Abro mis ojos desorientada, con náuseas y dolor de cabeza. He aceptado varias cosas en mi vida que unos días atrás no hubiese aceptado ni aunque estuviera loca. Pero solo tengo que cumplir lo que me han encomendado y volveré a casa para prepararme e irme a estudiar a la universidad y tener una vida normal.
Me levanto sin equilibrio, haciendo que me sienta rara. Miro lo que son mis manos y me encuentro con unas patas de diferentes tonalidades. Niego varias veces, creyendo que aún estoy durmiendo por lo que mi bisabuela me dio de tomar anoche.
—¡No puede ser! — camino hacia el agua para ver mi reflejo. —¡Ah! — grito escondiéndome de mi propio reflejo en el agua cristalina, pero de mi hocico solo sale un chillido agudo.
¡Ya no tengo un rostro plano! Observo que mi rostro está inundado de pelo de diferentes tonalidades. Mis orejas se mueven hacia adelante y hacia atrás al asustarme de mi reflejo, pero a la vez se ve curioso.
—Mm, ¿Qué pasa? — escucho cómo los presentes inquieren al escuchar mi aullido.
—¡¿Qué pasa?! — les contesto con otra pregunta. —¿Quieren saberlo? — estos asienten rascándose los ojos sin verme, ya que los he despertado. —¡Soy una loba!
Las flores de primavera se hacen visibles en el valle; nunca había visto tantas flores en mi corta vida. La manada de mi familia habla amigablemente; todo está en paz. Es la primera vez que estaré tan cerca de la manada. Observo cómo los cachorros corren en su forma lobuna jugando, mientras los adultos hablan entre ellos en su forma humana.—Iris. — alzo mi mirada hacia la procedencia de la voz que ha dicho mi nombre.No me siento confiada estando tan cerca de lo que se supone sea mi manada. Solo está la familia de mi madre y ellos dan miedo. Me pego más a la persona que está a mi lado y aprieto su mano, entrelazada junto a la mía.—Dime, mami.Por alguna razón, mis padres no permitieron que me acercara mucho a mi manada cuando era más pequeña. No recuerdo por qué, pero siento que hice algo para que ahora quieran que me acerque a ella, o más bien, que saque al lobo que tengo dentro.—Obsérvalos con detenimiento; tal vez así aprendas a sacar a tu lobo interior.Otra vez lo mismo, giro m
Diez años después: Mientras estudio física, golpeo varias veces el libro con el lápiz. Estiro mi cuello y mi espalda después de horas sentada. Mis ojos se desvían hacia el recipiente donde he preparado mi nuevo experimento. Me pregunto quién podría ser el sujeto ideal para probar mi hipótesis, aunque en esta casa tengo más de una opción. Tomo un trozo de carne del plato y dejo caer mi mano, esperando a que llegue una presa. Pocos minutos después, escucho la puerta de mi habitación abrirse sin hacer mucho ruido y a alguien olfateando el aire, persiguiendo el exquisito olor de la carne. Suelto el lápiz con disimulo y agarro mi experimento. Siento cómo la presa se acerca cada vez más a mi mano, y en un instante de acción, giro mi silla y... ¡pam! —Ay, Iris —mi hermano menor se queja mientras tomo su brazo—. Suéltame, duele —trata de zafarse de mi agarre, pero no puede. —Quieto, Peter, solo necesito tu ayuda para algo —suplico, mientras forcejeo con él. Lo dejo inmovilizado y,
Es la loba que menos soporto, la que se cree que va por encima de todos y la que a veces aparece en mis pesadillas. Aprieto mis manos formando puños al verla como si nada, pero debo ignorar lo que siento. Miro el reloj, siento como si hubieran pasado horas y ni siquiera han pasado cinco minutos.—Ya lo veremos el sábado —contesto.Ambas nos miramos desafiantes y sonreímos de lado. Si no estuvieran todos aquí, creo que nos lanzaríamos una sobre la otra. Observo cómo mi prima asoma la cabeza por la ventana. Su pelaje uniforme de color blanco brilla bajo la luz del día. Me mira y sus ojos negros le brillan.—Iris, ve y búscanos algo de beber —manda la muy descarada de mi alfa.—Sí, alfa —contesto, mordiéndome la lengua. No soporto que me mande.Mientras le doy la espalda, escucho cómo gruñe. No nos soportamos. Voy a la cocina, sirvo dos vasos de agua, uno normal y al otro le echo sal. "Espero que se dé cuenta y…" sigo hablando en mi mente mientras llevo el vaso hacia mi tía. Le doy el vas
—Es hora de ir a la escuela —exclamo, levantándome llena de energía. Llego a mi escuela, que es para "normales". Tengo que admitir que en todas partes encontraré seres del mundo que los humanos no conocen que existen. Camino entre los estudiantes con agilidad; tantos olores juntos hacen que no use tanto mi sentido del olfato. Pero puedo lograr distinguir la presencia de una joven particular y familiar. —¡Iris! —escucho que me llaman, haciendo que mire hacia la procedencia de mi llamado. —¡Iris! —grita la pelirroja, pero la ignoro para seguir con mi misión esencial en el día de hoy. —¿Qué quieres, Carly? —cuestiono deteniéndome, haciendo que chocara conmigo y le sacara un gruñido. —A mí no me gruñas, Iris —regaña señalándome molesta, haciendo que yo baje su dedo inquisidor. —¿Qué tienes en mente hacer hoy? Veo en tus ojos que tienes un objetivo peculiar. —Y yo pensé que no usarías tus cosas —le contesto, haciendo que frunza su ceño. —Bueno... —carraspeo un poco para que mis trafic
Respiro agitada por la carrera que he hecho para encontrar a mi bisabuela. No sé dónde está... Me detengo, miro por todos lados, no la encuentro. Siento cómo mi cabeza empieza a doler gracias a que la luz de la Luna toca mi piel; tal vez si he sido maldecida por ella. Escucho un aullido, lo que me hace reaccionar nuevamente. Tiene que ser mi bisabuela. Corro lo más rápido posible, con lágrimas bajando por mis húmedas mejillas.—¡Iris, vamos, levántate! — exclama mi madre, haciendo que salga de la pesadilla que me atormenta casi todas las noches.Escucho cómo abren la puerta de mi cuarto, y el olor de la persona que la ha abierto entra. Cierro rápidamente mis ojos para que mi hermano menor crea que sigo durmiendo. Él me toca con la punta de su dedo, como si fuera suficiente para despertarme.—Es sábado... — susurra, y yo pongo mi almohada sobre mi cabeza y gruño. —La escuela de lobos, Iris. — saco la almohada para mirar la ventana que está a mi lado; todavía está oscuro. —¡Vamos, levánt
Observo el edificio hecho de ladrillos viejos y con una torre que tiene un gran reloj. No ha cambiado nada este lugar desde que me fui. Sigue siendo un lugar oscuro, húmedo y lleno de secretos. Siento como alguien me observa a lo lejos, haciendo que me gire y me encuentre con un monte inmenso. Llego a ver cómo el monte se mueve solo, logrando que me sienta algo mareada. Qué raro es esto. No siento ninguna presencia... Muevo mi cabeza haciendo caso omiso y sigo mi camino hacia la escuela de licántropos.Mientras más me acerco, siento una mezcla de olores... ¿Qué olores? Apesta a otros lobos. Toco mi mochila, esperando que no huelan el paquete que tengo. Lobos fuera de la manada de mi familia me olfatean, buscando mi esencia. Desde niña no tengo olor o aroma como ellos lo llaman, según ellos. De por sí, nací con un aroma que no es igual al de los licántropos normales. Los miro por encima de mis hombros, ganándome gruñidos de parte de ellos. Otra de mis características es que ningún licán
Miro por los alrededores de la escuela, asegurándome de que nadie esté cerca. Al ver que estoy sola, salgo de mi escondite y me dirijo al bosque. "Tengo que lograr que cancelen las clases, pero ¿cómo?" Mientras me adentro en el bosque, pienso en lo que puedo hacer solo con una camisa.—Tengo que pensar esto bien —me digo a mí misma, sentándome en el suelo húmedo, abrazando mi mochila como si fuera mi vida.Me acuesto y cierro los ojos para pensar mejor, mientras inhalo y saboreo la humedad del monte. "Debo lograr que los alfas detecten la esencia, pero no debo ser yo quien acerque la camisa." Frunzo el ceño, imaginando cada posible escenario. Hago un sonido de desesperación al abrir los ojos, dándome cuenta de que esto no será tan fácil como pensaba.Escucho un riachuelo a lo lejos. Me levanto y sigo el sonido hasta encontrar un hermoso paisaje. El agua cristalina fluye libremente, y puedo oler lo pura que es. Los peces nadan como si estuvieran danzando.—Mamá, mira, peces —me llegan i
—Iris —escucho la voz de la alfa llamándome, haciendo que me detenga justo antes de salir de este mundo de anormales.—Nunca puedo ser feliz —susurro, girándome y enfrentándome a Anastasia.—Espero que tú no tengas nada que ver con esto —me advierte. Yo simplemente me encojo de hombros—. Usar esas habilidades... —sus palabras me hacen mirarla con un poco de miedo, al darme cuenta de que sabe sobre mi energía natural—. Solo trae muerte, Iris. —Su rostro no muestra ninguna emoción—. Sabes que no serás bienvenida en nuestra manada ni en las otras cuatro si usas esa energía. Estás m*****a por la Luna.—Es lo que siempre has querido, Alfa —le recuerdo con una sonrisa maliciosa. No logrará intimidarme con esas palabras—. Además... —me pongo seria—. ¿Crees que quiero ser parte de tu manada o de otra? —pregunto, viendo cómo la alfa frunce el ceño. Nadie ha oído mis opiniones sobre este mundo, ni siquiera mi familia nuclear—. No me interesa para nada... —Escucho a alguien correr hacia nosotras.