El destino tejía sus hilos de manera inexorable, y aunque la mismísima Diosa Luna intentó modificarlo, los padres de ellos y la abuela de ella fueron actores involuntarios en este juego cósmico. Algunos eran partícipes sin conocer su papel, pero la predicción ya estaba grabada en las estrellas. Solo se vislumbraban dos posibles destinos para su futuro, y solo una lobita de pelaje café podía prevenir que sus compañeros desataran una guerra descomunal, llevando a su raza a la extinción y deshaciendo los esfuerzos de la Diosa.
Sin embargo, la incógnita prevalecía: ¿quién era ella?
La respuesta era sencilla: una Roger, astuta, desterrada o con cualquier calificativo que pudiera asignarse a los estratos más bajos de la sociedad licántropa. En ese mundo, la pregunta adicional podría ser: ¿quiénes eran ellos? Los cuatro Alfas Puros, capaces de aniquilar una raza entera sin que nadie pudiera interponerse. Cuatro machos con manadas poderosas y mentes brillantes, capaces de manipular a su antojo y cambiar la balanza a su favor, eliminando cualquier obstáculo que se cruzara en su camino.
Sin embargo, esos mismos Alfas Puros se verían arrodillados y dispuestos a convertirse en sirvientes, lacayos y amantes de esa lobita, la joven hembra que, sin saberlo, cargaba con la responsabilidad de salvar a su raza y a individuos ajenos a ella. En toda guerra, siempre hay daño colateral, y ella se convertiría en el epicentro de la lucha por la supervivencia.
Ella no buscaba compañeros, no anhelaba la presencia de un macho a su lado, y mucho menos de cuatro. Su único deseo era sobrevivir, encontrar algo delicioso que cazar y llegar al siguiente día con un poco de suerte. Sin embargo, su destino la condujo hacia el territorio equivocado si su plan era permanecer sola en este mundo.
Fue el hambre la que la guió hacia sus compañeros destinados, pero ¿sería la simple atracción suficiente para que ella dejara atrás sus miedos y reuniera el valor necesario para unirlos? De lo contrario, todo se desencadenaría en un caos y nadie encontraría la felicidad. Su raza sería exterminada por esos machos que desprendían un aroma irresistible y la atraían de manera inexplicable.
El poder yacía en sus manos, o patas, dependiendo de la forma en que se encontrara. Tanto peso sobre unos hombros aparentemente frágiles, tanto poder reflejado en esos ojos acaramelados, tanta tentación emanando de esos labios gruesos y tanto misterio envuelto en esa melena de rizos. Solo ella poseía la capacidad de domar a las cuatro bestias.
A lo largo de su vida, había aprendido a depender solo de sí misma y su loba, a confiar únicamente en su astucia y habilidad para sobrevivir. Nunca imaginó que su camino se entrelazaría con el de aquellos cuatro alfas. No obstante, la conexión que sentía con ellos era innegable, una atracción magnética que desafiaba su lógica y sus deseos de soledad. Cada uno de ellos tenía una cualidad que la atraía. Juntos, podían formar un equipo formidable, una unidad invencible.
Pero para eso, todos deben estar de acuerdo. ¿Cómo le dices a cuatro machos Alfas Puros que compartan a una sola compañera? ¿Cómo les dices que no tengan celos o inseguridades? ¿Cómo le dices a ella que acepte a cuatro extraños para toda la eternidad?
Los cuales la superan en fuerza y tamaño. Primero, deben hacer que ella confíe, se enamore y acepte dejar parte de su libertad para servir a una gran manada llena de desconocidos. Después, deben hacer que ellos acepten compartir a la hembra que han esperado toda su vida, a la única que puede hacerlos sentir completos, a la que venerarán por siempre.
Si no, será el fin para su raza.
Me levanto del suelo helado, sintiéndome agotada y sin ganas de irme. Esta cueva es el mejor refugio que he encontrado en varios meses, pero es demasiado peligroso quedarse en un mismo lugar tanto tiempo. A pesar de que ya aprendí a ocultar mi olor, no me puedo confiar. Ningún lugar es completamente seguro, y ya rebasé el límite de días que yo misma coloqué. La última vez que lo hice, gané una nueva y larga cicatriz en la pierna. No quiero volver a tener un enfrentamiento como ese solo por no querer irme de un lugar cómodo. Soy una roger, no tengo hogar, nada me pertenece, y acepté mi destino hace mucho tiempo.Miro mis patas delanteras. La derecha carece de dos garras, ya que aún no se han regenerado por mi mala alimentación. Mi cuerpo apenas tiene fuerza para hacer lo básico. Comienzo a caminar perezosamente para salir de la cueva. Aun es de noche. Levanto mi cabeza cuando ya estoy en el exterior para mirar la hermosa Luna llena. Me sé todos los nombres de las fases de la Luna; fue
Observo a mi alrededor con cautela, sin mostrar que ya me di cuenta de que alguien o algo me acecha. Finjo que sigo cazando a los diminutos peces. Con el tiempo, aprendí a no huir sin saber de qué estoy huyendo o dónde está. A veces, en lugar de alejarme de la amenaza, me terminaba entregando a ella por no esperar.Si es un licántropo, debe tener mi edad o más. Ocultar tu olor es algo que se aprende con los años. A pesar de la ligera brisa, no puedo percibir ni una pizca de un aroma ajeno al bosque. Camino fuera del agua para evitar ser atacada ahí; tendrían ventaja si me resbalara. Al terminar de salir, escucho cómo mueven una piedra a unos cuantos metros a mi derecha. Muestro mis colmillos. Está muy cerca como para huir; tal vez si me mantengo en una posición amenazante, quien sea que esté por ahí se retracte.Mi pelaje se eriza cuando logro captar unas orejas grises a través de unos arbustos muy verdosos. Lentamente sale de ellos una loba. Por el tono de su pelaje y las cicatrices,
Suspiro, masajeando mi frente con la yema de mis dedos. Falta una semana para que se acabe este mes y toca hacer el maldito papeleo. Yo soy, por así decirlo, el contador de la manada. Ya llevo dos títulos universitarios relacionados con el manejo de finanzas y administración de empresas. Además, estoy pensando seriamente en volver a la universidad y obtener otro más.Me siento inquieto. Siempre he sentido esa sensación de que algo me falta, y sé por qué, pero solo debo esperar. No voy a meter la pata después de más de 50 años de abstinencia. Me hice una promesa a mí mismo hace varias décadas y no pienso fallar ahora.Guardo el informe que empecé hace media hora. Aún no está terminado, pero de todas formas necesito un descanso. Tengo dos días metido en la casa sin salir. Ya casi termino todo y debo ayudar a esos revoltosos con los trabajos físicos también.Salgo de mi oficina para llegar a la cocina y sacar un buen pedazo de carne. Normalmente la cocinaría, pero estoy cansado y no dese
Rápidamente meto todos los aparatos que necesito en el bolso con cuidado de no romper algo por mi apuro. Mi hermano está muy ansioso esperando que llegue y sé perfectamente cómo actúa un Alfa macho desesperado. Por alguna razón, su mate resultó herida; no sé si fue él o no, pero conozco a mi hermano. Es brusco por naturaleza y nunca aprendió a regular correctamente su fuerza, a pesar de ser el menor de los tres. Si le hizo daño a ella, estoy seguro de que no fue intencional.Con todo listo, me transformo y agarro el bolso con mi hocico para empezar a correr. No tengo tiempo para sentimentalismos ahora; ya me desahogué un poco con Anakin. Ahora mi mente tiene que estar centrada en atender a la mate de mi hermano.Ya muchos están inventando rumores sobre la búsqueda que hizo Antosha. No fue nada discreto, pero no puedo culparlo. Solo tenía un periodo máximo de una hora para encontrar a su mate. Si pasaba ese tiempo y no la encontraba, era seguro que nunca lo haría si ella no lo quisiera
AntoshaObservo a la tierna loba que yace inconsciente en la cama. Arman se fue a buscar más suero y algunas cosas que no logro recordar del todo. Ella estaba bastante deshidratada. Pienso que Arman también le administró algunas vitaminas, aunque no soy precisamente un experto en términos médicos.Mis dedos se deslizan con cuidado por su pelaje café; nunca antes había visto a una loba con rizos, y la curiosidad me embarga. ¿Habrá más lobas con este tipo de pelaje? Tal vez sí haya, pero no suelo prestar atención a esos detalles y menos en otras hembras. Ahora me doy cuenta de la singularidad de su apariencia.Mis dedos van a sus orejitas, son pequeñas pero redondeadas. Por su pelaje y color, sé que no es originaria de esta región, quizás ni siquiera de este país. Es normal que los rogers como ella pasen de país en país fácilmente gracias a su forma animal, explorando en busca de comida y nuevos territorios.— Es muy pequeña y delgada, tendremos que hacerla ganar peso — comenta Vovk, mi
Mis patas apenas tocan el suelo, mi pelaje es azotado por el viento, la espalda me duele, pero ese dolor queda en segundo plano, puedo escuchar las pisadas de él detrás de mí, puedo sentir su aliento en mi cola a pesar de tenerla en medio de mis patas, un pequeño truco que aprendí cuando estaba huyendo y casi me la arrancan por despistada.— Por favor, detente... — lo vuelvo a bloquear antes de que siga.Mi loba suelta un chillido, por una extraña razón ella desea estar cerca de ellos, pero al mismo tiempo sabe todo lo que nos han hecho lobos como ellos, supongo que, si debe haber algún macho bueno, pero no me voy a arriesgar para averiguarlo, por ende, sigo huyendo a pesar del dolor, a pesar de que ellos me atrapen en cualquier momento.Doy un giro brusco de repente haciendo que el macho que estaba detrás de mí no le dé tiempo de frenar y se estrelle de lleno contra un árbol.— Eso es para que sepas lo que se siente — gruñe Accalia.Tengo unos metros de ventaja, sin embargo, no desac
Los miro atenta ante cualquier movimiento brusco. Sé que si me hubieran querido lastimar o matar, ya lo habrían hecho. Son grandes y fuertes, tanto en su forma humana como animal. Estos machos son extraños, aunque tal vez sea porque no son Rogers como yo. Ellos seguramente nacieron y crecieron en esta enorme manada que, sin importar cuánto corra cuando intento huir, nunca llego a alguna de las fronteras que debe tener.— Adoro su olor — ronronea mi loba, moviendo nuestra cola.Eso capta la atención de los tres machos que me observan. Ellos no pueden escuchar lo que mi loba dice, ya que es nuestro enlace. Solo habla conmigo. Sin embargo, me inquieta lo interesada que está ella en estos machos. Nunca se había comportado así y no puedo negar que también siento que algo nos atrae de ellos, pero no identifico qué es.Mi estómago suena y de inmediato uno de ellos se levanta. Como reflejo, me pego a la extraña pared humana hecha de árboles. Sé que son los mismos árboles que están en el bosqu
| Arman |Observo a mi mate. Ella está inspeccionando la carne. No se mueve, a pesar de la saliva que gotea de su hocico. Verla en ese estado me provoca un nudo en la garganta. Ver cuánto desea comer y cómo se limita por miedo me parte el alma.— Solo es carne, de la mejor calidad — le aseguro.Ella me mira solo por un segundo para luego seguir enfocando su atención en la carne. Comprendo su desconfianza. Si está viva a pesar de ser una hembra omega sin manada, es porque aprendió que en la vida hay seres crueles que solo buscan lastimar. Las cicatrices en su piel lo demuestran. Tuvo que aprender muchas lecciones y supongo que muchas de ellas le costaron sangre y lágrimas.Sonrío cuando comienza a dar pequeños pasos hacia el plato. Su tierno hocico toca la carne. Le da una pequeña lamida y de la nada abre su hocico para, de un solo mordisco, atrapar la mitad de la carne que hay en el plato. No fue una cantidad pequeña la que le serví. Al contrario, son casi tres kilos de carne. Sin emb