**ÚRSULA**
Klaus levantó las manos en un gesto de rendición, su sonrisa volviendo a aparecer. —Lo sabía, eres desconfiada por naturaleza, —bromeó. —Pero no hay ninguna intención oculta, Úrsula. Solo quería darte un lugar seguro para que pudieras… respirar. Estabas agotada y no quería que tuvieras que enfrentar, algo que no estabas lista para manejar.
Sus palabras tenían sentido, y por más que quisiera desafiarlo, había algo en su tono y su expresión que me hacía bajar la guardia. Tal vez realmente lo único que estaba haciendo era protegerme, dándome un lugar donde podía ser yo misma sin las restricciones de siempre. Pero, aun así, no podía evitar preguntarme qué era lo que realmente estaba buscando él.
—Gracias, supongo, —murmuré, aun sintiendo esa mezcla de emociones. Todavía no sabía cómo me sentía realmente, pero algo dentro de mí me decía que esta no sería la última vez que Klaus me sacudiera de esta manera.
Me quedé sentada en el borde de la cama, con la vista fija en el suelo, intentando idear un plan. Klaus entró al baño. La idea de regresar a mi casa a plena luz del día me llenaba de inquietud. No podía enfrentar a mi padre ahora; no tenía fuerzas para sus interrogatorios ni para sus miradas llenas de desaprobación. Sabía que si me veía entrar, todo lo que ocurrió anoche sería cuestionado, juzgado y, probablemente, usado en mi contra. Necesitaba evitarlo a toda costa.
Pasé una mano por mi cabello, mi mente luchando por encontrar la manera de entrar sin que nadie lo notara. Tal vez podría usar la puerta trasera y escabullirme hasta mi cuarto sin hacer ruido. O tal vez podría esperar hasta que todos estuvieran ocupados con sus labores diarias. Pero incluso esas opciones me parecían riesgosas. Mi padre tenía un talento para saber siempre dónde estaba, como si tuviera ojos en cada rincón de la casa.
Mientras reflexionaba, Klaus apareció en la habitación, su mirada tranquila como siempre. —¿Sigues pensando en cómo regresar? —preguntó, con esa mezcla de curiosidad y confianza que siempre parecía desarmarme.
Asentí sin mirarlo, todavía inmersa en mis pensamientos. —No quiero enfrentar a mi padre. No ahora. Ni siquiera sé cómo explicar lo que pasó anoche. Necesito entrar sin que me vea.
Klaus se apoyó contra el marco de la puerta, su sonrisa apenas visible. —Bueno, tengo noticias que podrían tranquilizarte. Mandé a vigilar tu casa temprano esta mañana, por si acaso. Tu padre salió temprano; tenía una reunión o algo así. Ahora solo quedan los empleados. Si eres rápida, puedes entrar sin problemas.
Lo miré con sorpresa. ¿Había mandado a vigilar mi casa? ¿Cómo? ¿Por qué? Aunque la idea me desconcertaba, no podía negar que me sentía un poco aliviada. Esto, al menos, me daba la oportunidad de regresar sin enfrentar una batalla innecesaria.
—¿Cómo estás tan seguro? —pregunté, intentando ignorar el leve rubor en mis mejillas. A veces la manera en que Klaus tomaba el control me incomodaba, aunque no podía negar que era efectiva.
—Confía en mí, Úrsula, —dijo, con una sonrisa que parecía saber más de lo que decía —. Tengo mis métodos. Solo necesitas aprovechar la oportunidad y no perder tiempo.
Suspiré, sintiendo el peso del nerviosismo en mi pecho. Pero sabía que tenía razón. Esta era mi ventana de oportunidad. Debía regresar y lidiar con todo más tarde, cuando mi mente estuviera más clara. Me levanté de la cama, lista para enfrentar el día, aunque no pude evitar preguntarme cómo Klaus siempre parecía tenerlo todo bajo control.
El coche avanzaba con un ronroneo constante, pero mi mente estaba en otro lugar, atrapada en una tormenta de nervios y pensamientos caóticos. Mientras Klaus conducía, yo me retorcía en mi asiento, incapaz de quedarme quieta. Mis dedos no dejaban de pellizcarse unos a otros, un hábito que siempre me delataba cuando estaba demasiado ansiosa. Miraba por la ventana, pero la vista apenas registraba en mi cabeza. Todo lo que podía pensar era en cómo entrar a casa sin ser descubierta.
—Relájate, Úrsula, —dijo Klaus de pronto, su voz calmada rompiendo el silencio.
Giré mi cabeza hacia él, y aunque sonreía, esa sonrisa suya que siempre parecía tener todo bajo control, no pude evitar sentirme abrumada por la situación. Antes de que pudiera responder, él tomó mi mano entre las suyas. El gesto fue tan inesperado que me quedé inmóvil, sintiendo el calor de su palma contra la mía. Mi corazón dio un vuelco, pero, para mi sorpresa, poco a poco el nudo en mi pecho comenzó a deshacerse.
Su mirada estaba fija en la carretera, como si no quisiera presionarme con un contacto visual directo. Pero el simple hecho de que su mano estuviera sobre la mía era suficiente para darme una calma que no sabía que necesitaba. Respiré hondo y logré esbozar una pequeña sonrisa. No dije nada, pero cuando giré mi rostro hacia él, sé que la gratitud se reflejaba en mis ojos. Klaus siempre parecía saber cómo manejar las cosas, incluso cuando yo no podía.
Cuando finalmente llegamos unas cuadras antes de mi casa, el coche se detuvo con suavidad frente a una esquina discreta, lejos de las miradas curiosas. Me quedé sentada por un momento, mirando la casa desde la distancia, evaluando el plan en mi mente una vez más. Podía hacerlo. Debía hacerlo.
Antes de abrir la puerta, un impulso me invadió. No lo pensé dos veces. Me incliné hacia Klaus y lo abracé con fuerza, rodeando sus hombros con mis brazos. Podía sentir la sorpresa en su cuerpo al principio, pero rápidamente sus manos tocaron mi espalda, devolviéndome el gesto con suavidad.
—Gracias, Klaus, de verdad… por todo, —murmuré, mi voz algo apagada contra su camisa.
Él no respondió de inmediato, pero su silencio dijo más de lo que cualquier palabra podría haber expresado. Finalmente, me separé de él, intentando ocultar el leve rubor en mis mejillas. Abrí la puerta del coche y, antes de que pudiera darle tiempo a decir algo más, salí corriendo hacia la casa, mi corazón palpitando tanto por los nervios como por el momento que acababa de compartir con él.
**ÚRSULA**Corrí hacia la casa con el corazón acelerado, consciente de cada sonido, de cada movimiento a mi alrededor. El sol ya estaba alto, bañándose todo con una luz que hacía más difícil esconderme. La distancia entre el coche de Klaus y la puerta trasera de mi casa me pareció interminable, pero no me detuve. La adrenalina me impulsaba, y el recuerdo del abrazo que le había dado hacía que mis pasos fueran firmes a pesar de los nervios.Llegué a la puerta trasera y me detuve un momento para escuchar. Todo estaba tranquilo, solo se oían los sonidos habituales de los empleados trabajando en las tareas cotidianas. Klaus tenía razón, mi padre no estaba. Por una vez, su ausencia se sentía como una oportunidad en lugar de una amenaza. Respiré hondo y empujé la puerta con cuidado, asegurándome de que no hiciera ruido.Entré en la casa, avanzando con pasos ligeros por los pasillos. Mi habitación estaba en el segundo piso, y cada escalón que subía se sentía como un pequeño triunfo. Estaba a
**ÚRSULA**El chofer negó con la cabeza, su expresión reflejaba tanto dolor como confusión. —No, señorita. Escuché un ruido y fui a investigar. Me pareció ver la figura de una mujer salir por detrás, pero antes de que pudiera acercarme, alguien me golpeó por detrás. No supe nada más, hasta que desperté esta mañana.Mi corazón dio un vuelco. ¿Me había visto salir de casa? ¿Sería Klaus quien lo golpeó? La idea me inquietaba, pero no podía dejar que mis pensamientos me dominaran. Necesitaba mantener la calma y pensar con claridad.—Tranquilo, será mejor que vayas al hospital, —dije, intentando sonar más serena de lo que realmente me sentía.—Sí, ya le reporté a su padre, —respondió, bajando la mirada como si temiera que hubiera consecuencias por lo sucedido.Fruncí el ceño, tratando de procesar lo que acababa de escuchar. Esto no era un simple accidente. Había algo más detrás de todo esto, algo que no podía ignorar. Pero ahora no era el momento de buscar respuestas. Necesitaba tiempo par
*KLAUS*Su tono era inquisitivo, pero no directamente agresivo. Sin embargo, no era necesario que lo fuera para que entendiera lo que realmente estaba preguntando. ¿Qué estás haciendo y cómo afecta esto mis intereses? Pablo siempre tenía una manera de enmarcar sus preguntas como si buscara algo más que respuestas. Buscaba control, buscaba saber si todavía lo tenía sobre mí.—Es parte del plan, —respondí, manteniendo mi tono firme pero calmado. No podía dar espacio a dudas, no con alguien como él. —Úrsula tiene… potencial. Solo estoy asegurándome de que ese potencial esté alineado con lo que buscamos.Pablo se recargó en el respaldo de la silla, evaluándome en silencio. Ese era su estilo. Te hacía hablar primero y luego decidía cómo usar tus propias palabras contra ti, si era necesario.—Espero que estés seguro de lo que haces, Klaus, —dijo finalmente, su tono aún tranquilo, pero con una advertencia implícita. —Sabes lo que está en juego. Ella puede ser valiosa, sí, pero también puede
**ÚRSULA**Pero no iba a ceder. No ahora.Mi prima no se movió del umbral, como si su mera presencia fuera suficiente para recordarme que no tenía escapatoria. Su mirada seguía fija en mí, evaluándome, buscando cualquier señal de debilidad que pudiera usar en mi contra. Sabía que no estaba aquí por casualidad. Ella siempre había sido la aliada perfecta de mi padre, su espía personal, y ahora estaba claro que había venido con una misión.—¿Qué es lo que realmente quieres? —pregunté, cruzando los brazos mientras intentaba mantener mi postura firme. No iba a dejar que me intimidara, aunque por dentro sentía cómo mi paciencia comenzaba a agotarse.—Solo quiero asegurarme de que estás bien, —respondió con una sonrisa q
**ÚRSULA**Giré en la esquina, sintiendo que mi plan estaba funcionando, cuando un grupo de estudiantes se cruzó frente a mí, bloqueando mi salida. Mordí mi labio, intentando no perder la calma. No podía detenerme ahora. Me moví entre ellos lo mejor que pude, pero justo cuando estaba a punto de seguir avanzando, escuché su voz.—¡Úrsula! —Mirella dijo mi nombre con esa dulzura ensayada que solo yo sabía interpretar como una trampa.Sentí un escalofrío recorrer mi espalda. Cerré los ojos por un instante, conteniendo el impulso de salir corriendo. Me obligué a respirar hondo, a girarme con calma, a mostrarle que no me afectaba, aunque por dentro quisiera hacer exactamente lo contrario.Esto apenas comenzaba.Cada día era una repetici&o
*ÚRSULA*Mi prima me ha estado vigilando sin descanso. Sé perfectamente que sigue órdenes de mi padre. No necesita decirlo en voz alta; su presencia constante, sus preguntas disfrazadas de interés, y sus miradas inquisitivas son suficiente prueba de ello. Lo hace porque entiende que no me doblegaré ante sus reglas, ya que sabe que no estoy dispuesta a ser la marioneta que todos esperan que sea.Pero entre más pasan los días, más me doy cuenta de que mi vida está atrapada en una prisión que mi padre ha construido meticulosamente para mí. Cada salida es supervisada, cada conversación es analizada, cada decisión que intento tomar parece tener consecuencias. No hay escapatoria. Y a medida que esa realidad se vuelve más evidente, el peso en mi pecho se hace insoportable.—¿Qué deseas hacer ahora? —la voz de Klaus me sacó bruscamente de mis pensamientos.Lo miré, mi mente aún atrapada en la desesperación de mi propia existencia. —¿Qué? —susurré, la sorpresa temblando en mis palabras. La pre
*ÚRSULA*Klaus sonrió ligeramente, como si hubiera esperado esa pregunta. —Úrsula tiene una forma de ver el mundo que la diferencia de todos los que la rodean, —respondió, su tono relajado pero calculado. —Es alguien que busca algo más, que no se conforma con lo que le han impuesto. Y eso, Mirella, es lo que la hace única.Sentí un escalofrío al escucharlo decir esas palabras. Porque sabía que tenía razón. Pero lo más inquietante de todo era cómo las decía, como si estuviera protegiéndome, como si estuviera marcando una diferencia entre quienes querían mantenerme atrapada y quienes entendían mi deseo de libertad.Mirella soltó una leve risa, inclinando la cabeza como si estuviera considerando sus palabras. —Interesante, —dijo finalmente. —Y dime, Klaus, ¿tú también eres alguien que busca algo más? Aunque no sé qué dirá mi tío de que mi prima se vea a solas con un hombre. Klaus la miró, su expresión inmutable, pero con ese brillo misterioso en los ojos que siempre parecía guardar resp
*ÚRSULA*Sin decir una palabra, giré sobre mis talones y caminé hacia mi habitación. Sentí su furia tras de mí, el intento de decir algo más, de detenerme, de seguir imponiéndose. Pero no le di la oportunidad. Cerré la puerta con fuerza, asegurándome de que resonara en toda la casa, de que quedara claro que en ese momento, por primera vez en mucho tiempo, no estaba dispuesta a escuchar.Me apoyé contra la puerta, respirando hondo mientras la adrenalina recorría mi cuerpo. No había escapado todavía, pero había dado un paso. Y de alguna manera, ese pequeño acto de desafío se sintió como el comienzo de algo más grande.Desde mi habitación, apoyada contra la puerta, escuché cómo sus voces se filtraban a través de la madera. No necesitaba verlos para imaginar la escena. Mirella, con su postura impecable y su tono cargado de falsa preocupación, y mi padre, con el ceño fruncido y la furia contenida que siempre parecía estar a punto de explotar.—Tío, tú la tienes malcriada a mi prima, —dijo