Elena, una joven fascinada por lo sobrenatural, decide explorar el misterioso bosque de Vailia, un lugar envuelto en leyendas oscuras y secretos ancestrales. Tras un encuentro aterrador con un hombre lobo, es rescatada por Lucian, un lobo alfa que sigue las indicaciones de la luna para protegerla. Sin embargo, Elena descubre que su destino está entrelazado con el del bosque y sus habitantes de formas que nunca imaginó. En un viaje que atraviesa el tiempo, Lucian debe recuperar su poder y propósito, enfrentándose a desafíos que ponen a prueba su fe y fuerza interior. En el pasado, un bosque lleno de criaturas mitológicas y un mundo sin explorar, Lucian y Elena se encuentran en una lucha contra un antiguo mal y una guerra entre manadas. Mientras Lucian batalla con su propia naturaleza salvaje y sus crecientes sentimientos por Elena, ella debe desentrañar los secretos de su verdadera identidad y la maldición que lleva. Unidos por el destino, pero separados por sus propios desafíos, deben encontrar la manera de restaurar el equilibrio del bosque y romper la maldición antes de que el tiempo se agote. "El Bosque de Vailia" es una historia de amor, magia, y redención, donde lo sobrenatural y lo humano se entrelazan en una danza peligrosa. Sumérgete en un mundo donde los mitos cobran vida y descubre si el poder del amor puede realmente superar todas las barreras.
Leer másLos hechiceros oscuros se movían inquietos, susurrando entre ellos, tratando de encontrar alguna explicación para lo que había ocurrido. La atmósfera en la caverna era tensa, cargada con la energía residual de los eventos recientes. Marcus, ahora completamente humano, se tambaleaba en el centro de la cámara, confundido y desorientado.—¿Qué es lo que ha pasado? —preguntó uno de los hechiceros, su voz llena de frustración.—Primero, un rayo de luz... —murmuró otro, repasando los hechos en su mente—. Y luego, el dragón desaparece. Y ahora... hemos perdido nuestra magia.Marcus levantó la cabeza, mirando a los hechiceros oscuros con una mezcla de furia y desconcierto. Él también sentía la ausencia de poder, la desconexión con la oscuridad que una vez lo había consumido. Estaba débil, vulnerable, y lo peor de todo, no tenía respuestas.—Esto no tiene sentido —espetó Marcus, su voz quebrada por la desesperación—. ¿Cómo puede un simple rayo de luz deshacer todo? ¿Dónde está el dragón oscuro
—No podemos rendirnos ahora —dijo finalmente Lucian, aunque su voz no tenía la fuerza de antes—. Aunque la oscuridad haya ganado esta batalla, debemos seguir adelante.Eldric asintió.Un resplandor cegador atravesó el cielo, iluminando todo el horizonte como si el mismo sol hubiera descendido a la Tierra. Los lobos de todas las manadas, desde los más jóvenes hasta los ancianos, se vieron obligados a cerrar los ojos, incapaces de soportar la intensidad de la luz. A medida que el destello disminuía, una densa nube oscura comenzó a cubrir el cielo, extendiéndose con rapidez hasta oscurecer el mundo en un ominoso velo.El silencio reinaba mientras la nube oscura se asentaba sobre ellos, sumiendo a todos en una inquietante penumbra. Finalmente, cuando la luz dejó de quemar sus párpados cerrados, los lobos abrieron los ojos. Sin embargo, lo que encontraron no fue lo que esperaban.Lucian miró a su alrededor, sintiendo el suelo frío bajo sus pies en lugar de bajo sus patas. Instintivamente,
Los hechiceros oscuros, al percibir el cambio en la energía que los rodeaba, se miraron entre sí con inquietud. Sentían que algo en su plan había sido alterado, como si una fuerza desconocida hubiera interferido en el proceso que habían orquestado. Decididos a descubrir la causa, comenzaron a conjurar un poderoso hechizo conjunto, uno diseñado para aprisionar a Marcus y obligarlo a revelar lo que había sucedido dentro de él.En una cámara oculta, oculta por la oscuridad más profunda, Marcus fue envuelto en sombras. Su cuerpo, aún recuperándose de la lucha interna, se sintió atrapado por cadenas invisibles que lo sujetaron con fuerza, inmovilizando su cuerpo y mente. Los hechiceros lo rodearon, sus ojos brillando con una malevolencia intensa mientras comenzaban a susurrar en lenguas antiguas, intentando acceder a los secretos que Marcus ahora albergaba.Mientras tanto, lejos de allí, Lucian y su manada desconocían la batalla que se libraba en las profundidades del mundo oscuro. Sin emb
Marcus avanzaba con confianza, rodeado por la oscura energía que emanaba del dragón y los hechiceros oscuros. Sentía la oscuridad como una armadura impenetrable, una fuente de poder que lo hacía invencible. Sin embargo, en medio de esa negrura sofocante, un rayo de luz inesperado irrumpió desde lo alto del cielo, golpeando a Marcus directamente.El impacto lo detuvo en seco. El rayo de luz no era simplemente un destello cualquiera; era una energía pura, brillante, que se sentía cálida y reconfortante, pero al mismo tiempo intensa y abrumadora. Marcus sintió un dolor agudo en su pecho, como si algo en su interior se quebrara bajo la presión de esa luz.Los hechiceros oscuros retrocedieron, alarmados, mientras el dragón oscuro lanzaba un rugido de furia, intentando deshacerse de la molesta luz que parecía debilitar su control sobre Marcus. Pero el rayo persistió, perforando la oscuridad, envolviendo a Marcus en un resplandor que comenzaba a contrarrestar la maldad que lo había consumido
Mientras Lucian continuaba explorando las ruinas del santuario, algo le llamó la atención en una de las paredes casi derrumbadas. Las inscripciones, casi borradas por el tiempo, parecían resistir la erosión con un brillo tenue. Se acercó, intentando descifrar las palabras antiguas. Era una lengua olvidada, pero algo en él parecía reconocerla.—Elanil, ven aquí —llamó Lucian, sus ojos fijos en las inscripciones—. Creo que he encontrado algo.Elanil se acercó, y juntos intentaron leer las palabras grabadas en la piedra. Tras unos momentos de silencio, Lucian comenzó a murmurar en voz baja, casi como si las palabras fluyeran por su mente de manera instintiva:—Lux evanescit, tenebrae praevalet, sed tenebrae sine lumine esse non possunt... Custodes semper pugnant, donec custos tenebrarum suum portatorem devoret.A medida que pronunciaba las palabras, una sensación de inquietud se apoderó de ellos. La luz que había iluminado tenuemente el santuario comenzó a desvanecerse, sumiendo el lugar
El dragón dorado, con sus energías restauradas y una nueva fusión de luz y oscuridad en su interior, aprovechó el momento de debilidad del dragón oscuro. Con un potente batir de sus alas, se elevó en el aire, su resplandor ahora más atenuado pero cargado de una energía intensa y concentrada.—¡Suban! —gritó Lucian a su manada, corriendo hacia el dragón dorado. Los lobos, sin dudarlo, comenzaron a trepar sobre el cuerpo del dragón, mientras Eldric y Elena ayudaban a los más jóvenes.El dragón oscuro, debilitado por el reciente ataque, luchaba por recuperarse. Sus ojos llenos de ira y odio seguían al dragón dorado, pero sus movimientos eran lentos, y la oscuridad que lo rodeaba parecía menguar momentáneamente.—¡Vamos, rápido! —instó Elena, manteniendo el bastón en alto para proteger a la manada mientras subían al lomo del dragón dorado.Lucian fue el último en subir, ayudado por Eldric. Una vez que todos estuvieron seguros, el dragón dorado rugió y se lanzó hacia el cielo, alejándose d
El rugido del dragón oscuro resonó por todo el valle, llenando el aire con una vibración ominosa que hacía que el suelo temblara bajo los pies de Lucian y su manada. Mientras el dragón dorado luchaba en el cielo, cada golpe de sus colosales alas generaba ráfagas de viento tan poderosas que arrancaban árboles de raíz y levantaban nubes de polvo.Marcus, con una sonrisa malévola en su rostro, se adelantó, rodeado de una aura de energía oscura. Los hechiceros oscuros, aún canalizando su poder hacia el dragón oscuro, formaban un círculo protector a su alrededor, su energía alimentando continuamente a la bestia en el cielo.—¿Lo sientes, Lucian? —dijo Marcus, su voz retumbante llena de desprecio—. La oscuridad es más fuerte que nunca. Ya no puedes huir de lo que eres.Lucian apretó con fuerza la empuñadura de su espada, sintiendo cómo el frío del metal se transmitía por su brazo. La oscuridad en su interior se agitaba, pero esta vez, no era miedo lo que sentía. Era una resolución profunda,
Los hechiceros oscuros permanecieron inmóviles, sus figuras envueltas en sombras, observando a Lucian con una calma inquietante. La luz que emanaba de su bastón, aunque poderosa, no parecía afectarlos en absoluto. Lucian sintió una punzada de incertidumbre en su corazón; sabía que algo estaba mal.El líder de los hechiceros oscuros dio un paso adelante, su voz resonando con una frialdad que caló hasta los huesos de Lucian.—Tu luz es fuerte, pero carece de la voluntad necesaria para herirnos —dijo el hechicero, sus palabras llenas de desprecio—. No puedes vencer a la oscuridad con un corazón dividido. Todavía hay miedo en ti, duda... y mientras existan, no serás capaz de detenernos.Lucian sintió cómo esas palabras resonaban dentro de él. Sabía que el hechicero tenía razón. A pesar de todo lo que había pasado, aún albergaba temores profundamente arraigados: el miedo de no estar a la altura, de fallar a su manada, de ser consumido por la oscuridad que había dentro de él.Elena, que hab
El corazón de Lucian estaba en conflicto. La corrupción que había absorbido a lo largo de su viaje, la oscuridad que había dejado entrar, ahora residía profundamente en su interior. Este mal interno lo debilitaba, lo hacía dudar, y, sobre todo, le impedía controlar su transformación.Lucian había sido siempre un líder fuerte, decidido, pero en ese momento, mientras enfrentaba la realidad de su situación, la lucha interna era más feroz que cualquier batalla externa. Sentía que había fracasado, que la oscuridad había ganado y que su conexión con su lobo interior estaba rota.—No puedo… —murmuró Lucian, mientras intentaba transformarse sin éxito.El dragón dorado, que ahora compartía una profunda conexión con Elena, observaba con sabiduría y compasión.—La oscuridad en tu corazón es lo que te detiene, Lucian. No es tu forma, ni tu destino. Es lo que has permitido que te consuma.Elena, todavía en trance pero con una chispa de conciencia, se acercó a él. Su pelaje dorado irradiaba una luz