Thiago Visantino, un médico dedicado, nunca imaginó que su vocación lo llevaría a un destino tan oscuro. Después de regresar a Italia con el corazón roto, intenta reconstruir su vida entre la medicina y los negocios de su difunto padre. Pero su mundo se desmorona cuando es secuestrado por hombres armados y llevado a una lujosa pero sombría mansión escondida entre los viñedos italianos. Su misión: salvar a una mujer que no quiere ser salvada. Kassandra Di'Laurentis es una bailarina de ballet, una joven que nunca quiso formar parte del mundo criminal de su familia. Pero el asesinato de sus padres a manos del despiadado Nino Mascherano la convirtió en una prisionera dentro de su propio hogar, obligada a un destino del que no puede escapar. Atrapada entre el dolor y la desesperanza, solo ve una salida: la muerte. Thiago se convierte en su única esperanza, aunque ella lo rechaza con cada fibra de su ser. Sin embargo, mientras el médico lucha por mantenerla con vida, también comienza a sanar algo más profundo: su alma rota. En medio de la amenaza constante, las heridas del pasado y el peligro inminente, Kassandra encontrará en Thiago un inesperado refugio… y él descubrirá que salvarla no es solo un deber, sino una necesidad. Entre la muerte y el deseo, entre la lealtad y la traición, ambos deberán decidir si su destino está marcado por la mafia… o por el amor.
Leer másLa noche llego sin prisas, envolviéndolos en una tranquilidad de apariencia imperturbable, la magnificencia de cielo estrellado les regalaba una vista digna de admirar.Thiago y Kassandra se encontraban recostados en el balcón, observando el brillo inmensurable de las estrellas, sumergidos en un cómodo silencio.Después de tenerlo todo el día junto a ella, como si de su sombra se tratase, se había rendido y ya no trataba de alejarlo.— ¿No le tienes miedo a la muerte? — indago ella de forma inesperada, girando su rostro hacia él, clavando su intensa mirada en él.Thiago suspiro antes de mirarla, encontrándose con la intensidad del brillo de sus ojos — convivo con la muerte cada día de mi vida, ser médico me obliga a enfrentarme a ella de manera constante y en muchas ocasiones inesperada. Te preguntaría lo mismo, pero es evidente que no le temes.Kassandra guardo silencio por unos segundos, mirando hacia el cielo una vez más. Su semblante pensativo hizo que Thiago se imaginara que esta
Dos cuerpos moviéndose al ritmo de una sinfónica imaginaria, colmados de placer y deseo desenfrenado.Dos almas podridas que se complementaban a la perfección, dos traidores que había apuñalado por la espalda a personas que confiaban ciegamente en ellos.Nino gruño cuando alcanzó su máximo punto de placer, el clímax lo golpeo con fuerza mientras escuchaba a su compañera gemir su nombre.— Eso fue increíble — aseguro la mujer de cabello rojo, con su respiración entre cortada y observando al hombre que se alejaba de ella.Nino gruño una vez más, mientras se deshacía del preservativo y borraba cualquier rastro de lo ocurrido que quedara en su cuerpo.Ella lo observo, sabía que estaba molesto y frustrado, sabía que por más que lo intentara ella jamás llenaría ese vacío que él necesitaba llenar.— ¿Kassandra sigue dándote dolores de cabeza? — pregunto, mientras se observaba las uñas, fastidiada.— Si — respondió el hombre con simpleza.— Es solo una niña estúpida, una vez que entienda que
Cuando sus ojos se abrieron una vez más, noto que la luz de un nuevo día brillaba con intensidad. Los recuerdos de los ultimo meses la golpearon con una fuerza casi abrumadora.La muerte de sus padres y su hermanito menor, la traición de Nico Mascherano; quien solía ser la mano derecha de su padre, su intento de suicido y ÉL.Su salvador misterioso de ojos triste… ¿Por qué un hombre como él tendría tanta tristeza brillando en su mirada?, ¿Cuántas terribles tormentas habría tenía que enfrentar para que su alma pareciera tan rota?El sonido de la puerta abriéndose con brusquedad la sacó de sus pensamientos, de inmediato sus ojos azules se encontrón con los de su verdugo.— Así que ya es despertado — con movimientos similares a los de un depredador se acercó a ella, sacándola de cama con brusquedad — estoy cansado de toda esta mierda, Kassandra… ¿sabes cuantos médicos he tenido que matar ya por tu jodida estupidez?Nada, no obtuvo respuesta alguna, la mujer parecía haber realizado un jur
No supo cuánto tiempo estuvo sometido en la cajuela de la camioneta, o siquiera a donde rayos lo habían llevado.Pero cuando lo sacaron de ahí sentía su cuerpo entumecido, entrecerró los ojos en el momento en que le quitaron el saco de la cabeza, enfrentándose a la luz de las farolas de una gran e imponente mansión.Dio un vistazo rápido a su alrededor encontrándose que estaban rodeados de hectáreas de tierra, grama y vegetación.— Camina doctorcito — lo empujo uno de los hombres, trastabillo ante el empujón, cuando recupero la compostura subió los escalones de la entrada con rapidez; al ingresar a la mansión noto que había una gran cantidad de mucamas moviéndose por el lugar, claramente alteradas llevando sabanas limpias, agua y pañuelos — vamos niño bonito. Arriba — una vez más recibió un empujón hacia las escaleras, entendiendo que su destino estaba en los pisos superiores.Recorrieron los pasillos del segundo piso en un silencio casi sepulcral, para ser una mansión repleta de pers
El aroma antiséptico del hospital se filtró en sus sentidos como un golpe de realidad. Ese olor inconfundible, clínico y frío, impregnado de historias de vida y muerte, lo envolvió de inmediato. Había olvidado cuán familiar le resultaba, cuántas emociones enterradas despertaba en él.El sonido rítmico de los monitores, el eco de pasos apresurados por los pasillos y el murmullo de voces preocupadas componían la melodía inconfundible de la urgencia.Había olvidado la adrenalina de correr ante una emergencia, la tensión de un bisturí en sus manos, el peso de una vida pendiendo de su destreza. Pero, sobre todo, había olvidado la satisfacción de salvar a alguien.¿Cuánto tiempo había pasado sin pisar un quirófano?¡Ah, sí! Desde que le había salvado la vida a Dominick Carbajal. ¿Dos años? Quizás más. No estaba seguro. Lo único claro era que, desde entonces, su pasión por la medicina había tambaleado.Inspiró profundamente y bajó la mirada hacia la postal entre sus manos. Sus dedos la recor