Observo el edificio hecho de ladrillos viejos y con una torre que tiene un gran reloj. No ha cambiado nada este lugar desde que me fui. Sigue siendo un lugar oscuro, húmedo y lleno de secretos. Siento como alguien me observa a lo lejos, haciendo que me gire y me encuentre con un monte inmenso. Llego a ver cómo el monte se mueve solo, logrando que me sienta algo mareada. Qué raro es esto. No siento ninguna presencia... Muevo mi cabeza haciendo caso omiso y sigo mi camino hacia la escuela de licántropos.
Mientras más me acerco, siento una mezcla de olores... ¿Qué olores? Apesta a otros lobos. Toco mi mochila, esperando que no huelan el paquete que tengo. Lobos fuera de la manada de mi familia me olfatean, buscando mi esencia. Desde niña no tengo olor o aroma como ellos lo llaman, según ellos. De por sí, nací con un aroma que no es igual al de los licántropos normales. Los miro por encima de mis hombros, ganándome gruñidos de parte de ellos. Otra de mis características es que ningún licántropo me intimida. Puedo mirarlos a los ojos cuanto se me pegue la gana. Se sorprenden por mi inmunidad y yo les sonrío con humildad.
—Iris, no intimides a los que no son de nuestra manada. Recuerda el tratado de las cinco naciones, ya no somos enemigos. —me aconseja mi madre, acercándose a mí.
—Tu manada. —corrijo, haciendo que gire sus ojos.
—Toma, te toca el salón A-210. —me extiende un papel y cuando lo voy a tomar, lo aleja de mí. —Por favor, compórtate y representa bien a tu familia. —giro mis ojos y asiento.
—Trataré. —respondo, tomando el papel de sus manos y girándome.
—¡Te amo! —me grita con cariño, haciendo que mi cara se prenda de un color rojo.
Algunos estudiantes se burlan por la actitud tan apegada de mi madre. Me despido con ella moviendo mi mano. En esta escuela estoy sola, no soy parte de mi manada y menos de las otras cuatro. Sí, otras cuatro, ya que existen solo cinco naciones donde los licántropos tienen más poder.
¿Qué son las cinco naciones? Están compuestas por las tierras que sobrevivieron a las guerras atroces de los humanos. Solo fue una parte del mundo que sobrevivió a las radiaciones que emitían cada bomba que ellos mismos enviaban. Pero centrándonos más en el mundo licántropo... solo existen cinco manadas en el mundo, por eso también su llamado. Sí, en el mundo, ya que todo desapareció en la última guerra mundial por tierras limpias y fértiles. Ni los humanos ni los alfas quieren que uno pase fuera del territorio de las cinco naciones. Algunos dicen que es un mundo vacío donde solo las almas oscuras caminan sobre él. Otros dicen que la naturaleza está tomando en sus manos esas tierras devastadas. Puede que ambas teorías sean ciertas. Estoy segura de que hay más cosas maravillosas fuera de estas cinco naciones sin reglas.
Llego al aula que me toca y observo que la mayoría de los estudiantes son de la manada de mi familia. Me siento en la primera fila, analizando el salón por completo. Creo que aquí era mi salón de tercer grado o cuarto.
—Oye, esa es Iris —escucho cómo susurran los que se sientan detrás de mí.
—Está guapa. —sonrío al escuchar eso de parte de uno de mis primos.
—Qué idiotas, es nuestra prima —dice una de mis primas, haciendo que se callen.
Miro las enormes ventanas y me encuentro con el parque para cachorros. En mi mente aparecen varias imágenes de mi infancia. Observo fijamente el lugar con los ojos bien abiertos.
—No eres parte de nuestra manada, Iris —dicen los niños empujándome y otros se acercan a mí en su forma lobuna. —No te puedes convertir en loba, aunque estuviste practicando con tu bisabuela antes de que muriera —me echan en cara enseñando sus dientes afilados. —Estás m*****a por la Luna —escucho cómo me gruñen preparándose para saltar sobre mí, yo solo cierro mis ojos para sentir las punzadas de sus dientes.
—Aléjense, si no quieren que los tome por el cuello —escucho demandar a una voz, haciendo que abra mis ojos y me encuentre con una loba blanca con ojos oscuros gruñendo. —Iris, levántate —ordena mi prima, Killa.
Todos mis compañeros se callan y se alejan de mí, mirando a mi prima con miedo. Pasan por su lado con la cola entremedio de sus patas mientras ella les gruñe. Mi prima Killa es mayor que yo por solo un año. Va a ser una futura luna, según las sabias de la manada. Al igual que mi bisabuela, esperan mucho de ella como la próxima alfa de la manada central.
Me levanto y camino hacia donde ella, cojeando ya que unos cuantos me habían mordido la pierna. Esta me mira preocupada y se acerca a mí, haciendo que me apoye en ella. Si no fuera que he llorado tanto por la pérdida de mamá, ahora estaría llorando.
—Gracias, Killa —le agradezco y me doy cuenta de que ha crecido, ahora tenemos la misma estatura.
—Oye, hoy es 30 de octubre... —comenta Killa moviendo su cola y con tono alegre. La miro sin entender. —Felicidades, hoy cumples ocho años de vida —se me había olvidado...
—Gracias —agradezco nuevamente, tratando de sonar alegre, aunque no me siento orgullosa de cumplir ocho años.
—Es mejor curarte las heridas, Iris —dice Killa. Niego, tirándome al suelo cansada.
—Solo tengo que esperar unos minutos y estaré como nueva —le aclaro. Desde que tengo memoria, me curo rápido cuando tengo una herida. Creo que es por mi sangre de licántropo.
Ya han pasado casi dos años desde que mi bisabuela murió. Siento cómo unas voces entran a mi mente, haciendo que cierre los ojos. Tengo que contenerlas... Abro mis ojos cuando las voces se desvanecen, encontrándome con las miradas de rechazo de los demás lobos, me miran con odio, y junto a ellos, Anastasia.
Muerdo mi labio inferior al recordar sus miradas, y mis manos se forman en puños. Dejo de mirar el parque y respiro hondo; debo concentrarme más en mi plan. Miro mi mochila y muevo nerviosamente mi pierna al pensar que alguien podría oler lo que llevo dentro.
—No quiero estar aquí. — susurro soportando el dolor de cabeza alejando los recuerdos.
Escucho cómo suena el timbre, haciéndome armarme de paciencia y de valor para afrontar este día. Más estudiantes entran y se sientan en sus respectivos pupitres. Puedo notar que también entran alumnos de otra manada; parece que esta horrible escuela ha ganado prestigio.
—Bueno, es hora de la clase —contemplo cómo una maestra joven entra contenta al salón. Esta comienza a acomodar las cosas en su escritorio con una energía muy positiva, lo que me hace sentir incómoda. —Oh, hoy tenemos a una nueva estudiante —menciona al terminar lo que estaba haciendo. "Ay no, no, no, no y no." —Iris González González, por favor preséntese a la clase —ordena, señalando al salón.
—Ya he estudiado aquí, así que no creo que sea importante presentarme —aclaro, sonriendo cálidamente, haciendo que mis primos rían por mi comentario.
—Bueno, pero no todos estábamos cuando estudiabas aquí. Un ejemplo, yo —explica señalándose. Si no fuera tan amable, creo que retaría su autoridad.
—Bien... —me levanto y miro hacia mis compañeros de clase. —Hola, mi nombre es Iris González y tengo 16 años —me presento y miro a la maestra, esperando que esté satisfecha con esa información.
—Por el apellido, puedo apostar que eres de la manada central —afirma, a lo que no contesto. —¿Y qué piensas hacer en el futuro?
—No soy parte de ninguna manada —le aclaro en un susurro serio—. Y en el futuro, pienso estudiar medicina veterinaria, tener una familia y una vida estable —la maestra me mira atónita, al igual que los presentes, por mi forma de ver mi futuro.
—¿No te interesa ser alfa o beta o.…? —me interrumpe.
—No, en realidad no —le contesto entrecortado, haciendo que la maestra note que no quiero seguir contestando preguntas personales—. ¿Algo más? —le pregunto, y ella niega.
Asiento y me siento nuevamente en mi pupitre. Escucho cómo alguien corre hacia nuestro salón y, cuando entra, veo a mi querida prima, Killa, entrando agitada. Todos en el salón se emocionan al verla. Después de todo, están viendo a la futura luna y alfa de la manada central.
—Lamento haber llegado tarde —se disculpa, mirando al salón.
Miro por los alrededores de la escuela, asegurándome de que nadie esté cerca. Al ver que estoy sola, salgo de mi escondite y me dirijo al bosque. "Tengo que lograr que cancelen las clases, pero ¿cómo?" Mientras me adentro en el bosque, pienso en lo que puedo hacer solo con una camisa.—Tengo que pensar esto bien —me digo a mí misma, sentándome en el suelo húmedo, abrazando mi mochila como si fuera mi vida.Me acuesto y cierro los ojos para pensar mejor, mientras inhalo y saboreo la humedad del monte. "Debo lograr que los alfas detecten la esencia, pero no debo ser yo quien acerque la camisa." Frunzo el ceño, imaginando cada posible escenario. Hago un sonido de desesperación al abrir los ojos, dándome cuenta de que esto no será tan fácil como pensaba.Escucho un riachuelo a lo lejos. Me levanto y sigo el sonido hasta encontrar un hermoso paisaje. El agua cristalina fluye libremente, y puedo oler lo pura que es. Los peces nadan como si estuvieran danzando.—Mamá, mira, peces —me llegan i
—Iris —escucho la voz de la alfa llamándome, haciendo que me detenga justo antes de salir de este mundo de anormales.—Nunca puedo ser feliz —susurro, girándome y enfrentándome a Anastasia.—Espero que tú no tengas nada que ver con esto —me advierte. Yo simplemente me encojo de hombros—. Usar esas habilidades... —sus palabras me hacen mirarla con un poco de miedo, al darme cuenta de que sabe sobre mi energía natural—. Solo trae muerte, Iris. —Su rostro no muestra ninguna emoción—. Sabes que no serás bienvenida en nuestra manada ni en las otras cuatro si usas esa energía. Estás m*****a por la Luna.—Es lo que siempre has querido, Alfa —le recuerdo con una sonrisa maliciosa. No logrará intimidarme con esas palabras—. Además... —me pongo seria—. ¿Crees que quiero ser parte de tu manada o de otra? —pregunto, viendo cómo la alfa frunce el ceño. Nadie ha oído mis opiniones sobre este mundo, ni siquiera mi familia nuclear—. No me interesa para nada... —Escucho a alguien correr hacia nosotras.
—Mucho gusto, Jafet. Me llamo Iris —digo, resolviendo mentalmente el problema que me había surgido.Extiendo mi mano y siento cómo mi piel se calienta al tocar la suya. No está helada como la de todos los vampiros, sino cálida y suave. Siento una energía fuerte en él, especialmente en sus ojos. Al ver mi expresión asombrada, él desvía la mirada.—Bueno, ¿quieres ir a un restaurante de pizza? —me pregunta, logrando que deje de mirarlo. Asiento y él hace lo mismo.—¿Cómo conduces? —pregunto para romper el incómodo silencio.—¿De verdad eres la mejor de tu clase? —responde con una sonrisa burlona, mirándome de reojo—. Claro que tengo licencia.Lo miro sorprendida, pero tiene razón, a los 16 años ya se puede tener una licencia, aunque sea de aprendizaje. Reflexiono sobre lo que ha dicho y surge otra pregunta en mi mente. Carraspeo un poco, acomodándome en el asiento.—¿Tienes más de 500 años? —susurro, temiendo que se moleste, pero en lugar de eso, se ríe.—Iris, tengo 17 años —responde, y
—¿Por qué me has ayudado? — cuestiono mientras observo a Jafet centrado en la carretera. —Porque vi algo en mi en ti. Algo diferente y único. — responde sin sonreír. —Creo que quiero protegerte por cosas que pasé por ser diferente dentro de lo diferente. — me rio ante su descripción a lo que sonríe como un sol. —Hablo en serio. Noto como nos estamos acercando donde vivo, olfateo buscando la esencia de mi padre o de un licántropo. Me muevo incomoda mirando por la ventana. Noto que el mitad vampiro no se detiene acercándose más.—Creo que no es bueno que te acerques tanto al territorio. — comento preocupada.—Puedo controlarlo. — me contesta Jafet atento a nuestro alrededor. —No percibo que haya peligro para mí. — miramos atentos el lugar, es cierto no percibo a nadie de la manada de mi familia cerca. —Además es de muy mal gusto dejar a una joven lejos de su casa en la noche. — el mitad vampiro me saca de mis pensamiento logrando que me ruborice un poco por su comentario.Es tan difere
—Mamá —me acerco a mi bisabuela, que está en la orilla de la playa—. Tengo una pregunta —susurro y ella me mira de reojo—. ¿Por qué te decimos mamá en vez de alfa? —le pregunto mientras el viento hace bailar su cabellera blanca. Ella cierra los ojos e inhala suavemente.—Me llaman "mamá" porque soy una gran consejera, una alfa, y trato a cada miembro de mi manada como si fueran mis propios hijos —muerdo mis labios y miro mis pies que juegan con la arena—. ¿Por qué la pregunta?—Creí que era porque eres la más vieja —contesto sonriendo, haciendo que mi bisabuela materna se ría levemente.—Creo que eso también tiene que ver —comenta, acariciándome la cabeza—. También porque salvé a muchos licántropos en la guerra. No es fácil ganarse un apodo; viene de luchar y trabajar duro —me notifica. A veces no entiendo algunas cosas que dice—. Estoy segura de que algún día te ganarás el tuyo —añade, sonriendo con ternura.—No creo que llegue a ser tan vieja —comento. Ella congela la mano que me est
—Ah... —comento, girándome rápidamente para salir de este horrible lugar.Siento cómo alguien me toma del cuello de la blusa. Lentamente miro a la persona que me ha detenido y veo a mi madre, seria. Le sonrío con inocencia y ella frunce el ceño. Me arrastra hasta una silla y me sienta en ella. Algunos lobos mueven sus colas divertidas por la escena y otros gruñen ante mi presencia. —Tienes que quedarte aquí. Hoy daré clases físicas a los chicos, a ver si aprendes algo de lobos por una vez en tu vida —giro los ojos, cansada de que quiera meterme sí o sí en este mundo de anormales.—Ma', entiéndeme, no me interesa... —me interrumpe tapándome la boca.Giro los ojos y suspiro, esto ya me tiene cansada. ¿Por qué no puede entender que no me interesa y ya? La vuelvo a mirar y paso mi lengua por su mano, haciendo que retire rápidamente la suya.—Solo observa, por favor —suplica con ojos de cachorra.¿Cómo puedo negarme a su cara de súplica? Le sonrío en forma de aprobación. Además, de todos m
El aire fresco del bosque nos envuelve, con el sonido de las hojas susurrando y el crujir de las ramas bajo nuestros pies. Los duelos siempre se llevan a cabo en esta área boscosa, donde el suelo está cubierto de una alfombra de musgo y los árboles altos forman una cúpula natural que deja pasar la luz del sol en haces dorados. Las aves cantan a lo lejos, ajenas a la tensión que crece entre nosotros.El área está bordeada por un círculo de rocas, marcando el terreno de duelo. Los estudiantes forman un anillo alrededor, sus ojos brillando con expectativa. Puedo ver sus expresiones, una mezcla de curiosidad y asombro, preguntándose si realmente voy a enfrentarme a Max.Max se posiciona frente a mí, sus músculos tensos y listos para atacar. Sus ojos azules están fijos en los míos, llenos de arrogancia y superioridad. No puedo evitar sentir una chispa de rabia al verlo; su actitud altiva me repugna. Este lobo cree que puede dominar a todos solo porque es fuerte físicamente.Siento la energí
Suelto a Max de mis raíces, haciendo que caiga de lado en el suelo. Tengo que admitir que, si no fuera por Silver y por la cadena de plata, yo hubiese sido la perdedora. Mi cuerpo no es el mismo de cuando era niña, cuando estaba entrenado.Me acerco al alfa que he derrotado. Está exhausto y le cuesta respirar. Si pudiera curarlo como puedo hacerlo conmigo misma, todo sería perfecto, pero no puedo hacerlo con otros seres. Sin embargo, puedo crear algo para aliviar su dolor.Muevo mis manos y hago que salgan unas plantas y flores del suelo, luego preparo una medicina para las quemaduras de Max. Mientras hago el medicamento, Killa logra captar la atención de todos, ya que no es aceptable usar la energía natural sobre la lunar. Le unto lo que he creado en su lomo, cuello, hocico y otros lugares afectados. Max ronronea un poco por el olor relajante y el alivio que causa la medicina.Mi bisabuela, Atanasia, me entrenó para luchar cuando era niña, pero siempre me atraían las plantas y los ani