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Capítulo 3: Nuevo día de sufrimiento y ¿esperanzas?

Cuando sus ojos se abrieron una vez más, noto que la luz de un nuevo día brillaba con intensidad. Los recuerdos de los ultimo meses la golpearon con una fuerza casi abrumadora.

La muerte de sus padres y su hermanito menor, la traición de Nico Mascherano; quien solía ser la mano derecha de su padre, su intento de suicido y ÉL.

Su salvador misterioso de ojos triste… ¿Por qué un hombre como él tendría tanta tristeza brillando en su mirada?, ¿Cuántas terribles tormentas habría tenía que enfrentar para que su alma pareciera tan rota?

El sonido de la puerta abriéndose con brusquedad la sacó de sus pensamientos, de inmediato sus ojos azules se encontrón con los de su verdugo.

— Así que ya es despertado — con movimientos similares a los de un depredador se acercó a ella, sacándola de cama con brusquedad — estoy cansado de toda esta m****a, Kassandra… ¿sabes cuantos médicos he tenido que matar ya por tu jodida estupidez?

Nada, no obtuvo respuesta alguna, la mujer parecía haber realizado un juramento de mutismo casi inquebrantable.

Pero algo en sus ojos, una emoción hasta ahora desconocida lo hizo sonreír, había preocupación en su mirada.

— Despreocúpate querida — hablo, muy cerca del rostro femenino, ella pudo sentir su asqueroso aliento chocar contra su piel — no he matado al doctorcito de anoche, he decidido dejarlo con vida… o, mejor dicho: vivirá mientras tú lo estés, vamos a ver si así seguirás con tus jodidos intentos de suicidio.

La empujo, prácticamente contra el suelo, ella solo coloco sus manos para evitar que su rostro terminara golpeando el frio pavimento.

Nino se puso de canclillas junto a ella, sujetándole del cabello, obligándola a mirarlo a la cara.

— ¿Me tienes miedo, Kassandra?, ¿por eso intentas quitarte la vida?, ¿estás desesperada por seguir el camino de tus padres? —  acerco su nariz a la mejilla femenina, aspirando su aroma — tu no tendrás un destino tan misericordioso, Kassandra. Tu eres mía, desde ahora y para siempre.

Kassandra sintió repulsión y agradeció mentalmente cuando él se alejó, no existían palabras suficientes para expresar el desprecio que sentía por ese hombre.

— Más vale que me tengas miedo y te comportes — le dio la espalda, dirigiendo sus pasos hacia la puerta, estaba hastiado de ella y su actitud.

— Tu si tienes miedo — hablo ella de pronto dejándolo totalmente sorprendido.

Soltó una carcajada y se giró hacia ella, una vez que se recompuso de la impresión.

— ¿Por qué he de tenerte miedo, Kassandra?, no eres más que una mujer débil e insignificante — aseguro con clara burla tiñendo su voz.

— Porque soy una Di’Laurentis… sabes que me necesitas de tu lado, porque si yo elijo levantarme perderás todo lo que crees poseer — Nino vio una furia indescriptible surcar la mirada ajena.

— Cariño, yo soy quien manda ahora, existe una gran facción de la organización que jamás apoyara a una mujer como líder — explico, su sonrisa de superioridad no se hizo esperar.

— Una facción que en el momento en que nazca un varón con la sangre Di´Laurentis, no durara en dejarte de lado como la maldita escoria que eres — preso de la rabia, Nino la abofeteo.

— ¿Y quién dará a luz a ese niño?, ¿tu?, ¿con quién?; ninguno de los hombres en esta mansión será tan idiota para hacer en tus redes — observo como ella se cubría el rostro, justo donde la había golpeado.

— Yo tu no estaría tan seguro de eso, Nino… después de todos muchas veces los traidores se sientan en nuestra misma mesa y comen de nuestro mismo plato — sonrió con superioridad.

Nino se puso a su nivel, sujetándola del rostro, clavando sus dedos en la suave piel de sus mejillas. Frunciendo el ceño y apretó los labios como evidencia de su rabia.

— Escúchame bien, Kassandra, si algún día pares un hijo varón ese niño llevará mi sangre, será mi heredero y por fin podré asegurarme de que te pudras en el maldito infierno.

Kassandra sonrió, una sonrisa apenas perceptible — cuidado, no vaya ser que termines ardiendo en el fuego que tú mismo has creado.

Nino gruño, alejándose de ella, pero observando cada uno de sus movimientos, Kassandra se puso de pie, se acercó al escritorio junto a la cama y arrastro la silla hasta la ventana, sentándose a observar el exterior en completo silencio.

¿Qué m****a miraba tanto?, se preguntó Nino, a veces le daban ganas de incendiar ese maldito jardín para acabar con lo que fuera que Kassandra mirara con tanta atención.

— Buenos días — saludo la voz de medicucho, quien alterno la mirada del hombre furibundo y la mujer silenciosa.

Nino lo miro de forma despectiva antes de abandonar la habitación en completo silencio, Thiago suspiro mientras se preguntaba ¿Por qué rayos tenía que terminar metido en esos líos?

— Buenos días — esta vez saludo a la mujer que solo lo miro fijamente — debo revisar tus heridas y cambiar tu vendaje — ella solo extendió su brazo izquierdo hacía él, regresando su mirada al ventanal.

¿Por qué tenía que lidiar con personas tan raras?, uno no dejaba de gruñirle como si fuera un perro rabioso mientras que la otra parecía un alma en pena.

En completo silencio le limpio las heridas y le cambio los vendajes, estaba listo para marcharse cuando ella de pronto se giró hacía él, mirándolo con una intensidad abrumadora.

Extendió una de sus manos, las puntas de sus dedos tocaron el rostro de Thiago con cierta timidez hasta que el suave tacto se convirtió en una caricia.

Caricia que delineo sus facciones con detenimiento, poniendo especial atención en sus labios, Thiago cerró los ojos y suspiro, deleitándose con las inesperadas caricias.

— No hagas eso — le pidió, aunque realmente estaba disfrutando de su tacto, del calor de las caricias ajenas sobre su piel.

Las caricias se detuvieron y el calor del tacto femenino ceso, se encontró extrañando esa cercanía, que de cierta forma le resultaba intima.

Su corazón día un vuelvo, entre sorprendido y asustado cuando la sintió acercarse aún más a él, invadiendo su espacio personal.

Y quedo en completo shock al sentir los suaves y cálidos labios ajenos posarse sobre los suyos, fue un contacto ligero e inocente, duro solo unos pocos segundos que fueron más que suficientes para provocar que su corazón latiera acelerado.

Thiago abrió los ojos, observando a la mujer que había retomado su posición sentada junto a la ventana, pero algo en ella había cambiado, ahora una ligera sonrisa y un brillo de determinación adornaban sus facciones.

Para él fue imposible no sonreír como ella lo hacía, quizás después de todo aun había esperanza... esperanzas para ella y ¿Por qué no?, para él.

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