—Mucho gusto, Jafet. Me llamo Iris —digo, resolviendo mentalmente el problema que me había surgido.
Extiendo mi mano y siento cómo mi piel se calienta al tocar la suya. No está helada como la de todos los vampiros, sino cálida y suave. Siento una energía fuerte en él, especialmente en sus ojos. Al ver mi expresión asombrada, él desvía la mirada.
—Bueno, ¿quieres ir a un restaurante de pizza? —me pregunta, logrando que deje de mirarlo. Asiento y él hace lo mismo.
—¿Cómo conduces? —pregunto para romper el incómodo silencio.
—¿De verdad eres la mejor de tu clase? —responde con una sonrisa burlona, mirándome de reojo—. Claro que tengo licencia.
Lo miro sorprendida, pero tiene razón, a los 16 años ya se puede tener una licencia, aunque sea de aprendizaje. Reflexiono sobre lo que ha dicho y surge otra pregunta en mi mente. Carraspeo un poco, acomodándome en el asiento.
—¿Tienes más de 500 años? —susurro, temiendo que se moleste, pero en lugar de eso, se ríe.
—Iris, tengo 17 años —responde, y siento cómo mis ojos casi se salen de sus órbitas.
—Es pecado mentir —le advierto, pero él solo hace una mueca—. Eres un mentiroso —declaro, haciendo una señal de la cruz con mis manos. Él ríe nuevamente—. ¿Solo sabes reír? —murmuro—. ¿Cómo vas a tener 17 años? —pregunto, viendo cómo suspira, cansado de mi curiosidad.
—Te lo digo cuando lleguemos al restaurante, ¿sí? —inquiere, recibiendo un refunfuño de mi parte—. Te lo diré, te lo prometo.
—Más te vale —respondo—. Podemos ir a un restaurante con arcades —propongo, y él asiente, preguntando dónde queda. Le doy las direcciones por el resto del camino.
Caminamos hacia la mesa del restaurante de pizza. El lugar tiene máquinas de juegos de los años 80, una reliquia hoy en día, y mis favoritas para jugar. Al otro lado, se puede ver lo que antes era una bolera.
—No sé qué le ves a este sitio, tantas súplicas para esto —el vampiro observa las máquinas con curiosidad.
Me acerco a la máquina que ha captado su atención. "Centipede" se lee en la pantalla.
—Centipede, nunca he jugado ese. Dicen que se juega por turnos. ¿Cómo se dice eso? —me pregunto a mí misma, poniendo un dedo bajo mi barbilla.
—Es un juego alternado, niña —responde el jefe del restaurante, pasando con una caja llena de piezas.
—Eso, juego alternado —digo, chasqueando los dedos. Realmente no sé cómo se juega—. No sabía eso... —susurro.
—Quiero jugarlo —comenta Jafet, tocando todos los botones.
—Oye, tranquilo, podrías romperlo —alejo sus manos de los delicados botones—. Tienen más de mil años de antigüedad.
—¿Cómo funciona? —me pregunta, mirándome decidido y luego a la máquina.
Sonrío al ver su interés, pero mi estómago ruge, recordándome mi hambre. Los ojos de Jafet se apartan de la máquina y me miran.
—Primero comemos, me dices cómo supiste todo lo que viste en la escuela y luego jugamos —sugiero, sonriendo ampliamente—. ¿Una pizza de pimiento, jalapeño y pepperoni te parece bien? —pregunto, y él asiente con una sonrisa cálida.
Nos sentamos y hacemos nuestra orden. Me encanta este restaurante por su decoración de los años 80 y su atmósfera familiar. Miro a Jafet, esperando que empiece a hablar, pero él sigue maravillado por el lugar.
—¿De verdad, antes de la guerra, las personas jugaban en estas cosas? —pregunta Jafet, observando a un chico jugando con su pareja.
—Sí... —susurro, tomando un cuchillo de la mesa—. Oye. —Él gira la cabeza hacia mí y lo señalo con el cuchillo—. Habla si no quieres que te saque las palabras de la boca.
—Está bien —responde Jafet, tragando, y baja mi mano. Este se prepara para hablar, tosiendo varias veces y luego me mira—. Pude ver toda tu obra gracias a mis ojos.
—No me digas —respondo con sarcasmo. Él pone los ojos en blanco.
—Están más desarrollados que los de otros vampiros, es mi habilidad —responde, aunque siento que me oculta algo más.
—¿Entonces viste...? —pregunto, sentándome sobre mis piernas, intrigada.
—Todo, luego de que hiciste trizas mi camisa —responde. Lo miro asustada—. Tengo que admitir que eres asombrosa —me echo hacia atrás, desconfiada, pero él sonríe y se lleva un dedo a los labios, pidiéndome silencio, y luego señala sus ojos—. Ambos ocultaremos nuestro secreto.
Lo miro asombrada. ¿Somos iguales? Me centro en sus ojos que se dilatan un poco. Sí, tienen energía, pero no igual a la mía. Su iris gris proyecta un cielo nublado que puede causar una tormenta. Él centra su mirada en mis ojos, esperando que pase algo, pero solo río y niego.
—Aquí están sus palitos con queso, jóvenes —dice la mesera, patinando hacia nosotros con nuestro aperitivo, desconectando nuestras miradas.
—Gracias —respondemos ambos, tomando uno para comer.
—¿Sabes que Max será el próximo alfa del norte? —pregunta Jafet, comiendo un palito. Niego con la cabeza—. Creo que su título está en la cuerda floja, al igual que Killa. No darse cuenta de una camisa de vampiro en su propia escuela... —Hago una mueca ante su comentario, ya no me preocupa ese mundo, estoy fuera de él—. A menos que encuentren a la verdadera culpable —dice, mirándome seriamente—. De por sí, está mal hablar con un vampiro. Imagínate tener una camisa de uno y hacer todo un juego en la escuela, haciendo que todos los lobos de alto rango se activen —él sonríe un poco.
—En realidad no te entiendo —digo, y él me mira sin comprender—. Creí que me estabas amenazando.
—Nunca lo haría, somos cómplices. Promesa de vampiro —responde, haciendo una cruz en su pecho, lo que lo hace ver tierno.
—Gracias... —susurro y empiezo a comer el resto de los palitos de queso. Observo cómo come con normalidad—. No tienes que comer si no puedes —comento, justo cuando la mesera llega con nuestra pizza extragrande y la pone en la mesa.
—Tengo hambre, debo comer —responde, tomando un pedazo de pizza y comiéndolo como un humano normal. Me mira con ternura—. Soy un híbrido, por eso tengo 17 años y también puedo comer como los humanos —confiesa. Creo que, si no tuviera los músculos de la mandíbula, se me caería al suelo—. Mi padre es vampiro y mi madre humana.
—Entonces tu madre ahora es vampira —comento, retomando mi compostura.
Pero él niega, dejándome boquiabierta nuevamente. Se ríe por mi comportamiento, se levanta un poco de su asiento, se acerca y cierra mi boca con delicadeza.
—Soy el menor de sus hijos —me notifica, su aliento fresco chocando contra mi rostro.
—¡¿Qué?! —exclamo, sorprendida por la cercanía y la noticia. Me echo hacia un lado y caigo—. Ay, ay, ay —me quejo, sobándome los glúteos.
Jafet se ríe sonoramente. Se levanta y me ayuda a levantarme con la ayuda de la mesera. Ella se asegura de que estoy bien y se retira. Jafet se sienta, aguantando la risa.
—Te dije que era mejor decírtelo en un lugar más privado —comenta, mirando a su alrededor para ver si alguien lo había escuchado.
—No lo puedo creer, ¿y tu madre sigue viva? —pregunto, y él asiente—. ¿Cuántos hermanos tienes? —vuelvo a preguntar en un susurro.
Jafet se acerca y levanta su mano. Lo miro sin entender, pero le doy una palmada, entendiendo que quiere chocar las cinco. Él se muere de risa al instante, logrando que me sienta más confundida.
—Tonta, conmigo somos cinco hijos —me dice riendo. Me agarro de la mesa para no caerme—. Come, se va a enfriar la pizza. Voy a ordenar la galleta —asiento al ver que se levanta de su silla.
Mientras como, en estado zombi, me pregunto cómo puede tener cinco medios vampiros. La mayoría de las mujeres que dan a luz a medios vampiros mueren en el acto. Nunca había oído de casos como este.
—Cinco hijos medios vampiros... —comento, tomando un poco de soda en estado de shock.
—Y tuvo gemelos —dice Jafet cerca de mi oído, logrando que escupa la soda.
Lo escucho reír nuevamente. Pone el postre en la mesa y se acerca a la máquina que quería jugar. Cierro mis ojos y me pellizco las mejillas para dejar de pensar en lo que me ha dicho.
Observo cómo saca unas monedas de sus pantalones, se acerca a las máquinas e inserta una en la ranura. Miro hacia el jefe, preocupada, pero él me asiente, parece que le dio las monedas que antes se usaban para jugar y le explicó cómo hacerlo.
Como mi postre y me acerco a él para jugar. Pasamos varias horas tratando de romper el récord de la máquina. Pero en realidad, tenemos que controlar más nuestros movimientos y lo que ven nuestros ojos.
—Ya me duelen los dedos de tanto... —se queja Jafet, presionando botones rápidamente, pero pierde—. ¡Rayos! —grita, desesperado, haciendo que me ría—. Vámonos antes de que rompa esta máquina.
Me toma de la mano y me hala hacia la salida del restaurante. Me detengo en nuestra mesa para terminar la soda. El mitad vampiro me hala más fuerte, rugiendo bajito.
—Gracias por su gran contribución —dicen los empleados con una gran sonrisa. Jafet ha gastado gran parte de su dinero en la máquina—. ¡Esperamos que vuelvan pronto!
—Claro, me encanta este lugar —respondo alegremente, ganándome un gruñido de parte de Jafet.
—Como no eres tú la que ha pagado todo —comenta Jafet, halándome hacia la salida, y me río.
Tengo que admitir que el mundo exterior se esfumó estando con el mitad vampiro. Hacía años que no me reía tanto. Todo lo que pasó hoy hizo desaparecer los recuerdos que estaban saliendo a flote. Puedo ser yo misma con él. Aprieto su mano, agradecida hacia el mitad vampiro.
Recuerden seguirme, compirtir esta historia con sus seres queridos, comentar y dar me gusta. Soy nueva en Buenovela y vi algo de calificación de la historia así que espero que puedan calificarla. ¡Nos leemos mañana!
—¿Por qué me has ayudado? — cuestiono mientras observo a Jafet centrado en la carretera. —Porque vi algo en mi en ti. Algo diferente y único. — responde sin sonreír. —Creo que quiero protegerte por cosas que pasé por ser diferente dentro de lo diferente. — me rio ante su descripción a lo que sonríe como un sol. —Hablo en serio. Noto como nos estamos acercando donde vivo, olfateo buscando la esencia de mi padre o de un licántropo. Me muevo incomoda mirando por la ventana. Noto que el mitad vampiro no se detiene acercándose más.—Creo que no es bueno que te acerques tanto al territorio. — comento preocupada.—Puedo controlarlo. — me contesta Jafet atento a nuestro alrededor. —No percibo que haya peligro para mí. — miramos atentos el lugar, es cierto no percibo a nadie de la manada de mi familia cerca. —Además es de muy mal gusto dejar a una joven lejos de su casa en la noche. — el mitad vampiro me saca de mis pensamiento logrando que me ruborice un poco por su comentario.Es tan difere
—Mamá —me acerco a mi bisabuela, que está en la orilla de la playa—. Tengo una pregunta —susurro y ella me mira de reojo—. ¿Por qué te decimos mamá en vez de alfa? —le pregunto mientras el viento hace bailar su cabellera blanca. Ella cierra los ojos e inhala suavemente.—Me llaman "mamá" porque soy una gran consejera, una alfa, y trato a cada miembro de mi manada como si fueran mis propios hijos —muerdo mis labios y miro mis pies que juegan con la arena—. ¿Por qué la pregunta?—Creí que era porque eres la más vieja —contesto sonriendo, haciendo que mi bisabuela materna se ría levemente.—Creo que eso también tiene que ver —comenta, acariciándome la cabeza—. También porque salvé a muchos licántropos en la guerra. No es fácil ganarse un apodo; viene de luchar y trabajar duro —me notifica. A veces no entiendo algunas cosas que dice—. Estoy segura de que algún día te ganarás el tuyo —añade, sonriendo con ternura.—No creo que llegue a ser tan vieja —comento. Ella congela la mano que me est
—Ah... —comento, girándome rápidamente para salir de este horrible lugar.Siento cómo alguien me toma del cuello de la blusa. Lentamente miro a la persona que me ha detenido y veo a mi madre, seria. Le sonrío con inocencia y ella frunce el ceño. Me arrastra hasta una silla y me sienta en ella. Algunos lobos mueven sus colas divertidas por la escena y otros gruñen ante mi presencia. —Tienes que quedarte aquí. Hoy daré clases físicas a los chicos, a ver si aprendes algo de lobos por una vez en tu vida —giro los ojos, cansada de que quiera meterme sí o sí en este mundo de anormales.—Ma', entiéndeme, no me interesa... —me interrumpe tapándome la boca.Giro los ojos y suspiro, esto ya me tiene cansada. ¿Por qué no puede entender que no me interesa y ya? La vuelvo a mirar y paso mi lengua por su mano, haciendo que retire rápidamente la suya.—Solo observa, por favor —suplica con ojos de cachorra.¿Cómo puedo negarme a su cara de súplica? Le sonrío en forma de aprobación. Además, de todos m
El aire fresco del bosque nos envuelve, con el sonido de las hojas susurrando y el crujir de las ramas bajo nuestros pies. Los duelos siempre se llevan a cabo en esta área boscosa, donde el suelo está cubierto de una alfombra de musgo y los árboles altos forman una cúpula natural que deja pasar la luz del sol en haces dorados. Las aves cantan a lo lejos, ajenas a la tensión que crece entre nosotros.El área está bordeada por un círculo de rocas, marcando el terreno de duelo. Los estudiantes forman un anillo alrededor, sus ojos brillando con expectativa. Puedo ver sus expresiones, una mezcla de curiosidad y asombro, preguntándose si realmente voy a enfrentarme a Max.Max se posiciona frente a mí, sus músculos tensos y listos para atacar. Sus ojos azules están fijos en los míos, llenos de arrogancia y superioridad. No puedo evitar sentir una chispa de rabia al verlo; su actitud altiva me repugna. Este lobo cree que puede dominar a todos solo porque es fuerte físicamente.Siento la energí
Suelto a Max de mis raíces, haciendo que caiga de lado en el suelo. Tengo que admitir que, si no fuera por Silver y por la cadena de plata, yo hubiese sido la perdedora. Mi cuerpo no es el mismo de cuando era niña, cuando estaba entrenado.Me acerco al alfa que he derrotado. Está exhausto y le cuesta respirar. Si pudiera curarlo como puedo hacerlo conmigo misma, todo sería perfecto, pero no puedo hacerlo con otros seres. Sin embargo, puedo crear algo para aliviar su dolor.Muevo mis manos y hago que salgan unas plantas y flores del suelo, luego preparo una medicina para las quemaduras de Max. Mientras hago el medicamento, Killa logra captar la atención de todos, ya que no es aceptable usar la energía natural sobre la lunar. Le unto lo que he creado en su lomo, cuello, hocico y otros lugares afectados. Max ronronea un poco por el olor relajante y el alivio que causa la medicina.Mi bisabuela, Atanasia, me entrenó para luchar cuando era niña, pero siempre me atraían las plantas y los ani
Mientras no sabe lo que es, dónde está ni qué quiere, me escondo debajo de la camioneta. Escucho cómo emite un aullido que suena más a un grito horrible, haciendo que me tape los oídos y mi respiración se agite. Toco mi pecho para calmar el miedo que invade mi cuerpo. ¿En qué me he metido ahora?No tengo la energía suficiente para luchar contra él. Miro mi tobillo, aún no recuperado del duelo contra Max. Contengo las ganas de llorar al darme cuenta de que mis probabilidades de salir viva de aquí son escasas. Muerdo mis labios y miro detrás de mí... ¿no está? Asomo la cabeza un poco más; al ver que no hay nadie, me relajo y empiezo a salir sin hacer ruido. Creo que me he confiado demasiado...—¡Ah! —grito al sentir cómo me toman del pantalón y me arrastran bruscamente por el pavimento.Observo todo boca abajo, sintiendo cómo la sangre sube a mi cabeza. Noto una marca única en la pata del híbrido. Ahora entiendo por qué no había visto su cara por estos lares ni reconocido su olor, especi
—¿Para qué crees que lo tenía? —pregunto, tomando el collar rápidamente.—No lo sé, tal vez siempre lo usaba. Pero por su forma y esas piedras, no son de estas naciones... Deduzco que viene de las afueras, donde el gobierno y tu alfa dicen que solo hay caos gracias a la guerra nuclear —contesta Jafet, soplando la mano que agarraba el collar—. Además, se ve antiguo.—Una gema de varios colores... —Paso mi pulgar por el fino pero resistente collar. Su belleza nos hipnotiza—. Es única —susurro, notando el reflejo de mis ojos coloridos en las piedras.Algo en el collar me resulta familiar, como si me conectara con un recuerdo lejano. Sin darme cuenta, mis ojos se llenan de lágrimas. Los recuerdos de mi sueño y mi niñez empiezan a aflorar.—¿Estás bien? —pregunta Jafet al ver cómo deposito mi cabeza en mis manos—. Oye, todo estará bien —se sienta a mi lado y me abraza.Dejo caer mi cabeza en su hombro y observo cómo la tarde se convierte en una noche oscura a través de la ventana. Noto que
—Mantente escondida y por nada del mundo salgas, Iris —dice la señora mayor de ojos azules, saliendo de la choza mientras su loba la esperaba.—Mía... —llamo a la loba blanca que se unía a mi bisabuela en una sola alma—. Mamá, tengo miedo —expreso temblando al ver cómo se convertía en una loba blanca y grande.—Mantente adentro, Iris —ordena con autoridad, ahora transformada en una loba blanca como la nieve, la luna más poderosa de la historia—. Ya es hora de que este vejestorio vuelva a luchar.Un aullido poderoso llama a mi bisabuela. Desde que la luz de la Luna me tocó, mi bisabuela materna, Atanasia, me ha mantenido escondida como si fuera un secreto. Tragué saliva y cerré la puerta...—No tengo que salir, no tengo que salir —me repeto varias veces, esperando que mi alfa volviera, pero... mi memoria saltó a una imagen en mis recuerdos.En lugar de encontrar a una loba blanca, encontré una roja, manchada con su propia sangre y con los ojos mirando a la nada. Mi vista se distorsionó