Capítulo 3: El Llamado de la Luna

Elena despertó de un sueño profundo con una sensación de urgencia. La luna llena brillaba a través de su ventana, inundando la habitación con una luz plateada. Sus sueños habían sido vívidos y extraños, llenos de imágenes del bosque de Vailia y un claro al oeste. La voz suave y melodiosa de la luna le susurraba al oído, indicándole que debía volver al bosque y buscar ese claro.

Decidida a seguir el mensaje, Elena se vistió rápidamente y salió del hotel, asegurándose de no ser vista. La noche estaba tranquila, pero sentía una energía palpable en el aire, como si todo el bosque estuviera esperando su llegada. Caminó con paso firme hacia el oeste, siguiendo el sendero que la luna parecía iluminar especialmente para ella.

Mientras tanto, en lo profundo del bosque, Lucian se encontraba todavía con su manada, pero una inquietud crecía en su interior. Sentía una conexión con Elena, y algo le decía que ella estaba en peligro. Sin decir una palabra, salió rápidamente hacia el claro del oeste, guiado por un instinto que no podía ignorar.

Elena avanzaba entre los árboles, su corazón latiendo con fuerza. Cada paso que daba la acercaba más al claro que había visto en sus sueños. Finalmente, los árboles se abrieron y llegó al claro. La luna estaba directamente sobre ella, su luz bañando el lugar con un resplandor místico. En el centro del claro, se sintió a la vez asombrada y vulnerable.

De repente, un crujido en la maleza alertó a Elena. Se giró rápidamente, su respiración acelerada. Del otro lado del claro, emergió Lucian, su figura imponente y protectora. Elena lo reconoció de inmediato, aunque su memoria de él era borrosa y fragmentada.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Lucian, su voz llena de preocupación y algo de alivio al verla ilesa.

—No lo sé —respondió Elena, aún desconcertada—. La luna... me dijo que viniera aquí. Soñé con este lugar y sentí que debía venir.

Lucian se acercó lentamente, sus ojos brillando con una mezcla de emociones. Sabía que la luna tenía un propósito mayor y que Elena estaba destinada a jugar un papel importante en el destino de ambos.

—Estás a salvo ahora —dijo Lucian, acercándose lo suficiente para tomar su mano—. Este claro es especial. Aquí, la luna nos guía y protege. Pero también es un lugar de gran poder y peligro.

Elena sintió una extraña paz al estar cerca de Lucian, como si estuviera exactamente donde debía estar. La conexión entre ellos era innegable, y aunque todavía no comprendía todo, sabía que debía confiar en él.

—Hay mucho que no entiendo —dijo Elena, mirando a Lucian a los ojos—. Pero siento que tú puedes ayudarme a encontrar respuestas.

Lucian asintió, decidido a protegerla y desentrañar los misterios que los rodeaban.

—Lo haremos juntos —prometió—. La luna nos ha unido por una razón. Y juntos descubriremos cuál es ese propósito.

En ese momento, una brisa suave sopló a través del claro, como una bendición de la luna misma. Lucian y Elena, ahora unidos por un destino compartido, se prepararon para enfrentar los desafíos que el bosque de Vailia y sus secretos les deparaban.

El aire en el claro se volvió tenso de repente, como si una sombra oscura hubiera caído sobre ellos. Elena sintió un escalofrío recorrer su espalda y se volvió hacia la oscuridad de la cual Lucian había emergido. De entre los árboles, una figura imponente y aterradora apareció: Marcus, el alfa de la manada rival, con una expresión de furia indomable.

—¡Lucian! —rugió Marcus, su voz reverberando por todo el claro—. ¿Así que has decidido traicionar a tu especie por proteger a una simple humana?

Antes de que Lucian pudiera responder, Marcus se transformó. Sus huesos crujieron y su piel se rasgó, convirtiéndose en una bestia enorme y temible. Su pelaje era oscuro como la noche, sus ojos brillaban con un destello rojo, y sus colmillos eran afilados como cuchillas. La transformación fue rápida, y pronto, un lobo gigantesco y amenazador ocupaba el lugar donde había estado Marcus.

Lucian, con los ojos fijos en Marcus, se volvió hacia Elena y le susurró—. Quédate atrás. Esto es entre él y yo.

Elena, paralizada por el miedo y la sorpresa, asintió. Observó con asombro y temor mientras Lucian también comenzaba a transformarse. Su cuerpo se contorsionó y cambió, pero su proceso parecía menos violento, más fluido. En cuestión de segundos, Lucian se convirtió en un lobo impresionante.

Lucian en su forma de lobo era una visión majestuosa. Su pelaje era de un gris plateado brillante, casi resplandeciente bajo la luz de la luna. Era más grande y musculoso que cualquier lobo normal, pero había una gracia innata en su postura. Sus ojos, ahora de un azul intenso y luminoso, mantenían la misma mirada protectora y sabia que Elena había visto en su forma humana. Sus colmillos eran largos y afilados, pero su expresión mostraba control y determinación, no solo ferocidad.

Los dos lobos se enfrentaron en el centro del claro, gruñendo y mostrando sus colmillos. La tensión era palpable, y Elena, a pesar del miedo, no podía apartar la vista.

—Estás rompiendo nuestras leyes, Lucian —gruñó Marcus, sus palabras transformadas en sonidos guturales—. Proteger a los humanos nos debilita, nos pone en peligro.

—No entiendes, Marcus —respondió Lucian, su voz resonando con una mezcla de autoridad y convicción—. Esta humana es especial. La luna nos ha unido por una razón.

—¡Mentiras! —aulló Marcus, lanzándose hacia Lucian con una velocidad sorprendente.

El choque fue brutal. Los dos lobos se enredaron en una lucha feroz, mordiendo y golpeando con una fuerza tremenda. Lucian, a pesar de su tamaño, mostraba una agilidad impresionante, esquivando los ataques más feroces de Marcus y contraatacando con precisión.

Elena, viendo la batalla desarrollarse ante sus ojos, sintió una mezcla de horror y fascinación. La fuerza y la ferocidad de los lobos eran impresionantes, pero también vio la nobleza y el sacrificio en los ojos de Lucian. Él estaba luchando no solo por ella, sino por algo mucho más grande.

La batalla continuó, con ambos lobos mostrando signos de agotamiento y heridas. Sin embargo, Lucian, alimentado por su convicción y la protección que sentía hacia Elena, finalmente logró dominar a Marcus, empujándolo contra el suelo y colocando sus colmillos cerca del cuello de su rival.

—Esto no ha terminado, Lucian —gruñó Marcus, su voz llena de veneno—. Volveré, y traeré a mi manada. No puedes protegerla para siempre.

Lucian retrocedió lentamente, permitiendo que Marcus se levantara y se retirara con una mirada de odio y promesas de venganza. Cuando Marcus desapareció entre los árboles, Lucian volvió a su forma humana, sus ojos aún brillando con intensidad.

Elena corrió hacia él, sus ojos llenos de preocupación—. ¿Estás bien?

Lucian asintió, aunque visiblemente agotado—. Estoy bien. Pero esto es solo el comienzo. Tenemos que estar preparados para lo que venga.

Elena, viendo las heridas en el cuerpo de Lucian, sintió una mezcla de gratitud y determinación. Sabía que su destino estaba entrelazado con el de él, y juntos enfrentarían cualquier desafío que el bosque de Vailia y sus enemigos les lanzaran.

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