Iris, una joven nacida en la manada central lucha por tener una vida normal. Ya que ha sufrido desde su niñez por tener una familia de licántropos que es devota a la Luna y posee una energía peligrosa para ellos. Pero el destino le tiene algo diferente planeado o su otra mitad. Acompaña como esta joven vuelve a creer en lo que antes ni quería, tendrá nuevos amigos y se hará poderosa por cada paso que da hacia su destino que es encontrar a su otra mitad.
Leer másLa alfa es la loba que menos soporto, la que se cree que va por encima de todos y la que a veces aparece en mis pesadillas. Aprieto mis manos formando puños al verla como si nada, pero debo ignorar lo que siento. Miro el reloj, siento como si hubieran pasado horas y ni siquiera han pasado cinco minutos. —Ya lo veremos el sábado —contesto. Ambas nos miramos desafiantes y sonreímos de lado. Si no estuvieran todos aquí, creo que nos lanzaríamos una sobre la otra. Observo cómo mi prima asoma la cabeza por la ventana. Su pelaje uniforme de color blanco brilla bajo la luz del día. Me mira y sus ojos negros le brillan. —Iris, ve y búscanos algo de beber —manda la muy descarada de mi alfa. —Sí, alfa —contesto, mordiéndome la lengua. No soporto que me mande. Mientras le doy la espalda, escucho cómo gruñe. No nos soportamos. Voy a la cocina, sirvo dos vasos de agua, uno normal y al otro le echo sal. "Espero que se dé cuenta y…" sigo hablando en mi mente mientras llevo el vaso hacia mi tía.
Al final del camino vemos la luz, el cual Alejandro avanza para llegar. Al salir la luz del atardecer ilumina el lugar, mis pulmones se le hace difícil respirar por la altura en que estamos. Lo que más sorprende es que el lugar está cerrado por un tipo de cristal. Es como si hubiese existido un pueblo aquí, hay estructuras antiguas, iglesias, hogares, entre otras cosas. —Rayos, es más grande de lo que cuentan. — comenta uno de los muchachos de Alejandro fascinado por el paisaje. Vamos a un lugar que tiene un gran símbolo de los puntos cardinales. Estos señalan grandes estructuras maltratadas. Miro con curiosidad donde siento una energía. De la nada escucho risas que provienen de una estructura. —Mierda, brujas. — gruñe Alejandro sacando sus garras en posición de defensa. —Hace tiempo que no teníamos invitados. — se escucha como dice una sin aun salir de la estructura griega. —Y lo mejor es que no son normales. — comenta otra seria saliendo de la estructura sin mostrar su rostro po
—¡Vamos! — gritan todos a la vez. —Dentro de poco. — susurro inhalando, tomando toda la energía de vida que tiene el matorral. Escucho como un rugido potente se acerca con fuerza junto al sonido de las alas de ese ser. —¡Ya! Todos me empujan para entrar. Jafet me toma del brazo y me hala mientras le doy una pequeña ojeada a la cosa que nos quiere matar. Solo puede ver sus garras gigantes parecidas a espadas preparándose para agarrarnos. Observamos como la gran bestia pasa por el lugar fallando en su cacería. Todos respiramos con dificultad por la adrenalina. Mis brazos tiemblan de tanta energía que tengo en mí. Toco mi pecho en el cual late lleno de vida. —Estuvo cerca. — comento riendo en el pecho del mitad vampiro. Jafet me suelta casi quejándose del ardor que le provoco. Creo que al tener más energía es peor para él. Noto que estamos en un tipo de pasillo, lleno de telarañas. Pero en las pared
Mi audición y mi olfato se concentran olores que no son de nuestra manada. La mano de Jafet unida a la mía demuestra que no me estoy equivocando que estamos en territorio de alguien más. Los ojos del mitad vampiro analizan el lugar donde nos encontramos y me hace una seña de que me ocupe de Max. Asiento, hago que salga una raíz entre el suelo rocoso para que tome el pie de Max para detener sus pasos. —Pero que... — Max empieza a quejarse, pero al mirarnos se calla. —Híbridos. — notifica Jafet frunciendo su ceño. —Tontos. — comenta el chico de ojos azules relajándose. —No son peligrosos a esta hora. —¿Te refieres a que no nos podamos convertir hasta la tarde, hijo del norte? — escucho como cuestiona una voz gruesa detrás de nosotros. Siento como se me pone la piel de gallina al sentir la presencia del hombre detrás de nosotros. Escucho como las rocas explotan tras el mandato de mi energía para que ataque al hí
Es un sábado en la mañana, un día libre de clases y misiones. Un excelente día para dormir y no hacer nada. Pero todo se daña cuando escucho como tocan la puerta con fuerza y llena de emoción. Llevo tres meses sin hacer misiones peligrosas, gracia a Dios. Pero al escuchar las llamadas en la puerta me da indicio de que puede llar una misión que no deseo realizar en mi día libre. Dejo que pasen unos minutos para que mis padres o hermanos atiendan a la persona que está dañando mí mañana, pero nadie lo atiende. Parece que estoy sola en mi hogar. Me levanto con mi santa calma para bajar las escaleras. Abro la puerta y me encuentro con un Max sin camisa, lo miro seria y le cierro la puerta en la cara. —Oh vamos Iris, abre la puerta. — manda el próximo alfa del norte, le contesto con solo un bostezo. —Tengo algo que decirte, es muy interesante. —Primero que nada, son las 7 de la mañana de un sábado, segundo me levantas, tercero vienes medio des
Toco mi corazón, nunca había escuchado ese término de corazón roto. ¿De verdad tengo otra mitad? Niego y me giro para enfrentarme a mi hogar. Ya puede esperar que lloren por mi para entregarme a Anastasia para un castigo. Suspiro y doy el primer paso, la puerta se abre para encontrar a mi padre con cara aliviada para echarse sobre mi y llorar. —¡Lo lograste! — exclama Peter emocionado para también acercarse a abrazarme, les correspondo el abrazo a ambos. —Claro que lo logró, estaba acompañada con el príncipe vampiro. — contesta Zack, el cual no respondo no tengo ánimos para ellos. —Eres tan valiente. — describe mi madre tomándome del rostro para mirarme con cariño. —Gracias. — agradezco. —Apestas a vampiro. — arruga su nariz la mujer a lo que suspiro mordiendo mi lengua para no alentarla a que vaya donde Anastasia para informar mi llegada. Alejo sus manos de mi rostro y paso por sus lados sin decir na
—Entonces vine al sur para encontrar la familia de Sahara e informarles de su muerte. — termino de explicarle Jafet porque decidí ir al sur, suspiro tocando mis rodillas por los nervios de estar volando. —¿Por qué no me dijiste todo? — pregunta algo enojado, toma mis manos nerviosas y las envuelve con las suyas, me encojo de hombros. —Es mi problema… — me interrumpe. —Somos un equipo, aliados. — responde cortante, suspira pensando en algo. —No podemos confiar tanto en Max o tu familia. La lealtad de ellos va directa a Luna o a su manada y no es su culpa solo son así. — informa a lo que concuerdo con él. El ardor se hace un poco insoportable, pero el apoyo de Jafet me hace sentir segura. Puedo bajar un poco mi guardia con él. Sigo filtrando todo lo que pasé en el sur con el mitad vampiro. —Nunca he escuchado esa historia del lobo salvaje y su otra mitad. — comenta refiriéndose a lo que escuché decir a Adom, niega varias veces. —No le haría caso a eso, ahora
—Si tanto quieren estar en el sur, pues gocen del desierto. Los quiero en menos de una semana en la nación central, si no mando a mis lobos por ustedes y no será para salvarlos. — comenta tomándome con fuerza para luego lanzarme contra el suelo, se convierte en loba para dar a un aullido para abandonarnos en el desierto. Max nos mira sin saber que hacer, pero un gruñido de Anastasia lo hace darnos la espalda. De por si estuvimos tres días para que el lobo gris encontrara a la manada central. Imagínate ahora que no tengo un olfato tan especializado como el de Max. Jafet trata de usar su olfato, pero creo que los vampiros son buenos en solo buscar sangre. —Nada. — responde ya algo desesperado. —No te preocupes tarde o temprano tenemos que encontrar algún animal o algo. — sobo mis muñecas que fueran atadas el día anterior. Jafet se acerca para mirar mis muñecas, no he usado mi energía por si acaso si la necesito para algo peor. Su ardor se hace
Jafet mira hacia donde estoy haciendo que mi sangre se congele. Esta hace una seña de que me vaya. Asiento, tomo el libro de mis historias favoritas y salgo por la puerta trasera. Corro lo más que puedo con mis dos libros. Miro hacia atrás para ver si me siguen. Pero como todo, por mirar hacia atrás uno no mira hacia adelante, así que caigo por un lugar rocoso. —¡Ah! — grito al caer en agua. Alejo lo más que puedo los libros para que no se hagan daños. Salgo del agua agitada y caigo sobre la poca arena que hay. Miro el cielo algo naranjado para luego mirar donde me encuentro. Una hermosa posa invade mi campo de vista, el agua se mueve con tranquilidad y es totalmente transparente. Noto todas las heridas que tienen mis brazos y cara. Concentro mi energía en mis manos y empiezo a curarme. Al pensar nuevamente en el libro y lo que decía, mi pecho me empieza a apretar y mi visión se vuelve borrosa. Termino de curarme y tomo el libro. —Quiero saber más... —susurro limpian