Lorey es una hermosa y brillante mujer de 32 años y quien creyó casarse con el amor de su vida. Sin embargo, aquel matrimonio solo se convirtió en su cárcel de discusiones, reclamos y decepciones por parte de su esposo. Cuando Lorey decide divorciarse y pasar una temporada en Italia, nunca imaginó que, recién, podría llegar a encontrar su verdadero amor, Vicenzo. Vicenzo (quien realmente se llamaba Leo) vive su propio tormento en su casa después de haber contraído matrimonio, hace 19 años, con Norka, una mujer que aceptó casarse con él por interés, pero quien mantiene una relación clandestina con uno de los mejores amigos de su esposo. ¿Cómo podría cruzarse las vidas de dos personas atormentadas como Lorey y Leo (por quienes consideraron al amor de sus vidas) en el momento exacto y en el lugar preciso? Descúbrelo en… Una semana para el amor...
Leer más***************LOREY****************—Lorey, mi amor, tranquila —me pide Leonardo, pero yo no podía hacer eso.—Leonardo, estoy muy nerviosa, ¿por qué aún no me dejan verla? —cuestiono muy preocupada; y él me abraza.Habían pasado seis meses desde que nos casamos y tenía que reconocer que habían sido los mejores seis meses de mi vida. Yo... tenía una familia, una hermosa familia. Sí, Luciano, Franco y Fabrizio no eran mis hijos biológicos, pero durante el año y medio que habíamos compartido hogar, yo los amaba como tal.—Fabrizio, recuérdame que debemos comprarle sus utensilios para...—Lorey, Lorey, tranquila, mi amor. Sí, lo apunté, pero recuerda que con la niña no podremos hacer eso —señala; y yo quiero empezar a llorar.—Nuestra hija, Leo —musito con el corazón lleno de felicidad.—Sí, Lorey, nuestra hija.—Nuestra primera hija, Leonardo. Me pregunto si sus hermanos la celarán mucho —articulo; y Leo sonríe.—Imagino que sí y... no solo ellos. Yo tampoco me quedaré atrás —bromea; y
***************LEO****************Había pasado una semana desde que descubrí lo de mis hijos y... seguía sin poder creerlo. Tuve que repetir las pruebas al tomar muestras de saliva de mis hijos y arrojaron el mismo resultado. Solo Fabrizio era mi hijo, según la prueba de ADN, ya que si se trataba de amor, MI AMOR, LOS TRES LO ERAN.—¿Listo? —me pregunta la hermosa mujer que me había dado una oportunidad única en mi vida.Lorey me había perdonado y había creído en mi palabra. Aquello era algo que... jamás me imaginé, pero... era Lorey..., la mujer más maravillosa que he conocido en mi vida, mi verdadero amor.—Estoy segura de que te irá bien, mi amor...—Lorey..., te amo—Y yo a ti, Leonardo —me da un beso—. Ahora, vamos, yo también te acompañaré.—No es necesario que lo hagas.—Leo, siempre estaré contigo. Max y yo estaremos esperando mientras tú llegas a un acuerdo con Norka.—¿Crees que acepte? —pregunto nervios; y ella me da un beso.—No saldremos de esa casa hasta que acepte —con
*******************************************************LOREY****************—Lorey...—Perdón, ¿sí?—Lorey, ya anunciaron nuestro vuelo —informa mi amiga—, debemos entrar ya para empezar el abordo.—Ah... sí, sí —respondo como por automático, ya que no tenía más cabeza que... para seguir pensando en él.«Leo», repaso su nombre en silencio y, de pronto, siento unas lágrimas rodar por mis mejillas, debido a que los recuerdos, NUESTROS RECUERDOS, habían empezado a invadirme.—Lorey... —miro a Chiara.—¿Qué pasa? —pregunto como perdida.—Tú..., ¿estás segura de esto? —me pregunta triste al mirarme fijamente.Ante ello, no hago más que ponerme a llorar y negar con la cabeza.—No... —respondo entre sollozos; y mi amiga me abraza—. No quiero irme, Chiara...—Lorey..., shhh... tranquila —me consuela.—El Leo que estuvo conmigo estos tres meses... era transparente, Chiara...—Lorey...—Estoy huyendo, Chaira. Cada vez que algo me pasa... no puedo huir... y... mucho menos si se trata de Leo —m
***************LOREY****************—Lorey —escucho la voz de Chiara y yo me doy media vuelta.Cuando la veo directamente, no hago más que correr a sus brazos y llorar, llorar mucho.—Lorey...—Me engañó, Chiara —menciono entre sollozos—. Está casado..., está casado..., Leo está casado.—Lorey, no por favor —siento a mi amiga llorar también—. Todo debe tener una explicación; estoy segura.—No, Chiara. Él dijo que estaba divorciado. ¿Por qué la mujer me mentiría? ¿Por qué su hijo no diría nada al respecto? Ella lo besó y él no hizo nada.—Lorey..., tranquila por favor —me pide al llevarme a mi cama y abrazarme muy fuerte contra su pecho.—Me duele mucho, Chiara. Leo no me pudo haber mentido de esa manera.—Lorey..., no sé qué podría decirte.—¿En serio crees que haya explicación? —le pregunto al mirarla directamente, pero ella no dice nada—. ¿Te das cuenta? ¡YO CREÍ QUE ESTABA DIVORCIADO! ¡ME ENGAÑÓ! ¡TODO ESTE TIEMPO NO FUI MÁS QUE SU AMANTE! ¡SU AMANTE, CHIARA! ¡SU AMANTE! —exploto
***************************************************LEO****************—Suban al auto, amores...—Papá, ¿en serio es necesario ir? —pregunta Franco; y yo exhalo con pesadez.—Tampoco me gustaría ir, pero... serán los últimos dos cócteles a los que se les obligará ir.—Bueno —susurra rendido para después entrar a la camioneta.—¿Ya está todo listo? —escucho a Norka; y yo me giro para observarla serio—-. ¿Qué tal me veo?—Sube, ya es tarde —contesto al rodear el auto hasta llegar a la puerta del asiento de conductor y entrar.Lo que más quería ahora es que todo este circo se acabase. Cumpliría las condiciones que Norka me pediría y luego, nos divorciaríamos; y yo apelaría a la custodia completa de Fabrizio. En cuanto a Franco, le preguntaría qué era lo que desearía y yo lo respetaría. Y bueno, Luciano, al ser ya mayor de edad, podría elegir independientemente y, al igual que Franco, respetaría su decisión. Aunque tenía que ser muy sincero. Me gustaría que ellos también viviesen conmigo
*******************************************************LOREY****************Escucharlo gruñir y gemir, producto de la excitación, era mi gloria. No había mejor paraíso que este, lo amaba..., lo amaba mucho.—Ah... ah ah ah —gimo libremente con cada una de sus firmes y fuertes estocadas.—AGHHH —gruñe al seguir penetrando en mí sin contemplación alguna.—Leo... —susurro en medio de un gemido; y él sonríe.—Lo... AH Lo rey —me mira con los ojos cargados de lujuria y deseo, así como... de amor.—Leo... te... te... amo AAAHHHH —tiro mi cabeza hacia atrás; y lo siento atacar mi cuello mientras su miembro invade mi interior a como le place—. LEO —gimo su nombre.—LO... LORE, LOREY.. LOREY —gime él; y yo sonrío al tiempo en que mi mente se queda en blanco y mi cuerpo empeiza a temblar sin si quiera frenarlo.—AAAAAH AH AHA AH AH AAAAAHHH —disfruto del maravilloso y fuerte orgasmo que me regalaba él, el verdadero amor de mi vida.—AAAAAAGGGG —gruñe al tiempo en que coloca su frente sobre la
***************LOREY****************Estamos en la cama, completamente desnudos, yo descansando sobre su pecho, cubiertos solo por una ligera sábana y escuchando música.—She may be the face I can't forget —empeiza a cantar Leo la canción de Elvis Costello; y yo sonrío—. May be my treasure or the price I have to pay —continúa; y yo solo me limito a jugar con mis dedos sobre su pecho mientras lo observo con amor—. ¿Qué pasa? —pregunta de pronto al mirarme; y yo sonrío.—Me gusta que cantes...—¿Ah sí? —responde al acorralarme con su cuerpo sobre el colchón, lo cual me hace sonreír muy ampliamente.—Sí —contesto en medio de un leve y suave suspiro.—Canto feo... —murmura al empezar a jugar con la punta de su nariz sobre mi rostro, provocándome así cosquillas.—Para mí, lo haces hermoso...—Lo dices porque estás enamorada de mí.—Enamorada de ti o no, no me importa —señalo al tomar sus mejillas y hacer que me mirara.—Eres hermosa, Lorey... —susurra al mirarme fijamente y después, darme
*******************************************************LOREY****************—Leonardo —gima al cerrar mis ojos y empezando a dejarme llevar por las deliciosas sensaciones que me regalaba su tacto en aquella zona tan sensible de mi cuerpo—. Leo...—¿Sí, señorita Honney? —articula muy ronco mientras deposita besos por las comisuras de mis labios.—Por dios, Leonardo —jadeo.—Tranquila, señorita Honney...—Leo... ¡oh por dios, Leo! —exclamo con la voz entrecortada cuando siento a Leo empezar a trabajar con el primer juguete: el consolador—. Leonardo —articulo su nombre al tomar sus cabellos y cerrar mis ojos.—Lorey... —susurra muy ronco.—¡Leo! —gimo cuando siento que introduce el juguete en mi interior.—¿Te gusta?—Por dios, Leo —sonrío.—¿Le gusta, señorita Honney?—Ah, Leo...—¿Te gusta, Lorey? —cuestiona mucho más ronco, mientras empieza a jugar más con el juguete.—Leo...—¿Quiere sentir algo más, señorita Honney?—Leo... —aprieto más mis ojos— por favor...—¿Eso es un sí, señor
*******************************************************LOREY****************—Bueno —susurra mientras me limpia las lágrimas; y yo sonrío algo apenada.—Perdón. Pensarás que soy una niña.—A mí me encanta cómo eres.—Soy una niña llorona.—Pues me encanta la niña llorona de treinta y dos años que tengo conmigo.—Leo... —pronuncio su nombre, muy divertida—. Gracias por lo de treinta y dos.—Eres muy joven y hermosa, Lorey.—¿Te parece? ¿Te gusta cómo soy?—Me encanta cómo eres y estoy seguro de que me seguirás encantando conforme pase los años.—Me saldrán arrugas.—Pues yo quiero estar presente cuando en tu rostro empiecen a aparecerte tus primeras arrugas, aunque, para ser honesto, a mí me saldrán más...—Pero tú te verás mucho más guapo.—Y tú mucho más hermosa.—Mientes.—No, no lo hago.—Te amo, Leo...—Y yo a ti, Lorey —suspira, me mira y me besa fugazmente—. Bueno... —alarga seductor otra vez, al tiempo en que vuelve a estirar su mano para tomar la bolsa nuevamente.—¿Ansioso,