*KLAUS*
El auditorio comenzó a llenarse poco a poco. Estudiantes hablando entre ellos, risas, murmullos, los sonidos típicos de un espacio académico. Yo me mantuve detrás del escenario, observando desde las sombras, esperando a que Úrsula llegara. Y entonces la vi. Entró con una naturalidad que no podía ser fingida, con su mochila colgada del hombro y una expresión mezcla de curiosidad y escepticismo. Se sentó en una de las filas del medio, rodeada de compañeros, pero su presencia destacaba. No pude evitar sonreír.
Cuando me llamaron al escenario, caminé con confianza, sintiendo cada mirada fija en mí. Mis pasos resonaron en el auditorio, y al tomar el micrófono, hice una pausa, permitiendo que el silencio se asentara antes de comenzar.
—Buenas tardes a todos. Es un honor estar aquí hoy, rodeado de mentes brillantes y hambrientas de conocimiento. —mi voz resonó con seguridad, y miré alrededor, asegurándome de cruzar miradas con tantos estudiantes como fuera posible. Pero mis ojos volvieron a Úrsula, aunque solo por un segundo más de lo necesario.
Comencé a hablar de mis orígenes, de los obstáculos que enfrenté y las decisiones difíciles que me llevaron hasta donde estaba. Cada palabra estaba diseñada para inspirar, para resonar con los jóvenes que buscaban encontrar su lugar en el mundo. Pero también sabía que, para Úrsula, estas palabras significarían más. Yo no era solo un hombre exitoso; era alguien que había construido su futuro con sus propias manos, alguien que entendía lo que significaba luchar por la libertad.
Al final de la charla, el auditorio estalló en aplausos. Miré hacia Úrsula y vi algo en su expresión que no había visto antes: admiración. Sabía que había logrado lo que quería. Este era otro paso en el juego, y lo había ejecutado a la perfección.
Mientras salía del escenario, los estudiantes se acercaban para hacer preguntas, pedir consejos, incluso tomar fotos. Pero mi atención estaba fija en un solo objetivo. Tenía que hablar con ella, aprovechar este momento mientras la energía de la charla seguía viva en el aire. Y sabía exactamente cómo hacerlo.
La vi salir del auditorio mientras el murmullo de los estudiantes aún llenaba el aire, algunos comentando sobre la charla, otros inmersos en sus propios asuntos. Me despedí tan rápido como pude de aquellos que intentaban retenerme, excusándome con una sonrisa cordial. Tenía algo más importante que hacer: alcanzarla.
Aceleré el paso por el pasillo abarrotado, esquivando conversaciones y miradas, hasta que finalmente la vi más adelante, su silueta inconfundible mientras caminaba con un ritmo tranquilo. Me acerqué lo suficiente como para que mi voz no sonara como un grito, pero tampoco como un susurro. Cuando estuve a su lado, solté con una mezcla de naturalidad y entusiasmo.
—¡Hola, Úrsula! ¿Aquí estudias? ¿Qué coincidencia encontrarte aquí?
Ella se detuvo, claramente sorprendida, pero no parecía molesta. De hecho, había un destello de curiosidad en sus ojos, como si estuviera intentando averiguar cómo alguien como yo había terminado allí. —Eso pensé… —respondió, dejando un breve silencio antes de continuar—. Me admiré al verte aquí. Muy bonita la charla, Klaus. —su tono tenía una calidez inesperada, y luego, con una pequeña sonrisa, añadió—: Eres una caja de sorpresas.
No pude evitar sonreír, satisfecho de que el mensaje de la charla hubiera calado en ella. Fingiendo humildad, respondí: —Me alegra mucho que te haya gustado. Pero, ¿sorpresas? Bueno, diría que todos guardamos algunas. —hice una pausa deliberada, dejando que mis palabras quedaran en el aire por un momento antes de añadir—: Aunque creo que tú tienes un par de secretos que aún no has revelado.
Ella levantó una ceja, intrigada. —¿Ah, sí? ¿Qué te hace pensar eso?
—No sé, llamémoslo intuición —respondí con un ligero encogimiento de hombros, acompañando mis palabras con una sonrisa que sabía que desconcertaría lo suficiente como para mantener su interés.
Caminamos juntos unos pasos más, la atmósfera entre nosotros ligera, pero cargada de algo más, algo que comenzaba a construir una conexión. Me di cuenta de que este momento, aunque breve, era crucial. Úrsula tenía una energía distinta, una mezcla de firmeza y vulnerabilidad que me hacía querer profundizar más en lo que la movía, en lo que la mantenía atrapada en esa jaula dorada.
—Sabes, —dije finalmente, mi tono más tranquilo ahora—, tienes una mirada diferente hoy. Como si estuvieras pensando en muchas cosas a la vez.
Ella me miró de reojo, claramente sorprendida por el comentario, pero no lo negó. En cambio, soltó un suave suspiro antes de decir: —Quizás es porque sí lo estoy. A veces siento que… bueno, que hay tanto ruido en mi vida que no sé por dónde empezar a organizarlo.
Sonreí, asintiendo con empatía. —Eso tiene sentido. A veces es bueno desconectar, buscar un lugar donde puedas ser simplemente tú. —la miré directamente a los ojos, dejando que mis palabras resonaran. —Tal vez esa charla fue mi forma de decirte que todos podemos crear nuestro propio camino, lejos del ruido.
Ella se quedó en silencio, como si estuviera procesando mis palabras. Y aunque no respondió de inmediato, vi que algo había cambiado en su expresión, como si una pequeña parte de ella se hubiera relajado. Sabía que estaba sembrando algo más profundo, algo que crecería con el tiempo.
—¿Quieres ir a un sitio mágico?
—¡Mágico! ¿Existe eso?
—Yo digo que sí existe.
—Tengo clases y debo llegar temprano a casa.
—Es una lástima, en otra ocasión será. Te dejo. Nos vemos pronto.
El momento se sintió casi perfecto. Ahora solo debía esperar a ver cómo ella reaccionaría la próxima vez que nuestras vidas se cruzaran.
—¿Quieres ir a un sitio mágico? —le dije, mi tono lleno de misterio, dejando que la pregunta flotara en el aire, como si con solo esas palabras pudiera abrirle la puerta a un mundo completamente diferente.
Úrsula se detuvo, girando lentamente hacia mí, con una mezcla de escepticismo y curiosidad en sus ojos. —¿Mágico? —preguntó, arqueando una ceja. El atisbo de una sonrisa jugueteó en sus labios. —¿Existe algo así?
Sonreí, relajado, pero dejando un toque de enigma en mi expresión. —Yo digo que sí existe, pero solo si estás dispuesta a verlo. A veces la magia no está donde esperamos encontrarla, sino en los lugares que nunca habríamos imaginado.
Ella soltó una risa breve, aunque había algo en su mirada que me decía que estaba tentada, aunque se resistiera. Pero después, bajó la mirada un momento y negó suavemente con la cabeza. —Tengo clases… y debo llegar temprano a casa. Ya sabes cómo es mi padre.
Asentí mi sonrisa, atenuándose lo justo para que pareciera una mezcla de comprensión y resignación. —Es una lástima, —respondí, fingiendo cierta decepción, aunque el tono seguía siendo ligero—. Otra ocasión será, entonces.
*KLAUS*Dije aquello como si fuera un hecho, como si ya supiera qué habría una próxima vez, que no se trataba de un adiós definitivo. No intenté insistir; sabía que debía dejar la puerta abierta sin presionarla. Sus labios se entreabrieron, como si estuviera a punto de decir algo más, pero finalmente no lo hizo. Su mirada bajó por un instante antes de volverse a alzar hacia mí.—Nos vemos pronto, —dijo, finalmente, su voz más suave de lo que esperaba.Me despedí con un gesto fácil y me alejé, pero solo lo suficiente para dejarle espacio sin perderme la oportunidad de verla marchar. Mientras caminaba hacia su destino, la noté dudar por un momento, girando la cabeza ligeramente hacia atrás, como si quisiera asegurarse de que seguía allí. Sonreí por mí mismo. La conexión estaba creciendo, paso a paso, y el juego seguía su curso.El momento se sintió casi perfecto. Mi propuesta, mi tono, su reacción… cada pieza estaba encajando. Ahora solo debía esperar a ver cómo reaccionaría la próxima
**ÚRSULA**Me giré de golpe, mirando el techo como si pudiera encontrar respuestas en las grietas de la pintura. Mi corazón seguía latiendo con fuerza, no solo por la discusión con mi padre, sino por la idea de Klaus. Su voz, su mirada, su manera de desafiar todo lo que yo también quería desafiar. No podía dejar que mi padre me alejara de eso.Agarré mi celular del escritorio, mis dedos temblaban un poco mientras desbloqueaba la pantalla. No tenía un plan, solo sabía que necesitaba sentirme conectada a algo que no fuera esta casa, estas paredes que parecían cerrarse sobre mí. Busqué el nombre de Klaus en mis contactos y, sin pensarlo demasiado, le escribí:“¿Qué haces? Necesito escapar de esta jaula. ¿Tienes alguna idea para divertirnos?”Presioné enviarla antes de que pudiera arrepentirme. Me quedé mirando la pantalla, esperando esos tres puntos que indicaban que estaba escribiendo. Mi corazón latía con fuerza, pero esta vez no era por enojo. Era por la emoción, por la posibilidad de
**ÚRSULA**Mire el vino o lo que sea, algo extraño. Lo llevé a mis labios, un poco insegura, y dejé que el líquido dulce y refrescante me sorprendiera. Había algo de picante al final, pero era sutil, solo lo suficiente para despertar mis sentidos. Sentí una chispa de emoción al pensar que estaba probando algo nuevo, algo que nunca habría imaginado en mi vida cotidiana.—¿Qué te dije? —preguntó Klaus, con una sonrisa de satisfacción al ver mi reacción.—No está mal —respondí, intentando sonar indiferente, pero la sonrisa en mi rostro me delataba.El tiempo parecía diluirse en el ambiente del club. Bailamos, al ritmo de la música y seguimos probando más tragos cuyos nombres ni siquiera intenté recordar. Cada uno tenía un sabor distinto, una experiencia nueva que me hacía sentir más viva. A veces, sentía la mirada de Klaus sobre mí, y cada vez que lo hacía, mi corazón latía un poco más rápido.Había algo en sus ojos, en su expresión de complacencia, que me hacía sentir como si esa noche
*KLAUS*La observaba desde mi lugar junto a la barra, apoyado con el codo sobre la superficie de madera, mientras giraba lentamente mi copa entre los dedos. Úrsula tenía esa habilidad innata de hacer que todo a su alrededor pareciera más interesante, más vivo. Cada vez que probaba un vino nuevo, sus ojos se abrían un poco más, como si estuviera descubriendo un nuevo secreto del universo. Era fascinante. Podía sentir su curiosidad, su emoción, como si nunca hubiera probado algo tan simple, y a la vez tan sofisticado.Sonreí para mis adentros, complacido. Mi plan iba exactamente como lo había imaginado. Ella buscaba algo diferente, algo que rompiera con la monotonía de su mundo, y yo estaba más que dispuesto a dárselo. No porque fuera un estratega maquiavélico, sino porque había algo en ella que despertaba mi interés, un deseo casi instintivo de mostrarle todo lo que todavía no conocía, todo lo que podía ser.—¿Otro? —pregunté, levantando la ceja cuando terminó el último sorbo de su cop
**ÚRSULA**El dolor en mi cabeza fue lo primero que me golpeó. Era como si miles de martillos estuvieran golpeando mi cráneo sin piedad. Solté un quejido mientras intentaba moverme, sintiendo que incluso levantarme era un esfuerzo monumental. Nunca había bebido tanto en mi vida, y mucho menos de diferentes bebidas. Cada vez que intentaba recordar lo que había sucedido, los fragmentos eran confusos y dispersos. La música, las luces, Klaus… Todo estaba envuelto en una niebla densa que no lograba despejar.Abrí los ojos lentamente, esperando ver las paredes familiares de mi dormitorio, pero lo que vi me sacudió por completo. Este lugar no era mi casa. La cama en la que estaba era enorme, con sábanas suaves y blancas que no reconocía. Alrededor, el cuarto era impecable, moderno, con muebles elegantes que parecían sacados de una revista de lujo. Mi respiración se aceleró, y el pánico empezó a instalarse en mi pecho.Me senté de golpe, ignorando el dolor que se intensificaba con cada movimi
**ÚRSULA**Klaus levantó las manos en un gesto de rendición, su sonrisa volviendo a aparecer. —Lo sabía, eres desconfiada por naturaleza, —bromeó. —Pero no hay ninguna intención oculta, Úrsula. Solo quería darte un lugar seguro para que pudieras… respirar. Estabas agotada y no quería que tuvieras que enfrentar, algo que no estabas lista para manejar.Sus palabras tenían sentido, y por más que quisiera desafiarlo, había algo en su tono y su expresión que me hacía bajar la guardia. Tal vez realmente lo único que estaba haciendo era protegerme, dándome un lugar donde podía ser yo misma sin las restricciones de siempre. Pero, aun así, no podía evitar preguntarme qué era lo que realmente estaba buscando él.—Gracias, supongo, —murmuré, aun sintiendo esa mezcla de emociones. Todavía no sabía cómo me sentía realmente, pero algo dentro de mí me decía que esta no sería la última vez que Klaus me sacudiera de esta manera.Me quedé sentada en el borde de la cama, con la vista fija en el suelo, i
**ÚRSULA**Corrí hacia la casa con el corazón acelerado, consciente de cada sonido, de cada movimiento a mi alrededor. El sol ya estaba alto, bañándose todo con una luz que hacía más difícil esconderme. La distancia entre el coche de Klaus y la puerta trasera de mi casa me pareció interminable, pero no me detuve. La adrenalina me impulsaba, y el recuerdo del abrazo que le había dado hacía que mis pasos fueran firmes a pesar de los nervios.Llegué a la puerta trasera y me detuve un momento para escuchar. Todo estaba tranquilo, solo se oían los sonidos habituales de los empleados trabajando en las tareas cotidianas. Klaus tenía razón, mi padre no estaba. Por una vez, su ausencia se sentía como una oportunidad en lugar de una amenaza. Respiré hondo y empujé la puerta con cuidado, asegurándome de que no hiciera ruido.Entré en la casa, avanzando con pasos ligeros por los pasillos. Mi habitación estaba en el segundo piso, y cada escalón que subía se sentía como un pequeño triunfo. Estaba a
**ÚRSULA**El chofer negó con la cabeza, su expresión reflejaba tanto dolor como confusión. —No, señorita. Escuché un ruido y fui a investigar. Me pareció ver la figura de una mujer salir por detrás, pero antes de que pudiera acercarme, alguien me golpeó por detrás. No supe nada más, hasta que desperté esta mañana.Mi corazón dio un vuelco. ¿Me había visto salir de casa? ¿Sería Klaus quien lo golpeó? La idea me inquietaba, pero no podía dejar que mis pensamientos me dominaran. Necesitaba mantener la calma y pensar con claridad.—Tranquilo, será mejor que vayas al hospital, —dije, intentando sonar más serena de lo que realmente me sentía.—Sí, ya le reporté a su padre, —respondió, bajando la mirada como si temiera que hubiera consecuencias por lo sucedido.Fruncí el ceño, tratando de procesar lo que acababa de escuchar. Esto no era un simple accidente. Había algo más detrás de todo esto, algo que no podía ignorar. Pero ahora no era el momento de buscar respuestas. Necesitaba tiempo par