UN DOLOR INSUPERABLE

*KLAUS*

En el mundo de los juegos me conocen como El Tiburón del Póker, un título ganado a pulso. Invencible y despiadado con los tramposos, mi éxito me ha otorgado riqueza y poder. Poseo una gran mansión, autos lujosos y una vida de excesos. Sin embargo, la felicidad me elude. El pasado me atormenta y, copa en mano frente al ventanal de mi mansión, el peso de mis decisiones me abruma.

FLASHBACK

El recuerdo de aquel día permanece indeleble en mi mente, como si estuviera grabado a fuego. Fue un día que lo cambió todo, marcando un antes y un después en mi vida. Papá, sin previo aviso, sin darnos tiempo a reaccionar, tomó una decisión que alteraría el rumbo de nuestras vidas: eligió un camino diferente al nuestro. Y aunque la noticia me golpeó con la fuerza de un huracán, dejándome un profundo dolor en el alma, con el tiempo, llegué a comprender, al menos en parte, que la vida a menudo nos reserva sorpresas inesperadas, giros bruscos que no podemos prever ni controlar.

Jamás imaginé, ni en mis peores pesadillas, que tendría que asumir responsabilidades en casa tan pronto, que la inocencia de mi infancia se desvanecería de golpe. Pero, a pesar del desconcierto y el miedo, estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para ayudar a mi madre. Regresé del colegio aquel día, con la despreocupación habitual de un niño, completamente ajeno a la bomba que estaba a punto de estallar en mi hogar. 

Mi madre me recibió con una mirada triste y cansada. Me abrazó con fuerza, como buscando consuelo en mis brazos. Con voz suave, pero firme, me dijo:

—Cariño, tenemos que hablar. Tu padre… tu padre decidió marcharse de casa. Se fue sin darnos explicaciones, sin una nota, sin una palabra de despedida. Empacó todas sus pertenencias, llevándose consigo todo lo que le pertenecía, dejando un vacío enorme en nuestros corazones. Pero no te preocupes, tú seguirás estudiando, eso te lo prometo. Haré todo lo que esté en mi mano, me esforzaré al máximo para que no tengas que abandonar la escuela, para que puedas seguir persiguiendo tus sueños. Si es necesario, lavaré ropa día y noche, trabajaré sin descanso para que tengas todo lo que necesitas.

Las palabras de mi madre resonaron en mi cabeza como un eco doloroso. No podía entender lo que estaba pasando. La confusión y la incredulidad me embargaban.

—No entiendo por qué hizo esto, mamá. ¿Por qué se fue así, sin decir nada? ¿De verdad no va a volver nunca más?

Mi madre me abrazó aún más fuerte, intentando transmitirme algo de consuelo en medio de la tormenta.

—Sí, mi amor, es cierto. Se llevó todas sus cosas, como si quisiera borrar todo rastro de su existencia en nuestras vidas. Ni siquiera me dio la cara para irse. Pero no te preocupes, mientras esté viva, a ti no te faltará nada. 

—Madre, si te recargas de trabajo, enfermarás. Déjame ayudarte, puedo trabajar para mantener la casa. 

—Soy fuerte, cariño. Saldremos de esta situación, y ya verás que todo mejorará. Tú tienes que estudiar, aún eres muy joven para trabajar.

Sus palabras aún me persiguen. Mi madre se esforzó por años, pero nuestra situación empeoraba. Su salud se deterioraba, así que decidí ayudarla en secreto. Tras la escuela, lavaba coches y limpiaba terrenos baldíos por unas monedas, que entonces eran una fortuna para mí, y recibía con júbilo.

Nunca pensé que el día en que sentiría el dolor más grande llegaría a mí. Estaba muy satisfecho porque llevaba dinero a casa, pero al llegar, observé que había unos vecinos en la pequeña vivienda donde mi madre y yo vivíamos.

Solo teníamos una estufa de mesa oxidada, una silla y una cama personal. Mi madre dormía en ella, y me costó convencerla, mientras yo dormía sobre un pedazo de tela en el suelo.

Al llegar, nuestra humilde vivienda estaba llena de vecinos. Apenas teníamos una estufa oxidada, una silla y la cama donde dormía mi madre, a la que apenas convencía para no dejarme dormir en el suelo sobre un trapo. Entré sonriendo, feliz por el jornal, pero las caras serias de los presentes me helaron el corazón. Uno se acercó, y con voz temblorosa, me dijo:

—Hijo, tu madre ha caído enferma. La hemos llevado al hospital.

Sentí que el suelo se desmoronaba bajo mis pies. Corrí hacia el hospital con el poco dinero que poseía, con la esperanza de que fuera suficiente para asistirla. Al llegar, encontré a mi madre en una cama, pálida y frágil. Me acerqué y le tomé la mano.

—Madre, estoy aquí. Todo estará bien.

Ella me miró con ojos llenos de amor y tristeza.

—Hijo, no te preocupes por mí. Solo quiero que sigas estudiando y luchando por tus sueños.

Las lágrimas rodaron por mis mejillas mientras asentía. Sabía que tenía que ser fuerte por ella. Desde ese día, trabajé aún más duro, haciendo todo lo posible para mantenernos a flote. Pero el dolor de perderla nunca desapareció. Su recuerdo y sus palabras me han guiado a lo largo de mi vida, recordándome siempre la importancia de la perseverancia y el sacrificio.

El hospital estaba lleno de un silencio inquietante, roto solo por el sonido de los monitores y el murmullo de las enfermeras. Me acerqué a la cama de mi madre, sintiendo un nudo en la garganta. Ella estaba allí, tan frágil y pálida, con los ojos cerrados y la respiración entrecortada.

Tomé su mano, tratando de transmitirle toda la fuerza que me quedaba.

—Madre, estoy aquí. No te preocupes, todo estará bien.

Ella abrió los ojos lentamente y me miró con una mezcla de amor y tristeza.

—Hijo, no te preocupes por mí. Solo quiero que sigas estudiando y luchando por tus sueños.

Las lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas.

—No puedo perderte, madre. Eres todo lo que tengo.

Ella sonrió débilmente y apretó mi mano con la poca fuerza que le quedaba.

—Siempre estaré contigo, en tu corazón. Sé fuerte, mi niño.

Vi cómo su respiración se hacía más lenta y su agarre se aflojaba. El monitor emitió un pitido constante, y supe que se había ido. Me desplomé junto a su cama, llorando desconsoladamente. Era solo un joven, y el peso de la pérdida me aplastaba. Sentí que el mundo se desmoronaba a mi alrededor, y en ese momento, supe que mi vida nunca volvería a ser la misma.

Continue lendo este livro gratuitamente
Digitalize o código para baixar o App

Capítulos relacionados

Último capítulo

Explore e leia boas novelas gratuitamente
Acesso gratuito a um vasto número de boas novelas no aplicativo BueNovela. Baixe os livros que você gosta e leia em qualquer lugar e a qualquer hora.
Leia livros gratuitamente no aplicativo
Digitalize o código para ler no App