***************LEO****************Había pasado una semana desde que descubrí lo de mis hijos y... seguía sin poder creerlo. Tuve que repetir las pruebas al tomar muestras de saliva de mis hijos y arrojaron el mismo resultado. Solo Fabrizio era mi hijo, según la prueba de ADN, ya que si se trataba de amor, MI AMOR, LOS TRES LO ERAN.—¿Listo? —me pregunta la hermosa mujer que me había dado una oportunidad única en mi vida.Lorey me había perdonado y había creído en mi palabra. Aquello era algo que... jamás me imaginé, pero... era Lorey..., la mujer más maravillosa que he conocido en mi vida, mi verdadero amor.—Estoy segura de que te irá bien, mi amor...—Lorey..., te amo—Y yo a ti, Leonardo —me da un beso—. Ahora, vamos, yo también te acompañaré.—No es necesario que lo hagas.—Leo, siempre estaré contigo. Max y yo estaremos esperando mientras tú llegas a un acuerdo con Norka.—¿Crees que acepte? —pregunto nervios; y ella me da un beso.—No saldremos de esa casa hasta que acepte —con
***************LOREY****************—Lorey, mi amor, tranquila —me pide Leonardo, pero yo no podía hacer eso.—Leonardo, estoy muy nerviosa, ¿por qué aún no me dejan verla? —cuestiono muy preocupada; y él me abraza.Habían pasado seis meses desde que nos casamos y tenía que reconocer que habían sido los mejores seis meses de mi vida. Yo... tenía una familia, una hermosa familia. Sí, Luciano, Franco y Fabrizio no eran mis hijos biológicos, pero durante el año y medio que habíamos compartido hogar, yo los amaba como tal.—Fabrizio, recuérdame que debemos comprarle sus utensilios para...—Lorey, Lorey, tranquila, mi amor. Sí, lo apunté, pero recuerda que con la niña no podremos hacer eso —señala; y yo quiero empezar a llorar.—Nuestra hija, Leo —musito con el corazón lleno de felicidad.—Sí, Lorey, nuestra hija.—Nuestra primera hija, Leonardo. Me pregunto si sus hermanos la celarán mucho —articulo; y Leo sonríe.—Imagino que sí y... no solo ellos. Yo tampoco me quedaré atrás —bromea; y
* * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * Lorey * * * * * * * * * Me paro frente a mi espejo y termino de colocarme el par de pendientes que había elegido para esta ocasión especial. —Tres años —susurro frente a mi espejo mientras me sonrío. Hoy cumplía tres años de matrimonio con Jake. Tres años que, si bien no han sido de ensueño, los hemos sabido sobrellevar. —¡Dios! —exclamo en un susurro al llevar ambas manos a mi cuello— La cadena; me falta la cadena —digo al darme cuenta de que aún no me la había puesto; así que me dirijo a mi armario y saco la caja que tenía el regalo que Jake me había dado durante nuestra luna de miel. —Aquí estás —le hablo a la joya al sacarla de su empaque y, de manera inmediata, regreso al espejo para ponérmela como debería—. Veamos… —susurro al tiempo en que me la voy colocando—. ¿Cómo era esto? —me pregunto al tener dificultades para ponerle su seguro— Creo que…. —alargo— ¡ou! ¡sí! —exclamo sonriente—. Así era —menciono cuando h
* * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * Lorey * * * * * * * * * * No sé cuánto tiempo había pasado desde que me senté a esperarlo en el sofá, pero, en este momento, lo único que sabía era que me había quedado dormida en una mala posición sobre este y aquello se reflejaba en el moderado dolor de cuello que sentía en este preciso instante. —Ah… —me quejo al llevar una mano hasta mi nuca— Dios —siseo—, pero qué hora será —agrego adormilada mientras procedo a tallarme los ojos con mis manos para después observar mi reloj de pulsera. Cuando hago ello, me quedo totalmente absorta ante la hora que este marcaba. —¿Qué? —articulo sorprendida al levantarme rápidamente del sofá—. Esto no puede ser cierto —pronuncio al caminar hacia mis ventanas—. Esto no… ¡Ah! —me quejo al abrir mis cortinas y, por instinto, con uno de mis brazos, me cubro los ojos para evitar que la luz me siga dañando las vistas. —¡Carajo! —exclamo no muy fuerte al alejarme de la luz por compl
* * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * ** * * * * * * * * * * Leo * * * * * * * * * * *—Tu sei un ometto molto intelligente —le digo a mi pequeño hijo de 7 años (el último de los tres que tenía) al terminar de colocarle su pequeña corbata de moño.—Io voglio essere come te, papà —responde de inmediato y, aquello, me hace dirigir mi mirada hacia él al tiempo en que coloco mis manos sobre sus pequeños hombros.—Tú serás mejor que yo, Fabrizio —le digo con firmeza al mirarlo fijamente—. Mucho mejor —enfatizo sin titubear—. Y quien diga lo contrario —hablo mientras sigo centrado en sus pupilas negras—, no sabe de lo que está hablando —completo—. È un scemo —especifico divertido; y mi hijo sonríe (lo cual me parece curioso).—Ti amo, papà —expresa de repente.—Io ti amo di più, Fabrizio —le contesto; y él se queda observándome unos segundos hasta que, de manera sorpresiva, se acerca a abrazarme.Ante el gesto de mi hijo, solo me limito a recibirlo en mis brazos y estrecharlo fue
* * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * ** * * * * * * * * * * Leo * * * * * * * * * * *—Suban al auto, bambinos —le indico a mis hijos.—Papá, por favor, ya deja de tratarme como a un niño —me reclama Luciano, pero yo solo me limito a sonreírle.—Para mí siempre serás mi bambino, Luciano —le digo al acercarme a la puerta del copiloto para poder abrirla para mi esposa—. Por favor, amor...—Grazie —responde ella con poco humor para después abrir su cartera, sacar un espejo y, así, poder revisar su maquillaje.Ante ello, yo cierro la puerta y solo atino a caminar hasta el asiento del conductor para tomar mi lugar.—¿Listos? —interrogo al ver a mis hijos por el espejo retrovisor—. ¿Luciano?—Sí, papá —responde como aburrido; y eso me hace sonreír—; solo avanza —me pide.—¿Franco? —indago al mirar a mi hijo de 15 años (quien estaba concentrado en su consola portátil de videojuegos)— ¿Franco? —repito una vez más; y levanta su mirada hacia mí.—¿Qué? ¿Qué pasa? —Lo voy a tomar co
* * * * * * * * * * * Leo * * * * * * * * * * *—Por favor, Norka, no empecemos ahora —le pido al beber un poco más de mi copa de champaña.—Me dejaste en ridículo frente a los periodistas, Leonardo —señala furiosa nuevamente; sin embargo, tenía la habilidad para no demostrarlo. Aunque, para mí, que ya llevábamos dieciocho años de casados, era demasiado evidente.—Discutamos esto en casa —le solicito al mirarla fijamente.—Claro que lo vamos a discutir en casa como es debido —señala ella de manera obvia—. ¿Acaso crees que te daré el gusto de formar un escándalo para que después estén hablando de lo mala esposa que soy? —interroga indignada.—Norka… —exhalo pesadamente antes de continuar hablando—, por favor…, no sigamos discutiendo ahora —le pido muy sincero—. No me gusta discutir contigo —le preciso al tiempo en que llevo una de mis manos hasta una de sus mejillas; y la acaricio—. Te amo, Norka —le recuerdo como cada día— y quiero que, al menos por esta noche, dejemos nuestras diferen
* * * * * * * * * * * Leo * * * * * * * * * * *—¿Qué sucede ahora? —pregunta Max cuando hemos llegado al siguiente jardín de la mansión en la que nos encontrábamos. Ahora, ya podía hablar con mi amigo con total libertad y sin el temor de ser escuchado por algún paparazzi que llegara a malinterpretar las cosas.—Lo mismo de siempre… supongo —le digo al tiempo en que escondo mis manos en cada bolsillo de mi pantalón.—¿Por qué discutieron esta vez? —pregunta mientras continúa caminando para alejarse un poco más.—Es… absurdo —le digo algo decepcionado mientras lo sigo.—Nada es absurdo en un matrimonio, Leo —indica mi amigo—. ¿Qué pasó? —interroga interesado.—Acabamos de discutir por la prensa —señalo; y, cuando digo ello, aquel se gira a verme.—¿La prensa? —cuestiona un poco sorprendido—. ¿Qué pasó con la prensa ahora? —interroga al fruncir su entrecejo —. ¿Acaso han vuelto a…—No, no es eso —le contesto al interrumpirlo—. No tiene nada que ver con lo que pasó —le digo.—. Porque si