Me levanto del suelo helado, sintiéndome agotada y sin ganas de irme. Esta cueva es el mejor refugio que he encontrado en varios meses, pero es demasiado peligroso quedarse en un mismo lugar tanto tiempo. A pesar de que ya aprendí a ocultar mi olor, no me puedo confiar. Ningún lugar es completamente seguro, y ya rebasé el límite de días que yo misma coloqué. La última vez que lo hice, gané una nueva y larga cicatriz en la pierna. No quiero volver a tener un enfrentamiento como ese solo por no querer irme de un lugar cómodo. Soy una roger, no tengo hogar, nada me pertenece, y acepté mi destino hace mucho tiempo.
Miro mis patas delanteras. La derecha carece de dos garras, ya que aún no se han regenerado por mi mala alimentación. Mi cuerpo apenas tiene fuerza para hacer lo básico. Comienzo a caminar perezosamente para salir de la cueva. Aun es de noche. Levanto mi cabeza cuando ya estoy en el exterior para mirar la hermosa Luna llena. Me sé todos los nombres de las fases de la Luna; fue una de las cosas que mi madre me enseñó. No hay día que no la extrañe.
Decido sepultar esos recuerdos y me concentro en el presente. Utilizo todos mis sentidos: el olfato para tratar de detectar el olor de cada ser que me rodea, mi sensible audición para saber lo que hay a mi alrededor y mi visión para empezar a escabullirme por el bosque. Tendré que cruzar una ciudad pequeña para poder llegar a un bosque estadounidense. Una loba hace mucho tiempo me dijo cómo llegar. Es territorio de una manada enorme, pero es el mejor lugar para conseguir comida.
Horas después, cuando ya estoy en la ciudad, procuro no estar muy cerca de las cosas de los humanos. Un par de veces he recibido disparos y escuchado sus gritos de horror al verme. Por suerte para mí, me confunden con un lobo normal, pero a veces hay algunos humanos armados que me intentan matar aun cuando no los ataco y solo trato de mantenerme lejos de ellos. Nunca atacaría a un humano, ni siquiera ataco a los de mi propia especie si ellos no me atacan primero. Pero los humanos son seres asustadizos y no esperarán que yo los ataque para atacar. Por eso, dejé de robar la basura de sus hogares. Era una forma fácil de conseguir algo de comida, aunque estuviera podrida o maloliente. Sin embargo, los disparos duelen y no vale la pena conseguir algo de comida podrida a cambio de un agujero en mi cuerpo que me dejará más débil aún.
Paso algunas calles escondiéndome bajo la sombra. Por alguna razón, muchos humanos se van a sus casas en la noche. Son pocos los que están afuera, pero eso me favorece a mí. Cuando voy cruzando por una calle, me quedo inmóvil al encontrar a un macho humano tirado en el suelo al lado de un basurero. Está tan sucio que no pude detectar su olor, pero no se mueve, solo está tirado ahí. Miro la botella que tiene en su mano con un líquido amarillento, creo que ellos le llaman licor o algo así. Rápidamente paso por el frente de él, ya que el bosque está a solo unas cuantas calles más. El humano nunca se mueve, pero sé que está vivo. Sigo caminando en la oscuridad hasta por fin salir de la ciudad cuando está a punto de amanecer.
Con el tiempo, aprendí que no siempre es bueno correr y utilizar mi gran velocidad. Eso solo gasta demasiada energía que no tengo por no ingerir suficiente carne. Además, a pesar de que ahorre tiempo, puedo llamar la atención de seres indeseados. Así como yo pasé una ciudad entera en una noche sin ser vista, cualquier licántropo puede hacerlo. Hay muchos más como yo. Con el tiempo, aprendí que no todos son malos ni buenos necesariamente. Simplemente, al igual que yo, intentan sobrevivir un día más y si eso significa matar a otro ser, lo harán.
Me interno en el bosque. Aun no estoy cerca del lugar que describió la loba, pero al menos estoy en un bosque y eso asegura algo: un poco de comida y agua, pero también rogers y otros seres incluso más peligrosos. Pero como lo dije antes, ningún lugar es seguro para alguien como yo. Los rogers estamos en lo más bajo de la sociedad de los licántropos. Los que están arriba son los alfas, después sus betas, le siguen los deltas que son los guerreros de las manadas o clanes, después de ellos están los gammas que en realidad no tienen un rol fijo. Pueden elegir muchas profesiones que beneficien a sus manadas, y los omegas pueden ser los más protegidos o los más abusados. Eso dependerá del tipo de manada en la que estén. Supuestamente hay manadas buenas y malas, aunque no deben confiar mucho en mí, ya que nunca he estado en una. Ni siquiera sé qué rango soy, aunque eso no es importante ya que soy una roger. Venimos después de los omegas. Sin importar el rango, a todos se nos considera iguales. Supuestamente somos lo peor de nuestra propia raza, pero la realidad no puede estar más alejada de esa absurda creencia. Somos iguales que ellos, podemos ser buenos o malos; lo único que nos diferencia es que ellos tuvieron la suerte de nacer dentro de la protección de una manada. Aunque hay rogers que alguna vez fueron parte de una, pero por alguna razón ya no lo son. De los que he tenido la dicha de conocer y no me han intentado matar, me han dicho que se van de sus manadas porque creen que es mejor ya no ser partes de ellas, otros porque hicieron algo indebido y si se quedaban los matarían, y otros como yo que nacieron fuera de una manada y la única vida que conocen es la de ser rogers y cada día luchar por seguir vivos.
Dejo de caminar cuando encuentro un pequeño río. Me apresuro a beber toda el agua que pueda, pero para mi sorpresa y felicidad, el río no contiene solo agua sino también algunos peces pequeños. Intento pescar algunos con mi hocico, pero es más difícil de lo que pensé. Después de muchos intentos, logro morder uno y sin pensarlo me lo trago. Es mucho más pequeño que mi pata, pero es comida y cada porción, así sea minúscula, de carne me da energía.
Pesco unos trece más. Tenía días que no probaba bocado alguno. Mi cola se mueve de un lado a otro por la felicidad que siento. En México no había muchos bosques, al menos por la parte en la que pasé. Por desgracia, elegí un camino repleto de ciudades. Lo único bueno es que por obvias razones no había rogers, pero de todas formas me fue difícil conseguir algo de comida que no proviniera de los humanos.
— Hay un lobo asechándonos — me dice mi loba Accalia.
Observo a mi alrededor con cautela, sin mostrar que ya me di cuenta de que alguien o algo me acecha. Finjo que sigo cazando a los diminutos peces. Con el tiempo, aprendí a no huir sin saber de qué estoy huyendo o dónde está. A veces, en lugar de alejarme de la amenaza, me terminaba entregando a ella por no esperar.Si es un licántropo, debe tener mi edad o más. Ocultar tu olor es algo que se aprende con los años. A pesar de la ligera brisa, no puedo percibir ni una pizca de un aroma ajeno al bosque. Camino fuera del agua para evitar ser atacada ahí; tendrían ventaja si me resbalara. Al terminar de salir, escucho cómo mueven una piedra a unos cuantos metros a mi derecha. Muestro mis colmillos. Está muy cerca como para huir; tal vez si me mantengo en una posición amenazante, quien sea que esté por ahí se retracte.Mi pelaje se eriza cuando logro captar unas orejas grises a través de unos arbustos muy verdosos. Lentamente sale de ellos una loba. Por el tono de su pelaje y las cicatrices,
Suspiro, masajeando mi frente con la yema de mis dedos. Falta una semana para que se acabe este mes y toca hacer el maldito papeleo. Yo soy, por así decirlo, el contador de la manada. Ya llevo dos títulos universitarios relacionados con el manejo de finanzas y administración de empresas. Además, estoy pensando seriamente en volver a la universidad y obtener otro más.Me siento inquieto. Siempre he sentido esa sensación de que algo me falta, y sé por qué, pero solo debo esperar. No voy a meter la pata después de más de 50 años de abstinencia. Me hice una promesa a mí mismo hace varias décadas y no pienso fallar ahora.Guardo el informe que empecé hace media hora. Aún no está terminado, pero de todas formas necesito un descanso. Tengo dos días metido en la casa sin salir. Ya casi termino todo y debo ayudar a esos revoltosos con los trabajos físicos también.Salgo de mi oficina para llegar a la cocina y sacar un buen pedazo de carne. Normalmente la cocinaría, pero estoy cansado y no dese
Rápidamente meto todos los aparatos que necesito en el bolso con cuidado de no romper algo por mi apuro. Mi hermano está muy ansioso esperando que llegue y sé perfectamente cómo actúa un Alfa macho desesperado. Por alguna razón, su mate resultó herida; no sé si fue él o no, pero conozco a mi hermano. Es brusco por naturaleza y nunca aprendió a regular correctamente su fuerza, a pesar de ser el menor de los tres. Si le hizo daño a ella, estoy seguro de que no fue intencional.Con todo listo, me transformo y agarro el bolso con mi hocico para empezar a correr. No tengo tiempo para sentimentalismos ahora; ya me desahogué un poco con Anakin. Ahora mi mente tiene que estar centrada en atender a la mate de mi hermano.Ya muchos están inventando rumores sobre la búsqueda que hizo Antosha. No fue nada discreto, pero no puedo culparlo. Solo tenía un periodo máximo de una hora para encontrar a su mate. Si pasaba ese tiempo y no la encontraba, era seguro que nunca lo haría si ella no lo quisiera
AntoshaObservo a la tierna loba que yace inconsciente en la cama. Arman se fue a buscar más suero y algunas cosas que no logro recordar del todo. Ella estaba bastante deshidratada. Pienso que Arman también le administró algunas vitaminas, aunque no soy precisamente un experto en términos médicos.Mis dedos se deslizan con cuidado por su pelaje café; nunca antes había visto a una loba con rizos, y la curiosidad me embarga. ¿Habrá más lobas con este tipo de pelaje? Tal vez sí haya, pero no suelo prestar atención a esos detalles y menos en otras hembras. Ahora me doy cuenta de la singularidad de su apariencia.Mis dedos van a sus orejitas, son pequeñas pero redondeadas. Por su pelaje y color, sé que no es originaria de esta región, quizás ni siquiera de este país. Es normal que los rogers como ella pasen de país en país fácilmente gracias a su forma animal, explorando en busca de comida y nuevos territorios.— Es muy pequeña y delgada, tendremos que hacerla ganar peso — comenta Vovk, mi
Mis patas apenas tocan el suelo, mi pelaje es azotado por el viento, la espalda me duele, pero ese dolor queda en segundo plano, puedo escuchar las pisadas de él detrás de mí, puedo sentir su aliento en mi cola a pesar de tenerla en medio de mis patas, un pequeño truco que aprendí cuando estaba huyendo y casi me la arrancan por despistada.— Por favor, detente... — lo vuelvo a bloquear antes de que siga.Mi loba suelta un chillido, por una extraña razón ella desea estar cerca de ellos, pero al mismo tiempo sabe todo lo que nos han hecho lobos como ellos, supongo que, si debe haber algún macho bueno, pero no me voy a arriesgar para averiguarlo, por ende, sigo huyendo a pesar del dolor, a pesar de que ellos me atrapen en cualquier momento.Doy un giro brusco de repente haciendo que el macho que estaba detrás de mí no le dé tiempo de frenar y se estrelle de lleno contra un árbol.— Eso es para que sepas lo que se siente — gruñe Accalia.Tengo unos metros de ventaja, sin embargo, no desac
Los miro atenta ante cualquier movimiento brusco. Sé que si me hubieran querido lastimar o matar, ya lo habrían hecho. Son grandes y fuertes, tanto en su forma humana como animal. Estos machos son extraños, aunque tal vez sea porque no son Rogers como yo. Ellos seguramente nacieron y crecieron en esta enorme manada que, sin importar cuánto corra cuando intento huir, nunca llego a alguna de las fronteras que debe tener.— Adoro su olor — ronronea mi loba, moviendo nuestra cola.Eso capta la atención de los tres machos que me observan. Ellos no pueden escuchar lo que mi loba dice, ya que es nuestro enlace. Solo habla conmigo. Sin embargo, me inquieta lo interesada que está ella en estos machos. Nunca se había comportado así y no puedo negar que también siento que algo nos atrae de ellos, pero no identifico qué es.Mi estómago suena y de inmediato uno de ellos se levanta. Como reflejo, me pego a la extraña pared humana hecha de árboles. Sé que son los mismos árboles que están en el bosqu
| Arman |Observo a mi mate. Ella está inspeccionando la carne. No se mueve, a pesar de la saliva que gotea de su hocico. Verla en ese estado me provoca un nudo en la garganta. Ver cuánto desea comer y cómo se limita por miedo me parte el alma.— Solo es carne, de la mejor calidad — le aseguro.Ella me mira solo por un segundo para luego seguir enfocando su atención en la carne. Comprendo su desconfianza. Si está viva a pesar de ser una hembra omega sin manada, es porque aprendió que en la vida hay seres crueles que solo buscan lastimar. Las cicatrices en su piel lo demuestran. Tuvo que aprender muchas lecciones y supongo que muchas de ellas le costaron sangre y lágrimas.Sonrío cuando comienza a dar pequeños pasos hacia el plato. Su tierno hocico toca la carne. Le da una pequeña lamida y de la nada abre su hocico para, de un solo mordisco, atrapar la mitad de la carne que hay en el plato. No fue una cantidad pequeña la que le serví. Al contrario, son casi tres kilos de carne. Sin emb
| Anakin |Respiro profundamente, tratando de aparentar serenidad y seguridad. Nuestro padre, Garald, siempre ha sido comprensivo y una persona con la que podemos negociar, pero no sabe ocultar secretos a nuestra madre. Ninguno de ellos lo hace.Al salir de la casa, lo visualizo caminando relajado, con esa expresión de seriedad que muchos confundirían con enojo. Sin embargo, llevo toda mi vida conociendo a ese macho, sé identificar a la perfección cuando está enojado.No dejo que siga caminando más, entre más lejos esté de mi casa, mejor.— Buenos días, padr... — ni siquiera me deja terminar la frase.— ¿Quién es la hembra que está en tu casa? — pregunta a través de nuestro enlace mental. Es obvio que no desea que nadie ajeno a nosotros nos escuche.— No quiero sonar grosero, pero eso no es de tu incumbencia, padre — respondí cortante al ver que quiere ir al grano.La conversación la sigo a través de nuestro enlace mental. Él me mira para nada feliz. Odia con todo su ser no someter a