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XLIII: Aventura de mi cumpleaños #17 (parte 4)

Al final del camino vemos la luz, el cual Alejandro avanza para llegar. Al salir la luz del atardecer ilumina el lugar, mis pulmones se le hace difícil respirar por la altura en que estamos. Lo que más sorprende es que el lugar está cerrado por un tipo de cristal. Es como si hubiese existido un pueblo aquí, hay estructuras antiguas, iglesias, hogares, entre otras cosas.

—Rayos, es más grande de lo que cuentan. — comenta uno de los muchachos de Alejandro fascinado por el paisaje.

Vamos a un lugar que tiene un gran símbolo de los puntos cardinales. Estos señalan grandes estructuras maltratadas. Miro con curiosidad donde siento una energía. De la nada escucho risas que provienen de una estructura.

—Mierda, brujas. — gruñe Alejandro sacando sus garras en posición de defensa.

—Hace tiempo que no teníamos invitados. — se escucha como dice una sin aun salir de la estructura griega.

—Y lo mejor es que no son normales. — comenta otra seria saliendo de la estructura sin mostrar su rostro por una capa. —Bienvenidos, híbridos, hijo del norte, Iris y... — esta se queda pensando en que decir del mitad vampiro. —Jafet.

—¿Iris? — dos brujas salen de su escondite diciendo mi nombre sin poder creer lo que oyeron.

—¿Estás segura de que es ella? — pregunta una de las que salieron de su escondite señalándome.

—¿No sientes el poder de la madre naturaleza en ella hermana? — cuestiona la que nos dio la bienvenida.

—La siento, pero puede ser una aprendiz… una trampa de la alfa de la manada central. — Alejando la interrumpe sonriéndole con confianza.

—No, en realidad es Iris. — contesta dejando calladas a las hermanas brujas. —Pueden preguntarle al guardián de este lugar, que pudo presenciar como la tierra tembló ante el mandato de esta joven. Solo que ella...

—No es tiempo. — calla la bruja a Alejandro. —¿A que han venido?

—Nosotros queremos saber si tenemos salvación, trillizas. — Alejandro se dobla ante ellas. —Un maldito... está convirtiendo licántropos en híbridos. Y lo peor es que no es la familia real, alguien está tratando de ser el nuevo rey de la oscuridad.

—Nosotras no tenemos que ver con las creaciones de otras hermanas. — contesta con acides la que duda de que mi nombre sea Iris.

—Basta, hermana. — se queja la que está a su lado. —Es algo normal cuando tenemos a la vida propia a su lado que crea en la salvación. Podemos buscar en los libros que están en blanco, apuesto que al sentir la presencia de la energía natural se pueden leer.

Cuanto quisiera ir donde ellas y quitarles la capa para ver sus rostros, formo mis manos en puños aguantando las ganas de hacerlo. La que habló se gira y empieza a caminar hacia la estructura que estaba escondida. Jafet se mantiene en el margen, tal parece que no quiero asociarse mucho con ellas.

—Por favor, seguidme. — manda esta con elegancia.

Los híbridos rápido toman su mandato y la siguen dejándonos atrás. La otra hermana sigue a los híbridos dejándonos con la que nos dio la bienvenida. Aprieto mi mandíbula, aunque no pueda ver sus ojos puedo sentir su mirada ante mí.

—¿Y ustedes? — pregunta para señalarnos.

—Buscamos un libro que nos enseñe a Jafet y a mí a entender a los licántropos. — le contesto sin duda alguna.

—¿No puedes entenderlos? — pregunta esta sorprendida deteniendo su caminar, lo cual le contesto negando. —Maldigo al que te ha hecho perder ese don. — contesta ella con rencor, cada vez me sorprende cuando habla de mí, es como si supiera quien soy o lo que he vivido. —Tienen que ir a la choza del norte. Por desgracia no puedo entrar ahí, así que tienen que ir solos.

Asentimos para mirar hacia la choza de madera, que es más humilde que las de las brujas. Max es el primero en ir y Jafet los sigue. Me giro para mirar a la bruja que no se ha movido.

—Este... — empiezo a hablar, pero esta me interrumpe.

—Cuida bien de ese collar, fue hecho por una madre para su hijo. — comenta esta para luego darme la espalda. —Y tu destino está en encontrar a su hijo.

—¿De qué...? — empiezo a hablar, pero me interrumpen.

—Iris, ven. Tenemos que avanzar para llegar antes del anochecer a nuestros hogares. — me interrumpe Jafet.

—Está bien. — contesto en un susurro tocando el collar que está escondido debajo de mi blusa.

¿De una madre a su hijo? Ahora no puedo dejar de pensar en lo que me ha dicho la bruja. Creí que este collar me brindaba poder, pero... niego para concentrarme en el lugar que estamos entrando. Lo cual nos da la bienvenida grandes pilares de libros húmedos y algo que creí que nunca existieron en este mundo.

—Eh... — no puedo hablar al ver el ser que está donde se reciben a los visitantes.

—Es un grifo. — informa Jafet tras ver la reacción mía y la de Max.

Un animal con la parte superior a la de un águila: con garras fuertes, hechas de plata y perfectas para luchar, además con un pico capaz de desgarrar carne y unas alas hermosas. Mientras que su parte inferior es la de un león: con patas musculosas, pelaje marrón y cola larga.

Esta alza sus enormes alas, haciendo que dé un paso para atrás. Luego señala con delicadeza un timbre que esta mohoso. Jafet es valiente en acercar sus manos al timbre y tocarlo. El grifo hace una reverencia ante nosotros.

—Guardiana de este lugar, estamos buscando un libro que tenga que ver con el entendimiento con los animales. Creo que tiene relación de como los humanos antes entendían a la naturaleza. — el mitad vampiro habla con seguridad y respeto al ser que le llama grifo.

El animal nos estudia con atención por varios segundos como si intentara comunicarse, pero al ver la miramos raros trisa. Asiente para luego volar con gracias y agilidad, dando a entender que conoce este lugar a la perfección. No me atrevo a seguirla… todavía estoy impactada por lo seres que he visto hoy.

—¿Cómo sabes lo que es? — le pregunto a Jafet que al igual que yo está admirando la elegancia del grifo.

—Mi padre ha hecho que estudie sobre criaturas de diferentes nacionalidades. El grifo fue descubierto por Apolo, para que vigilaran sus tesoros. Es leal, fuerte y tienen grandes valores. — explica como todo un nerd de criaturas místicas.          

El grifo deja unos libros sobre la mesa para luego aterrizar cerca de la misma. Produce un tipo de sonido para que nos acerquemos. Me acerco para mirar sus ojos dorados, alzo mi mano para acercarla a su pico. Esta acerca su cabeza para que yo pueda tocarla, es fría y dura. Sonrió, miro a Jafet y a Max emocionada. Esta cierra sus ojos para hacer un sonido agradable, noto como sus orejas son puntiagudas.

Mis dos compañeros se acercan a la mesa para empezar a buscar. El grifo aleja su cabeza para empezar a abrir algunos y señalar algunos textos. Esta encuentra uno de vampiros para entender a los licántropos. El cual Jafet lo toma para estudiarlo. Me desespero al ver como el mitad vampiro estudia y yo no puedo encontrar nada para mí. Miro al grifo que me está estudiando con atención.

—Yo también quisiera aprender... de nuevo. — le comento.

Esta asiente para extender sus alas a buscar más libros. Max se acuesta en el suelo para luego cerrar sus ojos. Me tiro en una silla que cruje ante mi peso, escucho como Jafet ríe. Miro mal al mitad vampiro que solo deja ver sus ojos divertidos.

—¿Escuchas cómo encuentra los libros? — me pregunta leyendo nuevamente su libro. Niego, aunque no me vea. —Hace un sonido y luego se escucha como el libro se escribe. Es un guardián de libros terrestres, delata sus secretos.

Recuerdo el libro que encontré en la casa de mi bisabuela. Cierro mis ojos, logrando escuchar lo que dice Jafet. Oigo como sus alas se mueven acercándose a mí, como sus garras raspan con gentileza el libro y luego... ¡pam!

—¡Ah! — grito ante el fuerte sonido que ha hecho dejando el libro sobre la mesa. Miro el libro que esta viejo, tengo miedo de abrirlo y que se haga polvo en mis manos. —¿Aurora? — cuestiono al leer el título del libro, me parece familiar ese nombre. Al tocar el libro con la máxima delicadeza este se "rejuvenece" dejándome sorprendida.

El grifo asiente dejándome sin entender por qué lo ha hecho. Este pasa varios capítulos para llegar a uno que es como comunicarse con la naturaleza con la energía natural. Tomo el libro para empezar a estudiar. A la media hora escucho como se acercan unos pasos. Alzo mi mirada para ver a Alejandro y a su grupo, estos están todos sucios y hasta apestan a lo que expreso asco logrando que el líder se encoja de hombros.

—Brujas, después de todo. — contesta el hombre lleno de cicatrices, ahora si entiendo.

Cierro el libro para mirar fijamente a Max, sin parpadear. El licántropo mira detrás de mí así que hago lo mismo. Me encuentro con un Jafet concentrado mirando a Max. El grifo hace un sonido negando. Vuelve a buscar unas páginas y leemos.

—Solo siente la naturaleza. —

decimos en voz alta al leer.

Cierro mis ojos concentrándome, buscando ese punto en que me conectaba con la naturaleza. Aprieto mis manos que están en el libro, al no escuchar nada abro mis ojos. ¿De verdad no volveré a oír a la naturaleza? Niego para volver a cerrar mis ojos y tocar el collar. Búscalo... en mi mente sale el paisaje que se ve el norte y fuera de las naciones. Me adentro en el paisaje, pero entre más entro más oscuro se pone. Doy un paso en mi mente encontrándome que estoy caminando en un charco. En el centro del lugar hay una loba blanca muerta, mi bisabuela. Al caminar hacia ella el collar se me cae, miro nuevamente hacia el cuerpo de mi bisabuela, pero ya no está. Estoy sola... miro el collar que está brillando. Tengo miedo de lo que soy, pero el collar de algún modo me relaja. Estiro mi mano para tomarlo a lo que sale una mano que me hala adentrándome al charco haciendo que vea un mundo completo. Estoy cayendo, pero del cielo se forma una aurora boreal y al segundo se escucha un aullido.

—No corras. — dice algo en mi mente.

Abro mis ojos, doy un salto como cuando uno está durmiendo y siente que se cae. Noto como el lugar en que me encuentro está lleno de flores. Busco a Jafet y a Max que me miran sorprendidos. Aunque Alejandro y los demás no se quedan atrás.

—No puedo, solo se hacer esto y de milagro. — comento dejando mi cabeza en la mesa.

El grifo hace un sonido y pasa su cabeza por mi hombro. Escucho como Jafet ríe tomando mi atención. Este tiene sus ojos cerrados y señala a Max.

—Cree que ha sido una pérdida de tiempo venir aquí y que se arrepiente. Además de que casi es cena de dragón. — Jafet abre sus ojos sonriendo. —Y también te dijo tonta.

Me giro para mirar a Max que pone sus patas delanteras sobre sus ojos y orejas. Sabe muy bien que le voy a mencionar hasta a la madre. Me levanto de la silla y lo señalo.

—¿Tonta? ¿¡Me has dicho tonta!? — exclamo logrando que se escuche mi eco y el grifo levanta sus alas impidiendo que vaya a darle su merecido al licántropo. —Él es un... — tenía tantas cosas que decir, pero no podía expresarla. —¡El que dio esta idea fuiste tú! — grito con desesperación donde camino de un lado a otro como un león en cautiverio, quiero entenderlos como lo hace Jafet o como lo hacia antes.

—¡Basta! — grita el grifo dejándome con los ojos abiertos. —Tal vez se le hace difícil, ya que no confía en la justicia en su vida.

—Parece que la estoy presionando mucho. — escucho como dice Max preocupado. —Tal vez no esté lista para enfrentar su miedo.

—¿Miedo? Yo no le tengo miedo nada. — respondo con enojo cambiando las caras del juego, ya que ahora son ellos los que me miran sorprendidos.

—Pero... ¿Cómo? — cuestiona Max levantándose para acercarse a mí. —¿Ha sido coincidencia que dijo eso? — pregunta mirando a los demás.

—No. — respondo logrando que sus orejas se paran derechas, me encojo de hombros

—O simplemente aceptaste lo que has vivido. — dice el grifo con voz de mujer a lo que gruño.

—No lo se. — susurro tocando el collar.

—Bueno, ya hemos hecho la misión de hoy. — comenta Jafet levantándose de la silla y estirándose, produciendo crujidos de sus huesos. —Espero que te puedas comunicar bien lobo.

—Se hablar. — le contesta Max gruñendo, enseñándole sus dientes afilados.

Jafet y Max se acercan a Alejandro a hablar que les sucedió a ellos y que pueden hacer en su situación. Puedo escuchar como explican que no hay buenas noticias donde dejo de hacerles caso. Miro mi mano que tengo el collar.

—¿Qué escuchaste? — pregunta el grifo con curiosidad.

—Una voz. — le contesto sin darle mucha información. —Por alguna siento como todos los seres nuevos que conozco esperan algo de mí. Pero yo, estoy esperando algo…

—A veces no hay que esperar sino actuar. — responde el grifo. —Como hiciste hace poco, solo decidiste ignorar el hecho de lo que has sufrido.

—Iris, debemos irnos. — llama mi atención Jafet.

—Príncipe. — dice el grifo haciendo una reverencia hacia Jafet.

—¿Cómo sabe...? — no término la pregunta ya que el mitad vampiro me toma del brazo y me hala.

Mientras me hala yo solo me quedo mirando al grifo. Ahora tengo más pregunta en mi mente que antes. Rayos, mi vida cada vez se hace más complicada de entender.

Y así es como aprendí a escuchar a los animales y licántropos, aceptando mi realidad. Al salir las brujas nos esperaban donde hablamos un poco. Alejandro y los suyos no pueden volver a lo que eran antes ya que podrían morir algunos. Eso sí, les prometieron que averiguarían más sobre el vampiro que está convirtiendo a licántropos en híbridos. Claro está, si también vienen a jugar con ellas. Jafet también da le palabra a Alejandro de que su familia y él tomaran cartas en el asunto. Además, prometimos que ayudaríamos a híbridos que estén perdidos en apoyarlos y llevarlos a la manada de Alejandro.

Alejandro, Max y Jafet quieren irse rápido ya que nos podemos encontrar con Aron, el dragón que casi nos rostiza. Quien, en realidad, es el guardián de este lugar. Miro por última vez el paisaje que nos da la cima de los picos de la muerte.

—Estoy segura de que volverás pronto. — dice una bruja.

—Quisiera contradecirte, pero... — saco el collar de mi blusa. —Esto demuestra que falta mucho para terminar mi camino.

—En realidad, ni lo has empezado. — responde riendo la bruja. —Primero tienes que salir de las cinco naciones.

—Ah, gracias por avisar. — le agradezco riendo con sarcasmo.

Nos despedimos de todos. Y al llegar a mi hogar mi familia y la de Jafet me esperaban para contarme y celebrar mis 17 años. Desde ese día me estoy preparando para el momento de salir de las cinco naciones, volver a encontrarme con todos de la cima de los picos de la muerte y conocer más personas.

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