles de sus carpetas, otras tamborileaban los dedos sobre las rodillas, y una que otra lanzaba miradas de superioridad como si estuviera segura de que ya había ganado el puesto.
Axara bajó la mirada hacia la carpeta que descansaba sobre sus muslos. En su interior, los documentos que había falsificado con tanta precisión parecían pesar más que de costumbre. Si descubren la mentira, será mi ruina, pensó, aunque no se permitió que el miedo la paralizara. Necesitaba ese trabajo. Era su única oportunidad de salir adelante. El sonido de la puerta abriéndose llamó su atención. Una joven de cabello castaño salió de la oficina. Su rostro estaba pálido, y sus ojos brillaban con lágrimas que luchaban por no caer. Caminó rápido, casi corriendo, y salió de la sala sin decir una palabra. -Es la tercera que sale llorando -comentó una joven sentada junto a Axara. Tenía cabello negro y recogido en una coleta alta, y sus ojos reflejaban una mezcla de curiosidad y temor. Miró a Axara buscando alguna respuesta, pero ella solo se encogió de hombros. -¿Por qué crees que salen así? -insistió la chica, esta vez dirigiéndose al grupo. Una rubia al otro lado de Axara soltó una carcajada ligera. Su maquillaje era perfecto, y su atuendo parecía hecho a medida para resaltar su figura. Cruzó las piernas con confianza antes de responder. -Seguro es porque se quedaron paralizadas al ver la belleza del señor Cael. Dicen que es irresistible -comentó con una sonrisa que rozaba lo soñador, como si en su mente ya lo hubiera conquistado. Axara la miró de reojo, su expresión impasible. No podía negar que había oído los rumores sobre el dueño de la empresa, Cael Van Der Wijk. Un magnate joven y atractivo, pero también conocido por su carácter despiadado. Era famoso por no tolerar errores y exigir perfección en cada aspecto de su vida personal y profesional. -¿Belleza? -repitió Axara en voz baja mientras rodeaba los ojos-. Prefiero no juzgar hasta verlo en persona. El murmullo en la sala de espera fue interrumpido cuando la puerta se abrió nuevamente. Esta vez, una mujer de mediana edad, con un traje gris impecable y el cabello recogido en un moño perfecto, salió con una carpeta en las manos. Escaneó la sala con la mirada antes de hablar. -Axara Milano. Axara sintió cómo el aire abandonaba sus pulmones por un breve instante, pero rápidamente se levantó. Sujetó su carpeta con firmeza, ajustó la chaqueta de su atuendo y se dirigió hacia la mujer. -Sí, soy yo. La mujer asintió, con un gesto tan frío como profesional, y le indicó que la siguiera. Axara caminó con paso firme, intentando ocultar los nervios que crecían con cada paso hacia la puerta de la oficina. Cuando la puerta se cerró detrás de ella, se encontró en una sala decorada con un lujo minimalista. Había una gran mesa de madera oscura al fondo, donde un hombre estaba sentado revisando unos papeles. A su lado, otros dos ejecutivos observaban atentos, como si estuvieran listos para juzgar cada palabra que saliera de su boca. Pero fue el hombre detrás del escritorio quien captó toda su atención. Cael Van Der Wijk. Era incluso más imponente de lo que había imaginado. Su cabello oscuro estaba perfectamente peinado hacia atrás, resaltando los ángulos afilados de su rostro. Vestía un traje negro impecable que parecía haber sido confeccionado directamente sobre su piel. Sus ojos, de un gris frío, se alzaron lentamente hacia ella, como si evaluaran cada detalle de su ser en cuestión de segundos. -Axara Milano, ¿verdad? -preguntó con voz grave, una voz que parecía no dejar espacio para la insubordinación. Axara asintió, apretando los dedos alrededor de su carpeta. -Sí, señor Van Der Wijk. Uno de los hombres a su lado tomó la palabra mientras Cael continuaba observándola en silencio. -Cuéntenos sobre usted, señorita Milano. Según su currículo, tiene una experiencia impresionante en diseño gráfico y una carrera destacada en arte.Axara tragó saliva. Había ensayado su respuesta cientos de veces frente al espejo, pero en ese momento, su mente parecía haberse quedado en blanco. Finalmente, encontró las palabras. -Sí, señor. Me gradué con honores en diseño gráfico en la Universidad de Florencia y he trabajado con varias empresas de renombre en proyectos de branding y diseño de interiores. Mi objetivo siempre ha sido combinar la funcionalidad con la estética para crear soluciones innovadoras. Cael arqueó una ceja, pero no dijo nada. Simplemente continuó mirándola como si pudiera leer cada uno de sus pensamientos. -¿Por qué está interesada en trabajar aquí? -preguntó el otro hombre, quien parecía menos intimidante, pero no por ello menos profesional. Axara sostuvo la mirada de Cael antes de responder. -Porque considero que esta empresa representa el estándar más alto en la industria. Quiero ser parte de un equipo que valore la innovación y la excelencia, y estoy dispuesta a aportar mi experiencia para seguir el
Se dejó caer en la silla junto a la mesa, mirando el teléfono como si este pudiera darle una explicación lógica. -¿Cómo se supone que voy a sobrevivir a esto? -preguntó al aire, frustrada. Asistente personal del jefe más temido de Europa. Excelente, Axara. Esto va a salir muy bien, pensó con sarcasmo. Respiró profundamente y trató de calmarse. Quizás no era tan malo. Sí, tendría que lidiar directamente con Cael Van Der Wijk, pero eso también significaba que podría aprender mucho, ¿no? Además, el sueldo seguramente sería más alto que el de cualquier otro puesto. "Solo tengo que mantener la mentira hasta reunir suficiente dinero", se dijo, intentando convencerse a sí misma. Se puso de pie y retomó la tarea de guardar lo que quedaba de las compras. Mientras colocaba la última caja de leche en el estante del refrigerador, su mente comenzó a divagar. Recordó la intensidad de la mirada de Cael durante la entrevista, cómo parecía escanear cada rincón de su alma con esos ojos grises y frí
Es solo un trabajo, se repetía una y otra vez. Un trabajo que necesito más que nada en este momento. Mientras esperaba el autobús, sacó su celular y revisó el mensaje nuevamente, como si necesitara confirmación de que todo era real: "Usted ha sido elegida como asistente personal del señor Cael Van Der Wijk." -Bueno, Axara, prepárate para el día más largo de tu vida -murmuró para sí misma mientras el autobús llegaba y subía a bordo. El autobús avanzaba con lentitud a través del tráfico matutino, y Axara se mantenía inmóvil en su asiento, mirando por la ventana. Su mente divagaba mientras repetía para sí misma frases improvisadas, tratando de anticipar cualquier pregunta que Cael pudiera hacerle en su primer día como su asistente personal. "Buenos días, señor Van Der Wijk. Estoy aquí para ayudarlo con lo que necesite", murmuraba en su mente, tratando de sonar profesional. Pero no importaba cuántas veces lo intentara; las palabras siempre parecían torpes. Respiró hondo, intentando c
Axara se quedó unos segundos mirando la fachada del edificio desde la acera. Era más impresionante en persona que en las fotos que había visto. El cristal relucía bajo la luz del sol, y el logotipo de Style Van Company parecía dominar el paisaje. Respiró profundamente, ajustó su blazer y murmuró para sí misma: -Esto es solo el comienzo. Puedes hacerlo. Con pasos decididos, aunque con el corazón latiendo a toda velocidad, cruzó las puertas de cristal y entró al edificio, lista para enfrentar lo que fuera que el destino le tuviera preparado ese día. Axara cruzó el imponente umbral de la entrada y se encontró de inmediato con un escenario que la dejó sin aliento. Aquello no parecía una empresa; era un espectáculo de opulencia y lujo. Las paredes revestidas de mármol pulido reflejaban los rayos de luz que atravesaban los ventanales, mientras que delicados adornos de cristal colgaban del techo, brillando como diamantes. El mobiliario, con líneas elegantes y materiales de primera calidad
La oficina del señor Cael Van Der Wijk era impresionante, incluso intimidante. Axara sintió cómo su mirada se perdía en cada rincón. Las paredes estaban revestidas con madera oscura, impecablemente pulida, y las líneas modernas del mobiliario contrastaban con la calidez de los detalles en cuero y acero. El escritorio, de un diseño minimalista pero majestuoso, estaba colocado frente a unos ventanales de cristal que ofrecían una vista panorámica de la ciudad. Detrás de él, estantes repletos de carpetas y documentos formaban una especie de pared de conocimiento, mientras que en la esquina derecha un mini bar relucía con botellas de cristal perfectamente organizadas. Su departamento, pensó Axara, bien podría caber entero en una esquina de esa oficina. O quizás solo ocuparía el espacio que parecía estar destinado al bar. Respiró hondo, tratando de calmar los nervios que parecían intensificarse con cada segundo que pasaba dentro de esa habitación. -Buenos días, señor Van Der Wijk -dijo co
El eco de sus pensamientos resonaba en la mente de Axara mientras miraba la enorme puerta frente a ella, esperando que alguien saliera de la oficina del señor Cael Van Der Wijk de una vez por todas. Su respiración era lenta, aunque su interior estaba en un torbellino de emociones. Observó los detalles a su alrededor: el mármol pulido del suelo, los escritorios perfectamente ordenados de las secretarias, los cuadros minimalistas en las paredes que parecían diseñados exclusivamente para irradiar autoridad y frialdad. No podía evitar pensar en lo difícil que sería trabajar en ese lugar. No había margen de error; todo parecía diseñado para imponer disciplina y perfección. Por un instante, deseó poder regresar al pasado, a la entrevista, y rechazar el puesto sin dudarlo. Pero ya estaba ahí, atrapada en esa jaula de cristal y lujo. Intentando romper la tensión incómoda, Axara se giró hacia la secretaria principal, una mujer que parecía tan imperturbable como una estatua. -¿Hace mucho que
El silencio se apoderó de la oficina por un instante, solo interrumpido por el suave zumbido del aire acondicionado. Cael se apoyó ligeramente en el borde de su escritorio, cruzando los brazos sobre su pecho mientras su mirada se fijaba en un punto indeterminado más allá de los ventanales. Parecía debatirse internamente antes de hablar, como si sus palabras cargaran un peso mayor de lo que Axara podía comprender en ese momento. -Esta noche tengo una cena familiar -dijo al fin, con un tono neutro, aunque la leve rigidez en su mandíbula traicionaba su intento de indiferencia. Hizo una pausa, como si dudara en continuar-. Es el cumpleaños de... Pero se quedó en silencio, cortando la frase abruptamente. Axara parpadeó, sorprendida, esperando que él completara el pensamiento. Sin embargo, en lugar de hacerlo, Cael alzó ligeramente el mentón, su expresión endureciéndose nuevamente. Con un simple movimiento de la cabeza, indicó que se acercara. Aunque no dijo una palabra, su mirada era su
Axara salió de la oficina con una mezcla de frustración y confusión acumulándose en su pecho. Mientras caminaba hacia el área común, se dio cuenta de que algunos empleados ya se encargaban de colocar un escritorio y una computadora para ella. Sin embargo, en su mente rondaba una pregunta importante: ¿Cómo se supone que trabaje si no tengo la información básica para hacerlo? Cael no le había proporcionado ninguna orientación clara, y ni hablar de Carmen, cuya actitud era más fría que útil. Mientras avanzaba, notó la mirada escrutadora de la secretaria principal. Carmen la observaba con una mezcla de curiosidad y juicio, como si ya hubiera decidido que Axara no duraría mucho en el puesto. Finalmente, al acercarse, Axara reunió el valor suficiente para hablar. -¿Qué necesitas? -preguntó Carmen, alzando apenas la vista de su monitor. Axara tragó un poco de orgullo antes de responder. -Una agenda con los teléfonos importantes para el señor Van Der Wijk -pidió, esforzándose por mantene