*KLAUS*
Encendí un cigarrillo esta vez, dejando que el humo se elevara mientras mis pensamientos se ordenaban. Sabía que había un último obstáculo: su padre. Él no cedería fácilmente, y para convencerlo, necesitaría algo más que palabras. Necesitaba una estrategia que lo hiciera, creer que perder a Úrsula sería su mayor error. Pero eso era un problema para después. Por ahora, ella ya estaba casi donde la quería.
Sonreí, una vez más, satisfecho. Era solo cuestión de tiempo.
Me senté frente a mi escritorio, con un mapa extendido sobre la superficie. La luz tenue de la lámpara iluminaba los bordes de los países vecinos de Alemania, y mis ojos recorrían cada frontera con detenimiento. No quería irme demasiado lejos. La idea no era desaparecer para siempre, sino encontrar un lugar cercano, un refugio temporal donde Úrsula y yo pudiéramos esperar a que las aguas se calmaran. Sabía que su padre, con el tiempo, cedería. Y cuando lo hiciera, regresaríamos. Pero esta vez, con un plan más sólido, con una posición que me permitiera forzar la boda y consolidar todo lo que había planeado.
Austria, Suiza, Polonia, los Países Bajos… cada país tenía su atractivo, pero también sus complicaciones. Austria, con su cercanía y su cultura similar, parecía una opción lógica. Suiza, con su neutralidad y discreción, ofrecía un escondite perfecto. Polonia, al este, era lo suficientemente cerca como para regresar rápidamente si las cosas se resolvían. Y los Países Bajos, con su ambiente relajado, podrían ser un lugar donde Úrsula pudiera respirar por primera vez en mucho tiempo.
Mientras trazaba posibles rutas y evaluaba las opciones, encendí un cigarrillo, dejando que el humo se elevara lentamente mientras meditaba. Cada decisión debía ser calculada. No podía permitirme errores. Úrsula confiaba en mí, y yo no iba a defraudarla. Pero más allá de eso, sabía que este movimiento no era solo por ella. Era por mí también. Por lo que ambos podíamos ganar si jugábamos nuestras cartas correctamente.
El verdadero desafío no era solo escapar. Era regresar. Regresar con una posición tan fuerte que su padre no tuviera más remedio que aceptar nuestra unión. Y para eso, necesitaba tiempo. Tiempo para que él se calmara, para que entendiera que no podía controlar a Úrsula para siempre. Y cuando ese momento llegara, yo estaría listo. Listo para presentarme como la única opción lógica, como el hombre que no solo había protegido a su hija, sino que también había demostrado ser digno de ella.
Apagué el cigarrillo en el cenicero y me incliné sobre el mapa una vez más. Cada línea, cada frontera, era una posibilidad. Pero al final, lo importante no era el lugar. Lo relevante era el plan. Y yo estaba decidido a que funcionara. Pero esta no era solamente una huida. Era el primer paso hacia algo mucho más grande. Algo que, una vez logrado, cambiaría nuestras vidas para siempre.
La puerta de mi oficina se abrió de golpe, y ahí estaba él. Diego, el padre de Úrsula, con el rostro encendido de furia y los pasos firmes de alguien que no estaba dispuesto a negociar. Apenas cruzó el umbral, su mirada se clavó en mí como una daga, y su voz, grave y cortante, llenó el espacio antes de que pudiera siquiera reaccionar.
—¡¿Qué demonios crees que estás haciendo con mi hija?! —rugió, su tono cargado de indignación. —¡Te exijo que te alejes de ella de inmediato! ¡No tienes derecho a interferir en la vida de ella!
Me mantuve sentado, observándolo con calma mientras descargaba su ira. Cada palabra que salía de su boca era un intento de intimidación, un intento de reafirmar su control sobre Úrsula. Pero yo no iba a ceder. No ahora, no después de todo lo que había planeado.
—Diego, —dije, finalmente, mi voz tranquila, pero firme, como un contraste deliberado a su explosión—. Entiendo tu preocupación, pero creo que estás exagerando. Úrsula no es una niña. Es una mujer que merece tomar sus propias decisiones.
—¡No me vengas con eso! —interrumpió, golpeando el escritorio con fuerza. —¡Úrsula es mi hija, y mientras yo esté vivo, nadie, y menos tú, va a manipularla para tus propios fines!
Sonreí ligeramente, no por burla, sino porque sabía que su furia era una reacción al miedo. Miedo de perder el control, miedo de que Úrsula encontrara en mí la libertad que él tanto se esforzaba por negarle. Y ese miedo, aunque poderoso, era también su mayor debilidad.
—Diego, —continué, inclinándome ligeramente hacia delante—. No estoy aquí para manipular a nadie. Estoy aquí porque Úrsula confía en mí, ya que ella necesita alguien que la entienda, alguien que la apoye. Y si eso te molesta, tal vez deberías preguntarte por qué tu hija siente que no puede encontrar eso en ti.
Su rostro se endureció aún más, y por un momento, pensé que iba a golpearme. Pero en lugar de eso, se enderezó, su mirada aún fija en mí, como si estuviera evaluando cada palabra que había dicho.
—Esto no se va a quedar así, Klaus, —dijo finalmente, su tono bajo pero cargado de amenaza. —Voy a asegurarme de que Úrsula no vuelva a verte. Y cuando lo haga, te arrepentirás de haber cruzado mi camino.
Lo observé mientras se giraba y salía de la oficina, su presencia resonando en el aire. Sabía que esto era solo el comienzo, que Diego no iba a rendirse fácilmente. Pero también sabía que, al final, Úrsula era quien tenía la última palabra. Y mientras ella siguiera confiando en mí, mientras siguiera buscando en mí la libertad que tanto deseaba, yo no iba a detenerme. Pero este no era solo un enfrentamiento. Era una batalla por algo mucho más grande. Y yo estaba dispuesto a ganarla.
Diego había salido de mi oficina como un huracán, dejando tras de sí una estela de furia y amenazas. El ambiente estaba cargado, y aunque su presencia física ya no estaba allí, su energía aún se sentía en el espacio. Me quedé sentado por un momento, mirando hacia la puerta cerrada, procesando todo lo que había sucedido.
Sabía que Diego era un hombre terco, alguien que no aceptaba fácilmente que las cosas no fueran como él las había planeado. Sus palabras habían sido claras: quería mantenerme lejos de Úrsula y estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para lograrlo. Pero lo que él no entendía era que Úrsula ya no estaba completamente bajo su control. Ella había comenzado a buscar su propia libertad, había comenzado a confiar en mí, y eso era algo que él no podía revertir con simples amenazas.
**KLAUS**Sonreí ligeramente mientras mi mente comenzaba a trabajar. Las piezas estaban en movimiento, y aunque Diego había intentado intimidarme, sus acciones solamente confirmaban que mi posición era más fuerte de lo que él pensaba. Su furia no era más que un reflejo de su miedo, de su incapacidad para aceptar que su hija estaba empezando a tomar sus propias decisiones.Con cada paso que daba, Úrsula se acercaba más a la libertad, más a un futuro en el que ella pudiera ser realmente ella misma. Y yo sabía que mi papel era crucial en ese proceso. No exclusivamente como su apoyo emocional, sino como alguien capaz de enfrentar a Diego y de hacerle entender que el control que él ejercía sobre su hija no era sostenible.La verdad era que Diego representaba el último gran obstáculo en mi plan. Si lograba manejarlo, si lograba demostrarle que no tenía otra opción más que aceptar mi presencia en la vida de Úrsula, entonces el camino hacia nuestro futuro estaría despejado. Pero, por ahora, d
**ÚRSULA**El sonido del cristal rompiéndose resonó en la sala como un grito contenido. Allí estaba él, Klaus Weber, de pie entre los fragmentos de una copa caída, con esa mirada que combinaba arrogancia y misterio. Desde el momento en que nuestros ojos se cruzaron, supe que mi vida, tan ordenada y predecible, estaba a punto de incendiarse. Pero lo que no sabía era si él sería la chispa que me consumiría o el fuego que finalmente me liberaría.Diego, mi padre, lanzó una mirada severa hacia Klaus, pero él no se inmutó. Parecía tan seguro de sí mismo, incluso mientras un camarero apresurado intentaba limpiar los cristales bajo sus pies. Mi padre siempre tenía una habilidad especial para juzgar a las personas, y con Klaus, su expresión era clara: desconfianza absoluta. Yo, sin embargo, no podía apartar la vista de él. Había algo en su manera de estar allí, como si no perteneciera, pero, al mismo tiempo, dominara por completo la sala.—¿Estás bien? —pregunté impulsivamente, ignorando la m
*KLAUS*En el mundo de los juegos me conocen como El Tiburón del Póker, un título ganado a pulso. Invencible y despiadado con los tramposos, mi éxito me ha otorgado riqueza y poder. Poseo una gran mansión, autos lujosos y una vida de excesos. Sin embargo, la felicidad me elude. El pasado me atormenta y, copa en mano frente al ventanal de mi mansión, el peso de mis decisiones me abruma.FLASHBACKEl recuerdo de aquel día permanece indeleble en mi mente, como si estuviera grabado a fuego. Fue un día que lo cambió todo, marcando un antes y un después en mi vida. Papá, sin previo aviso, sin darnos tiempo a reaccionar, tomó una decisión que alteraría el rumbo de nuestras vidas: eligió un camino diferente al nuestro. Y aunque la noticia me golpeó con la fuerza de un huracán, dejándome un profundo dolor en el alma, con el tiempo, llegué a comprender, al menos en parte, que la vida a menudo nos reserva sorpresas inesperadas, giros bruscos que no podemos prever ni controlar.Jamás imaginé, ni
*KLAUS*CONTINUACIÓN DEL FLASHBACKNo pude darle a mi madre un entierro digno. Un vecino improvisó un cajón con reglas, y yo le ayudé a elaborarlo. Lloré amargamente mientras lo hacía, sin encontrar consuelo. Nos regalaron un pedacito de tierra en el cementerio público para poder enterrarla. Todos se fueron cuando ella fue sepultada, pero yo me quedé de pie sobre el bulto de tierra, llorando con rabia como nunca antes. Esa fue la última vez que lloré; mi corazón murió en ese instante, y desde entonces, no existen emociones en mí.Tenía solo once años cuando esa desgracia me alcanzó. Trabajé de todo: lavando autos, botando basura, cortando sácate. A esa edad, mis manos ya estaban llenas de callos. En mi cabeza solo pensaba en vengarme del desgraciado de mi padre. Mi anhelo era encontrarlo y hacerle pagar por todo esto.Un día, no tenía nada que comer. Me senté en la acera frente a un club VIP nocturno, esperando alguna oportunidad para ganar dinero, algún mandado, lo que fuera. Ya habí
*KLAUS*Sabía todo sobre Úrsula Meyer antes de que nuestras miradas se cruzaran por primera vez. Sus gustos, sus rutinas, sus debilidades. Había dedicado semanas a estudiar cada detalle de su vida. Leía cada artículo sobre sus apariciones públicas, analizaba las fotos que publicaban los medios, e incluso aprendí cuáles eran sus flores favoritas: las orquídeas blancas, símbolo de pureza. ¡Qué ironía!Úrsula no era el tipo de mujer que me atraía. Rica, protegida por un padre omnipresente, viviendo en una burbuja de privilegios. No soportaba a las personas que creían que el mundo giraba a su alrededor, las que nunca habían tenido que pelear para tener algo. Pero no estaba allí para dejarme llevar por mis preferencias. Tenía un objetivo, y ella era el camino para conseguirlo.Cuando la vi por primera vez en ese evento de caridad, rodeada de lujos y aduladores, fue como presenciar a un pájaro dorado en su jaula. Se movía con gracia, pero había algo en sus ojos que contradecía su apariencia
*KLAUS*(Suspirando y apartando la mirada por un momento) —Quiero creer que no todo es falso. Aunque, para ser honesta, a veces es difícil saber qué es real. Crecí viendo cómo mi padre ponía el mundo a sus pies, pero me preguntó si alguna vez se detuvo a escuchar lo que realmente pensaban las personas. Es complicado… vivir en medio de tanto ruido y, aun así, sentir silencio.(Observándola con más interés) —Es curioso que lo digas. Desde afuera, tu vida parece perfecta, como la imagen que todos quieren alcanzar. Pero si me permites decirlo, creo que ese silencio del que hablas también puede ser una oportunidad. Para encontrar lo que realmente importa.—¿Y tú? ¿Has encontrado lo que realmente importa? ¿O eres igual que ellos, buscando solo lo que te conviene? —Digamos que tengo claro lo que necesito. Y no me detendré hasta conseguirlo. Pero eso no significa que no pueda escuchar, o entender. Tal vez tú tampoco deberías subestimarme tan rápido.(Me observa detenidamente, sintiendo una m
*ÚRSULA*El aire se sentía pesado, como si cada palabra de mi padre hubiera llenado la habitación con una opresión invisible. Su voz seguía resonando en mi cabeza, cada reproche, cada orden, cada intento de control. Me sentía atrapada, como si estuviera en una jaula que él había construido cuidadosamente a lo largo de los años. Mi postura rígida, con los brazos cruzados, era lo único que me quedaba para mostrarle que no estaba completamente derrotada. Pero por dentro, la furia crecía como un incendio que amenazaba con consumirlo todo.Cuando finalmente se fue, dejando tras de sí un silencio incómodo, me quedé inmóvil. Mi corazón latía con fuerza, y mis pensamientos eran un torbellino de frustración y cansancio. ¿Cuánto más podría soportar esto? ¿Cuánto tiempo más podría seguir siendo la hija perfecta, la que nunca cuestiona, la que siempre obedece? Estaba cansándome, agotándome de ser tan sumisa, de vivir bajo su sombra, de ser moldeada por sus expectativas.Respiré profundamente, int
*ÚRSULA*Klaus me observó con esa mirada suya que parecía atravesar las fachadas, y por un instante me pregunté si había logrado engañarlo. Si podía ver más allá de mi máscara, no lo demostró. Su sonrisa era un poco más sutil de lo habitual, y aunque quería leer algo en mí, me di cuenta de que él también jugaba su propio juego.—Nada mal. —expreso.Mientras intentaba calmar las emociones que luchaban por controlarme, sentí un leve orgullo por haber logrado mantener la compostura. No había retrocedido. No había dejado que él se diera cuenta de que había sido mi primer beso. Pero también me sentí extrañamente expuesta, como si algo en mí hubiera cambiado con ese gesto inesperado.En el fondo, sabía que Klaus era un experto en juegos, y este beso no había sido un accidente. Pero aunque una parte de mí quería analizar sus intenciones, otra, más pequeña, pero más audaz, quería simplemente disfrutar ese momento. No obstante, por primera vez en mucho tiempo, me sentía viva.El sonido de los