01.

Me levanto del suelo helado, sintiéndome agotada y sin ganas de irme. Esta cueva es el mejor refugio que he encontrado en varios meses, pero es demasiado peligroso quedarse en un mismo lugar tanto tiempo. A pesar de que ya aprendí a ocultar mi olor, no me puedo confiar. Ningún lugar es completamente seguro, y ya rebasé el límite de días que yo misma coloqué. La última vez que lo hice, gané una nueva y larga cicatriz en la pierna. No quiero volver a tener un enfrentamiento como ese solo por no querer irme de un lugar cómodo. Soy una roger, no tengo hogar, nada me pertenece, y acepté mi destino hace mucho tiempo.

Miro mis patas delanteras. La derecha carece de dos garras, ya que aún no se han regenerado por mi mala alimentación. Mi cuerpo apenas tiene fuerza para hacer lo básico. Comienzo a caminar perezosamente para salir de la cueva. Aun es de noche. Levanto mi cabeza cuando ya estoy en el exterior para mirar la hermosa Luna llena. Me sé todos los nombres de las fases de la Luna; fue una de las cosas que mi madre me enseñó. No hay día que no la extrañe.

Decido sepultar esos recuerdos y me concentro en el presente. Utilizo todos mis sentidos: el olfato para tratar de detectar el olor de cada ser que me rodea, mi sensible audición para saber lo que hay a mi alrededor y mi visión para empezar a escabullirme por el bosque. Tendré que cruzar una ciudad pequeña para poder llegar a un bosque estadounidense. Una loba hace mucho tiempo me dijo cómo llegar. Es territorio de una manada enorme, pero es el mejor lugar para conseguir comida.

Horas después, cuando ya estoy en la ciudad, procuro no estar muy cerca de las cosas de los humanos. Un par de veces he recibido disparos y escuchado sus gritos de horror al verme. Por suerte para mí, me confunden con un lobo normal, pero a veces hay algunos humanos armados que me intentan matar aun cuando no los ataco y solo trato de mantenerme lejos de ellos. Nunca atacaría a un humano, ni siquiera ataco a los de mi propia especie si ellos no me atacan primero. Pero los humanos son seres asustadizos y no esperarán que yo los ataque para atacar. Por eso, dejé de robar la basura de sus hogares. Era una forma fácil de conseguir algo de comida, aunque estuviera podrida o maloliente. Sin embargo, los disparos duelen y no vale la pena conseguir algo de comida podrida a cambio de un agujero en mi cuerpo que me dejará más débil aún.

Paso algunas calles escondiéndome bajo la sombra. Por alguna razón, muchos humanos se van a sus casas en la noche. Son pocos los que están afuera, pero eso me favorece a mí. Cuando voy cruzando por una calle, me quedo inmóvil al encontrar a un macho humano tirado en el suelo al lado de un basurero. Está tan sucio que no pude detectar su olor, pero no se mueve, solo está tirado ahí. Miro la botella que tiene en su mano con un líquido amarillento, creo que ellos le llaman licor o algo así. Rápidamente paso por el frente de él, ya que el bosque está a solo unas cuantas calles más. El humano nunca se mueve, pero sé que está vivo. Sigo caminando en la oscuridad hasta por fin salir de la ciudad cuando está a punto de amanecer.

Con el tiempo, aprendí que no siempre es bueno correr y utilizar mi gran velocidad. Eso solo gasta demasiada energía que no tengo por no ingerir suficiente carne. Además, a pesar de que ahorre tiempo, puedo llamar la atención de seres indeseados. Así como yo pasé una ciudad entera en una noche sin ser vista, cualquier licántropo puede hacerlo. Hay muchos más como yo. Con el tiempo, aprendí que no todos son malos ni buenos necesariamente. Simplemente, al igual que yo, intentan sobrevivir un día más y si eso significa matar a otro ser, lo harán.

Me interno en el bosque. Aun no estoy cerca del lugar que describió la loba, pero al menos estoy en un bosque y eso asegura algo: un poco de comida y agua, pero también rogers y otros seres incluso más peligrosos. Pero como lo dije antes, ningún lugar es seguro para alguien como yo. Los rogers estamos en lo más bajo de la sociedad de los licántropos. Los que están arriba son los alfas, después sus betas, le siguen los deltas que son los guerreros de las manadas o clanes, después de ellos están los gammas que en realidad no tienen un rol fijo. Pueden elegir muchas profesiones que beneficien a sus manadas, y los omegas pueden ser los más protegidos o los más abusados. Eso dependerá del tipo de manada en la que estén. Supuestamente hay manadas buenas y malas, aunque no deben confiar mucho en mí, ya que nunca he estado en una. Ni siquiera sé qué rango soy, aunque eso no es importante ya que soy una roger. Venimos después de los omegas. Sin importar el rango, a todos se nos considera iguales. Supuestamente somos lo peor de nuestra propia raza, pero la realidad no puede estar más alejada de esa absurda creencia. Somos iguales que ellos, podemos ser buenos o malos; lo único que nos diferencia es que ellos tuvieron la suerte de nacer dentro de la protección de una manada. Aunque hay rogers que alguna vez fueron parte de una, pero por alguna razón ya no lo son. De los que he tenido la dicha de conocer y no me han intentado matar, me han dicho que se van de sus manadas porque creen que es mejor ya no ser partes de ellas, otros porque hicieron algo indebido y si se quedaban los matarían, y otros como yo que nacieron fuera de una manada y la única vida que conocen es la de ser rogers y cada día luchar por seguir vivos.

Dejo de caminar cuando encuentro un pequeño río. Me apresuro a beber toda el agua que pueda, pero para mi sorpresa y felicidad, el río no contiene solo agua sino también algunos peces pequeños. Intento pescar algunos con mi hocico, pero es más difícil de lo que pensé. Después de muchos intentos, logro morder uno y sin pensarlo me lo trago. Es mucho más pequeño que mi pata, pero es comida y cada porción, así sea minúscula, de carne me da energía.

Pesco unos trece más. Tenía días que no probaba bocado alguno. Mi cola se mueve de un lado a otro por la felicidad que siento. En México no había muchos bosques, al menos por la parte en la que pasé. Por desgracia, elegí un camino repleto de ciudades. Lo único bueno es que por obvias razones no había rogers, pero de todas formas me fue difícil conseguir algo de comida que no proviniera de los humanos.

— Hay un lobo asechándonos — me dice mi loba Accalia.

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