En un mundo donde el destino y la magia se entrelazan, una lobita café sin manada se ve envuelta en la profecía que predice una guerra descomunal liderada por cuatro Alfas Puros. Su simple atracción hacia estos cuatro poderosos machos desata una lucha por la supervivencia y un romance inesperado. Ella, ajena a su papel crucial, posee el poder de cambiar el destino de su raza. En Zinerva Legado de Amor, explora un universo donde la magia, el misterio y el amor se entrelazan, desafiando destinos predestinados y revelando el inesperado poder de una lobita aparentemente frágil. Saga: Petrovic Libro: 3 (No es necesario leer los libros anteriores, es una historia independiente)
Leer más| Anakin |La observo dormir; eso es lo que ha hecho desde ayer. Se levanta solo para comer y tomar las clases. Lo raro es que no fue a buscar a su caballo ayer. Obviamente hablamos con el doctor, y este la revisó, pero dice que todo en ella está normal, que incluso tiene el peso adecuado y está más sana que nunca, lo cual no me convence. Pero como solo ha sido un día, no hemos querido comentar nada; no queremos que crea que no puede dormir lo que desee.—¿Entonces nos vamos hoy? —pregunta Arman.—Sería lo mejor, pero esperemos a que sea de madrugada.—Nos van a matar cuando lleguemos.—No pueden esperar que digan algo y que obedezcamos de inmediato. Ya no somos sus cachorros; ahora somos los Alfas, y ellos saben que también están bajo nuestro mando mientras se queden en la manada —me coloco un pantalón, ya que estaba durmiendo con ella, pero Tosha me vino a relevar y ahora es él quien ronca junto a ella—. No les estamos faltando el respeto, solo estamos siendo precavidos. Las llamadas
Bostezó y me volteo hacia lo calentito que está en mi espalda, pero eso empieza a acariciarme el pelo. De inmediato agarro su mano con fuerza y, cuando abro los ojos, me encuentro con un par de ojos de diferente color. Suelto su mano al darme cuenta de que le estoy haciendo daño.—Lo siento.—Buenas noches. ¿Te duele algo? —Parece que no le importa que casi le haya roto los dedos.—No, me siento muy bien.Me pego a su pecho. Gruño al ver que tiene la camisa, así que meto mi mano debajo de esta. Él se tensa. Mis dedos pasan por su abdomen. Él no tiene los cuadritos tan marcados como Alex. Subo y aprieto su pectoral, lo miro y él solo me mira serio. Yo sigo, creo que sus pectorales son los más pequeños de los tres, aunque siguen siendo firmes. Saco mi mano y la llevo a su cuello. La boca se me hace agua. Lamo mis labios.—¿Te gusta manosear mi cuerpo? —Yo ignoro su pregunta y, de un salto, me siento sobre su abdomen.—¿Yo puedo marcarte? —Él traga, pero no creo que haya estado comiendo a
| Arman |Observo a mi mate, su pequeño cuerpo tembloroso en medio de mis hermanos. Me cuesta mantener a mi lobo a raya; también quería participar, pero no confío en nosotros en este momento. Pasar tanto tiempo lejos de ella nos dejó susceptibles a cualquier toque inocente.Estar viéndola, oliendo sus fluidos, escuchando sus pequeños gemidos, ronroneos e incluso un par de chillidos ahogados fue lo más excitante de mi vida. Tanto que mi entrepierna duele.—Señorito —murmura.Antes de que pueda ser consciente, ya estoy frente a ella. Pestañea muy lento, y su pecho sube y baja con rapidez.—Estoy aquí —ella agarra mi mano. Ni siquiera le molesta mi erección; si no hubiera reaccionado de forma inconsciente, intentaría disimularla—. ¿Qué pasa?Antosha se quita de encima de ella; sabe que ya no debe avanzar más. Acaba de ser marcada y cualquier cosa que haga mermará más su energía. Ahora su cuerpo intenta asimilar la sangre que Anakin pasó a su organismo a través de los colmillos. Quito algu
| Zinerva |Sus ojos avellana ya no tienen tanto brillo; se ve cansado, sin esa actitud divertida, ni siquiera relajada.—No te quedes callada, porque me estás matando. —Sus ojos se vuelven brillosos.Salgo de en medio de Anakin y Arman, pasando por encima del último. Este se tensa, pero lo ignoro. Cuando logro quedar frente a él, no puedo seguir sintiendo ese grotesco enojo. Ya no me agobia que no haya respetado mi espacio; ahora solo puedo ver lo cansado que está, lo poco que queda de él. No parece que estuviera hablando con Tosha.—Te perdono, pero no me gustó lo que hicieron. —Agacho la cabeza para que nadie vea que quiero llorar—. Sentí que no podía confiar ni siquiera en mi propia loba, y si no puedo confiar en ella, entonces no sabía en quién hacerlo. Creo que exploté, también llevé las cosas demasiado lejos, y que no respetaras mis límites... Nunca había puesto límites, nunca tuve una relación con nadie, y menos un... ¿desacuerdo? —Él coloca su mano en mi mejilla, y sé que quie
—¿No crees que estamos siendo irracionales? —Salté un arbusto antes de contestarle.—No, dejamos a Faddi a cargo, lo ha hecho bien desde que llegó —corrimos lo más rápido que pudimos, ocultando nuestro olor—. Antosha no nos ha llamado; es obvio que no pudo arreglar el lío en que se metió. Ya sabemos que ella durmió a la intemperie, en medio de la lluvia, y no hizo nada para evitarlo.—Tampoco es como si pudiera haberla obligado a regresar, eso empeoraría las cosas.Ignoré lo que decía. Yo nunca dejaría que mi mate, que mi osita, durmiera como una pordiosera toda la noche. No me importa ganar su odio por eso.Pasamos por la frontera que divide el paso de la manada del Alfa Alexander. Los guardias no nos detienen, dimos aviso dos minutos antes. Apenas entramos, soltamos nuestro olor. No queremos llegar de imprevisto, no sé qué tan grande sea el problema ni si podemos empeorarlo al llegar de sorpresa.—Ella va hacia ustedes —la voz del Alfa Alexander resonó en mi mente. Creí que ya me hab
Apenas la puerta se cierra, me empieza a caer la culpa. No quise hacerla sentir mal y mucho menos menospreciar todo el esfuerzo que ella hace para acoplarse a su nueva vida a nuestro lado. No soy un estúpido, valoro lo que hace, pero hace unos minutos no me supe explicar y dañé todo.Es mi tesoro. Nunca haría algo consciente para lastimarla y mucho menos para hacerla explotar de esa manera.Me suelto el cabello y comienzo a peinarme con los dedos. Ahora no sé qué hacer. Nunca tuve una pareja, nunca tuve ninguna relación amorosa con ninguna hembra. No sé cuál es el paso a seguir. Ni siquiera vi a mis padres discutir: son muy buenos en ocultar sus problemas. Solo sabía que estaban peleados cuando mamá no dejaba que la besaran o abrazaran.Salgo de la casa y me transformo. Tal vez no sepa qué hacer para arreglar lo que hice, pero no me voy a quedar solo en la casa hasta que alguno de los dos decida regresar. Me pone ansioso estar solo, más cuando sé que hice algo mal. Tampoco voy a llamar
Yo dejo que camine un poco más, no me gusta que sepa dónde buscar. Ella estuvo aquí antes, pero comienza a olfatear.—No puedo creer que haya hecho todo esto por poder —escucho que murmura.Intenta ir hacia la habitación. Me tengo que poner de puntillas para agarrarla del hombro y estrellarla contra la pared.—Creo que me debes una reverencia y una disculpa de rodillas por insultar a tu Luna.Sus ojos se vuelven negros, y antes de que se abalance contra mí, me muevo, haciendo que caiga al suelo por el impulso que tomó.—¡Tú no eres su Luna verdadera! —gruñe, mostrando sus colmillos—. No puedo creer que haya dejado de esperar a su mate solo para unirse a la manada más grande del continente.Escucho sus pasos y me acerco a ella. Sin pensarlo, la agarro del cuello e inmovilizo sus manos por encima de su cabeza. Estoy sobre ella, y ella está en el piso.—Yo soy su verdadera Luna, y tú acabas de darme una razón para matarte.Lleva una camisa que huele un poco a él. Estuvieron cerca reciente
| Antosha |«Sí quiero, Alfas»Sus palabras aún resuenan en mi mente. Ese pequeño destello miel en sus ojos fue bello, pero lo que realmente me está volviendo loco es ese rico aroma que se intensifica cada vez más. Su pequeño corazón late como un tambor. Mi vista cae en sus labios gruesos, ella traga y yo la beso. No es tímida conmigo; creo que ella no tendría ese concepto que se adquiere de la sociedad. Cuando me separo, bajo hacia su abdomen. Ella lleva un short y una camisa de tirantes finos. Cuando coloco mis dedos en su cadera, se tensa.—Tesorito, nunca te haría daño. Si no quieres, solo dilo. —Sus ojitos se enfocan en mi rostro, luego en mis manos, hasta que ella se relaja.—¿Voy a tener cachorros? —se ve preocupada. Mi lobo suelta un pequeño chillido, le duele que no quiera tener cachorros con nosotros.—No, tesoro, esta es otra forma de intimar. Voy a utilizar mi boca aquí —doy un suave toque en su pubis—. No habrá nada de penetración, lo prometo.—¿Duele?—Para nada, confía e
«Hoy deberíamos haber vuelto.»Sacudo mi cabeza; me duele, y si pienso en eso de nuevo, tendré jaqueca. Estar lejos de ella no nos ha debilitado, pero sí afecta nuestra concentración y nuestro sueño, sin contar los sentimientos.—Debemos llegar antes de que cumplamos un mes —frunzo el ceño.—¿Desde cuándo eres tan detallista, Ivaylo? —mi lobo guarda silencio—. No te avergüences, somos uno. ¿Recuerdas?—Se lo dices a alguien, y en el próximo ataque que hagan no te voy a dejar transformar —termina su amenaza gruñendo mientras muestra sus dientes, y yo me río.De repente, siento algo frío en mi cabeza. Cuando me miro, toda mi ropa está empapada; volteo la cabeza hacia atrás y encuentro a Anakin con un balde vacío.—Dicen que la locura se quita con agua fría; aquí no me vas a dejar solo. Ni loco te voy a llevar a que la veas hasta que terminemos —sale de la cabaña y, para colmo, me deja el balde en el suelo.Me deja el valde en el suelo, acaso no ve que por fin deje todo ordenado después d