—Ya lo veremos el sábado —contesto.
Ambas nos miramos desafiantes y sonreímos de lado. Si no estuvieran todos aquí, creo que nos lanzaríamos una sobre la otra. Observo cómo mi prima asoma la cabeza por la ventana. Su pelaje uniforme de color blanco brilla bajo la luz del día. Me mira y sus ojos negros le brillan.
—Iris, ve y búscanos algo de beber —manda la muy descarada de mi alfa.
—Sí, alfa —contesto, mordiéndome la lengua. No soporto que me mande.
Mientras le doy la espalda, escucho cómo gruñe. No nos soportamos. Voy a la cocina, sirvo dos vasos de agua, uno normal y al otro le echo sal. "Espero que se dé cuenta y…" sigo hablando en mi mente mientras llevo el vaso hacia mi tía. Le doy el vaso de agua con sal a mi alfa y veo cómo mis hermanos se convierten y juegan con mi prima Killa afuera. Ignoro lo que hacen, no me interesa ese mundo anormal. Escucho cómo mi alfa tose y mira el vaso de agua raro, lo que me hace sonreír, aguantando las ganas de reír.
—Bueno, Iris, sé que no vas a ser gran cosa, pero quiero decirte que el entrenamiento es arduo —comenta Anastasia, siguiendo con el tema de la escuela licántropo. —Y qué... —sigue hablando como cotorra por media hora.
Ignoro a mi alfa, sentándome en un sillón libre y mirando la pared, pensando en las clases y exámenes que me esperan. Espero que este año sea tranquilo y que siga con mis excelentes calificaciones. "Debo seguir estudiando, no estar aquí escuchando estupideces de anormales." Sin avisar, me levanto y subo a mi cuarto.
—¡Oye, te estoy hablando! —dice mi alfa, levantándose enojada y medio peluda.
Mi madre se levanta de su asiento gruñendo y camina hasta ponerse delante de mí, como protegiéndome. Observo cómo todos están rígidos. Me sorprende ver que el instinto salvaje de mi madre todavía me protege. Mi padre se acerca a la sala para ver qué sucede, lo cual no es una buena noticia, ya que no es bien visto ante la alfa o las viejas sabias.
—No me interesa lo que estás hablando —comento seria. La alfa gruñe enojada y corre hacia mí.
Tomo el frasco de mi gran experimento y la alzo. Mi alfa la mira sin saber qué hacer, ella le teme a lo que puedo hacer con solo moverla un poco. Mi madre camina hacia atrás y mi padre se va, sabiendo lo que puede causar este olor. Sonrío y roció un poco en la sala. Mi madre se tapa la nariz rápidamente y todos se asquean, incluyendo a mi víctima principal, Anastasia.
—Bueno sí que sirve esto en forma de ataque. — digo feliz escuchando como mi alfa aguanta las ganas de vomitar. —Me largo a estudiar.
Me giro sin decir más sonriendo. Antes de subir las escaleras observo como mi padre pasa por el pasillo. Este me mira y me guiña el ojo junto a una sonrisa, pude leer sus labios diciendo "Bien hecho." Sonrió de oreja a oreja y subo la escalera llena de energía. Ya he ganado el primer punto de hoy contra la alfa.
Después de desafiar a mi alfa y jugar un poco con mis habilidades, subo las escaleras hacia mi habitación, sintiendo la satisfacción de haber tomado la delantera en nuestro pequeño juego de poder. Mis pasos son ligeros, llenos de determinación y un toque de triunfo. Cierro la puerta detrás de mí y me dejo caer en mi cama, repasando mentalmente los eventos del día.
Es increíble cómo una simple interacción puede encender la chispa de la rebelión en mi interior. Pero no puedo evitarlo. Estoy cansada de seguir las reglas de una sociedad que parece estar más preocupada por mantener el status quo que por permitirnos ser quienes realmente somos.
Me sumerjo en mis libros, dejando que las palabras me envuelvan y me lleven lejos de este mundo de lobos y jerarquías. En las páginas de mis libros, encuentro la libertad que anhelo, donde no hay alfas ni betas, solo historias que me transportan a lugares desconocidos y una vida normal.
El tiempo pasa volando mientras me sumerjo en el mundo académico, y cuando finalmente levanto la mirada del libro, me doy cuenta de que la noche ha caído sobre la casa. Pero no me importa. Aquí, en mi santuario de palabras, soy libre para ser quien soy realmente, lejos de las expectativas y las presiones de la manada.
Con una sonrisa en los labios, me acomodo entre las sábanas y dejo que el sueño me envuelva, llevándome a tierras lejanas donde no hay lugar para los lobos ni sus complejas jerarquías. Mañana será otro día, y estoy lista para crear mi próximo experimento… solo espero interactuar bien con un vampiro.
—Es hora de ir a la escuela —exclamo, levantándome llena de energía. Llego a mi escuela, que es para "normales". Tengo que admitir que en todas partes encontraré seres del mundo que los humanos no conocen que existen. Camino entre los estudiantes con agilidad; tantos olores juntos hacen que no use tanto mi sentido del olfato. Pero puedo lograr distinguir la presencia de una joven particular y familiar. —¡Iris! —escucho que me llaman, haciendo que mire hacia la procedencia de mi llamado. —¡Iris! —grita la pelirroja, pero la ignoro para seguir con mi misión esencial en el día de hoy. —¿Qué quieres, Carly? —cuestiono deteniéndome, haciendo que chocara conmigo y le sacara un gruñido. —A mí no me gruñas, Iris —regaña señalándome molesta, haciendo que yo baje su dedo inquisidor. —¿Qué tienes en mente hacer hoy? Veo en tus ojos que tienes un objetivo peculiar. —Y yo pensé que no usarías tus cosas —le contesto, haciendo que frunza su ceño. —Bueno... —carraspeo un poco para que mis trafic
Respiro agitada por la carrera que he hecho para encontrar a mi bisabuela. No sé dónde está... Me detengo, miro por todos lados, no la encuentro. Siento cómo mi cabeza empieza a doler gracias a que la luz de la Luna toca mi piel; tal vez si he sido maldecida por ella. Escucho un aullido, lo que me hace reaccionar nuevamente. Tiene que ser mi bisabuela. Corro lo más rápido posible, con lágrimas bajando por mis húmedas mejillas.—¡Iris, vamos, levántate! — exclama mi madre, haciendo que salga de la pesadilla que me atormenta casi todas las noches.Escucho cómo abren la puerta de mi cuarto, y el olor de la persona que la ha abierto entra. Cierro rápidamente mis ojos para que mi hermano menor crea que sigo durmiendo. Él me toca con la punta de su dedo, como si fuera suficiente para despertarme.—Es sábado... — susurra, y yo pongo mi almohada sobre mi cabeza y gruño. —La escuela de lobos, Iris. — saco la almohada para mirar la ventana que está a mi lado; todavía está oscuro. —¡Vamos, levánt
Observo el edificio hecho de ladrillos viejos y con una torre que tiene un gran reloj. No ha cambiado nada este lugar desde que me fui. Sigue siendo un lugar oscuro, húmedo y lleno de secretos. Siento como alguien me observa a lo lejos, haciendo que me gire y me encuentre con un monte inmenso. Llego a ver cómo el monte se mueve solo, logrando que me sienta algo mareada. Qué raro es esto. No siento ninguna presencia... Muevo mi cabeza haciendo caso omiso y sigo mi camino hacia la escuela de licántropos.Mientras más me acerco, siento una mezcla de olores... ¿Qué olores? Apesta a otros lobos. Toco mi mochila, esperando que no huelan el paquete que tengo. Lobos fuera de la manada de mi familia me olfatean, buscando mi esencia. Desde niña no tengo olor o aroma como ellos lo llaman, según ellos. De por sí, nací con un aroma que no es igual al de los licántropos normales. Los miro por encima de mis hombros, ganándome gruñidos de parte de ellos. Otra de mis características es que ningún licán
Miro por los alrededores de la escuela, asegurándome de que nadie esté cerca. Al ver que estoy sola, salgo de mi escondite y me dirijo al bosque. "Tengo que lograr que cancelen las clases, pero ¿cómo?" Mientras me adentro en el bosque, pienso en lo que puedo hacer solo con una camisa.—Tengo que pensar esto bien —me digo a mí misma, sentándome en el suelo húmedo, abrazando mi mochila como si fuera mi vida.Me acuesto y cierro los ojos para pensar mejor, mientras inhalo y saboreo la humedad del monte. "Debo lograr que los alfas detecten la esencia, pero no debo ser yo quien acerque la camisa." Frunzo el ceño, imaginando cada posible escenario. Hago un sonido de desesperación al abrir los ojos, dándome cuenta de que esto no será tan fácil como pensaba.Escucho un riachuelo a lo lejos. Me levanto y sigo el sonido hasta encontrar un hermoso paisaje. El agua cristalina fluye libremente, y puedo oler lo pura que es. Los peces nadan como si estuvieran danzando.—Mamá, mira, peces —me llegan i
—Iris —escucho la voz de la alfa llamándome, haciendo que me detenga justo antes de salir de este mundo de anormales.—Nunca puedo ser feliz —susurro, girándome y enfrentándome a Anastasia.—Espero que tú no tengas nada que ver con esto —me advierte. Yo simplemente me encojo de hombros—. Usar esas habilidades... —sus palabras me hacen mirarla con un poco de miedo, al darme cuenta de que sabe sobre mi energía natural—. Solo trae muerte, Iris. —Su rostro no muestra ninguna emoción—. Sabes que no serás bienvenida en nuestra manada ni en las otras cuatro si usas esa energía. Estás m*****a por la Luna.—Es lo que siempre has querido, Alfa —le recuerdo con una sonrisa maliciosa. No logrará intimidarme con esas palabras—. Además... —me pongo seria—. ¿Crees que quiero ser parte de tu manada o de otra? —pregunto, viendo cómo la alfa frunce el ceño. Nadie ha oído mis opiniones sobre este mundo, ni siquiera mi familia nuclear—. No me interesa para nada... —Escucho a alguien correr hacia nosotras.
—Mucho gusto, Jafet. Me llamo Iris —digo, resolviendo mentalmente el problema que me había surgido.Extiendo mi mano y siento cómo mi piel se calienta al tocar la suya. No está helada como la de todos los vampiros, sino cálida y suave. Siento una energía fuerte en él, especialmente en sus ojos. Al ver mi expresión asombrada, él desvía la mirada.—Bueno, ¿quieres ir a un restaurante de pizza? —me pregunta, logrando que deje de mirarlo. Asiento y él hace lo mismo.—¿Cómo conduces? —pregunto para romper el incómodo silencio.—¿De verdad eres la mejor de tu clase? —responde con una sonrisa burlona, mirándome de reojo—. Claro que tengo licencia.Lo miro sorprendida, pero tiene razón, a los 16 años ya se puede tener una licencia, aunque sea de aprendizaje. Reflexiono sobre lo que ha dicho y surge otra pregunta en mi mente. Carraspeo un poco, acomodándome en el asiento.—¿Tienes más de 500 años? —susurro, temiendo que se moleste, pero en lugar de eso, se ríe.—Iris, tengo 17 años —responde, y
—¿Por qué me has ayudado? — cuestiono mientras observo a Jafet centrado en la carretera. —Porque vi algo en mi en ti. Algo diferente y único. — responde sin sonreír. —Creo que quiero protegerte por cosas que pasé por ser diferente dentro de lo diferente. — me rio ante su descripción a lo que sonríe como un sol. —Hablo en serio. Noto como nos estamos acercando donde vivo, olfateo buscando la esencia de mi padre o de un licántropo. Me muevo incomoda mirando por la ventana. Noto que el mitad vampiro no se detiene acercándose más.—Creo que no es bueno que te acerques tanto al territorio. — comento preocupada.—Puedo controlarlo. — me contesta Jafet atento a nuestro alrededor. —No percibo que haya peligro para mí. — miramos atentos el lugar, es cierto no percibo a nadie de la manada de mi familia cerca. —Además es de muy mal gusto dejar a una joven lejos de su casa en la noche. — el mitad vampiro me saca de mis pensamiento logrando que me ruborice un poco por su comentario.Es tan difere
—Mamá —me acerco a mi bisabuela, que está en la orilla de la playa—. Tengo una pregunta —susurro y ella me mira de reojo—. ¿Por qué te decimos mamá en vez de alfa? —le pregunto mientras el viento hace bailar su cabellera blanca. Ella cierra los ojos e inhala suavemente.—Me llaman "mamá" porque soy una gran consejera, una alfa, y trato a cada miembro de mi manada como si fueran mis propios hijos —muerdo mis labios y miro mis pies que juegan con la arena—. ¿Por qué la pregunta?—Creí que era porque eres la más vieja —contesto sonriendo, haciendo que mi bisabuela materna se ría levemente.—Creo que eso también tiene que ver —comenta, acariciándome la cabeza—. También porque salvé a muchos licántropos en la guerra. No es fácil ganarse un apodo; viene de luchar y trabajar duro —me notifica. A veces no entiendo algunas cosas que dice—. Estoy segura de que algún día te ganarás el tuyo —añade, sonriendo con ternura.—No creo que llegue a ser tan vieja —comento. Ella congela la mano que me est