Artemisa es una joven albina y huérfana que fue criada desde niña en una de las manadas más poderosas. Prometida para el Alfa Marcus que la desprecia, solo ha conocido una vida de humillaciones, sin embargo, cuando el padre de Marcus muere y el decide arrojarla a la calle para unirse a la mujer con quien la engaña, la joven loba es descubierta por el Alfa Janus quien decide tomarla como su luna sin saber los grandes secretos que el linaje oculto de Artemisa guarda. Gemelos que fueron separados, bajas pasiones que despiertan. ¿Sera el amor o el instinto más salvaje lo que guía a los corazones heridos? Bajo la luz de la luna todo secreto y pasión serán revelados.
Leer másLa luz del sol brillaba en lo alto, y todo parecía estar en aparente calma. Las lejanas tierras de los Dupont, siempre habían sido seguras en sus fronteras, manteniendo a sus dueños completamente a salvo en su interior. Sin embargo, en aquellos oscuros días, ya nadie podía estar a salvo.Marcus Badra miraba a las personas que iban en su trajín diario, dándose cuenta de que no únicamente había lobos en las tierras de August y Ceres Dupont, si no, tambien hábiles ex cazadores de sobrenaturales que vigilaban cada rincón de la enorme mansión que en su interior alojaba el preciado tesoro que el deseaba alcanzar para si mismo. Había sido un completo estúpido, nada más que un reverendo imbécil al no escuchar los deseos de su padre para tomar a Artemisa como su Luna. Aquella sangre que corría por las venas de esa hermosa loba albina, era la del linaje más puro y sagrado que existía; los únicos lobos que eran descendientes directos de dioses. Con un poder como ese en sus herederos, su manada s
El viento soplaba helado aquella fría mañana de noviembre. Las hojas habían caído completamente de los árboles y desde el suelo se alzaban todas en una peculiar danza invernal que hacía volar la imaginación de aquellos que permanecían atentos. El peculiar olor del invierno se hacia presente en aquellas castañas asadas al fuego que igualmente se remolineaba en un agitado baile que invitaba a la reflexión. Belmont Fortier miraba a Ceres Gultresa quien charlaba amenamente al otro lado de la fogata que habían hecho para entrar en calor y tener una amable convivencia antes de lo que sea que se avecinara, llegara irremediablemente ante ellos. Sus ojos azules se perdían en la sonrisa de aquella mujer de quien estaba eternamente enamorado, con la certeza de que sus radiantes sonrisas, eran todas dirigidas hacia Auguste Dupont, su esposo, su Alfa, su compañero. Ah, el destino había sido demasiado cruel; la había conocido e irremediablemente se había enamorado, o, mejor dicho, la había amado d
El viento helado de aquella noche, le calaba en lo profundo de los huesos, tal y como era cuando tenía que dormir en aquel húmedo y demasiado frío establo en medio de los caballos. Sus pasos eran lentos, tan lentos que sentía que aquel camino no terminaba jamás. La nieve le lastimaba los pies descalzos, y su cuerpo dolía tanto que sentía que en cualquier momento iba a desfallecer.Los lamentables y tristes aullidos de los lobos penetraban en sus oídos, causándole aquella terrible ansiedad que la estaba embargando. ¿En donde estaba? ¿Qué era aquel desolado paramo nevado?—¡Janus! ¿En dónde estás? —Artemisa llamaba desesperada a su lobo, al que ella había elegido para ser su compañero de vida…aquel del que ella deseaba enamorarse, y de nadie más.—¿A quien estás buscando mi niña? —Aquella mujer idéntica a ella, a miraba con un halo de profunda tristeza desde aquellos ojos celestes que parecían a punto de derramar lágrimas.—¿Quién eres tú? Cuestiono Artemisa en aquel desolado paramo n
—Búsquenla, no pudo haber ido muy lejos —Marcus sentía como la sangre le hervía de rabia. Agatha había escapado después de robarle todo cuanto pudo cargar. Aquella traición no iba a perdonársela.—Señor, recibimos informes de que Artemisa fue protegida por Belmont Fortier y ahora mismo e dirige hacia las tierras Dupont, a parecer, tambien Apollo Elara se encuentra tras ella, aunque desconocemos si ya sabe hacia donde es que se dirige — informaba Calder.Marcus golpeo con fuerza aquella mesa de manera logrando partirla en dos.—Maldita sea, todo se está complicando demasiado, Calder, ve que encuentren a esa perra de Agatha, y cuando lo hagan infórmame, ya vere que castigo le impondré yo mismo, saldré hacia las tierras Dupont con una cuadrilla de lobos, recuperare a Artemisa a cualquier costo — aseguró.Asintiendo, Calder miró con un deje de desprecio al alfa de su manada, sus malas decisiones los estaban llevando por en sendero de autodestrucción que no estaba seguro que pudieran supe
Angustia.La luz de la luna se colaba entre las cortinas que eran azotadas por aquel terrible viento que se había desatado y que iluminaba débilmente el interior de aquella habitación que se hallaba en penumbras.Celos.Miraba a aquella hermosa joven cuya belleza emulaba a la de la luna plateada, completamente desnuda en los brazos de ese hombre cuya piel morena parecía haber sido besada por el sol, y cuyos ojos verdes de selva salvaje, lo miraba fijamente desde aquel rostro envuelto en aquella expresión soberbia que hacia que su sangre hirviera de odio y rencor.Dolor.Su pecho ardía, dolía terriblemente haciéndolo caer con violencia sobre el suelo, mientras escuchaba los gemidos entrecortados que delataban aquellas bajas pasiones de las que su Luna era presa bajo el cuerpo de otro.Despertando abruptamente, la mano pálida y temblorosa alcazaba la lampara que se hallaba en la mesita de noche, iluminando la habitación por completo mientras el albino se incorporaba débilmente aun sinti
El sol brillaba en lo alto después de una noche de tormenta. El cielo se mostraba azul celeste, completamente limpio y dibujando hermosas nubes blancas que se paseaban en el vaivén de viento.Artemisa sucia un encantador vestido celeste con preciosos encajes blancos que la hacia lucir igual a una encantadora princesa de cuentos de hadas. Su cabello blanco que asemejaba a hilos de plata, se lo había recogido en una media cola decorada con un lindo moño de los colores de su vestido. Se había maquillado las pálidas mejillas y sus labios naturalmente sonrosados, los había resaltado con un poco de gloss.Lucia realmente preciosa.—Artemisa, ¿Estás lista? Nos vamos en cinco min…Janus no había terminado de decir aquella frase, cuando se había quedado completamente sin palabras ante la hermosa y delicada mujer que tenía delante. Era tan bella, tan radiante como una estrella, y tan parecida a una fina muñeca de porcelana, que parecía inaudito exponerla al mundo y a su crueldad. Sus hermosos o
Besos apasionados, gemidos pasivos, aquel vaivén lento que despertaba fuertes sensaciones que erizaban cada bello en la piel desnuda. Instinto, salvajismo, sin nada de amor cruzando una línea que tan solo debía de ser natural. El aroma que embriagaba a un lobo y la sumisión de su hembra, era lo normal…lo que debía de ser.Marcus tomaba del cabello a Agatha, forzándola a mirarlo mientras la penetraba violentamente sin piedad alguna. Aquella loba había despertado sus instintos carnales desde el primer momento en que había percibido su aroma salvaje, sin embargo, no la marcaria, pues había perdido su valor en cuanto había descubierto el que realmente tenia su prometida original, aquella hermosa loba albina que era la hija perdida de nada menos que la manada más poderosa… la misma que el deseaba destruir.Mirando a Agatha, por un momento vio en el ese cuerpo que tomaba sin piedad a la dulce Artemisa. Imaginó el cómo sería tenerla desnuda, completamente sometida a su merced y profanando aq
“Ven a mí, búscame, siénteme…sabes que me deseas, que solo a mí me perteneces”En aquella espesa bruma, Artemisa escuchaba aquella voz familiar, una que le llegaba a lo más profundo del alma conmoviéndola al borde de las lágrimas. Mirándose en el reflejo de aquel lago, podía ver tambien a la hermosa luna plateada en él. Los aullidos de los lobos blancos, parecían canciones dedicadas a la madre luna, quien tras de ella tenia al sol.“Ven a mí, Artemisa, ven a mí”Aquel hombre de cabellos de plata, le susurraba un cantar de amor eterno, invitándola y seduciéndola, deseando formar aquel vinculo con ella. Sin embargo, sus pasos se habían detenido, y mirando hacía atrás, los brazos abiertos de Janus Aqmar estaban esperando por ella.“Janus”Dijo ella en un susurro que hizo retumbar el mundo destruyendo el suelo bajo sus pies. Corriendo hacia el único hombre que la había mirado embelesado y le había prometido su corazón, se entrego en los brazos morenos de aquel lobo gris con profundos ojos
—Tienes que aprender a controlarte hijo, no te lanzas a atacar a otro hombre en su hogar sin haberle aceptado una taza de té primero —Belmont mantenía sometido a Janus en el suelo, que inmóvil le lanzaba miradas que parecían destilar fuego.—Ella es mi Luna, no tocas a la Luna de otro hombre amigo —Belmont sonrió mirando a aquellos fieros ojos verdes que no se inmutaban ante el a pesar de ser un Alfa más viejo. Artemisa rogaba que aquella pelea terminara, mientras el Beta Bernet intentaba calmarla. Levantándose del suelo, el viejo Alfa ofrecía su mano a aquel mucho más joven que él, admirando el coraje que había tenido a tan repentinamente enfrentarlo en su propio territorio.—Eres un joven valiente y atrevido, aunque muy estúpido, ven, tomemos un té, te aseguro muchacho, que no tengo ese tipo de intenciones con una jovencita que podría ser mi hija —Tomando la mano de aquel viejo Alfa, Janus miró los hermosos ojos celestes y llorosos de Artemisa. Acercándose a ella, sin pensarlo do