Miro por los alrededores de la escuela, asegurándome de que nadie esté cerca. Al ver que estoy sola, salgo de mi escondite y me dirijo al bosque. "Tengo que lograr que cancelen las clases, pero ¿cómo?" Mientras me adentro en el bosque, pienso en lo que puedo hacer solo con una camisa.
—Tengo que pensar esto bien —me digo a mí misma, sentándome en el suelo húmedo, abrazando mi mochila como si fuera mi vida.
Me acuesto y cierro los ojos para pensar mejor, mientras inhalo y saboreo la humedad del monte. "Debo lograr que los alfas detecten la esencia, pero no debo ser yo quien acerque la camisa." Frunzo el ceño, imaginando cada posible escenario. Hago un sonido de desesperación al abrir los ojos, dándome cuenta de que esto no será tan fácil como pensaba.
Escucho un riachuelo a lo lejos. Me levanto y sigo el sonido hasta encontrar un hermoso paisaje. El agua cristalina fluye libremente, y puedo oler lo pura que es. Los peces nadan como si estuvieran danzando.
—Mamá, mira, peces —me llegan imágenes de cuando entrenaba con mi bisabuela.
—Observa lo que hacen, Iris. De los animales puedes aprender muchas cosas —miro el reflejo en el riachuelo, esperando que el rostro de mi bisabuela aparezca junto al mío.
Gruño, cerrando los ojos y moviendo la cabeza para alejar esos recuerdos. No los recuerdo bien, tal vez por el dolor que sentí en ese entonces. El vacío, la impotencia de no poder cambiar las cosas o retroceder el tiempo, o simplemente convertirme en un lobo.
—Observa a los animales, Iris —me aconsejo a mí misma, mirando el riachuelo de nuevo.
Miro fijamente el riachuelo por unos minutos, esperando aprender algo nuevo para esta misión que ya parece imposible. Los minutos pasan, y me siento en la orilla, cansada. De repente, observo cómo un pez dorado intenta mover una gran hoja del fondo del riachuelo. No puede solo y otros peces vienen a ayudar, arrancando partes de la hoja hasta despejar el camino.
—¡Ya sé! —grito, levantándome de golpe al ver lo que hicieron los peces.
No tengo que ser yo quien acerque la camisa. Además, necesito que el olor se disperse en varios puntos de la escuela. Necesito a unos seres pequeños, rápidos y escurridizos. Algo tan pequeño que pueda moverse por todos lados.
Escucho un sonido pequeño y veo a un ratón mirándome con curiosidad desde la entrada de su madriguera. Hace unos sonidos tratando de comunicarse conmigo, pero ya no tengo la habilidad para entender a los animales. Me acerco lentamente, y el ratón me olfatea tranquilo. Siento que me reconoce.
—Hola —lo saludo, sintiéndome un poco rara. Imágenes de momentos similares inundan mi mente, haciendo que cierre los ojos con dolor. El ratón pone una pata sobre mi mano, y me doy cuenta de que estoy en el suelo por el dolor de los recuerdos. Trato de concentrarme. —Necesito tu ayuda —digo, y al acercarme veo que hay varios ratones en la madriguera. —Necesito su ayuda —repito, y ellos asienten, haciéndome sonreír. Creo que no he perdido la habilidad…
Cuando era pequeña, podía entender a los animales perfectamente, y hasta escuchar a los licántropos hablar entre ellos por las prácticas que realizaba con mi bisabuela materna. Pero por alguna razón, ya no puedo. No recuerdo cuándo perdí esa conexión.
De la unión de la pata del ratón y mi mano, una energía azul sale de mí, conectándose con el pequeño ratón. Si me encuentran usando esta energía, me decapitarían. El ratón se gira, y yo me congelo para no asustarlo. Hace un sonido y todos los ratones salen de la madriguera, rodeándome.
—Gracias —les digo, sonriendo mientras miro sus pelajes plateados.
Busco en mi mochila y saco la camisa con mucho cuidado. Si el viento lleva el olor hacia la escuela, estaré frita. Todos observamos la camisa. "Lo siento," pienso, recordando al vampiro. Hago trizas la camisa y ato un pedazo a la pata de cada ratón.
—Es perfecto —me digo a mí misma, observando mi obra de arte. Los ratones me miran. —Ahora vayan, en el comedor ya debe estar la comida hecha. —les ordeno señalando la escuela. Ellos miran la escuela y empiezan a caminar hacia ella.
Esta conexión con los animales me hace querer ser veterinaria en el futuro. Voy al riachuelo para lavar mis manos. Tomo una planta de gardenia y la froto en mi cuerpo para alejar el posible olor de la camisa y los ratones. Tomo mi mochila y camino hacia la escuela. Mientras camino, los ratones se dispersan por toda la escuela. Salgo y veo que cada ratón me está mirando. Les hago una seña con la cabeza, y ellos se mueven rápidamente.
"Bien, va de maravilla." Camino silenciosamente hacia la oficina de los alfas y le hago una seña a un ratón para que se acerque. Ya ni huele específicamente al vampiro. Sonrío al recordarlo, le debo un favor al maldito.
Camino hacia mi aula con la mayor normalidad posible. Al entrar, todos me miran y veo a Max sonriendo victorioso. Esa sonrisa se le va a quitar pronto, cachorro.
—Bien, antes de que llegara Iris, estábamos hablando de nuestra diosa, Luna —me dice la maestra, haciéndome rodar los ojos.
Odio el tema de la luna. ¿No ven que es solo un satélite natural de la Tierra? Supersticiones, eso es lo único que ven, escuchan y sienten. ¿Cómo puede la luna tener poder sobre los licántropos? Lo que me molesta es ver cómo sus reglas y decisiones causan la muerte de seres inocentes, y que los licántropos la sigan ciegamente. No sienten nada al acatar sus mandatos, aunque implique matar a un niño o a tu propia familia.
—Iris... —la voz de la maestra me saca de mis pensamientos. Me doy cuenta de que estoy mordiendo mi labio con fuerza por el tema de la luna.
—¿Sí? —le respondo.
—¿Qué es lo que...?
La maestra no termina su pregunta porque un ratón cruza la sala. El olor de un vampiro no identificado se siente cerca. Apuesto a que está en la pared. Sonrío a las sombras de todos, pronto las clases serán canceladas. Llega el olor de diferentes lugares de la escuela.
Siento cómo Max, el chico frente a mí, se pone tenso. Puedo notar su aura de fuerza y pureza. Quizás no es tan malo como parece. Se escucha un aullido a lo lejos, poniendo a todos en alerta. Tengo que actuar sorprendida para que no sepan que yo he hecho esta broma. Max se convierte en un gran lobo gris claro, todo un alfa, tal vez para protegernos.
—Chicos, debemos quedarnos aquí hasta que sepamos qué está pasando —dice la maestra, frunciendo el ceño.
Mi prima se acerca a Max, tocando su hombro, y él gruñe con desesperación. Algunos están en alerta, otros con miedo en sus ojos. A lo lejos escucho a algunos niños llorar. Sale un sonido de desesperación de mi garganta. Esto se ha descontrolado y no me gusta.
—Es mejor salir, yo lo olfateo dentro de la escuela —aconsejo, Killa se acerca a mí para tranquilizarme.
—Todo estará bien, el consejo ya está investigando —comenta mi prima tratando de brindar seguridad.
La maestra huele el aire y veo miedo en sus ojos. Al igual que los otros, está preocupada. Tal vez me he pasado con esta broma.
Alguien abre la puerta de repente, haciendo que salte en mi silla y que algunos se conviertan en lobos. Miro hacia la puerta y veo a mi madre, enojada. Evito su mirada penetrante y acusadora.
—Tienen que salir, parece que fue un malentendido lo del aroma del vampiro —dice, levantando la mano y mostrando a un ratón con un pedazo de tela en su pata. —Pero antes, tengo que revisar sus mochilas.
"Estoy frita," pienso repetidamente, pero recuerdo que corté toda la camisa, ¿no? Mi pierna empieza a moverse por la ansiedad mientras espero a que mi madre llegue a mí con sus ojos acusadores. Le entrego mi mochila con cara inocente. Ella la revisa, sacando solo libros y comida. La huele y, gracias a Dios, no encuentra nada.
—¿Ves por qué no quiero venir? —le digo, molesta. —Este lugar no es seguro, ni ustedes notaron nada estando en su territorio. —Tomo mis cosas y me levanto. —Me largo. —le notifico, sin esperar respuesta. —No tienen control en la escuela y además tienen gente sin razonamiento aquí. —refiriéndome a Max. —Creo que ya perdiste la oportunidad de convencerme de que le dé importancia a este mundo.
—Iris... —me llama Killa, pero la ignoro.
Abro la puerta del aula y salgo, cerrando nuevamente la posibilidad de volver a este mundo lleno de anormales. Al salir, paso por donde los cachorros están llorando y los ignoro. Aunque me haya pasado un poco con el uso de la camisa, entiendo que es lo mejor para no volver aquí.
Gracias por darle la oportunidad a mi historia, espero que les guste este nuevo capítulo. No olviden seguirme y compartir esta historia con sus seres queridos.
—Iris —escucho la voz de la alfa llamándome, haciendo que me detenga justo antes de salir de este mundo de anormales.—Nunca puedo ser feliz —susurro, girándome y enfrentándome a Anastasia.—Espero que tú no tengas nada que ver con esto —me advierte. Yo simplemente me encojo de hombros—. Usar esas habilidades... —sus palabras me hacen mirarla con un poco de miedo, al darme cuenta de que sabe sobre mi energía natural—. Solo trae muerte, Iris. —Su rostro no muestra ninguna emoción—. Sabes que no serás bienvenida en nuestra manada ni en las otras cuatro si usas esa energía. Estás m*****a por la Luna.—Es lo que siempre has querido, Alfa —le recuerdo con una sonrisa maliciosa. No logrará intimidarme con esas palabras—. Además... —me pongo seria—. ¿Crees que quiero ser parte de tu manada o de otra? —pregunto, viendo cómo la alfa frunce el ceño. Nadie ha oído mis opiniones sobre este mundo, ni siquiera mi familia nuclear—. No me interesa para nada... —Escucho a alguien correr hacia nosotras.
—Mucho gusto, Jafet. Me llamo Iris —digo, resolviendo mentalmente el problema que me había surgido.Extiendo mi mano y siento cómo mi piel se calienta al tocar la suya. No está helada como la de todos los vampiros, sino cálida y suave. Siento una energía fuerte en él, especialmente en sus ojos. Al ver mi expresión asombrada, él desvía la mirada.—Bueno, ¿quieres ir a un restaurante de pizza? —me pregunta, logrando que deje de mirarlo. Asiento y él hace lo mismo.—¿Cómo conduces? —pregunto para romper el incómodo silencio.—¿De verdad eres la mejor de tu clase? —responde con una sonrisa burlona, mirándome de reojo—. Claro que tengo licencia.Lo miro sorprendida, pero tiene razón, a los 16 años ya se puede tener una licencia, aunque sea de aprendizaje. Reflexiono sobre lo que ha dicho y surge otra pregunta en mi mente. Carraspeo un poco, acomodándome en el asiento.—¿Tienes más de 500 años? —susurro, temiendo que se moleste, pero en lugar de eso, se ríe.—Iris, tengo 17 años —responde, y
—¿Por qué me has ayudado? — cuestiono mientras observo a Jafet centrado en la carretera. —Porque vi algo en mi en ti. Algo diferente y único. — responde sin sonreír. —Creo que quiero protegerte por cosas que pasé por ser diferente dentro de lo diferente. — me rio ante su descripción a lo que sonríe como un sol. —Hablo en serio. Noto como nos estamos acercando donde vivo, olfateo buscando la esencia de mi padre o de un licántropo. Me muevo incomoda mirando por la ventana. Noto que el mitad vampiro no se detiene acercándose más.—Creo que no es bueno que te acerques tanto al territorio. — comento preocupada.—Puedo controlarlo. — me contesta Jafet atento a nuestro alrededor. —No percibo que haya peligro para mí. — miramos atentos el lugar, es cierto no percibo a nadie de la manada de mi familia cerca. —Además es de muy mal gusto dejar a una joven lejos de su casa en la noche. — el mitad vampiro me saca de mis pensamiento logrando que me ruborice un poco por su comentario.Es tan difere
—Mamá —me acerco a mi bisabuela, que está en la orilla de la playa—. Tengo una pregunta —susurro y ella me mira de reojo—. ¿Por qué te decimos mamá en vez de alfa? —le pregunto mientras el viento hace bailar su cabellera blanca. Ella cierra los ojos e inhala suavemente.—Me llaman "mamá" porque soy una gran consejera, una alfa, y trato a cada miembro de mi manada como si fueran mis propios hijos —muerdo mis labios y miro mis pies que juegan con la arena—. ¿Por qué la pregunta?—Creí que era porque eres la más vieja —contesto sonriendo, haciendo que mi bisabuela materna se ría levemente.—Creo que eso también tiene que ver —comenta, acariciándome la cabeza—. También porque salvé a muchos licántropos en la guerra. No es fácil ganarse un apodo; viene de luchar y trabajar duro —me notifica. A veces no entiendo algunas cosas que dice—. Estoy segura de que algún día te ganarás el tuyo —añade, sonriendo con ternura.—No creo que llegue a ser tan vieja —comento. Ella congela la mano que me est
—Ah... —comento, girándome rápidamente para salir de este horrible lugar.Siento cómo alguien me toma del cuello de la blusa. Lentamente miro a la persona que me ha detenido y veo a mi madre, seria. Le sonrío con inocencia y ella frunce el ceño. Me arrastra hasta una silla y me sienta en ella. Algunos lobos mueven sus colas divertidas por la escena y otros gruñen ante mi presencia. —Tienes que quedarte aquí. Hoy daré clases físicas a los chicos, a ver si aprendes algo de lobos por una vez en tu vida —giro los ojos, cansada de que quiera meterme sí o sí en este mundo de anormales.—Ma', entiéndeme, no me interesa... —me interrumpe tapándome la boca.Giro los ojos y suspiro, esto ya me tiene cansada. ¿Por qué no puede entender que no me interesa y ya? La vuelvo a mirar y paso mi lengua por su mano, haciendo que retire rápidamente la suya.—Solo observa, por favor —suplica con ojos de cachorra.¿Cómo puedo negarme a su cara de súplica? Le sonrío en forma de aprobación. Además, de todos m
El aire fresco del bosque nos envuelve, con el sonido de las hojas susurrando y el crujir de las ramas bajo nuestros pies. Los duelos siempre se llevan a cabo en esta área boscosa, donde el suelo está cubierto de una alfombra de musgo y los árboles altos forman una cúpula natural que deja pasar la luz del sol en haces dorados. Las aves cantan a lo lejos, ajenas a la tensión que crece entre nosotros.El área está bordeada por un círculo de rocas, marcando el terreno de duelo. Los estudiantes forman un anillo alrededor, sus ojos brillando con expectativa. Puedo ver sus expresiones, una mezcla de curiosidad y asombro, preguntándose si realmente voy a enfrentarme a Max.Max se posiciona frente a mí, sus músculos tensos y listos para atacar. Sus ojos azules están fijos en los míos, llenos de arrogancia y superioridad. No puedo evitar sentir una chispa de rabia al verlo; su actitud altiva me repugna. Este lobo cree que puede dominar a todos solo porque es fuerte físicamente.Siento la energí
Suelto a Max de mis raíces, haciendo que caiga de lado en el suelo. Tengo que admitir que, si no fuera por Silver y por la cadena de plata, yo hubiese sido la perdedora. Mi cuerpo no es el mismo de cuando era niña, cuando estaba entrenado.Me acerco al alfa que he derrotado. Está exhausto y le cuesta respirar. Si pudiera curarlo como puedo hacerlo conmigo misma, todo sería perfecto, pero no puedo hacerlo con otros seres. Sin embargo, puedo crear algo para aliviar su dolor.Muevo mis manos y hago que salgan unas plantas y flores del suelo, luego preparo una medicina para las quemaduras de Max. Mientras hago el medicamento, Killa logra captar la atención de todos, ya que no es aceptable usar la energía natural sobre la lunar. Le unto lo que he creado en su lomo, cuello, hocico y otros lugares afectados. Max ronronea un poco por el olor relajante y el alivio que causa la medicina.Mi bisabuela, Atanasia, me entrenó para luchar cuando era niña, pero siempre me atraían las plantas y los ani
Mientras no sabe lo que es, dónde está ni qué quiere, me escondo debajo de la camioneta. Escucho cómo emite un aullido que suena más a un grito horrible, haciendo que me tape los oídos y mi respiración se agite. Toco mi pecho para calmar el miedo que invade mi cuerpo. ¿En qué me he metido ahora?No tengo la energía suficiente para luchar contra él. Miro mi tobillo, aún no recuperado del duelo contra Max. Contengo las ganas de llorar al darme cuenta de que mis probabilidades de salir viva de aquí son escasas. Muerdo mis labios y miro detrás de mí... ¿no está? Asomo la cabeza un poco más; al ver que no hay nadie, me relajo y empiezo a salir sin hacer ruido. Creo que me he confiado demasiado...—¡Ah! —grito al sentir cómo me toman del pantalón y me arrastran bruscamente por el pavimento.Observo todo boca abajo, sintiendo cómo la sangre sube a mi cabeza. Noto una marca única en la pata del híbrido. Ahora entiendo por qué no había visto su cara por estos lares ni reconocido su olor, especi