La noche llego sin prisas, envolviéndolos en una tranquilidad de apariencia imperturbable, la magnificencia de cielo estrellado les regalaba una vista digna de admirar.
Thiago y Kassandra se encontraban recostados en el balcón, observando el brillo inmensurable de las estrellas, sumergidos en un cómodo silencio.
Después de tenerlo todo el día junto a ella, como si de su sombra se tratase, se había rendido y ya no trataba de alejarlo.
— ¿No le tienes miedo a la muerte? — indago ella de forma inesperada, girando su rostro hacia él, clavando su intensa mirada en él.
Thiago suspiro antes de mirarla, encontrándose con la intensidad del brillo de sus ojos — convivo con la muerte cada día de mi vida, ser médico me obliga a enfrentarme a ella de manera constante y en muchas ocasiones inesperada. Te preguntaría lo mismo, pero es evidente que no le temes.
Kassandra guardo silencio por unos segundos, mirando hacia el cielo una vez más. Su semblante pensativo hizo que Thiago se imaginara que estaba organizando sus ideas.
— Cuando era más joven, fui secuestrada… tenía 15 años, fue en ese momento que descubrí a que se dedicaba mi padre realmente; lo vi llegar armado con sus hombres y matar uno a uno a los hombres que se atrevieron a tocarme, aún recuerdo como la sangre salpicaba, como imploraban por piedad, los gritos de aquellos a los que torturo…
Hizo silencio, su mirada estaba perdida como si su mente se hubiera transportado a otro lugar y momento.
— Esa noche conocí al verdadero Marcello Di´Laurentis, no la imagen de un padre amoroso ni la de un empresario respetable, ¡No!, conocí al líder de una de las mafias más grande y poderosas de Italia… fue algo muy duro de procesar para mí, no quería ser hija de un asesino, vi mi vida arruinada de un momento a otro comenzando a cuestionarme ¿Qué era real y que un simple engaño en el que estaba viviendo?... quise acabar con mi vida, porque no quería ser parte de esto… no quería que los negocios de mi padre me salpicaran…
Thiago sintió un poco de pesar por la muchacha, ella nunca quiso formar parte de lo que su padre había construido y ahora estaba aquí, siendo consumida por ese mundo de poder y crueldad.
— Iba a hacerlo… con pastillas — confesó, esbozando una tenue sonrisa — tenía el frasco entre mis manos, estaba mirando por la ventana, contemplando el hermoso jardín que mi madre se encargaba de cuidar… Massimo, mi hermano; entro a mi habitación como un huracán, él solía hacer eso mucho, apenas era un niño de 5 años, ¿Quién podría juzgarlo por querer estar con su hermana mayor?, noto que estaba observando el jardín de mamá, dijo que era hermoso… como yo.
Unas lágrimas silenciosas brotaron de sus ojos, mientras sentía su corazón latir de forma dolorosa.
— Me dijo lo mucho que me amaba… me pidió que nunca me marchara porque le gustaba jugar conmigo, que yo era la luz que iluminaba sus días y la estrella que arrullaba sus noches — sonrió, limpiándose las lágrimas — ¿Cómo un niño de esa edad podía decir cosas de ese tipo?, deje las pastillas de lado y me fui a jugar con él, sin saberlo él me salvo, él era la verdadera luz que iluminaba mi camino en medio de la oscuridad y del caos.
Thiago sintió sus ojos arder y como un nudo comenzaba a formarse en su garganta, la forma en que Kassandra hablaba de su hermano, con tanto amor, dolía.
— Eran solo un niño, apenas iba a cumplir 12 años y él… él lo mato — coloco una de sus manos sobre su boca, intentando ahogar los sollozos que escapaban de su garganta, acompañando sus lágrimas — él me arrebato mi luz, el sentido de mi vida… yo lo tenía todo y él me lo arrebato… y todo por ambición… porque sabía que mientras Massimo existiera no podría tener el control de la organización… todo por el egoísmo. Massimo merecía vivir, merecía crecer, conocer lo que era amar, hacer una vida junto a la persona que eligiera… cumplir su sueño, él quería ser un gran pintor… él quería hacerlo para poder retratarme mientras bailaba, decía que quería capturar la magia que su hermana creaba cada vez que estaba en el escenario… y él no se lo permitió… él me arruino la vida…
Los sollozos comenzaron a ahogarla, sintiendo la opresión en su pecho, los gritos de dolor rompieron la quietud del ambiente; desgarrando la calma que regalaba la noche.
Por primera vez Kassandra estaba demostrando lo rota que estaba; lo marchita que estaba su alma.
Thiago la envolvió con sus brazos, atrayéndola hacía él, comenzando a acariciar su cabello y ella lloro… lloro como nunca antes lo había hecho.
— Estoy aquí pequeño cisne… llora todo lo que tu alma necesite… yo te contendré, seré tu fuerza todas las veces que lo necesites… llora y deja que tu ser comience a sanar, aunque parezca imposible — comenzó a susurrarle palabras de aliento, mientras ella se aferraba a él como si fuera lo único que la mantenía atada a la tierra.
— Lo odio, lo odio con todas las fuerzas de mi corazón… lo odio por arrebatarme todo lo que le daba sentido a mi vida… prefiero morir que vivir a su lado… yo… yo no quiero seguir sufriendo, porque duele, duele demasiado… aquí — se colocó una de sus manos sobre el pecho, justo del lado del corazón — duele tanto que siento que me quema por dentro… ya no quiero que me salven… por favor Thiago, no vuelvas a salvarme… yo solo quiero que deje de doler tanto…
Comenzó a hiperventilar, sus manos temblaban y su pecho dolía ante la opresión, Thiago sabía que Kassandra estaba teniendo una crisis, el dolor y la ansiedad emanaban de ella.
No podía hacer más que contenerla, que estar para ella en ese momento de vulnerabilidad, intentando convertirse en su estabilidad cuando ella sentía que el mundo se le derrumbaba encima.
— Sé que duele y sé que no quieres sufrir más, pero no puedes darte por vencida, no puedes dejar que Nino salga ganador de todo esto… eso es lo que ese imbécil quiere, quebrarte y que no quede nada de ti… no dejes que la muerte de Massimo y de tus padres quede impune… ellos no hubieran querido que acabaras con tu vida de esta manera… tienes que ser fuerte, levantarte y hacer justicia… demuéstrale a Nino Mascherano que comete un grave error al pensar que eres solo una princesa en apuros.
— No puedo… no tengo las fuerzas para enfrentarlo…
Thiago sonrió, colocando una de sus manos sobre la mejilla de la muchacha, dando una leve caricia y acomodando su rostro para que le mirara a los ojos.
— Eso no es lo que yo vi, hoy vi una mujer que está dispuesta a caminar sobre el fuego con tal de hacer justicia, ¿crees no tener fuerza para enfrentarlo? Yo seré tu fuerza, Kassandra…. ¿necesitas que empuñe tu espada?, yo lo hare… ¿necesitas un verdugo que sea tu todo mientras llevas acabo tu venganza?, seré el mejor de los verdugos, pequeño cisne, seré el dragón que prenda fuego al mundo si lo necesitas, solo tienes que pedirlo y seré lo que necesites que sea, pero no te derrumbes, Kassandra; no te dejes vencer por una escoria como él.
Ella lo observo, en completo silencio, con una devoción única, como si hubiera vivido demasiado tiempo en la oscuridad y de pronto él fuera esa luz que necesitaba.
Él se inclinó hacia ella, cortando la poca distancia que los separaba, estaban tan cerca que sus alientos se mezclaban — seré lo que necesites que sea, Kassandra… — susurro, tan cerca de sus labios que un simple movimiento sería más que suficiente para que sus labios se rozaran.
— Si me pides que sea tuyo, seré tuyo como no he sido de nadie más — su voz baja pero profunda resultaba casi hipnótica, sus miradas entrelazadas, mirándose como si el mundo hubiese dejado de existir.
Finalmente, su calidez reclamó la de ella, en un beso profundo, exigente, como si necesitara de sus labios para vivir, un beso cargado de emociones y promesas silenciosas que eran selladas bajo la luz de la luna, bajo un juramento manchado de sangre, de dolor.
El aroma antiséptico del hospital se filtró en sus sentidos como un golpe de realidad. Ese olor inconfundible, clínico y frío, impregnado de historias de vida y muerte, lo envolvió de inmediato. Había olvidado cuán familiar le resultaba, cuántas emociones enterradas despertaba en él.El sonido rítmico de los monitores, el eco de pasos apresurados por los pasillos y el murmullo de voces preocupadas componían la melodía inconfundible de la urgencia.Había olvidado la adrenalina de correr ante una emergencia, la tensión de un bisturí en sus manos, el peso de una vida pendiendo de su destreza. Pero, sobre todo, había olvidado la satisfacción de salvar a alguien.¿Cuánto tiempo había pasado sin pisar un quirófano?¡Ah, sí! Desde que le había salvado la vida a Dominick Carbajal. ¿Dos años? Quizás más. No estaba seguro. Lo único claro era que, desde entonces, su pasión por la medicina había tambaleado.Inspiró profundamente y bajó la mirada hacia la postal entre sus manos. Sus dedos la recor
No supo cuánto tiempo estuvo sometido en la cajuela de la camioneta, o siquiera a donde rayos lo habían llevado.Pero cuando lo sacaron de ahí sentía su cuerpo entumecido, entrecerró los ojos en el momento en que le quitaron el saco de la cabeza, enfrentándose a la luz de las farolas de una gran e imponente mansión.Dio un vistazo rápido a su alrededor encontrándose que estaban rodeados de hectáreas de tierra, grama y vegetación.— Camina doctorcito — lo empujo uno de los hombres, trastabillo ante el empujón, cuando recupero la compostura subió los escalones de la entrada con rapidez; al ingresar a la mansión noto que había una gran cantidad de mucamas moviéndose por el lugar, claramente alteradas llevando sabanas limpias, agua y pañuelos — vamos niño bonito. Arriba — una vez más recibió un empujón hacia las escaleras, entendiendo que su destino estaba en los pisos superiores.Recorrieron los pasillos del segundo piso en un silencio casi sepulcral, para ser una mansión repleta de pers
Cuando sus ojos se abrieron una vez más, noto que la luz de un nuevo día brillaba con intensidad. Los recuerdos de los ultimo meses la golpearon con una fuerza casi abrumadora.La muerte de sus padres y su hermanito menor, la traición de Nico Mascherano; quien solía ser la mano derecha de su padre, su intento de suicido y ÉL.Su salvador misterioso de ojos triste… ¿Por qué un hombre como él tendría tanta tristeza brillando en su mirada?, ¿Cuántas terribles tormentas habría tenía que enfrentar para que su alma pareciera tan rota?El sonido de la puerta abriéndose con brusquedad la sacó de sus pensamientos, de inmediato sus ojos azules se encontrón con los de su verdugo.— Así que ya es despertado — con movimientos similares a los de un depredador se acercó a ella, sacándola de cama con brusquedad — estoy cansado de toda esta mierda, Kassandra… ¿sabes cuantos médicos he tenido que matar ya por tu jodida estupidez?Nada, no obtuvo respuesta alguna, la mujer parecía haber realizado un jur
Dos cuerpos moviéndose al ritmo de una sinfónica imaginaria, colmados de placer y deseo desenfrenado.Dos almas podridas que se complementaban a la perfección, dos traidores que había apuñalado por la espalda a personas que confiaban ciegamente en ellos.Nino gruño cuando alcanzó su máximo punto de placer, el clímax lo golpeo con fuerza mientras escuchaba a su compañera gemir su nombre.— Eso fue increíble — aseguro la mujer de cabello rojo, con su respiración entre cortada y observando al hombre que se alejaba de ella.Nino gruño una vez más, mientras se deshacía del preservativo y borraba cualquier rastro de lo ocurrido que quedara en su cuerpo.Ella lo observo, sabía que estaba molesto y frustrado, sabía que por más que lo intentara ella jamás llenaría ese vacío que él necesitaba llenar.— ¿Kassandra sigue dándote dolores de cabeza? — pregunto, mientras se observaba las uñas, fastidiada.— Si — respondió el hombre con simpleza.— Es solo una niña estúpida, una vez que entienda que