En un mundo donde el destino y la magia se entrelazan, una lobita café sin manada se ve envuelta en la profecía que predice una guerra descomunal liderada por cuatro Alfas Puros. Su simple atracción hacia estos cuatro poderosos machos desata una lucha por la supervivencia y un romance inesperado. Ella, ajena a su papel crucial, posee el poder de cambiar el destino de su raza. En Zinerva Legado de Amor, explora un universo donde la magia, el misterio y el amor se entrelazan, desafiando destinos predestinados y revelando el inesperado poder de una lobita aparentemente frágil. Saga: Petrovic Libro: 3 (No es necesario leer los libros anteriores, es una historia independiente)
Leer más| Antosha |«Sí quiero, Alfas»Sus palabras aún resuenan en mi mente. Ese pequeño destello miel en sus ojos fue bello, pero lo que realmente me está volviendo loco es ese rico aroma que se intensifica cada vez más. Su pequeño corazón late como un tambor. Mi vista cae en sus labios gruesos, ella traga y yo la beso. No es tímida conmigo; creo que ella no tendría ese concepto que se adquiere de la sociedad. Cuando me separo, bajo hacia su abdomen. Ella lleva un short y una camisa de tirantes finos. Cuando coloco mis dedos en su cadera, se tensa.—Tesorito, nunca te haría daño. Si no quieres, solo dilo. —Sus ojitos se enfocan en mi rostro, luego en mis manos, hasta que ella se relaja.—¿Voy a tener cachorros? —se ve preocupada. Mi lobo suelta un pequeño chillido, le duele que no quiera tener cachorros con nosotros.—No, tesoro, esta es otra forma de intimar. Voy a utilizar mi boca aquí —doy un suave toque en su pubis—. No habrá nada de penetración, lo prometo.—¿Duele?—Para nada, confía e
«Hoy deberíamos haber vuelto.»Sacudo mi cabeza; me duele, y si pienso en eso de nuevo, tendré jaqueca. Estar lejos de ella no nos ha debilitado, pero sí afecta nuestra concentración y nuestro sueño, sin contar los sentimientos.—Debemos llegar antes de que cumplamos un mes —frunzo el ceño.—¿Desde cuándo eres tan detallista, Ivaylo? —mi lobo guarda silencio—. No te avergüences, somos uno. ¿Recuerdas?—Se lo dices a alguien, y en el próximo ataque que hagan no te voy a dejar transformar —termina su amenaza gruñendo mientras muestra sus dientes, y yo me río.De repente, siento algo frío en mi cabeza. Cuando me miro, toda mi ropa está empapada; volteo la cabeza hacia atrás y encuentro a Anakin con un balde vacío.—Dicen que la locura se quita con agua fría; aquí no me vas a dejar solo. Ni loco te voy a llevar a que la veas hasta que terminemos —sale de la cabaña y, para colmo, me deja el balde en el suelo.Me deja el valde en el suelo, acaso no ve que por fin deje todo ordenado después d
Una fuerte brisa hace que todo a nuestro alrededor suene, pero no veo señales de lo que me está siguiendo. La luz baja ya que más nubes tapan el sol. Cuando el viento se calma, puedo escuchar cómo algo cae al suelo a unos diez metros de mí, pero está tapado por los gruesos troncos de los árboles. Mi loba gruñe, preparada para atacar, y trato de mantenerme en la posición intimidante en la que estoy.—¿Qué quieres de mí? —pregunto apenas diviso la figura de un hombre más alto que yo.Él sigue caminando hasta quedar a unos tres metros de mí. Es blanco, tiene ojos marrones oscuros y es pelón. Además, tiene algunas cicatrices en el pecho. Aunque no quiera, retrocedo un par de pasos por instinto; es un beta.—Te dije... —no puedo seguir ya que él se arrodilla de golpe y agacha su cabeza.—Luna, perdone mi insolencia y lamento si la asusté.—¿Qué hacías siguiéndome?—No puedo dar esa información, pero el Alfa Alexander ya debe estar llegando.—¿Te ordenó que me siguieras?«Él cree que me esca
—Osita, no llores, me haces sentir el peor mate que existe en este planeta.—Te extraño —murmuro, limpiando mis lágrimas.—Yo también, te extraño demasiado, pero te prometo que todo esto valdrá la pena. Ya estamos a mitad del camino, estos tres días que faltan pasarán rápido — tal vez para él estos días han pasado rápido. Ambos trabajan duro, pero yo estoy aquí y no hago nada aparte de estudiar y cuidar de mi caballo.Él mira detrás de él. Sé que está hablando a través de su enlace mental con alguien, tal vez uno de sus deltas. Ahora se encuentra en su manada y Arman está en el "paso", como ellos le llaman.—Osita, me necesitan, te llamo apenas termine. Te quiero y no me gusta que estés llorando, no estamos muertos, así que no botes tus lágrimas en vano. ¿Me prometes que harás eso por mí? —yo niego y él gruñe—. Eres una desobediente. Cuando nos encontremos te mostraré lo que se les hace a las cachorras caprichosas como tú. —Yo sonrío, pero él solo me mira serio. Está de más decir que o
Los miro a los cuatro. Alex me sacó del establo para traerme de vuelta a la casa. No me convenció de salir hasta que me dijo que era para hablar de algo importante, y sus expresiones no me están agradando.—¿No van a hablar? —en todo este tiempo, que no es mucho, han estado en silencio.He notado que a ellos tres les incomoda mi nueva actitud. Ahora hay una barrera; no me tratan como antes, como cuando apenas podía decir algunas frases que en verdad sabía de memoria. Pensé que aprender su idioma nos uniría, pero es como si yo hubiera puesto una barrera entre nosotros. Siguen siendo igual de afectuosos, pero eso es lo único. Ni siquiera hemos hablado mucho. Mi único consuelo es que Alex sigue siendo igual conmigo: me habla, está pendiente de lo que hago, aunque intente fingir que no, para que no me sienta agobiada, y sigue siendo amoroso y detallista.—Tesoro, como sabes, ayer conseguimos el permiso que necesitábamos para reclamar una parte del territorio sin dueño y unir nuestras manad
| Alexander |—Después de esto daré un discurso público a la manada —Anakin me mira de reojo.—Mientras no menciones algo sobre unir a las manadas por mí, está bien.Él le sonríe a nuestra mate. No me gusta cómo suena, pero tengo que forzar la idea en mi mente para que entre y comprender que ya no solo me pertenece a mí; en realidad, nunca fue solo mía. Ella escuchó todo, estábamos hablando por un enlace compartido. Quiero que comience a comprender cómo funciona su mundo, el mundo al que fue echada y apartada por ser roger.Mi lobo comienza a inquietarse en mi mente cuando siento la pequeña mano de nuestra mate intentar agarrar la mía. Cuando miro, siento un sabor amargo en la boca: ella ya tiene la mano de Anakin bien sujeta. Busco su mano primero; no rechazo unir nuestras manos, acaricio sus dedos con mi pulgar sin volver a mirar la unión de sus manos. No me gusta, pero no me puedo quejar.Llegamos al punto de reunión, es una cabaña de invitados. Tiene un aspecto sencillo por fuera,
| Antosha |Observo intrigado a ambos rogando para que no tengan una conversación privada, esto se va a poner bueno y, si tengo la oportunidad, sacaré algo de todo lo que tengo retenido.— ¿Ahora qué quieres? —pregunta él sin dejar de sonreír.— ¿Dónde está?— Sé más específico —él recuesta la espalda contra la pared; ninguno de los dos deja de mirarse.—Tú sabes qué es— Arman no muestra ninguna emoción.Es un claro indicio de que está a nada de perder los estribos. Arman nunca se le tirará encima, pero sabe cómo hacer sufrir a alguien sin tocarlo. Al ver que él solo se encoge de hombros, desinteresado de la conversación, sigue hablando.— ¿Qué hiciste con mi cuadro?—Jajaja —él tiene que taparse la boca para no despertar a mi tesoro.— De todas las cosas que me imaginé, esa nunca pasó por mi cabeza.— ¿Qué hiciste?—Tranquilo, no tiraría a la basura semejante obra. Es un buen cuadro, nunca te imaginé como un macho sensible, talentoso y con buen ojo.Él nos hace una seña para que lo sig
| Alexander |Todo queda en silencio por unos segundos. Odio que cada segundo esto se complique. Muerdo mi labio y me siento en el borde de la cama. Nada está saliendo como lo imaginé; supuse que esta situación sería más fácil, pero ahora debo dejar que ellos laman la marca, mi marca, la que acabo de hacer con mis colmillos. Lo único que me ata a ella y evita que ellos quieran luchar conmigo a muerte.Volteo mi cabeza para mirarla. Ella, simplemente por existir, me trae paz. Me deleito observando las pequeñas manchitas de su rostro, esas pequitas; son pocas, pero todas están concentradas en su nariz y parte de sus pómulos.—Alex...— Arman intenta hablar, pero le gruño.—¡Mi nombre es Alexander Tremblay! — Tengo que cerrar los ojos para que no me lleguen esos recuerdos por culpa de esa palabra. — No vuelvas a llamarme por un diminutivo o acortar mi nombre.Todo vuelve a quedar en silencio. No somos amigos, ni siquiera podría decirse que conocidos; si ellos me han visto más de tres veces
| Alexander |Puedo sentir cómo mi sangre se filtra por mis colmillos, entrando al cuerpo de mi musa. Eso es lo que nos une. No es la sangre normal que corre por mis venas, ni siquiera sé cómo explicarlo, pero estas escasas gotas me unirán a ella el resto de mi vida.Saco mis colmillos lentamente, y no pierdo tiempo en lamer cualquier rastro de sangre. Nuestra saliva cura a nuestros mates e incluso a las crías. Ella suelta un pequeño jadeo; intenté que fuera rápido y liberé la mayor cantidad de feromonas posible para excitarla sin necesidad de tocarla. Aunque hasta ahora no mostró rechazo, no quería tentar mi suerte.—¿Qué sientes?—Dolió un poco, pero estoy bien —ella voltea su rostro—. No te atrevas a atacarlo —cuando giro la cabeza, me doy cuenta de que Antosha está frente a nosotros.Sonrío con burla; se puede ver la ira en sus ojos, y de su mandíbula caen gotas de saliva. Le queda tan bien la mordaza, como el cachorro ingenuo que es. Gracias a él y su desesperación, me hizo las co