Al final del camino vemos la luz, el cual Alejandro avanza para llegar. Al salir la luz del atardecer ilumina el lugar, mis pulmones se le hace difícil respirar por la altura en que estamos. Lo que más sorprende es que el lugar está cerrado por un tipo de cristal. Es como si hubiese existido un pueblo aquí, hay estructuras antiguas, iglesias, hogares, entre otras cosas.
—Rayos, es más grande de lo que cuentan. — comenta uno de los muchachos de Alejandro fascinado por el paisaje.
Vamos a un lugar que tiene un gran símbolo de los puntos cardinales. Estos señalan grandes estructuras maltratadas. Miro con curiosidad donde siento una energía. De la nada escucho risas que provienen de una estructura.
—Mierda, brujas. — gruñe Alejandro sacando sus garras en posición de defensa.
—Hace tiempo que no teníamos invitados. — se escucha como dice una sin aun salir de la estructura griega.
—Y lo mejor es que no son normales. — comenta otra seria saliendo de la estructura sin mostrar su rostro por una capa. —Bienvenidos, híbridos, hijo del norte, Iris y... — esta se queda pensando en que decir del mitad vampiro. —Jafet.
—¿Iris? — dos brujas salen de su escondite diciendo mi nombre sin poder creer lo que oyeron.
—¿Estás segura de que es ella? — pregunta una de las que salieron de su escondite señalándome.
—¿No sientes el poder de la madre naturaleza en ella hermana? — cuestiona la que nos dio la bienvenida.
—La siento, pero puede ser una aprendiz… una trampa de la alfa de la manada central. — Alejando la interrumpe sonriéndole con confianza.
—No, en realidad es Iris. — contesta dejando calladas a las hermanas brujas. —Pueden preguntarle al guardián de este lugar, que pudo presenciar como la tierra tembló ante el mandato de esta joven. Solo que ella...
—No es tiempo. — calla la bruja a Alejandro. —¿A que han venido?
—Nosotros queremos saber si tenemos salvación, trillizas. — Alejandro se dobla ante ellas. —Un maldito... está convirtiendo licántropos en híbridos. Y lo peor es que no es la familia real, alguien está tratando de ser el nuevo rey de la oscuridad.
—Nosotras no tenemos que ver con las creaciones de otras hermanas. — contesta con acides la que duda de que mi nombre sea Iris.
—Basta, hermana. — se queja la que está a su lado. —Es algo normal cuando tenemos a la vida propia a su lado que crea en la salvación. Podemos buscar en los libros que están en blanco, apuesto que al sentir la presencia de la energía natural se pueden leer.
Cuanto quisiera ir donde ellas y quitarles la capa para ver sus rostros, formo mis manos en puños aguantando las ganas de hacerlo. La que habló se gira y empieza a caminar hacia la estructura que estaba escondida. Jafet se mantiene en el margen, tal parece que no quiero asociarse mucho con ellas.
—Por favor, seguidme. — manda esta con elegancia.
Los híbridos rápido toman su mandato y la siguen dejándonos atrás. La otra hermana sigue a los híbridos dejándonos con la que nos dio la bienvenida. Aprieto mi mandíbula, aunque no pueda ver sus ojos puedo sentir su mirada ante mí.
—¿Y ustedes? — pregunta para señalarnos.
—Buscamos un libro que nos enseñe a Jafet y a mí a entender a los licántropos. — le contesto sin duda alguna.
—¿No puedes entenderlos? — pregunta esta sorprendida deteniendo su caminar, lo cual le contesto negando. —Maldigo al que te ha hecho perder ese don. — contesta ella con rencor, cada vez me sorprende cuando habla de mí, es como si supiera quien soy o lo que he vivido. —Tienen que ir a la choza del norte. Por desgracia no puedo entrar ahí, así que tienen que ir solos.
Asentimos para mirar hacia la choza de madera, que es más humilde que las de las brujas. Max es el primero en ir y Jafet los sigue. Me giro para mirar a la bruja que no se ha movido.
—Este... — empiezo a hablar, pero esta me interrumpe.
—Cuida bien de ese collar, fue hecho por una madre para su hijo. — comenta esta para luego darme la espalda. —Y tu destino está en encontrar a su hijo.
—¿De qué...? — empiezo a hablar, pero me interrumpen.
—Iris, ven. Tenemos que avanzar para llegar antes del anochecer a nuestros hogares. — me interrumpe Jafet.
—Está bien. — contesto en un susurro tocando el collar que está escondido debajo de mi blusa.
¿De una madre a su hijo? Ahora no puedo dejar de pensar en lo que me ha dicho la bruja. Creí que este collar me brindaba poder, pero... niego para concentrarme en el lugar que estamos entrando. Lo cual nos da la bienvenida grandes pilares de libros húmedos y algo que creí que nunca existieron en este mundo.
—Eh... — no puedo hablar al ver el ser que está donde se reciben a los visitantes.
—Es un grifo. — informa Jafet tras ver la reacción mía y la de Max.
Un animal con la parte superior a la de un águila: con garras fuertes, hechas de plata y perfectas para luchar, además con un pico capaz de desgarrar carne y unas alas hermosas. Mientras que su parte inferior es la de un león: con patas musculosas, pelaje marrón y cola larga.
Esta alza sus enormes alas, haciendo que dé un paso para atrás. Luego señala con delicadeza un timbre que esta mohoso. Jafet es valiente en acercar sus manos al timbre y tocarlo. El grifo hace una reverencia ante nosotros.
—Guardiana de este lugar, estamos buscando un libro que tenga que ver con el entendimiento con los animales. Creo que tiene relación de como los humanos antes entendían a la naturaleza. — el mitad vampiro habla con seguridad y respeto al ser que le llama grifo.
El animal nos estudia con atención por varios segundos como si intentara comunicarse, pero al ver la miramos raros trisa. Asiente para luego volar con gracias y agilidad, dando a entender que conoce este lugar a la perfección. No me atrevo a seguirla… todavía estoy impactada por lo seres que he visto hoy.
—¿Cómo sabes lo que es? — le pregunto a Jafet que al igual que yo está admirando la elegancia del grifo.
—Mi padre ha hecho que estudie sobre criaturas de diferentes nacionalidades. El grifo fue descubierto por Apolo, para que vigilaran sus tesoros. Es leal, fuerte y tienen grandes valores. — explica como todo un nerd de criaturas místicas.
El grifo deja unos libros sobre la mesa para luego aterrizar cerca de la misma. Produce un tipo de sonido para que nos acerquemos. Me acerco para mirar sus ojos dorados, alzo mi mano para acercarla a su pico. Esta acerca su cabeza para que yo pueda tocarla, es fría y dura. Sonrió, miro a Jafet y a Max emocionada. Esta cierra sus ojos para hacer un sonido agradable, noto como sus orejas son puntiagudas.
Mis dos compañeros se acercan a la mesa para empezar a buscar. El grifo aleja su cabeza para empezar a abrir algunos y señalar algunos textos. Esta encuentra uno de vampiros para entender a los licántropos. El cual Jafet lo toma para estudiarlo. Me desespero al ver como el mitad vampiro estudia y yo no puedo encontrar nada para mí. Miro al grifo que me está estudiando con atención.
—Yo también quisiera aprender... de nuevo. — le comento.
Esta asiente para extender sus alas a buscar más libros. Max se acuesta en el suelo para luego cerrar sus ojos. Me tiro en una silla que cruje ante mi peso, escucho como Jafet ríe. Miro mal al mitad vampiro que solo deja ver sus ojos divertidos.
—¿Escuchas cómo encuentra los libros? — me pregunta leyendo nuevamente su libro. Niego, aunque no me vea. —Hace un sonido y luego se escucha como el libro se escribe. Es un guardián de libros terrestres, delata sus secretos.
Recuerdo el libro que encontré en la casa de mi bisabuela. Cierro mis ojos, logrando escuchar lo que dice Jafet. Oigo como sus alas se mueven acercándose a mí, como sus garras raspan con gentileza el libro y luego... ¡pam!
—¡Ah! — grito ante el fuerte sonido que ha hecho dejando el libro sobre la mesa. Miro el libro que esta viejo, tengo miedo de abrirlo y que se haga polvo en mis manos. —¿Aurora? — cuestiono al leer el título del libro, me parece familiar ese nombre. Al tocar el libro con la máxima delicadeza este se "rejuvenece" dejándome sorprendida.
El grifo asiente dejándome sin entender por qué lo ha hecho. Este pasa varios capítulos para llegar a uno que es como comunicarse con la naturaleza con la energía natural. Tomo el libro para empezar a estudiar. A la media hora escucho como se acercan unos pasos. Alzo mi mirada para ver a Alejandro y a su grupo, estos están todos sucios y hasta apestan a lo que expreso asco logrando que el líder se encoja de hombros.
—Brujas, después de todo. — contesta el hombre lleno de cicatrices, ahora si entiendo.
Cierro el libro para mirar fijamente a Max, sin parpadear. El licántropo mira detrás de mí así que hago lo mismo. Me encuentro con un Jafet concentrado mirando a Max. El grifo hace un sonido negando. Vuelve a buscar unas páginas y leemos.
—Solo siente la naturaleza. —
decimos en voz alta al leer.Cierro mis ojos concentrándome, buscando ese punto en que me conectaba con la naturaleza. Aprieto mis manos que están en el libro, al no escuchar nada abro mis ojos. ¿De verdad no volveré a oír a la naturaleza? Niego para volver a cerrar mis ojos y tocar el collar. Búscalo... en mi mente sale el paisaje que se ve el norte y fuera de las naciones. Me adentro en el paisaje, pero entre más entro más oscuro se pone. Doy un paso en mi mente encontrándome que estoy caminando en un charco. En el centro del lugar hay una loba blanca muerta, mi bisabuela. Al caminar hacia ella el collar se me cae, miro nuevamente hacia el cuerpo de mi bisabuela, pero ya no está. Estoy sola... miro el collar que está brillando. Tengo miedo de lo que soy, pero el collar de algún modo me relaja. Estiro mi mano para tomarlo a lo que sale una mano que me hala adentrándome al charco haciendo que vea un mundo completo. Estoy cayendo, pero del cielo se forma una aurora boreal y al segundo se escucha un aullido.
—No corras. — dice algo en mi mente.
Abro mis ojos, doy un salto como cuando uno está durmiendo y siente que se cae. Noto como el lugar en que me encuentro está lleno de flores. Busco a Jafet y a Max que me miran sorprendidos. Aunque Alejandro y los demás no se quedan atrás.
—No puedo, solo se hacer esto y de milagro. — comento dejando mi cabeza en la mesa.
El grifo hace un sonido y pasa su cabeza por mi hombro. Escucho como Jafet ríe tomando mi atención. Este tiene sus ojos cerrados y señala a Max.
—Cree que ha sido una pérdida de tiempo venir aquí y que se arrepiente. Además de que casi es cena de dragón. — Jafet abre sus ojos sonriendo. —Y también te dijo tonta.
Me giro para mirar a Max que pone sus patas delanteras sobre sus ojos y orejas. Sabe muy bien que le voy a mencionar hasta a la madre. Me levanto de la silla y lo señalo.
—¿Tonta? ¿¡Me has dicho tonta!? — exclamo logrando que se escuche mi eco y el grifo levanta sus alas impidiendo que vaya a darle su merecido al licántropo. —Él es un... — tenía tantas cosas que decir, pero no podía expresarla. —¡El que dio esta idea fuiste tú! — grito con desesperación donde camino de un lado a otro como un león en cautiverio, quiero entenderlos como lo hace Jafet o como lo hacia antes.
—¡Basta! — grita el grifo dejándome con los ojos abiertos. —Tal vez se le hace difícil, ya que no confía en la justicia en su vida.
—Parece que la estoy presionando mucho. — escucho como dice Max preocupado. —Tal vez no esté lista para enfrentar su miedo.
—¿Miedo? Yo no le tengo miedo nada. — respondo con enojo cambiando las caras del juego, ya que ahora son ellos los que me miran sorprendidos.
—Pero... ¿Cómo? — cuestiona Max levantándose para acercarse a mí. —¿Ha sido coincidencia que dijo eso? — pregunta mirando a los demás.
—No. — respondo logrando que sus orejas se paran derechas, me encojo de hombros
—O simplemente aceptaste lo que has vivido. — dice el grifo con voz de mujer a lo que gruño.
—No lo se. — susurro tocando el collar.
—Bueno, ya hemos hecho la misión de hoy. — comenta Jafet levantándose de la silla y estirándose, produciendo crujidos de sus huesos. —Espero que te puedas comunicar bien lobo.
—Se hablar. — le contesta Max gruñendo, enseñándole sus dientes afilados.
Jafet y Max se acercan a Alejandro a hablar que les sucedió a ellos y que pueden hacer en su situación. Puedo escuchar como explican que no hay buenas noticias donde dejo de hacerles caso. Miro mi mano que tengo el collar.
—¿Qué escuchaste? — pregunta el grifo con curiosidad.
—Una voz. — le contesto sin darle mucha información. —Por alguna siento como todos los seres nuevos que conozco esperan algo de mí. Pero yo, estoy esperando algo…
—A veces no hay que esperar sino actuar. — responde el grifo. —Como hiciste hace poco, solo decidiste ignorar el hecho de lo que has sufrido.
—Iris, debemos irnos. — llama mi atención Jafet.
—Príncipe. — dice el grifo haciendo una reverencia hacia Jafet.
—¿Cómo sabe...? — no término la pregunta ya que el mitad vampiro me toma del brazo y me hala.
Mientras me hala yo solo me quedo mirando al grifo. Ahora tengo más pregunta en mi mente que antes. Rayos, mi vida cada vez se hace más complicada de entender.
Y así es como aprendí a escuchar a los animales y licántropos, aceptando mi realidad. Al salir las brujas nos esperaban donde hablamos un poco. Alejandro y los suyos no pueden volver a lo que eran antes ya que podrían morir algunos. Eso sí, les prometieron que averiguarían más sobre el vampiro que está convirtiendo a licántropos en híbridos. Claro está, si también vienen a jugar con ellas. Jafet también da le palabra a Alejandro de que su familia y él tomaran cartas en el asunto. Además, prometimos que ayudaríamos a híbridos que estén perdidos en apoyarlos y llevarlos a la manada de Alejandro.
Alejandro, Max y Jafet quieren irse rápido ya que nos podemos encontrar con Aron, el dragón que casi nos rostiza. Quien, en realidad, es el guardián de este lugar. Miro por última vez el paisaje que nos da la cima de los picos de la muerte.
—Estoy segura de que volverás pronto. — dice una bruja.
—Quisiera contradecirte, pero... — saco el collar de mi blusa. —Esto demuestra que falta mucho para terminar mi camino.
—En realidad, ni lo has empezado. — responde riendo la bruja. —Primero tienes que salir de las cinco naciones.
—Ah, gracias por avisar. — le agradezco riendo con sarcasmo.
Nos despedimos de todos. Y al llegar a mi hogar mi familia y la de Jafet me esperaban para contarme y celebrar mis 17 años. Desde ese día me estoy preparando para el momento de salir de las cinco naciones, volver a encontrarme con todos de la cima de los picos de la muerte y conocer más personas.
La alfa es la loba que menos soporto, la que se cree que va por encima de todos y la que a veces aparece en mis pesadillas. Aprieto mis manos formando puños al verla como si nada, pero debo ignorar lo que siento. Miro el reloj, siento como si hubieran pasado horas y ni siquiera han pasado cinco minutos. —Ya lo veremos el sábado —contesto. Ambas nos miramos desafiantes y sonreímos de lado. Si no estuvieran todos aquí, creo que nos lanzaríamos una sobre la otra. Observo cómo mi prima asoma la cabeza por la ventana. Su pelaje uniforme de color blanco brilla bajo la luz del día. Me mira y sus ojos negros le brillan. —Iris, ve y búscanos algo de beber —manda la muy descarada de mi alfa. —Sí, alfa —contesto, mordiéndome la lengua. No soporto que me mande. Mientras le doy la espalda, escucho cómo gruñe. No nos soportamos. Voy a la cocina, sirvo dos vasos de agua, uno normal y al otro le echo sal. "Espero que se dé cuenta y…" sigo hablando en mi mente mientras llevo el vaso hacia mi tía.
Abro mis ojos desorientada, con náuseas y dolor de cabeza. He aceptado varias cosas en mi vida que unos días atrás no hubiese aceptado ni aunque estuviera loca. Pero solo tengo que cumplir lo que me han encomendado y volveré a casa para prepararme e irme a estudiar a la universidad y tener una vida normal. Me levanto sin equilibrio, haciendo que me sienta rara. Miro lo que son mis manos y me encuentro con unas patas de diferentes tonalidades. Niego varias veces, creyendo que aún estoy durmiendo por lo que mi bisabuela me dio de tomar anoche. —¡No puede ser! — camino hacia el agua para ver mi reflejo. —¡Ah! — grito escondiéndome de mi propio reflejo en el agua cristalina, pero de mi hocico solo sale un chillido agudo. ¡Ya no tengo un rostro plano! Observo que mi rostro está inundado de pelo de diferentes tonalidades. Mis orejas se mueven hacia adelante y hacia atrás al asustarme de mi reflejo, pero a la vez se ve curioso. —Mm, ¿Qué pasa? — escucho cómo los presentes inquieren al esc
Las flores de primavera se hacen visibles en el valle; nunca había visto tantas flores en mi corta vida. La manada de mi familia habla amigablemente; todo está en paz. Es la primera vez que estaré tan cerca de la manada. Observo cómo los cachorros corren en su forma lobuna jugando, mientras los adultos hablan entre ellos en su forma humana.—Iris. — alzo mi mirada hacia la procedencia de la voz que ha dicho mi nombre.No me siento confiada estando tan cerca de lo que se supone sea mi manada. Solo está la familia de mi madre y ellos dan miedo. Me pego más a la persona que está a mi lado y aprieto su mano, entrelazada junto a la mía.—Dime, mami.Por alguna razón, mis padres no permitieron que me acercara mucho a mi manada cuando era más pequeña. No recuerdo por qué, pero siento que hice algo para que ahora quieran que me acerque a ella, o más bien, que saque al lobo que tengo dentro.—Obsérvalos con detenimiento; tal vez así aprendas a sacar a tu lobo interior.Otra vez lo mismo, giro m
Diez años después: Mientras estudio física, golpeo varias veces el libro con el lápiz. Estiro mi cuello y mi espalda después de horas sentada. Mis ojos se desvían hacia el recipiente donde he preparado mi nuevo experimento. Me pregunto quién podría ser el sujeto ideal para probar mi hipótesis, aunque en esta casa tengo más de una opción. Tomo un trozo de carne del plato y dejo caer mi mano, esperando a que llegue una presa. Pocos minutos después, escucho la puerta de mi habitación abrirse sin hacer mucho ruido y a alguien olfateando el aire, persiguiendo el exquisito olor de la carne. Suelto el lápiz con disimulo y agarro mi experimento. Siento cómo la presa se acerca cada vez más a mi mano, y en un instante de acción, giro mi silla y... ¡pam! —Ay, Iris —mi hermano menor se queja mientras tomo su brazo—. Suéltame, duele —trata de zafarse de mi agarre, pero no puede. —Quieto, Peter, solo necesito tu ayuda para algo —suplico, mientras forcejeo con él. Lo dejo inmovilizado y,
Es la loba que menos soporto, la que se cree que va por encima de todos y la que a veces aparece en mis pesadillas. Aprieto mis manos formando puños al verla como si nada, pero debo ignorar lo que siento. Miro el reloj, siento como si hubieran pasado horas y ni siquiera han pasado cinco minutos.—Ya lo veremos el sábado —contesto.Ambas nos miramos desafiantes y sonreímos de lado. Si no estuvieran todos aquí, creo que nos lanzaríamos una sobre la otra. Observo cómo mi prima asoma la cabeza por la ventana. Su pelaje uniforme de color blanco brilla bajo la luz del día. Me mira y sus ojos negros le brillan.—Iris, ve y búscanos algo de beber —manda la muy descarada de mi alfa.—Sí, alfa —contesto, mordiéndome la lengua. No soporto que me mande.Mientras le doy la espalda, escucho cómo gruñe. No nos soportamos. Voy a la cocina, sirvo dos vasos de agua, uno normal y al otro le echo sal. "Espero que se dé cuenta y…" sigo hablando en mi mente mientras llevo el vaso hacia mi tía. Le doy el vas
—Es hora de ir a la escuela —exclamo, levantándome llena de energía. Llego a mi escuela, que es para "normales". Tengo que admitir que en todas partes encontraré seres del mundo que los humanos no conocen que existen. Camino entre los estudiantes con agilidad; tantos olores juntos hacen que no use tanto mi sentido del olfato. Pero puedo lograr distinguir la presencia de una joven particular y familiar. —¡Iris! —escucho que me llaman, haciendo que mire hacia la procedencia de mi llamado. —¡Iris! —grita la pelirroja, pero la ignoro para seguir con mi misión esencial en el día de hoy. —¿Qué quieres, Carly? —cuestiono deteniéndome, haciendo que chocara conmigo y le sacara un gruñido. —A mí no me gruñas, Iris —regaña señalándome molesta, haciendo que yo baje su dedo inquisidor. —¿Qué tienes en mente hacer hoy? Veo en tus ojos que tienes un objetivo peculiar. —Y yo pensé que no usarías tus cosas —le contesto, haciendo que frunza su ceño. —Bueno... —carraspeo un poco para que mis trafic
Respiro agitada por la carrera que he hecho para encontrar a mi bisabuela. No sé dónde está... Me detengo, miro por todos lados, no la encuentro. Siento cómo mi cabeza empieza a doler gracias a que la luz de la Luna toca mi piel; tal vez si he sido maldecida por ella. Escucho un aullido, lo que me hace reaccionar nuevamente. Tiene que ser mi bisabuela. Corro lo más rápido posible, con lágrimas bajando por mis húmedas mejillas.—¡Iris, vamos, levántate! — exclama mi madre, haciendo que salga de la pesadilla que me atormenta casi todas las noches.Escucho cómo abren la puerta de mi cuarto, y el olor de la persona que la ha abierto entra. Cierro rápidamente mis ojos para que mi hermano menor crea que sigo durmiendo. Él me toca con la punta de su dedo, como si fuera suficiente para despertarme.—Es sábado... — susurra, y yo pongo mi almohada sobre mi cabeza y gruño. —La escuela de lobos, Iris. — saco la almohada para mirar la ventana que está a mi lado; todavía está oscuro. —¡Vamos, levánt
Observo el edificio hecho de ladrillos viejos y con una torre que tiene un gran reloj. No ha cambiado nada este lugar desde que me fui. Sigue siendo un lugar oscuro, húmedo y lleno de secretos. Siento como alguien me observa a lo lejos, haciendo que me gire y me encuentre con un monte inmenso. Llego a ver cómo el monte se mueve solo, logrando que me sienta algo mareada. Qué raro es esto. No siento ninguna presencia... Muevo mi cabeza haciendo caso omiso y sigo mi camino hacia la escuela de licántropos.Mientras más me acerco, siento una mezcla de olores... ¿Qué olores? Apesta a otros lobos. Toco mi mochila, esperando que no huelan el paquete que tengo. Lobos fuera de la manada de mi familia me olfatean, buscando mi esencia. Desde niña no tengo olor o aroma como ellos lo llaman, según ellos. De por sí, nací con un aroma que no es igual al de los licántropos normales. Los miro por encima de mis hombros, ganándome gruñidos de parte de ellos. Otra de mis características es que ningún licán