Una sola fracción de segundo. Solo eso le tomó a Dereck darse cuenta de que, si no interfería, el destino de Damien estaría condenado.En ese diminuto espacio de tiempo, mil pensamientos se le pasaron por la mente. Analizó todas las opciones posibles, todo lo que estaba en juego con Mía y con Damien. En ese momento comprendió que a pesar del resentimiento y hasta odio inicial que tenía contra él, ahora Damien se había convertido en su mejor amigo, en el refugio de su lado impulsivo y salvaje que le invitaba a soltarse de las cadenas de la racionalidad de vez en cuando.En el torbellino de pensamientos, Dereck se sorprendió al darse cuenta de que nunca había imaginado la posibilidad de perder a Damien. Cuestionarse siquiera esa idea le parecía absurdo, porque al aceptar la conexión que comparten, todo encajó como piezas de un rompecabezas. Ahora, cuando estaba a punto de perderlo todo, el peso de esa conexión se volvía más evidente que nunca.Roran mantenía a Damien en una posición vul
Damien abrió los ojos y se encontró sumido en una escena de horror digna de una película macabra. La sangre de quien alguna vez fue su mejor amigo y, a la vez, su más feroz enemigo, se desparramaba en el suelo. El corazón inerte de Dereck reposaba a un lado de su cuerpo sin vida, mientras Mía luchaba desesperadamente por su vida contra los feroces ataques de Roran.El dolor de la pérdida de Dereck y la desesperación al ver a Mía al borde del mismo destino hicieron que Damien se alzara de un salto. En ese momento, se percató de que ya no se hallaba debilitado; sus heridas se habían curado y el veneno de acónito abandonó su cuerpo. Una sensación de poder lo envolvía, similar a cuando se fusionaba con Dereck. De hecho, en ese instante, juró que percibió la fuerza de su amigo dentro de sí mismo, como si él le estuviera transmitiendo la energía necesaria para poner fin a esa pesadilla de una vez por todas.El lobo interior de Damien emergió, transformándose en un imponente hombre lobo de o
El silencio se había apoderado del bosque, solo interrumpido por el suave murmullo del viento entre los árboles. Damien y Mía estaban de pie junto a la tumba recién cavada, mirando con ojos vidriosos el féretro que contenía los restos de su amigo y compañero, Dereck. El funeral licántropo estaba a punto de comenzar, un rito ancestral que honraría la memoria de aquel que había caído en la batalla contra las sombras.Las lágrimas caían libremente por los rostros de Damien y Mía mientras el resto de la manada se reunía en círculo alrededor de la tumba. Los aullidos melancólicos resonaron en la noche, una despedida que trascendía la mera tristeza. Aquellos lobos, amigos y aliados de Dereck, unían sus aullidos en un coro lamentoso que reverberaba en los rincones más oscuros del bosque.Damien se adelantó, llevando consigo una antorcha encendida. La luz parpadeante iluminó su rostro sombrío mientras se dirigía al centro del círculo. Mía lo siguió de cerca, su mirada estaba perdida en la dan
Cinco años después… El sol se derramaba en el horizonte, pintando el cielo con tonos cálidos que anunciaban un día de despedidas y nuevos comienzos. Mía, ataviada con una toga universitaria, contemplaba el campus con nostalgia mientras los recuerdos de los últimos años se agolpaban en su mente. La ceremonia de graduación resonaba en el aire, marcando el final de una etapa y el inicio de otra. Se encontraba rodeada de compañeros que, con sonrisas y lágrimas en los ojos, compartían la emoción del logro alcanzado. Sin embargo, un nudo de melancolía se formaba en su garganta al enfrentar la realidad de lo que vendría a continuación. En ese momento no pudo evitar pensar en Dereck. Habían pasado cinco años desde aquella noche de luna llena en la que su vida se fusionó con la de Damien para siempre. Con el paso del tiempo descubrió en el Alfa los vestigios de la personalidad de Dereck, que gobernaba el corazón de Damien con vitalidad y amor. A veces le sonreía como él, o decía algo que so
Mía Sullivan era una chica de muchos talentos, pero lo que más le gustaba era la facilidad que tenía para los idiomas y el dibujo. Por eso, no lo dudo ni un segundo. Obtuvo el promedio más alto en la secundaria y, a pesar de pertenecer a una de las familias más ricas de Oakwood Lane City, aplicó para una beca en la Oak University.Por supuesto, ingresó tan fácil como si se tratase de sumar dos más dos. Sin embargo, no todo en ella era perfecto. A pesar de gozar de una apariencia atractiva, Mía pasaba sin pena ni gloria frente a las demás, pues no le gustaba destacar.Ese día era el primero de todos en la universidad. Mía se fue con un vestuario sencillo e incluso decidió tomar el autobús.El ambiente en Oak era muy distinto a lo que ella estaba acostumbrada en su escuela secundaria. Las mujeres se vestían con ropas escotadas y los chicos solían ir con camisetas apretadas, incluso algunos se la quitaban para jugar en el campus.Para los ojos de Mía eso no pasaba desapercibido, así que
Dereck Hawk parecía ser un chico cualquiera; por supuesto, si hacías de la vista gorda su increíble atractivo, una gran habilidad para tratar a los animales y ese talento casi mágico con el que jugaba al futbol.Por supuesto todo eso no era producto del azar, Dereck destacaba por ser lo que era: un hombre lobo. Sin embargo, él en eso tampoco era común.Para cualquiera de su especie sería lo más raro del mundo verlo mezclarse entre los humanos con tanta facilidad. La mayoría de las manadas prefieren aislarse y vivir en los bosques solo con los de su especie, sin embargo, para Dereck estar entre humanos no era un problema, de hecho, él prefería pasar por un humano común en lugar de tener que llevar la carga de ser el último hombre lobo de su manada.Luego de que terminó el partido, Dereck sintió el impulso de ir a buscarla, pero se contuvo y en lugar de eso, fue a los vestidores para darse una ducha y sacarse el olor a sudor que tenía en su cuerpo.Pablo, su mejor amigo humano, lo acomp
El camino hacia la dirección se le hizo eterno a Mía. Nunca se había sentido tan confundida como ahora. Dereck, imponente como se veía, andaba a su lado mientras ambos se apersonaban a la oficina de dirección.Sabía que debería estar pensando en el motivo por el que la han citado a la dirección, pero Mía no podía concentrarse porque tenerlo tan cerca de ella la ponía demasiado nerviosa. Le costaba sacarse de la mente la conversación que había tenido con él en el aula de clases; y le parecía extraña la última reacción.Sin embargo, lo que la tenía mal era recordar el beso que le estampó en los labios a la pelirroja, como si de alguna forma él supiera lo que ella estaba sintiendo, y lo hubiera hecho con toda la intención de lastimarla.Ambos llegaron a la oficina y una amable recepcionista los hizo pasar.—¿Qué habrás hecho? ¿Me dibujaste en alguna pared? —cuestionó Dereck a la chica mientras todavía estaban solos.—¿Qué? Por supuesto que no —negó sintiéndose avergonzada.Primero le dec
Mía se fue a su dormitorio esa noche sintiendo un nudo en la garganta y una creciente incomodidad en su estómago. Se sintió envalentonada cuando arrojó el cuaderno a la basura, pero ahora se estaba arrepintiendo de esa decisión. Su compañera de cuarto estaba dormida, así que se levantó con pesadumbre y se asomó a la ventana. Todo se encontraba en completa oscuridad. Lo único que se escuchaba era el canto de los grillos y alguno que otros faroles encendidos que zumbaban con intensidad. Mía sabía que salir a esa hora del campus era una total imprudencia, pero las ganas de recuperar su cuadernillo apremiaban. Lo meditó durante varios minutos. Al final su ansiedad se sobrepuso por encima del sentido común. Se cambió de ropa a toda prisa y salió de la habitación sin despertar a Cassandra. Los pasillos de los dormitorios estaban oscuros y desolados a esa hora; a decir verdad, a Mía le causaban un terror que le helaba los huesos. Tragó en seco e intentó no pensar en historias de fantasmas,