04.

Rápidamente meto todos los aparatos que necesito en el bolso con cuidado de no romper algo por mi apuro. Mi hermano está muy ansioso esperando que llegue y sé perfectamente cómo actúa un Alfa macho desesperado. Por alguna razón, su mate resultó herida; no sé si fue él o no, pero conozco a mi hermano. Es brusco por naturaleza y nunca aprendió a regular correctamente su fuerza, a pesar de ser el menor de los tres. Si le hizo daño a ella, estoy seguro de que no fue intencional.

Con todo listo, me transformo y agarro el bolso con mi hocico para empezar a correr. No tengo tiempo para sentimentalismos ahora; ya me desahogué un poco con Anakin. Ahora mi mente tiene que estar centrada en atender a la mate de mi hermano.

Ya muchos están inventando rumores sobre la búsqueda que hizo Antosha. No fue nada discreto, pero no puedo culparlo. Solo tenía un periodo máximo de una hora para encontrar a su mate. Si pasaba ese tiempo y no la encontraba, era seguro que nunca lo haría si ella no lo quisiera. Somos Licántropos, más rápidos que los autos convencionales. Fácilmente, en un par de horas corriendo sin parar, podría cruzar la frontera de Canadá sin problemas.

Cuando me acerco al lado sur de la manada, un ligero olor dulce llega a mis fosas nasales. Dejo de correr, mis patas se quedan clavadas en la tierra. Cada cabello de mi cuerpo se eriza y puedo sentir mi corazón latir con tanta fuerza que juraría que se saldrá de mi pecho.

Salgo de mi estado de petrificación y comienzo a mover mis patas lentamente, caminando, después trotando y, por último, corriendo, siendo atraído por el olor. En cada paso que doy, ese ligero olor dulce se hace más fuerte. Por alguna razón, empiezo a salivar, y de la nada, ese olor se vuelve reconocible. Es una extraña, pero exquisita mezcla de arándanos con lila y una pizca de miel. Nunca pensé que esas tres cosas pudieran oler tan bien.

—¡Mate, mate, mate! —dice con euforia mi lobo Ivaylo —¡Búscala! —demanda impaciente, amenazando con arrebatar el control de mi cuerpo si no me muevo.

Me quedo en shock al escucharlo. No puede ser cierto; debe ser una broma. Mi mente no lo procesa. Aprovecha mi desconcierto y me quita el control absoluto de mi cuerpo para salir corriendo a toda velocidad en busca de la dueña de ese exquisito olor. Yo no opongo resistencia. Una vez hace un par de décadas, sentí un olor atractivo, pero cuando llegué a él, resultaba que solo era un maldito algodón de azúcar. A mi lobo siempre le gustaron las cosas dulces.

Para mi desconcierto, el olor proviene del interior de la casa de Antosha. Con todas mis fuerzas, le arrebato el control de mi cuerpo a mi lobo. No deseo que la primera impresión que se lleve nuestra mate de nosotros sea la de un macho que no sabe controlar sus instintos. Por el olor dulce, puedo deducir que se trata de una Omega, y no deseo asustar a mi mate.

Antes de que pueda darme cuenta, estoy en frente de la puerta de la habitación de mi hermano. Y solo al pensar lo que eso significa, se me revuelve el estómago. Para no torturar a mi ansioso lobo, me transformo volviendo a mi forma humana, dejando caer el bolso en el suelo. Por suerte, nunca lo soltó cuando tomó el control. Abro la puerta y lo que veo me deja helado: mi hermano está encima de una pequeña lobita, acariciando sus orejas. Ella está inconsciente en su cama.

Antes de que él pueda voltear su cabeza para verme, ya lo tengo agarrado por el cuello, estampando su cuerpo contra la pared.

—¡Aléjate de mi mate! —rujo.

Él me mira incrédulo y después se ríe como un desquiciado.

—Esto no puede ser cierto —murmura y me empuja para que deje de intentar ahorcarlo—. Cálmate y escucha —ordena, y le gruño.

Me alejo de él para mirar a mi mate. Me tenso al ver sangre seca por toda su espalda.

—Ella está bien. Desinfecté las heridas como tú me enseñaste, pero de todas formas te llamé para asegurarme de que esté bien —explica.

Mis ganas de darle la paliza de su vida son inmensas, pero decido poner toda mi atención y energía en atender a la loba inconsciente. Su olor mantiene sereno a mi lobo; supongo que intenta hablar con la loba de mi mate, pero dudo que tenga la oportunidad ahora mientras está inconsciente.

Con sumo cuidado, empiezo a revisar las suturas que hizo mi hermano. No están mal, pero yo podría haberlo hecho mejor. Con cuidado, palpo la superficie de su piel para estar seguro de que no hay otro daño. También aplicó algo de anestesia local en la zona que está más perjudicada. A pesar de que nuestro cuerpo pueda regenerarse, no significa que no duela. También me aseguro de que no tenga ninguna costilla rota y, un rato después, mando a traer una máquina portátil para hacer una radiografía y así estar seguro de que sus órganos y huesos están bien.

—¿Está muy mal? —Antosha en ningún momento se despegó de ella.

—En realidad, no. El golpe fue grave y duro, pero su cuerpo debía recuperarse en unas pocas horas —miro todo el informe que armé. Tengo un mal sabor en la boca por lo que descubrí.

—Pero ya va para medio día así —se queja.

Ni cuenta me di; el tiempo pasó tan rápido. Aproveché para hacer cualquier tipo de examen. No sé cómo ella reaccionará cuando despierte, y no quería perder esta gran oportunidad de armar su historial médico.

—Sufre de desnutrición... —en realidad, es más grave que eso, pero si utilizo términos médicos, no entendería nada.

—Nosotros no podemos sufrir de eso —ruedo los ojos al escuchar la estupidez que dice.

—Sí podemos, pero es difícil llegar a ese extremo. Debes pasar un mínimo de seis meses a un año comiendo casi nada. Sin embargo, por lo que pude ver, ese no es su caso —cada vez que la miro, mi pecho se oprime.

Ella tiene un pelaje largo y esponjoso que la ayuda a cubrir su verdadero estado. Cuando palpé su estómago, pude sentir con facilidad sus costillas.

—¿Cuánto tiempo tiene sin comer bien? —yo no respondo, mi lobo suelta un chillido de dolor al saber la respuesta—. ¡Contesta!

Desvío la atención hacia el rostro de mi hermano, miro por unos segundos sus ojos color avellana, para tomar algo de fuerza y contestar.

—Toda su vida.

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