Mía Sullivan, una brillante estudiante idiomas, inicia su emocionante viaje en la universidad. Aunque sus compañeros la etiquetan como "la chica nerd", su mundo cambia cuando conoce a Dereck Hawk, el apuesto y talentoso deportista de la universidad. Pero detrás de su apariencia perfecta se oculta un oscuro secreto… Dereck es un hombre lobo. Dereck está decidido a dejar atrás su pasado sobrenatural, pero su encuentro con Mía revela un vín irrompible. Ella es su pareja destinada, su mate, y su instinto de lobo le exige reclamarla como suya. Sin embargo, los peligros que lo acechan no se detendrán, y cuando un misterioso individuo llamado Demian aparezca, la situación se complicará aún más. Mía se encuentra en una encrucijada inimaginable: ¿puede una simple humana tener dos Alfa como pareja? Deberá tomar una decisión entre dos hombres lobo que la desean con pasión desenfrenada, y ninguno retrocederá hasta que la hayan reclamado como su mate.
Leer másCinco años después… El sol se derramaba en el horizonte, pintando el cielo con tonos cálidos que anunciaban un día de despedidas y nuevos comienzos. Mía, ataviada con una toga universitaria, contemplaba el campus con nostalgia mientras los recuerdos de los últimos años se agolpaban en su mente. La ceremonia de graduación resonaba en el aire, marcando el final de una etapa y el inicio de otra. Se encontraba rodeada de compañeros que, con sonrisas y lágrimas en los ojos, compartían la emoción del logro alcanzado. Sin embargo, un nudo de melancolía se formaba en su garganta al enfrentar la realidad de lo que vendría a continuación. En ese momento no pudo evitar pensar en Dereck. Habían pasado cinco años desde aquella noche de luna llena en la que su vida se fusionó con la de Damien para siempre. Con el paso del tiempo descubrió en el Alfa los vestigios de la personalidad de Dereck, que gobernaba el corazón de Damien con vitalidad y amor. A veces le sonreía como él, o decía algo que so
El silencio se había apoderado del bosque, solo interrumpido por el suave murmullo del viento entre los árboles. Damien y Mía estaban de pie junto a la tumba recién cavada, mirando con ojos vidriosos el féretro que contenía los restos de su amigo y compañero, Dereck. El funeral licántropo estaba a punto de comenzar, un rito ancestral que honraría la memoria de aquel que había caído en la batalla contra las sombras.Las lágrimas caían libremente por los rostros de Damien y Mía mientras el resto de la manada se reunía en círculo alrededor de la tumba. Los aullidos melancólicos resonaron en la noche, una despedida que trascendía la mera tristeza. Aquellos lobos, amigos y aliados de Dereck, unían sus aullidos en un coro lamentoso que reverberaba en los rincones más oscuros del bosque.Damien se adelantó, llevando consigo una antorcha encendida. La luz parpadeante iluminó su rostro sombrío mientras se dirigía al centro del círculo. Mía lo siguió de cerca, su mirada estaba perdida en la dan
Damien abrió los ojos y se encontró sumido en una escena de horror digna de una película macabra. La sangre de quien alguna vez fue su mejor amigo y, a la vez, su más feroz enemigo, se desparramaba en el suelo. El corazón inerte de Dereck reposaba a un lado de su cuerpo sin vida, mientras Mía luchaba desesperadamente por su vida contra los feroces ataques de Roran.El dolor de la pérdida de Dereck y la desesperación al ver a Mía al borde del mismo destino hicieron que Damien se alzara de un salto. En ese momento, se percató de que ya no se hallaba debilitado; sus heridas se habían curado y el veneno de acónito abandonó su cuerpo. Una sensación de poder lo envolvía, similar a cuando se fusionaba con Dereck. De hecho, en ese instante, juró que percibió la fuerza de su amigo dentro de sí mismo, como si él le estuviera transmitiendo la energía necesaria para poner fin a esa pesadilla de una vez por todas.El lobo interior de Damien emergió, transformándose en un imponente hombre lobo de o
Una sola fracción de segundo. Solo eso le tomó a Dereck darse cuenta de que, si no interfería, el destino de Damien estaría condenado.En ese diminuto espacio de tiempo, mil pensamientos se le pasaron por la mente. Analizó todas las opciones posibles, todo lo que estaba en juego con Mía y con Damien. En ese momento comprendió que a pesar del resentimiento y hasta odio inicial que tenía contra él, ahora Damien se había convertido en su mejor amigo, en el refugio de su lado impulsivo y salvaje que le invitaba a soltarse de las cadenas de la racionalidad de vez en cuando.En el torbellino de pensamientos, Dereck se sorprendió al darse cuenta de que nunca había imaginado la posibilidad de perder a Damien. Cuestionarse siquiera esa idea le parecía absurdo, porque al aceptar la conexión que comparten, todo encajó como piezas de un rompecabezas. Ahora, cuando estaba a punto de perderlo todo, el peso de esa conexión se volvía más evidente que nunca.Roran mantenía a Damien en una posición vul
Cuando Damien abrió los ojos de nuevo, ya no se encontraba en las garras de su padre. El aire pasaba libremente a sus pulmones y no sentía dolor alguno.«¿Dónde estoy?», se preguntó. El lugar parecía un salón etéreo, rodeado de nubes rosas y azules.—¿Estoy en el cielo? —cuestionó en voz alta.—No exactamente —respondió una voz femenina y etérea que lo dejó congelado.Damien se giró sobre sus talones y entonces la vio. No necesitó que alguien le dijese quién era, pues lo supo en cuanto sus ojos se encontraron…—Diosa luna —susurró con una exhalación de asombro, en su tono de voz estaba implícita la reverencia de quien reconoce a una deidad.La Diosa Luna, con su presencia majestuosa, respondió abriendo los brazos con gracia y serenidad.—Ven aquí, hijo mío —invitó con un gesto acogedor que envolvía el espacio entre ellos.Damien no lo pensó, fue como si la conociera de toda la vida, como si ella siempre hubiera estado ahí sin que lo supiera. Corrió a sus brazos y se dejó envolver por
Mía quiso salir corriendo en ese mismo instante, pero la debilidad la hizo caer al suelo sin poder si quiera levantar una pierna con estabilidad. —¡Maldición! —renegó con impotencia y lágrimas contenidas en sus ojos. —Mía, no puedes ir, te matarán —advirtió Cassandra tomando su mano, pero la chica la miró con un intenso dolor reflejado en sus ojos. —¡No me importa! —gritó—, ustedes no lo entienden, si los pierdo… si alguno de ellos muere yo… —dejó la frase entrecortada en el aire, incapaz de continuar. —Sí lo entiendo, sé que los amas, pero… —No, no es solo eso. Ellos son mis Mates, ambos lo son. Sé que suena extraño y que no comprenderán mis palabras, ni yo misma lo entiendo a veces, no sé bien cómo funciona, solo sé que son parte de mí y yo de ellos, como mi otra mitad —intentó explicar lo mejor que pudo, para que ambos comprendieran el motivo de su urgencia. —Les dije que tenía una idea, ¿pueden escucharme? —interviene Ambrose. Ambas voltearon a mirarlo atentamente. Ambrose
La noche avanzaba rápidamente, sin embargo, para los lobos que batallaban dentro de ese recinto, el tiempo parecía detenerse, como si ahí todo se hubiese detenido en el tiempo. Afuera, Ewan y otros pocos más intentaban contener el daño para evitar que alguien se le ocurriera la brillante idea de entrar de nuevo al recinto.El único problema era que contener a un montón de estudiantes curiosos y molestos se le estaba haciendo difícil, en especial ahora que acababa de llegar la policía. Por fortuna Ewan había evitado que llamasen a los bomberos reales diciendo que él ya había realizado la llamada al 911, pero algunos estudiantes no pudieron contenerse de llamar también a la policía, así que la situación estaba a punto de desbordarse.Ya habían ideado un plan para ello, aunque apresurado y no estaba muy convencido de que aquello saliera bien; no obstante, debía intentarlo, porque de no hacerlo, todo el mundo sobrenatural se vería en peligro, al igual que los humanos que intentasen acerca
El grito de Mía alertó a sus dos amigos, que pegaron un grito desgarrador pensando que aquel sería su final. De inmediato Mía salió disparada hacia ellos, aunque su velocidad no era tan rápida como hubiera deseado; sintió que no llegaría a tiempo. Mientras ella tenía su propia batalla esperándola, Dereck, sentía el peso del tiempo en su contra, corrió con la misma urgencia que el momento ameritaba. Sus pies golpeaban el suelo con fuerza, el viento silbaba en sus oídos mientras se acercaba al conflicto. La escena que presenció lo heló por un instante; Damien, estaba siendo acorralado por su propio padre. Roran, enceguecido por la furia, atacaba a su propio hijo sin piedad. Los golpes caían como tormenta sobre Damien, quien apenas lograba defenderse ante la avalancha de ataques. Cada impacto resonaba en la sala de fiestas, envolviendo la escena de una violencia que le revolvería el estómago a más de uno. El pobre chico, acorralado y exhausto, luchaba por mantenerse en pie. Las ráfaga
—¡Damien! —Mía pegó un grito desgarrador al ver lo que Roran le estaba haciendo.Su grito distrajo a Dereck, quien seguía enfrascado en la batalla contra el enorme Beta.En Condiciones normales no habría sido un rival para él, pero el acónito en su sangre y la debilidad que ya traía por la batalla contra Pablo le otorgaban una desventaja con la que no contaba.El lobo moreno le rugió con fuerza y se lanzó contra Dereck nuevamente. En una lucha feroz donde las garras desgarraban su piel y los colmillos se enterraban hasta los huesos, la sangre corría por el escenario convirtiendo aquel salón en una escena del horror.—¡Dereck! —suplicó Mía intentando ponerse de pie. Sus dos lobos estaban sufriendo, y la manada que había llegado de improvisto parecía estar en aprietos contra los experimentados lobos de Roran.—¡Mía, no te acerques! —advirtió Dereck—, ¡huye!Ella negó con la cabeza mientras solo podía presenciar con impotencia y horror la cruel batalla que se desarrollaba frente a sus oj